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fernando flores

Noticias Septiembre 7, 2008

Nuestro Dilema: Mediocridad o Excelencia

 

fernandoflores. En el mundo globalizado que
vivimos requerimos cultivar una cultura de la excelencia, en la competitividad,
en la cooperación y en las conversaciones. No se llega a esas cotas de
excelencia a través de la mera utilización de conocimientos o técnicas que
luego se aplican, sino por la participación en una cultura de prácticas, que al
final son “danzas” corporales, sociales y culturales. La eficiencia
presupone un presente, pero también una acumulación del pasado. Por eso se
trata de un ciclo, donde el aprendizaje es una práctica recurrente que genera
un cambio social. El cultivo de la excelencia no es individual, requiere de
redes sociales donde se coopera, se compite y se conversa al mismo tiempo. Esto
sucede también en las artes, las comunidades científicas, las organizaciones
sociales, los negocios, o cualquier otra práctica humana. Si esto se hace
socialmente, ilumina la acción. Y la acción ocurre en este ciclo que involucra el uso eficiente de los
recursos, cultivar una práctica de aprendizaje permanente, y generar momentos
reflexivos donde se deciden estrategias de cambio. Las crisis nos regalan
buenos ejemplos de cómo conectar a los jóvenes chilenos con las
redes emergentes que surgen ante éstas. Así mismo es necesario que
nuestros líderes cobijen y cultiven iniciativas disruptivas. La excelencia es
una acción conjunta del Estado y la sociedad. Requerimos crear nuevos
partidos, nuevas instituciones, nuevas organizaciones, que estén dispuestas a
cultivar la excelencia. La excelencia tiene una intencionalidad ética, que
valora la ambición sana, la colaboración, promueve el “pulular de las
minorías”, premia el mérito y el esfuerzo, y destierra la envidia y la
mediocridad.

 

Nuestro Dilema: Mediocridad o
Excelencia

Fernando Flores 090108.jpgChile
está entrampado en una cultura de la mediocridad. Mientras no rompamos con
ella, las propuestas de solución a nuestros problemas no avanzarán. En el mundo
globalizado que vivimos requerimos cultivar una cultura de la excelencia, en la
competitividad, en la cooperación y en las conversaciones.

Cuando
observamos con admiración y asombro la organización de China de los Juegos
Olímpicos, esta mediocridad nos aparece más clara. En la ceremonia de
inauguración, no vimos sólo un despliegue de recursos o de tecnología; lo que
nos maravilló fue la mezcla de perfección, creatividad, belleza, coordinación,
disciplina y rigor que nos embargó de alegría. No era farándula, y el
mejor ejemplo de la potencia de esto, es que echamos de menos los juegos
olímpicos.

Pero
China se propuso no sólo competir, sino ganar, y lo hicieron. Su progresión en
eficiencia no tiene precedentes: de obtener 5 medallas de oro en Seúl ’88,
veinte años después, en su casa, triunfaron por primera vez, obteniendo 51
medallas de oro.

En
contraste, nuestra participación, como era previsible, no tuvo brillo. Y la
única performance de estatura, la de Fernando González, no es aclamada ni
valorizada en su importancia, a pesar de ser obtenida con un esfuerzo y
perseverancia de años. Esta relativa indiferencia ante el logro de González
muestra cuánto sobrevaloramos la mera gratificación instantánea, en vez de una
cultura del construir y el cultivar, que es fundamental para ser excelentes.

No
se llega a esas cotas de excelencia a través de la mera utilización de
conocimientos o técnicas que luego se aplican, sino por la participación en una
cultura de prácticas, que al final son “danzas” corporales, sociales y
culturales.

¿Cómo
se logra, entonces, un campeón olímpico? La excelencia no es una condición o
una aptitud innata; es una cultura, una práctica que se cultiva en un ciclo
recurrente, que involucra eficiencia, aprendizaje y cambio.

En
el fenómeno de la eficiencia se constituyen las tareas, la creación de equipos
y la gestión de recursos.

Los
chinos realizaron una verdadera revolución deportiva, para generar cambios
radicales en una generación. Al diseño de un programa de selección y reclutamiento,
sumaron la creación de 10 centros de alto rendimiento, focalizados en quienes
iban a competir, con un régimen de alta disciplina.

Pero,
para llegar a eso, se requirió un proceso que incluyó un desarrollo masivo del
deporte, cuyo resultado es la existencia hoy de 5 millones de atletas en China,
además de 35 institutos de investigación deportiva, y 135 universidades con
oferta de especialidades en deporte como parte de sus programas académicos. Es
decir, la eficiencia presupone un presente, pero también una acumulación del
pasado. Por eso se trata de un ciclo, donde el aprendizaje es una práctica
recurrente que genera un cambio social.

Entonces,
la excelencia no es sólo “competitividad”. El aprendizaje supone un juicio de
acción efectiva donde aparecen las restricciones económicas y la evaluación en
los tiempos. En algún punto del proceso, China focalizó sus esfuerzos de
inversión y prioridades en la preparación. La excelencia está en el ciclo.

¿Y
qué pasa con nuestro Chile? En Chile han existido otros chilenos que tomaron la
decisión de cultivar la excelencia, como China hoy, pero en otra escala.
Quienes organizaron el mundial de 1962 actuaron de la misma manera, incluyendo
la preparación del equipo de Fernando Riera, que duró cerca de ocho años,
obteniendo un tercer lugar.

Pero,
a pesar de estos grandes ejemplos, aún no comprendemos la excelencia de esta
manera. Aparece más bien como un prerrequisito para hacer las cosas bien, una
condición sustancial de las personas: “es capaz”, “es inteligente”, son juicios
que presuponen esta ceguera.

Todavía
pensamos la excelencia como una condición, o como un conocimiento. Pero el
cultivo de la excelencia paga sólo si se conecta con un espacio real, con un
dominio visible donde la oferta que somos se cumple y mejora permanentemente en
la recurrencia del ciclo eficiencia-aprendizaje-cambio.

Sostengo
que en Chile predominan dos estilos que nos impiden avanzar en esta dirección.

