Los empresarios emergentes han sido descuidados en la óptica de incorporar a Chile en la economía global. La situación beneficia mucho a las empresas grandes de servicios y de exportación.

Pero no comparto el discurso paternalista en que la manera de cuidar a estas empresas consiste en ???rescatarlos??? de la situación de deudas y falta de financiamiento en que viven, sin considerar que su falta de competitividad ante las empresas más poderosas locales y multinacionales, depende principalmente de una falta de adaptación a las exigencias de negocio, tecnológicas y culturales en que vive Chile y el mundo actual. Por mucho que muevan el mercado interno y den empleo, no se saca nada con entregar recursos a empresas que no tienen viabilidad competitiva. Eso sería tirar los recursos y jugar con las ilusiones y el esfuerzo de la gente.

Cuidar a los empresarios emergentes consiste en invertir en ayudarles a integrarse y comprender el mundo que vivimos de globalización y tecnología, ayudarles a buscar fuentes de oferta y creación de valor en este nuevo contexto. Se trata de un asunto de cultura, de mentalidad antes que de recursos. Se trata de crear espacios en que estas sensibilidades se cultiven, en que los empresarios más viejos integren a los más jóvenes como socios, intercambiando la experiencia de una vida de trabajo con la frescura del mundo global y digital. De abrirlos a las posibilidades de la tecnología informática, muchas de ellas gratuitas, que son fuentes de nuevas ofertas de mayor productividad.

Es difícil y doloroso tener que decirle a un empresario que ha tenido toda una vida una empresa, que dio trabajo, que crió a toda su familia y que fue líder de su comunidad, que el tiempo de la empresa pequeña, local y enfocada a la fábrica ya se acabó, desapareció para siempre, no tiene ninguna posibilidad en el presente y menos en el futuro. Que intentar reabrirla en las mismas condiciones de competencia, de falta de tecnología, de cero marketing y aislamiento, lo único que asegura es otro fracaso.

Pero lo honesto, con esos empresarios, con los posibles trabajadores y con toda la gente que se ilusionaría, es decirles esta cruenta verdad. Sobre todo, si la alternativa es hacerse cargo en serio de ayudarles a adaptarse de verdad al mundo competitivo.

Muchos de los negocios nuevos, especialmente los basados en tecnología informática o procesos especializados, parten de personas con conocimientos técnicos, pero que no tienen ni capital ni menos experiencias de negocio. Sin embargo, algunos de ellos, con apoyo y orientación salen adelante. Octantis es un buen ejemplo de lo que digo.

Pero sería muy valioso, ético y dignificante inventar un ???octantis??? para empresarios fracasados, para empresarios que tuvieron su tiempo y no supieron adaptarse, pero que tienen una inmensa experiencia de gestión, de fortaleza emocional para resistir catástrofes económicas, que tienen la prudencia y la sabiduría de haberse equivocado y acertado tantas veces.

Es cierto que son muy porfiados, rígidos ante los computadores, desconfiados para aliarse, pero salvo la sensibilidad informática, conozco muchos profesionales jóvenes que son completamente seniles a la hora de abrirse a lo que no saben, de sorprenderse o crear alianzas sinceras y leales con otros.

La gente es honesta, inteligente y digna, cuando descubre un camino viable de oportunidad y tiene orientación a cómo seguirlo no lo desprecia. Son miles los empresarios que harían una diferencia económica notable a sus localidades y al país, si tuvieran la oportunidad de modernizarse culturalmente y colaboración para volver a empezar.