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… o qué
hemos estado haciendo durante estos meses

Una de las
principales fortalezas que se destacan en los empresarios es la capacidad para
concretar las cosas, para ejecutar tareas, para realizar sueños. La capacidad
de reunir recursos y organizarlos en función de objetivos. La capacidad de no
quedarse en las intenciones y pasar a la acción. La organización, la
planificación, la eficacia, la rentabilidad y la creación de riqueza. En muchos
sentidos, los empresarios se han vuelto el modelo de vida, el ideal social, en
el tiempo en que vivimos, un mundo de necesidades y urgencias, en que las
instituciones públicas y de la cultura no son capaces de responder a los
ciudadanos.

Sin embargo,
ser empresario grande o pequeño, ser emprendedor como la suma de la capacidad
de innovar, construir empresas, acumular dinero, es mucho más que la capacidad
de gestionar un negocio. Realmente, un empresario para desarrollarse y
sobrevivir no puede ser sino una persona abierta a posibilidades, maestra en
relaciones, plástica ante los cambios y apasionado por la invención.

Quizás una
de
las capacidades más características
de los empresarios es la capacidad de inventar posibilidades en la
incertidumbre no reglada del futuro
. Antes de iniciar el negocio, antes de
invertir y tomar riesgo, nada ni nadie le dice que es lo que debe hacer ni le
garantiza que lo que haga valdrá la pena. En eso está solo en la soledad de su
irrenunciable libertad y responsabilidad de hacerse cargo de su futuro. La más
radical invención está en inventar un espacio, unas fronteras, siempre móviles,
y un horizonte de sentido que se transforma en objetivo, planes, expectativas y
energía de vida para muchos otros.

La materia
prima de ese invento está en su curiosidad, en la apertura a mundos diversos
, a
lo marginal de sus inquietudes, en la atención a lo que ocurre en mundos
paralelos al propio. En la capacidad de poner toda su energía en sus propios
proyectos, pero sin perder la curiosidad por otros mundos, otras energías,
otros sueños y juegos que movilizan otras voluntades. En ellas aparecen las
oportunidades, las anomalías, lo que falta, o respuestas a lo que en su propio
mundo no tenía respuesta. Esos mundos diversos están en la propia ciudad, en
otras regiones lejanas, y ahora en el universo de internet.

Ser
empresario y buscar lo seguro no es una buena combinación. Los empresarios
saben realizar sueños, transformarlos en proyectos autosustentados, pero ahí no
termina la ambición del empresario. El empresario se divierte más en el proceso
que en la meta. De hecho, muchos amplían sus empresas, las transforman, las
venden o comienzan otras paralelas, a poco de consolidar sus proyectos. Tienen
un gusto genuino por la aventura y el riesgo
, por desafiarse poniendo metas
difíciles y hasta imposibles.

La plasticidad
de la curiosidad y la aventura, producen un ser flexible, adaptable, atento a
los cambios
, con capacidad y gusto por adaptarse y adaptar su negocio, su
organización y sus planes. Desde la revolución tecnológica, la interconexión
global de negocios a la crisis financiera, hacen imprescindible construir
planes, organizaciones y ofertas en permanente modificación. Mirarlas como
conversaciones abiertas entre personas y no como edictos sagrados, ayuda a aceptar
y disfrutarlas como un trabajo que nunca se termina.

Un
inversionista financiero en un teórico estado puro podría mirar solamente los
indicadores de rentabilidad y riesgo ante una empresa en posibilidad de
invertir. Un empresario no decide por lo rentable, hace que su proyecto se
transforme en rentable
. El empresario no sólo evalúa, sino que actúa y
transforma los contextos y sus condiciones. Un empresario se enamora de sus
inventos, se apasiona con sus proyectos. No existe una verdadera diferencia
entre su propia identidad personal y la identidad de su empresa. A veces, puede
parecer un poco loco, pegado en un solo tema, pero ese es el costo de
apasionarse, cuidar, madurar una posibilidad imaginada y transformarla en una
realidad social.

La
disposición a colaborar, asociarse y moverse en redes. Los empresarios no son
seres aislados
, que maquinan sus proyectos en un cubículo silencioso para luego
actuar. Sus inventos y sus decisiones emergen en medio de las conversaciones
sociales, en la opinión, en el dato, la viñeta del periódico, ahora en el twitteo
de sus amigos. Las redes son otra fuente de apertura, de oportunidades, alertas
ante dificultades, de socios y patrocinadores. Las redes no le impiden
trabajar, son el trabajo. Las redes son conversaciones de compromisos, de
afectos, de futuro. La mente del empresario no está en su cabeza, ni siquiera
en su pc. Está distribuida en la mente de su red social, en la inteligencia repartida
y fortalecida en la suma de contactos con otras personas comprometidas y
competentes cada una en lo suyo.

