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Cómo podemos corregir el modelo

Después de la polémica que generaron sus cuestionamientos al modelo económico y al rol de las elites chilenas, el ex presidente de la Sofofa detalla en este artículo las seis medidas concretas con que, a su juicio, se debe combatir la desigualdad y la concentración económica en el país.
Por: Felipe Lamarca

He planeado la necesidad de corregir el modelo. Creo que éste es un tema valórico. Es tomar una definición respecto al tipo de sociedad y valores que queremos, de cómo deseamos vivir y relacionarnos.

La democracia en lo económico es el mercado. Allí cada persona, con sus recursos, representa sus votos. Chile, al igual que el mundo, adoptó este sistema. Y hasta el momento no hemos encontrado uno mejor para organizar y administrar el quehacer económico. La esencia del sistema es la competencia.

El mercado es responsable de que nos haya ido bien, de que hayamos crecido. Pero paralelamente en los últimos 15 años, después de la caída del muro de Berlín, cuando la globalización empieza a ser tangible, surge un nuevo fenómeno: el crecimiento del comercio y el avance de la ciencia posibilitan que podamos producir muchas cosas a bajo costo. Eso derivó en que la actividad productiva se fuera concentrando. Para producir a gran escala, las empresas se han tenido que ir concentrando. Chile no es una isla, y no ha sido ajeno a ese fenómeno.

¿Cuáles son los efectos de la concentración? Primero, se restringe fuertemente la competencia y sus virtudes. Y segundo, se dificulta el empleo. Recientemente se publicó que el 1% de las empresas tenían el 80% de la ventas, y que las Pymes daban el 80% del empleo. Tenemos entonces consumidores con más miedo y menos dinero. Ambas cosas no son buenos síntomas. Hoy nos encontramos con una actividad económica muy concentrada, donde los poderes son muy grandes: el poder de un productor grande contra uno chico, el poder de una empresa contra los consumidores, y de ésta con los proveedores, los trabajadores y los contratistas.

Pero como el mundo no lo podemos cambiar -al menos no por decreto-, la concentración llegó para quedarse. Más aún, necesitamos empresas grandes para competir en el mercado mundial, para jugar bien de visita y bien de local cuando nos vengan a competir acá. Eso no lo podemos cambiar.

Lo que tenemos que buscar es una cultura, una legislación, una manera de hacer las cosas que tienda a aminorar o esterilizar parte de estos grandes poderes. ¿Qué correcciones le ponemos hacer al modelo para que éste funcione lo más cerca de un mercado competitivo?. Hay algunas propuestas que me interesa plantear.

1.- El tribunal de la libre competencia

Esta institución acaba de ser remozada, y por cierto que su labor es muy importante. ¿Qué podríamos pedirle al tribunal de la libre competencia?

Primero, que tenga una análisis muy riguroso de todos los casos que se le presentan. Las fusiones van a seguir existiendo. El tribunal debería analizar todos los posibles impactos competitivos de una fusión o adquisición. Tal como hay estudios de impacto ambiental, debería haber estudios de impacto competitivo, y que sean muy acuciosos. Ese análisis debería examinar qué pasa con los consumidores cuando hay una fusión, qué pasa con el resto de los productores, qué pasa con en ese mercado, qué pasa en otros mercados. Lo que uno ve en algunas situaciones del pasado es que hubo fallos, pero éstos no se cumplieron exactamente como estaba previsto.

Segundo, debe haber un seguimiento en el tiempo de si se están cumpliendo o no las resoluciones del tribunal y ver si han cambiado o no las condiciones de mercado. Se podía dar el caso de que una fusión se autoriza en un mercado donde hay tres o cuatro competidores, pero ¿qué pasa si a los pocos años uno de los competidores quebró? En conclusión, tiene que haber por parte del tribunal un seguimiento en el tiempo. Hay que estar vigilante, porque quizás surgen nuevas situaciones que hay que examinar.
Además, en la medida que se pueda, debería haber un compromiso por parte de las empresas fusionadas respecto a cómo van a ser las futuras políticas comerciales, cómo será el trato con los proveedores, etc. De nuevo: tal como en el medio ambiente, aquí tiene que haber compromisos.