El
primero es nuestra cultura legal-formalista, que nos predispone a creer que
“hacer las cosas bien” es regirse adecuadamente por las normas o ciertas reglas
prefijadas. Los estándares de lo posible están ya definidos a nivel local.

El
deber se mueve en el cumplimiento de la ley. Para el mundo normal éste es un
requisito suficiente. Y en cualquier sistema socio-político y económico,
el respeto de las normas es relevante, no se trata de algo malo.

Sin
embargo, este estilo no calza con los desafíos de la competitividad en un mundo
global. En este mundo, necesitamos cultivar una cultura de la excelencia, en la
acción, en la innovación, en el cultivo de la autenticidad de una identidad y
en la mejora de nuestras prácticas sociales y culturales.

Por
otra parte, la mera referencia a la norma no resuelve el problema de su
legitimidad, si ésta entra en crisis o es cuestionada.

Cuando
esto sucede, se desarrolla la desconfianza entre las personas y no es fácil
salir de ese estado de ánimo. La manera más fácil y nefasta es la de
buscar o construir otras lealtades.

Y
este es el segundo estilo, el ”compadrazgo para el abuso y la mediocridad”, que
en algunos de nuestros partidos políticos alcanza el carácter de mafia
organizada.

El
origen de la palabra mafia es la “familia”; pero se trata de una familia que
crea una ética al margen de la sociedad y sus instituciones, a favor de una
jerarquía que maneja el clan familiar. La colaboración entre las personas no
esta vinculada
a la generación de oportunidades o valor, sino a la protección bajo amenaza,
que es su mejor negocio.

El
compadrazgo no sólo genera abusos. Produce y cultiva también la mediocridad,
porque pone el foco en un sistema de favores que inhibe la promoción del
talento, el mérito y el esfuerzo, y prioriza el amiguismo, el “contacto”, la
lealtad ciega, mal entendida. El Derecho y la Justicia son valores más
importantes que la lealtad, en el mundo político, social y para la
competitividad.

Chile
no llegará a ninguna parte, por el camino de la mediocridad. Nuestro mal
desempeño en las Olimpiadas, puede ser una anticipación de nuestro mal
desempeño en el mundo, si no reaccionamos.

Contra
eso, proponemos cultivar un estilo de cooperación, donde el espíritu de
aventura y la excelencia son cruciales. Chile no podrá competir en el mundo
globalizado si no cultivamos una cultura de la excelencia. Es un requisito
esencial.

Nada
sacamos con apilar listas de objetivos generales de la educación o con
planificar una estrategia de innovación si no pasamos esta valla previa.

El
cultivo de la excelencia no es individual, requiere de redes sociales donde se
coopera, se compite y se conversa al mismo tiempo. Esto sucede también en las
artes, las comunidades científicas, las organizaciones sociales, los negocios,
o cualquier otra práctica humana. Si esto se hace socialmente, ilumina la
acción.
Y la acción ocurre en este ciclo que involucra el uso eficiente de los
recursos, cultivar una práctica de aprendizaje permanente, y generar momentos
reflexivos donde se deciden estrategias de cambio.

Es
posible que los lectores sientan que los chilenos no podemos cultivar la
excelencia, que la comparación con China es abrumadora; es sencillo atribuir lo
logrado por ese país a la tradición, cultura y tamaño. Pero la excelencia
siempre existe en aquellas gentes encariñadas con su trabajo, con su comunidad.
Esto va más allá de nacionalidades, es sentirse parte de la aventura de su
comunidad y la humanidad entera.

Chile
ha tenido personas notables en distintos aspectos. En la medicina, ejemplos
como los doctores Héctor Croxato, Joaquín Luco, Francisco Varela y Humberto
Maturana. En el deporte, negocios, literatura, encontramos ejemplos de la misma
envergadura.

Para
conducir estos pequeños reductos de excelencia, se necesitan líderes que se
vayan formando en ese camino, ese es el rol de Chile Primero. Producir
gente ordinaria que sea capaz de producir eventos extraordinarios.

Las
crisis atraen a la excelencia. Pues en respuesta a éstas van surgiendo en
el mundo personas comprometidas con la aventura de hacer contribuciones y
cambiar culturas.

Las
crisis nos regalan buenos ejemplos de cómo conectar a los
jóvenes chilenos con las redes emergentes que surgen ante éstas. Así
mismo es necesario que nuestros líderes cobijen y cultiven iniciativas
disruptivas. La excelencia es una acción conjunta del Estado y la
sociedad. Requerimos crear nuevos partidos, nuevas instituciones, nuevas
organizaciones, que estén dispuestas a cultivar la excelencia.

Necesitamos
un estado de ánimo distinto y una actitud, una predisposición al cambio. Hace
30 años China estaba presa de una cultura campesina donde este estilo no
contaba. Pero lograron resucitar lo mejor de su tradición para generar un
profundo cambio y producir una cultura de la excelencia, con decisión, orgullo
y nuevas prácticas.

En
Chile, necesitamos un compromiso de saber que esto es posible.

La
excelencia tiene una intencionalidad ética, que valora la ambición sana, la
colaboración, promueve el “pulular de las minorías”, premia el mérito y el
esfuerzo, y destierra la envidia y la mediocridad.

Chile
tiene una gran oportunidad poniendo acento en la creación de una cultura de
excelencia, así tendremos mejores empleos, oportunidades y un futuro prometedor.