Nuevas Aperturas

Los últimos
treinta años han acelerado el fenómeno de las empresas como redes flexibles
globales en transformación permanente, desde clientes repartidos por todo el
mundo, a plantas de producción distribuidas, al diseño y las finanzas muchas
veces también repartidos por el mundo. Al mismo tiempo, fenómenos como la
energía como costo crítico o como contamínate ya inaceptable, como el
sometimiento creciente al escrutinio público, o como ahora la complejidad de la
red financiera, con efectos mariposa instantáneos, como la crisis que sumerge al
mundo. El las tecnologías, el medio ambiente, los grupos de interés, la
energía, los mercados gigantes emergentes en Asia, la diversidad de gustos y la
exigencia de los consumidores. Todo urge a los empresarios a una sensibilidad
profunda por su entorno cambiante y su adaptación.

Aquí unos
breves ejemplos de nuevas aperturas de los empresarios:

Va quedando
claro que los empresarios de verdad no sólo ni principalmente se mueven por
egoísmo
por intereses inmediatos, sino que saben mediar su propio interés con
el interés de los otros actores, pero como una pulsión constitutiva de servir,
de aportar valor a otros seres humanos.

Los
empresarios han descubierto que colaborar en redes puede ser un muy buen
negocio
. Hoy IBM, BMW, P&G, DELL, por sólo nombrar mínimos ejemplos de
grandes empresas, generan sus nuevos negocios a partir de redes libres y
abiertas de clientes y desarrolladores repartidos por el mundo.

Los
empresarios se dan cuenta que cuidar el medio ambiente y la cultura es una inversión
ineludible
. La evidencia de las consecuencias medio ambientales del desarrollo
basado en el consumo creciente de producción, energía y consumo se va
transformando en una demanda de clientes y ciudadanos ante las empresas. Pero,
también descubren que hay oportunidades en la identidad cultural y el cuidado
del ambiente para hacer nuevos negocios y atraer nuevos clientes.

En el fondo
de las capacidades y sensibilidades de los empresarios están desarrolladas
dimensiones constitutivas de los seres humanos, que por cultura e ideología, se
esconden en el discurso liberal individualista y en la mirada burocrática
estatista, quedando una caricatura de máquina egoísta de acumulación en función
de intereses individuales e inmediatos.

Ser
empresario, ser emprendedor consiste en asumir la apertura ineludible del
futuro, de no tener plan preestablecido
, de estar obligados a literalmente
inventar horizontes de posibilidades que nos movilicen sin promesa ni garantía
que nos asegure. Donde la única garantía y mitigación del riesgo está en la
capacidad de colaborar y sumar a otros, en la red como relaciones y contactos
pero también red de circo que nos contiene cuando nos caemos del trapecio.

Emprender no
es principalmente un asunto de cálculo
, antes es necesario inventar
una oferta y el compromiso con realizarla. Eso lo da la imaginación y la
pasión. El empresario no es un ser racional que toma decisiones a partir de sus
intereses y el procesamiento de información. Eso quizás, aunque tampoco, lo
hacen el encargado de contabilidad o compras. El empresario es ante todo un ser
sensible a las posibilidades, y por lo tanto a otros seres humanos, a capturar
las conversaciones, a escuchar las preocupaciones de otros. De ahí viene su
fuerza, la originalidad de sus ofertas, su fortaleza para lidiar con el riesgo
y la incertidumbre.
Importa también saber gestionar finanzas y recursos, hacer
planes y modelos, pero eso se puede contratar. La imaginación, la apertura, la
pasión y el arrojo para emprender no son reemplazables.

Ese es el
espíritu que nos interesa dejar en el centro de nuestra relación con las
empresarias de América Latina. Un proceso que no se agota en cinco ni diez
semanas. Esa es la invitación de lo que importa continuar cultivando como
comunidad de afectos y como red de oportunidades y aprendizaje. Pero ahí está la
esperanza fundada para transformar nuestros países en pueblos más ricos, más
solidarios y más democráticos, donde tener un orgullo genuino de habitarlos y
compartir.

Gracias
amigas, continuamos encontrándonos en la web desde el 13 de Abril,

También
gracias a cestas.org por la invitación a participar en este hermoso proceso.

Ricardo Román