Por último, es importante definir en este ámbito algo que podríamos llamar “cláusula de retiro”. Cuando dos compañías se fusionan o una es adquirida por otra, ¿qué pasa con los clientes respecto de sus compromisos? ¿Quedan éstos en libertad de acción? Ese es un tema que deberíamos resolver. En el caso de las sociedades anónimas, cuando ellas se fusionan, los accionistas que no están de acuerdo tienen derecho a retiro. ¿Qué pasa con los consumidores? En otras palabras, si me cambian la contraparte, ¿estoy obligado a cumplir mi contrato? Y la misma pregunta se aplica a proveedores y contratistas.

2.- El Servicio Nacional del Consumidor

El Sernac debería ser un ente con mayor relevancia de la que hoy tiene. Servicios de gran relevancia hay muchos: el Servicio de Impuestos Internos, la Super-intendencia de Valores y Seguros, la Dirección del Trabajo son algunos ejemplos. El Servicio Nacional del Consumidor tiene que ser de primera importancia, porque el tema que tiene entre sus manos es uno prioritario para la sociedad chilena. Tiene que ser un organismo potente, muy ágil, con recursos, muy activo haciendo investigaciones de mercado. Tiene que estar vigilante y actuante, para defender la competencia, y por esa vía defender al consumidor. Y tiene también que proveer de mucha información. ¿Saben los consumidores cuáles son sus derechos y deberes? ¿Saben qué hacer cuando son afectados? ¿Dónde ir si tienen un problema? Además, este organismo debe velar porque las promesas de la publicidad se cumplan.

En pocas palabras, el Servicio Nacional del Consumidor tiene que ser uno de los buques insignia de la flota. Claro, se dirá que en otros países la defensa de los consumidores parte de éstos mismos, quienes se organizan para hacer valer sus derechos. Por eso, en el caso de Chile, este servicio tiene que promover organizaciones independientes de consumidores.

Un segundo elemento importante en esta área debería apuntar a un cambio en cómo se entienden los derechos del consumidor. Cuando hoy una empresa se equivoca en la cuenta de algún servicio público, todo el peso de prueba lo tiene el consumidor. El error lo cometió la empresa, pero el peso de las pruebas lo tiene el cliente. Y si se quiere hacer un reclamo, hay que llevar las boletas anteriores, pasar por innumerables oficinas, y hasta es posible terminar en Dicom. En resumen, pérdida de tiempo, de recursos y de plata. Entonces, el error es de la empresa y los costos los paga el consumidor. La pregunta clave aquí es: ¿qué es más fácil, comprar algo o devolverlo? La respuesta es obvia: cuando uno compra un servicio, es todo rápido; cuando quieres salirte, todo es un drama y burocracia.

Obviamente, todo esto tiene que funcionar en dos direcciones: también hay consumidores que engañan a las empresas, y eso tiene que ser castigado.

3.- Auditoría en el sector público

El problema no está sólo en el sector privado. En el sector público hay discriminación, abusos de poder. ¿Qué hacer?

Primero, es indispensable que en la administración pública los cargos se llenen por concurso, con criterios objetivos de selección, lo que también debería correr para el sector privado, donde no debería haber discriminación en la contratación de personal. Cuando en Estados Unidos alguien presenta su currículum, nadie pone su foto. Estoy seguro que esa tendencia también llegará a Chile.

Segundo, el sector público ha sido un maestro en generar toda la legislación y normativa necesarias para controlar las platas privadas. Las empresas tienen que preparar FECUs trimestrales, presentar memorias, e informar cuánto ganan los directores y los ejecutivos, por nombrar algunos requisitos. Si eso es así en el sector privado, ¿por qué no aplicar el mismo criterio para controlar las platas públicas? Necesitamos transparencia absoluta. Si el sector privado tienen auditores, ¿por qué no los tiene el sector público? La Contraloría es buena en la parte jurídica. Pero creo que no lo es tanto en términos de auditoría financiera. ¿No sería bueno que auditores privados controlaran a los sectores públicos, con estándares internacionales? ¿Sabe alguien en qué se gastan las platas de su municipalidad? ¿Le llega a usted una memoria de su municipio? Si a las platas privadas les exigen que se desvistan, por qué no a las platas públicas.