Noticias Junio 28, 2008

Fernando Flores: “o cambiamos el switch o estamos fregados”

capital. Sin escatimar palabras, el senador Fernando Flores dice que si no abrimos la mente, si no rompemos las cadenas que nos tienen anclados a las viejas formas de producción de productos poco elaborados, el fantasma de la frustración y el fracaso que ya ronda en varios segmentos de la sociedad puede transformarse en un monstruo de mil cabezas. Al senador Fernando Flores los temas relacionados con innovación, competitividad y futuro lo apasionan bastante más que las escaramuzas que dan forma al día a día del mundillo político criollo. Es cosa de oírlo, de presenciar cómo se involucra cuando ese tema salta en alguna reunión, tertulia o sesión de trabajo, para ver dónde están enfocadas su cabeza y corazón. No por nada, una parte no menor de su biografía cuenta con capítulos donde dichos términos son protagónicos, calando hondo en el sello que tiene el parlamentario. por Roberto Sapag

Flores, miembro de la Comisión de Economía y de la comisión especial de Ciencia y Tecnología e Innovación, siguió con atención todo el revuelo que produjeron las palabras de Michael Porter tanto durante su visita al país, como luego con la entrevista que dio a Capital. Para él, este tipo de remezones son saludables (aunque puedan adolecer de cierta parcialidad), porque permiten sacudir a los líderes políticos y empresariales de la modorra. El senador recibió a Capital, analizó las palabras de Porter, pidió no matar al mensajero sino que valorar su mensaje y, por cierto, agregó mucho de su cosecha propia para dar forma a un diagnóstico integral de los retos que tiene el país en este campo.

Senador, hace pocos días el profesor Michael Porter nos tiró las orejas en vivo y en directo, porque el país se estaría quedando estancado en materia de competitividad y productividad. ¿Comparte ese diagnóstico?

En lo grueso estoy de acuerdo con Porter porque él dice que el país está perdiendo en competitividad, que equivale a decir que está declinando. Modestamente esto es algo que vengo diciendo desde hace varios años, porque ningún país que se base sólo en commodities, puede producir empleos de calidad en el largo plazo. Esto es fundamental, porque a mi juicio el problema de Chile no es únicamente de crecimiento, sino que ante todo es de la falta de empleos de calidad. Una cosa y la otra no se pueden separar, porque el tema del empleo y el de la competitividad no son distintos, no se pueden abordar en planos separados.

Por eso es importante que Porter nos dijera que sin productividad y sin vender nuevos productos, las cosas no andan. Sin embargo, hay algo en lo que estoy en desacuerdo. No basta con venir y decir ¡cómo es que no arreglan la educación! o ¡cómo hacen tal cosa en lo laboral! Ahí se metió en un área chica sin saber bien en qué se estaba metiendo. Oírlo me trajo a la memoria el caso de un grupo en Francia que ve que el país está declinando, una suerte de declinólogos. La crítica que se puede hacer a este tipo de críticas –valga la redundancia– es que no se hacen cargo de por dónde se tira el hilito para arreglar las cosas y que tienden siempre a ver a los gobernantes como ineptos. Y acá lo que ha pasado es que el país en su conjunto ha llegado atrasado.

¿Siempre hemos llegado atrasados o alguna vez supimos por dónde tirar el hilito?

Chile avanzó bastante en la fase de transformaciones del período Büchi-Foxley. Pero el problema es que nos quedamos ahí y el mundo cambia. El mundo 2010 es muy distinto al de 1987 y no se puede seguir operando sin meter en la ecuación a China, Brasil, Internet, la globalización y Al Qaeda, por mencionar algunos ingredientes. Todos ellos hacen de este otro mundo.

Y segundo, no se puede no considerar los impactos que está teniendo la revolución científico-tecnológica. Nuestra estrategia digital es pobre y las escuelas están rezagadas. Es cierto que este gobierno se ha comenzado a preocupar –y celebro el consejo de Innovación-, pero hemos avanzado muy lento. Nosotros mismos en el Senado tenemos una ley parada hace cinco años y estamos esperando el envío de indicaciones con señales muy contradictorias respecto de cuáles serán.

Okey, pero Porter le asigna una cuota no menor de responsabilidad a las empresas y los empresarios.

Pero claro, también hay (y eso lo dijo Porter) responsabilidad de los empresarios. Fíjese que siempre he dicho que las empresas exitosas perpetúan los ciclos, lo que las lleva a no reinventarse y olvidar que los ciclos cambian, que el mundo cambia. Ahí están los casos de IBM y Xerox. Es la maldición de quedarse en el pasado. Y eso no es para nada sano, porque los cambios de las nuevas industrias parten de lo marginal, de lo anómalo que empieza chico y que de repente se mete en el mapa.

Porter dice que es raro lo que pasa en la cabeza del chileno, que se queda como esperando que le pavimenten el camino. Y agrega que en Estados Unidos a nadie se le cruza por la cabeza esperar a que el Estado le aplane la cancha, que allá ven la oportunidad, el espacio, y van por el trofeo.

Cuando estuve en Silicon Valley, me topé con todo un mundo. Un mundo donde el riesgo se toma, en donde la reputación no se arruina con un fracaso, donde los networking son amplios, multiculturales. Es un mundo donde están los mejores. Es como el Real Madrid.

En cambio, este es un país muy legalista. Pocas naciones en el mundo tienen esa mentalidad y es algo que viene de nuestros orígenes históricos. Muchas leyes que no se justifican, mucho afán de vigilancia, algo que puede tener que ver con una clase política que no entiende la velocidad con que se producen los cambios. Por eso gente como Porter es importante y ojalá puedan venir más seguido. En Estados Unidos esto no ocurre porque en ese país el presidente, salvo en defensa, es irrelevante. Pero ojo, que no estoy diciendo que los gringos saben para dónde va su país, menos porque el mundo vive una suerte de caos caleidoscópico, pero sí digo que tienen otras virtudes.

¿Y encarar este reto requiere un cambio de mentalidad?

Hablar de cambios de mentalidad sin cambios institucionales no creo que sea posible. Ahora bien, es cierto que cuando hay capital hay cabezas, pero hay que hacerse cargo de un cuello de botella que tiene que ver con aceptar que el surgimiento de lo nuevo no nace en grande, nace en los silicon valleys. Ese cruce de mentalidad e institucionalidad no lo veo presente en Chile y tenemos que conectarnos con las “conversaciones” que inventan mundos nuevos y no con las que administran lo que ya está. Ese no darse cuenta, no conectarse, le ocurrió a Detroit, que da pena, que es como un mundo en decadencia.

¿Entonces?

Entonces, si no hacemos prácticas marginales, si no traemos gente nueva, empresas que van para arriba como las de India para que vengan a montar acá plataformas, si no traemos empresas de tecnología… estamos mal. ¿Están las escuelas de ingeniería adaptadas para esto? No. Estamos produciendo ingenieros caros que se toman ocho años en salir al mercado, mientras ellos, los indios, los producen en cuatro. Los médicos son caros. En fin, lo que veo es que estamos dimensionados para la década de los 80 y no para el 2010.

Fíjese que yo juego un juego que se llama World of Warcraft que tiene más de ¡10 millones! de jugadores. Es decir, esa es una compañía capaz de manejar ese volumen de personas y acá ni nos hemos enterado. Los administradores de ese juego saben más de políticas públicas que muchos políticos en Chile. Y lo terrible es que estamos acostumbrados a ver estas cosas como novedades que llegan y no como cosas en las que podríamos participar como autores.

¿Por dónde partir?

Porter lo dice muy bien. Más que en ciencia y tecnología, porque ahí vamos a llegar muy tarde, donde hay que apostar es al mundo de los servicios. Ahí podemos usar la red. India nos ha demostrado que se puede tener profesionales desarrollados con relativamente poca inversión para irrumpir en esa área. Ahí también nos faltan empresarios con visión.

Pero el capital no es tonto y si ahí hay rentabilidad, los empresarios debieran llegar solos. ¿Por qué faltan empresarios, entonces?

Porque aún no cambian el switch. Si hoy alguien quiere hacer una empresa, lo primero que se le viene a la cabeza es hacer su edificio corporativo. Todo tiene que tocarse. Pero hoy los negocios son virtuales, y entonces las preguntas que hay que hacerse para lanzarse a este mundo de los servicios no es dónde pongo mi edificio, sino que en cuántas capitales voy a estar, con qué socios voy a trabajar.

¿Tiene ejemplos claros que hagan tangible ese cambio de switch?

Te doy dos. El vino. El vino pasado cierto nivel de precios ya no es vino… es cuento. El vino está comunicado con el estilo de un país, sobre sus prácticas mediterráneas. Si se acuña eso, se puede crear una industria interesante. Fíjese que yo noto que en esta área ya hay un cambio. Antes encontrar un vino premium era complicado y ahora es cada vez más común ver gente dispuesta a pagar sobre 100 dólares por una botella. Eso está en progreso y así uno puede perfectamente imaginar a la industria del vino conectándose con la industria del cine y con otras áreas de servicios que le ayuden a producir cuento, como el arte y la cultura. A lo mejor Claudio Bravo es más importante para ese sector que un tema de bodegas.

Lo mismo ocurre, por ejemplo, con Don Francisco, que tiene su base dentro del público latino de clase baja en Estados Unidos y que sin embargo podría ser un tremendo conector de la identidad chilena con ese mercado que es inmenso. Esa gente no va a tomar estos vinos premium de que hablo, pero sí puede consumir otros productos.

Ya veo.

Ahora la cosa es el valor agregado. Si haces sólo productos básicos, con poco procesamiento, estás fregado y puedes llevar al país a una revolución social o algo parecido. Es cosa de ver lo que está pasando en Chile. Mucha gente se siente frustrada y fracasada. Hay que dar forma a una nueva clase media, a una nueva base de empresas a lo largo del país. Con esto no me refiero a que haya que tener nuevos bancos de Talca o de Concepción o ferreteros o farmacéuticos de barrio. Eso se acabó y no va a retornar. Hay que mirar en otras direcciones. Mira la industria alimentaria. Ahí hay un campo que está abierto y que es a otro nivel. Abordar eso requiere una nueva mentalidad, pero también un trabajador distinto, otros estándares de excelencia e impecabilidad. La energía también es un foco posible de abordar, aunque ahora hacerlo sea más caro. Por necesidad y condiciones debiéramos meternos en eso. El turismo es otro caso. Es cosa de ver cómo Chile se ha hecho un espacio en el mundo a pesar de que se ha invertido poco. Hay que estar atentos y tener claro que de nada sirve llegar tarde. Hay que estar a la partida de estos procesos, ser de los primeros.

Y añade con entusiasmo:

Pero lo primero es que el país se trague el sapo de que estamos declinando. Hay que asumirlo y decirlo con esperanza, no con pánico o rechazo, o con ganas de matar al mensajero. Lo primero es darse cuenta.

En la práctica, ¿qué se puede hacer ya para encarar mejor esas oportunidades y ese futuro?

No sé si sea del caso dar recetas prácticas, pero igual le menciono algunas: debiéramos por ejemplo hacer convenios de tercera generación con otros países para ser socios en la inversión del futuro. Por ejemplo, Australia y Nueva Zelanda están teniendo problemas de transporte y logísticos de la misma naturaleza, porque al igual que nosotros están lejos de los mercados y tienen los mismos ciclos estacionales. Lo que haría con ellos es integrar doctorados y haría investigaciones de largo plazo para el tema de las zonas desérticas u otras que tengan dinámicas y problemas comunes.

También, como en volumen no podemos competir con Asia y estados Unidos, tenemos que unir fuerzas y podríamos financiar investigación en conjunto y luego compartir las patentes.

Ah… y tenemos que mandar gente afuera. Que vayan tres empresarios a Shanghai no basta, tenemos que tener 5.000 jóvenes recorriendo Asia, porque afuera está el mundo del futuro. Hagamos convenios más ambiciosos, porque que vayan a hacer doctorados no es que esté mal, pero lo que necesitamos es circulación de cerebros y no que se empocen.

Es muy razonable lo que dice, ¿pero sabe?… Parece que el chileno como que no cree en ese cuento, como que le gusta estar en su isla.

Puede ser, pero eso no es aceptable. Si algún dirigente político o cabeza empresarial ve las cosas así, mejor que se busque refugio fuera de Chile, porque va a quedar una embarrada grande. Le concedo algo: es cierto que nos tira el quedarnos acá, en nuestro metro cuadrado. Sin embargo, si nos quedamos pegados creyendo que todo pasa por las ingenierías comerciales o industriales, o las abogacías, estaremos creando una bomba de tiempo de esas que Dios te pille confesado.