Por otra parte, los fiscalizadores -como superintendentes o jefes de servicio- deberían ser independientes, propuestos por el Presidente de la República y aprobados por el Senado. Ellos deberían durar un período fijo y predeterminado en sus cargos, y estar inhabilitados para involucrarse en política por algunos años -podrían ser cinco, por ejemplo- después de ejercer sus cargos. De lo contrario, caemos en el riesgo de la denuncia fácil para atraer votos.

4.-Redistribución municipal y regionalización

Es cierto que hay un grado de redistribución entre las municipalidades ricas y pobres. Pero creo que es insuficiente. Todavía veo municipalidades muy ricas, en comunas donde la gente no necesita tanto, y en cambio municipalidades paupérrimas en comunas donde la gente lo necesita todo. Hay que ir a un sistema distinto, donde la redistribución sea mayor.

Desde el punto de vista de la eficiencia, hay que regionalizar un poco más, que los responsables de solucionar los problemas a través de distintos organismos públicos estén más cerca de la gente.

Por último, así como hay grandes poderes empresariales, también hay grandes poderes en las organizaciones sindicales y gremiales a nivel nacional. Hay muchas áreas en las que se avanza poco debido al poder que tienen los sindicatos y organismos gremiales.

5.- Incentivos para emprendedores

En cuanto a los impuestos, hoy la carga tributaria está cercana al 20% del PIB. Creo que ése es el límite razonable.

Aun así, aquí hay dos temas importantes que se podrían abordar en esta área. Primero, se podrían hacer aún más simples los impuestos. Para los medianos y pequeños empresarios, el costo de llevar una contabilidad muy detallada es alto.

Segundo, tenemos el problema de que a un profesional le cuesta mucho ir formando algún capital, porque en la medida que aumentan sus ingresos, aumentan mucho los impuestos, y fácilmente se ve pagando la tasa del 40% . Si queremos promover a los empresarios pequeños y medianos, ése es un tema que revisaría. No quiero que la grandes empresas paguen más. Pero tampoco puede ser que para pagar menos impuestos la gente tenga que meterse en sociedades, tomar contadores y asumir costos que al final son ineficientes para la sociedad.

6.- Cambio en la conducta social

Está claro que cada compañía debe tener libertad para actuar, pero sus actuaciones deberían ser justas, coherentes, consecuentes. Tiene que haber una transparencia que impida discriminar. Yo no propongo coartar la libertad. Lo único que pido, dentro de la libertad de las empresas y los agentes económicos, es que en sus decisiones éstos apliquen una sola línea.

¿Qué quiero decir con esto? Que haya criterios objetivos en todo lo relacionado con pagos, contratos, compra de insumos. Se necesitan parámetros definidos que gobiernen la relación de la empresa con sus proveedores, consumidores y contratistas.

En esta tarea tienen un rol los medios, el sector público, el sector privado. Así como hoy estamos todos preocupados del tema medioambiental, y las empresas publican una memoria medioambiental, aquí se necesita una conducta de negocios objetiva, clara y transparente, donde se apliquen los mismos patrones para todos. Tenemos que trabajar ese tema: ¿cómo soy yo, como empresario, respecto a mis competidores, respecto a mis proveedores, respecto a mis consumidores?

Los norteamericanos juzgan bastante en conciencia y tienen un sentido muy fuerte de la jurisprudencia. Tenemos que ver cómo incorporar algunos de esos elementos en Chile. Es claro que este cambio va a tomar varios años, pero nunca es tarde para empezar. Quiero que la empresa sea reconocida porque sus clientes, proveedores, sus trabajadores sienten que los tratan bien.

En definitiva, se necesita corregir el modelo. Puede haber distintas recetas y caminos. Lo importante es abrir el debate, escuchar todas las opiniones y avanzar en la dirección de un sistema de mercado menos desigual y con límites más claros respecto a los grandes poderes.