Pero es innegable que estamos lejos, que somos un mercado chico y todas esas cosas que a veces desaniman a los empresarios.

Okey, pero no metamos a un gran empresario y a la señora Juanita en un mismo saco. O sea, los grupos empresariales tienen que saber ver más allá. No le echemos la culpa a la señora Juanita de los problemas de los grupos empresariales. La gente que se educó en el Grange, en el Saint George y el San Ignacio tiene que tomarse en serio el privilegio de haber sido educados en los mejores colegios del país. Tienen el deber de tener interés en crear corporaciones público privadas que se hagan cargo de los temas de educación, de la salud y que compartan los resultados generosamente con el resto de los chilenos… Excelencia y generosidad.

Noticias Junio 5, 2008

Cómo crecer sin estrategia comercial, educativa ni energética

“No hay estrategia comercial, ni educativa ni energética, ¡cómo seguiremos creciendo!”

lasegunda. El senador y presidente de ChilePrimero, Fernando Flores, está preocupado. Y no precisamente por las próximas elecciones municipales y si su partido apoyará una candidatura comunista o, finalmente, irá en pacto con la Alianza. Tampoco le inquieta el desenlace que tendrá para la Concertación la controvertida apuesta de presentarse dividida en dos listas a los comicios de Octubre. Aunque piensa que “Pepe Auth se olvidó que es presidente de partido y todavía cree que es experto electoral. Así no ganará la voluntad política del país y producirá contradicciones”. Flores afirma que su mayor esfuerzo está, hoy, puesto en encontrar la mejor manera para que el país “enmiende el camino” y contribuir a que “entre en el centro del debate nacional, el cómo el país debe crecer más. Es la única manera de dibujar el futuro”.

Y en este esfuerzo ha encontrado varios aliados que ponen el mismo tema sobre el tapete: los magros resultados de Chile en todos los últimos índices de competitividad. Realidad que se ha visto más recientemente potenciada con la venida del “gurú” norteamericando del management, Michael Porter.

“Al igual que Porter, no veo qué es lo nuevo que estamos vendiendo como país, o dónde está la producción de nuevos empleos”, dice inquieto. Continúa: “la productividad está estancada, no tenemos un plan basado en producir valor agregado ni posicionamiento único del país”.

A juicio de Flores, el verdadero talón de Aquiles radica en la falta de una estrategia. “Tenemos que dejar de hablar netamente de innovación como un concepto vago. A este país le falta una estrategia comercial y de desarrollo definida”, agrega convencido.

– Sin embargo, el Consejo de Innovación entregó precisamente una estrategia a la Presidenta Bachelet…

“No tenemos nada de eso, tenemos puras ilusiones. Lo que existe es una comisión privada, formada por ciertas personalidades, que ha hecho un informe, pero que no ha sido socializado en el país. El país entero debiera estar discutiéndolo y hablando de esto, pero no han sabido poner el debate en la agenda”.

– Se supone que están en eso y que la “socialización” de la estrategia es el objetivo de este “segundo tiempo” del consejo que ahora encabeza Eduardo Bitrán.

“No nos sirve un Consejo de Innovación que elabora documentos secretos. Puede que lo que digan se transforme en una estrategia, pero por el momento es nada, no está en el presupuesto de la Nación, ni en el centro del debate de los partidos políticos, ni los empresarios lo discuten. Lo que más uno podría decir respecto a ese consejo y con oídos simpáticos, sería ¡qué bueno que eso esté empezando a pasar! Pero eso es insuficiente”.

UN PLAN COMERCIAL MÁS QUE ESTRATEGIA DE INNOVACIÓN

– Volviendo a Porter, él sugirió una política de clusters, que es precisamente lo que recomendó hacer el Consejo de Innovación…

“La política de clusters, por definición, está basada en lo que ya somos relativamente buenos, y desgraciadamente esos son los recursos naturales. Pero lo que el consejo no tomó en cuenta es que existe una subindustria incipiente que se llama la matriz productiva de las grandes revoluciones tecnológicas y que son los 2 tsunamis: informática, biotecnología y nanotecnología.

Ellos no nacen de la tradición del país y tenemos que poner piezas fundamentales en esos sectores, porque si no quedaremos out y eso afectará a los recursos naturales. Los clusters no nos sirven para eso y una estrategia a largo plazo no puede obviar eso”.

– ¿Qué propone usted concretamente?

“No es mi rol proponer algo en concreto ni el de nadie en particular. Es de todos y yo quiero participar en la elaboración de una propuesta. Pero ¡tomemos este tema en serio! No está en la agenda de las próximas elecciones ni en lo que se discute y debiera estar, ¡si es el problema principal del país!

Estamos hablando del futuro de Chile y no hay estrategia comercial, ni educativa, ni energética, ¡cómo seguiremos creciendo!”

– ¿Y cuál es, a su juicio, la diferencia entre una estrategia de innovación y un plan comercial?

“Una estrategia de innovación es a muy largo plazo, mientras que un plan comercial es para los próximos años, que es lo que Chile necesita. Chile está declinando y la única forma de arreglar los salarios es que mejore la productividad. Pero estamos errando en la estrategia, que obviamente tiene que ser a través de productos innovadores que produzcan ofertas únicas, pero es un error pensar que la innovación por sí misma la dará.

Si los empresarios y todo el país no se unen, podemos tener todos los científicos del mundo y pasar todos los cursos de innovación, pero no llegaremos a ninguna parte. Tenemos que captar que el mundo hoy está tan globalizado, interconectado y multidisciplinario, que para casi todos los negocios son necesarios diseñadores, cuentistas, novelistas, muy parecido al mundo antiguo, donde la arquitectura y el arte traspasaban todas las disciplinas. Y eso es innovación, pero no lo veo en ninguna parte”.

– ¿A quién le corresponde esta responsabilidad?

“Insisto, el problema es de la estrategia y este es un problema de la élite chilena público-privada, que no se arregla con leyes, ni con plata del Estado ni con dos proyectos industriales. Se requiere de los esfuerzos de un país entero, pero necesitamos convencernos que tenemos que dejar de hablar de pelotudeces y empezar a poner en la agenda los temas que importan.

Reconozco que en la sala del Senado nunca hemos dicho que el problema del Consejo de Innovación no es si vamos a dar más fondos por aquí o por acá, sino que es de la estrategia. Es hora que actuemos con más responsabilidad”.

¿MÁS DOCTORADOS?

– ¿Por qué no ha utilizado la tribuna del Senado para hacer este planteamiento, o para hacer este crudo diagnóstico?

“Quizás no lo habia dicho tan enérgicamente, porque era muy distinto estar creciendo al 5% que como ahora, al 4%. Además, cuando se ven los precios del petróleo y la cosa energética que también está complicada, y la educación, y es así, este debate empieza a ser esencial.

Hay que promover una cultura de la innovación y cambiar bruscamente la mentalidad de los chilenos, si no ninguna idea, por buena que sea, funcionará. Tenemos que tener referentes como el señor (Horst) Paulmann, por ejemplo, que no estudió nada, pero es un innovador del retail porque creó una empresa que desplazó a gigantes. El no es experto ni en ciencia ni en tecnología”.

– ¿Quiere decir, entonces, que no servirá aumentar el número de doctorados y científicos en el país, como se está haciendo?

“Eso está muy bien, nos dará una base, pero no puede ser el eje central de una política. Eso es para los próximos 20 años, pero ahora qué: necesitamos una estrategia comercial y de desarrollo. Necesitamos tener y crear conciencia que Chile lo necesita y no quedarnos entrampados, como de hecho sucedió en el Parlamento, con que si le agregamos o no la palabra “competitividad” al Consejo de Innovación. Eso demuestra que algo malo está pasando en el país, porque todos sabemos que hoy en día mientras más competitivos somos, mejor para todos”.

– ¿Está de acuerdo con la conducción económica del gobierno frente a esta encrucijada competitiva? ¿no está dividida también como las dos “almas” de la Concertación?

“Tanto (Andrés) Velasco como (Osvaldo) Andrade andan perdidos respecto al futuro del país. Discuten cosas de énfasis y acentos, pero no hay una estrategia de desarrollo que incluya alianzas público-privadas. Gobiernan para los chilenos de hoy y se olvidan de los del mañana, que también serán chilenos”

Noticias Mayo 29, 2008

Fernando Flores: Chile necesita, un proyecto nacional, como los países nórdicos y asiáticos

dirariofinanciero. “Nosotros no estamos en el modelo clásico de la izquierda o de la derecha: estamos abriendo un nuevo camino, que sabemos es difícil, para que entren las nuevas generaciones”. Así explicó el senador, Fernando Flores, uno de los desafíos trazados por ChilePrimero, el partido político que encabeza y que está en pleno proceso de inscripción.

– ¿Cómo va el proceso de inscripción como partido de ChilePrimero?

– Todavía no hemos concluido el proceso de inscripción porque tenemos una legislación compleja de cumplir, pero hemos alcanzado el momento más crucial al juntar el porcentaje mínimo de firmas que corresponde a 0,5% de los electores de cada región y las presentamos en el registro electoral. Finalizamos en diez regiones y eso nos daría derecho a presentar en todas esas zonas candidatos en esta elección municipal y también a presentar candidato presidencial, aunque no nos inscribiéramos en ninguna otra.

– ¿Continuarán con este proceso?

– Nuestro programa es que en el curso del año, una vez que pase el cierre de las inscripciones, terminemos con el proceso nacional. No me cabe duda que en las elecciones parlamentarias vamos a estar en todas las regiones del país, pero vamos a ser partido político nacional a fines de junio a más tardar, que es cuando se acaban todos los plazos que el registro electoral tiene para verificar, aprobar y ver si hay objeciones. En este momento, estamos trabajando prolijamente para que esto funcione y también estamos en pleno trabajo para elegir candidatos a alcaldes, concejales, en los pactos electorales y en todo lo que requiere esta elección municipal que será nuestro bautizo electoral.

– ¿Y cual es la propuesta de ChilePrimero para los municipios?

– Varias cosas. El municipio es la institución del Estado que está más cerca de la gente, por lo tanto el problema de la salud, la educación, la seguridad, la higiene y la convivencia son cosas que los municipios tienen que ver. Hay alcaldes que lo hacen bien y muchos muy mal. Entonces, lo primero es elegir gente decente que lo haga bien, que no meta la mano al guante y reparta pega a la familia. Queremos que los municipios sean centros de administración del futuro y, por eso, queremos impulsar una asociación de padres y de estudiantes que quieran tomar el futuro en sus manos. Queremos que ChilePrimero sea una especie de escuela cívica y patriótica. Ahora, como estamos en formación, tampoco vamos a tener muchos alcaldes en muchos lugares.

– A nivel de alianzas políticas, ¿pactarán con el PRI de los colorines?

– Vamos a tratar de buscar acuerdos, pero lo hemos dicho en general, vamos a ver si apoyamos gente, que nos parezca el mejor candidato y eso no quiere decir que tengamos un pacto. En algunos casos sí y en otros no. Ahora estamos en el medio de ese proceso.

– ¿Jorge Schaulsohn al final será candidato por Santiago?

– Jorge ha manifestado que no lo desea, que tiene atravesado su corazón, pero que él es militante de ChilePrimero y que yo como presidente provisional tengo la facultad de analizar y ver bajo qué condiciones podría ser bueno para nosotros. Bien hecho puede ser una buena plataforma para ChilePrimero, pero no estamos dispuestos a que se nos trajine tampoco.

– A nivel nacional, ¿cuáles son las propuestas de ChilePrimero?

– Somos parte de las instituciones que se acogen a la ley de partidos políticos, pero esa ley nos parece un enredo tremendo que impide que la gente se enamore de la actividad cívica. Está hecha casi para profesionales de la política: parlamentarios y funcionarios. ¿Cómo puede ser que la mayoría de los integrantes de los comités centrales de los partidos de la Concertación sean funcionarios públicos? Eso hace que haya una mentalidad súper conservadora y miope. Creemos que al país le hace falta un cambio de conversación.

– ¿En qué sentido?

– Necesitamos una mirada de 20 ó 30 años plazo, porque es lo que toma cambiar el pelo a lo que el país requiere ahora. Percibimos que la educación es un desastre, pero nadie dice por qué. La educación es fundamental para la producción, un país no puede ser competitivo con una mala educación, tiene que ser una educación del siglo XXI. ¡Cuánto daría por tener 20 años para ver el mundo que viene, que es alucinante en su capacidad de innovación!, pero también atemorizador en parte, porque es tremendamente competitivo e incierto. Entonces, el país requiere capacitación para operar en la globalidad y para mantener mayor unidad. Por eso tampoco pensamos que el liberalismo es que las empresas funcionan y el mercado chorrea.

– ¿Y que se requiere?

– El país necesita, como los países nórdicos y asiáticos, un proyecto nacional. En qué área se va a especializar, en qué área habrá subsidio estructural. Por ejemplo, recién está cayendo la chaucha que el turismo es uno de nuestros destinos, pero es un tema nacional, no es una cuestión de los hoteleros y las líneas aéreas. Requiere infraestructura hospitalaria, de servicios, de ética. Estoy seguro que la actividad productiva que conocemos, basada en puros recursos naturales, no es suficiente para producir empleo de clase media. Ahora necesitamos una sociedad de narradores, científicos y maestros del arte digital con mentalidad global. Hay toda una constelación nueva que nosotros no estamos abordando seriamente y no puede ser una filantropía menor. De lo contrario no van a poder encontrar la paz y la admiración que necesitan para poder funcionar.

– ¿Piensa que no están invirtiendo lo suficiente?

– No en estas áreas nuevas. Entonces, ¿qué quiere hacer ChilePrimero? Queremos hacer un cambio de modelo, pero de modelo de estructura productiva y de estructura de inteligencia del país. Nosotros no estamos en el modelo clásico de la izquierda o de la derecha, estamos abriendo un nuevo camino que sabemos es difícil para las nuevas generaciones.

Noticias Abril 21, 2008

Fernando Flores en el centro del debate

 

 

Tengo el más profundo afecto y admiración por el Senador Fernando Flores, pero -por su estatura intelectual, política y humana- no me gusta verlo votando con la derecha ni menos con Adolfo Zaldivar. Sin embargo, fue correcto su voto de inhabilitación de Yasna Provoste. El Gobierno se equivocó, no por defenderla hasta el final, ni por mantenerla en el cambio de gabinete de Enero, sino por haberla puesto en una responsabilidad para la que obviamente no era competente. Es indecoroso que la Democracia Cristiana intente sacar partido del supuesto apoyo de la opinión pública a la victimización de la exministra. Pero en el fondo, lo que más me molesta es que se utilice el argumento del origen popular para disculpar la incompetencia. Aquí la entrevista al Senador Fernando Flores en El Mercurio:

Senador Fernando Flores acusa: "Lo del hospital de Curepto es un ejemplo del estilo chanta que el país está desarrollando"

RAQUEL CORREA

Moreno, imponente, con fama de genio, el senador de la Primera Región Fernando Flores es una mezcla de soberbia y franqueza. Nada rencoroso, bastante agresivo, contesta corto, le molestan algunas preguntas, se impacienta. Incluso en un momento amenazó con dejar la entrevista "hasta aquí no más".

-¿Cómo se siente luego de haber votado en contra de una ministra de la Concertación?

-No voté contra una ministra de la Concertación. Usted hace las preguntas a su antojo. Yo voté, como senador, porque las autoridades no eludan sus responsabilidades.

Tres veces ministro de Allende (Economía, Hacienda y Secretario General de Gobierno), estuvo preso, relegado en Dawson, varios años de exilio. Volvió a Chile, fue elegido senador PPD por la Primera Región, renunció al partido y ahora encabeza "ChilePrimero".

-¿No le incomodó votar igual que Novoa, Larraín, entre otros?

-No. No ando mirando el pasado. A Hernán Larraín lo conozco hace muchos años y tengo la mejor opinión de él como persona. Novoa ha tenido su propio sufrimiento, con la canallada que le hicieron. En eso estoy siendo más cristiano que muchos que se llaman cristianos…

-El día de la elección de Zaldívar, todos abrazándose…

-A mí no me vio abrazándome con nadie. Los abrazos que me parecieron raros fueron los de Girardi con Adolfo. Y muy correcto el senador Núñez con Adolfo: un acto de conducta cívica.

Cuenta que sus seis hijos no viven en Chile, porque hicieron su vida afuera.

-Para mí, el exilio nunca ha terminado. Mi mujer y yo vivimos el exilio para siempre. Como dice la canción de Facundo Cabral, "No soy de aquí, ni soy de allá" -entona con emoción.

-¿Qué lo une a usted con la actual derecha?

-No me gusta esa pregunta. Pero se la voy a contestar. Me une el ser chileno. Ser senador me obliga a poner a Chile primero.

-¿Qué sintió en el Congreso cuando le gritaron "traidor"?

-¡Nada! Hace mucho que he recibido descalificaciones. Me han tratado de "upeliento". La gente tiene derecho a hacer sus juicios. Algunos lo hacen con grosería. Gajes del oficio. Y dormí tranquilo esa noche.

-¿Por qué quiso votar al final? ¿Quería ver primero cómo votaban los otros?

-No. Se ofreció que los que no habían leído los documentos, podían inscribirse. Como nadie más se inscribió, quedé para la cola.

-¿No había leído los documentos de la acusación?

-No había leído los documentos que mencionó el senador Ominami.

-¿Siempre tuvo decidido su voto?

-Para serle franco, conversé con un senador que no mencionaré, y me pidió que si renunciaba la ministra, no votara en su contra. Si hubiera renunciado, habría reflexionado sobre la materia. Aquí hay dos valores distintos. La responsabilidad en Chile se está deteriorando. Lo del hospital de Curepto es un ejemplo del estilo chanta que el país está desarrollando. Más allá de quién lo hizo, es algo que parte con la dilución del sentido de responsabilidad.

-¿Por qué se abstuvo en el 5.o capítulo de la acusación?

-No me parecía suficientemente claro el argumento de que ella había mentido y falseado los hechos. No había prueba en un sentido ni en el otro.

-¿Por qué no rechazó que no destituyera a Traverso, secretario de la Seremi de la R.M., por su "responsabilidad en infracciones e irregularidades graves"?

-Debería haber sido más firme, pero no tenía la obligación de destituirlo.

-¿Por qué votó en contra del cargo de haber ignorado los resultados y recomendaciones de las auditorías?

-Una cosa son los actos y otra la responsabilidad general que estaba en el capítulo 1° de la acusación.La "nueva mayoría"

-¿Qué importancia política le da al debut de la "nueva mayoría"?

-La expresión "nueva mayoría" se la he visto usar a pura gente de la Concertación. No sé qué significa.

-Que antes, la mayoría en el Senado era de la Concertación y ahora es de la Alianza…

-Algunos que dicen eso son un poco masoquistas. Insultan y creen que uno vota en contra por joderlos. Acabo de votar, contra la "nueva mayoría", la proposición del ministro sobre la asignación de los fondos del cobre. Ahí hay algo trascendental para mí. Eso no quiere decir que coincida con todos los puntos del proyecto.

-¿Se suma, definitivamente, a la Alianza?

-Por supuesto que no. En "ChilePrimero" vamos a llevar candidato presidencial en la próxima elección. Eso es muy claro. La Alianza y la Concertación andan con el paso cambiado. No están inventando el futuro, ni seduciendo a los jóvenes, ni consiguiendo respeto por la política. Por eso lucho. Mucha gente que nos sigue, votaba por la Concertación, pero está desencantada.

-Entonces, ¿la "nueva mayoría" es ocasional?

-Yo no me sumaría definitivamente a nada. Estoy en la onda de colaborar activamente con el ministro Cortázar -que siempre me ha merecido la mejor opinión- para que le vaya bien, en la medida en que sincere las cifras y discutamos qué hacer con el transporte público. Su seriedad y esfuerzo me merecen respeto.

-O sea, ¿no se casa con ningún sector

?

-Yo pongo primero a Chile. Por eso le pusimos "ChilePrimero".

"El deseo de Adolfo era más grande que mi deseo"

-¿Qué le parecieron los argumentos de los senadores?

-No me gusta opinar sobre los demás.

-Han dicho que la Concertación se limitó a decir que era una acusación política.

-Lo dije en mi intervención. Es curioso que unos políticos acusen a otros de políticos cuando la acusación también es política. Es un chiste.

-¿Tiene algún pacto político con Zaldívar, Cantero y Bianchi o es sólo un matrimonio por conveniencia?

-Yo tengo a mi señora… Somos gente que, por el destino, nos hemos encontrado en una situación. Con Carlos Cantero he ido creando cierto aprecio: se "cabrió" con la Alianza y el estilo de la Alianza y coincidimos en nuestra preocupación por el futuro y la tecnología. Al Senador Bianchi lo estoy conociendo, aunque compartí con su padre en Dawson. Con Adolfo nos estamos aprendiendo a conocer.

-¿Es fácil entenderse con Zaldívar?

-Hasta ahora hemos tenido una relación amable, aunque con disidencias. Los dos aspiramos a la presidencia del Senado. Eso no fue fácil, pero llegamos a acuerdo. Claro que me habría gustado alcanzar ese nivel, pero no me sentía con todas las habilidades para eso. Llegué a la convicción de que el deseo de Adolfo era más grande que mi deseo.

-¿Es más ambicioso que usted?

-Tal vez en esa materia, pero en otras soy más ambicioso yo.

-¿Le parece correcto ser elegido por un partido y renunciar a él?

-En el PPD se cometieron actos reñidos con la ética. Llegué al convencimiento de que éramos aguas de otro lado. Para mí, primero estaba Chile, luego la coalición y después el PPD. Y la Concertación nunca supo entenderse conmigo.

-Se ha sugerido que quienes se cambian de "equipo" debieran renunciar al cargo…

-Eso no está en las leyes. ¿Por qué se ponen contentos cuando Cantero lo hace y no cuando lo hago yo?

ChilePrimero: "Somos un movimiento emergente: no podemos andar de ricos"

-¿Cuántos inscritos tiene "ChilePrimero"?

-Tenemos las firmas de 8 regiones y aspiramos a dos o tres más. Será el primer partido que se inscribe desde la vuelta a la democracia.

-¿Usted lo presidirá?

-Postularé a presidirlo. También nos interesa un movimiento más grande, basado en ideas, organizaciones, fundaciones.

-¿Irán a las municipales en pacto con los "colorines" o la Alianza?

-Haremos pactos con mucha gente. Somos un movimiento emergente: no podemos andar de ricos, posando de lo que no somos. En las municipales apoyaremos a gente de calidad, tanto de la Concertación como de la Alianza. No sé si a ellos les gustará que los apoyemos…

-¿Qué le parece la idea de Allamand de que vayan a primarias presidenciales usted, Zaldívar, Piñera y un UDI?

-Nosotros llevaremos candidato presidencial de todas maneras; por tanto, no podemos participar en primarias.

-¿Qué opinión tiene del Gobierno?

-Distingo entre el Gobierno y la Presidenta. Ella le hace empeño, pero Vidal le hace muy mal al Gobierno. Su estilo jocosín ofende mucho. Muy distinto al de Edmundo Pérez, que le está haciendo mucho empeño.

-Usted dijo: "Los políticos tenemos que ser juzgados por estándares éticos, cultivar virtudes, ser ejemplo". ¿Usted ha cumplido esas condiciones?

-Lo intento. Siempre uno puede ser sometido a crítica. Toda virtud puede transformarse en una exageración, según Aristóteles.