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Elmundo

Objetivo: atacar "e-Estonia"

La 'ciberguerra' contra el país báltico, primero en sufrir esta nueva forma de agresión, tiene en alerta a la comunidad internacional SILVIA ROMAN.

Enviada especial de El Mundo, España TALLIN.

– El documento de identidad de un ciudadano estonio le sirve para identificarse, como cartilla de la Seguridad Social, como carné de conducir y seguro del coche, para pagar el parking, para costearse los billetes del transporte público, donde recibir los informes del colegio de sus hijos e incluso para votar a través de internet sin tener que salir de casa. De 1.400.000 personas que habitan en Estonia, más de un millón lo tiene ya en sus carteras, que han disminuido su grosor gracias a esta supertarjeta. Continúa: Este moderno DNI estonio es otro de los múltiples fascinantes ejemplos de cómo esta república báltica, hasta hace sólo 16 años comunista y perteneciente a la Unión Soviética, se ha convertido en un país de avanzada tecnología, puesta al uso y disfrute de sus ciudadanos, ávidos por adaptarse e incluso adelantarse a los nuevos tiempos occidentales que corren. «Gozamos de un gran avance, pero también ello puede convertirse en nuestro punto débil si no fortalecemos las medidas de seguridad», confiesa Sven Tamkivi, manager general de Skype en Estonia, otro de los productos cibernéticos, junto a Hotmail, que tuvo sus orígenes en las ideas y trabajos de jóvenes estonios. Tamkivi se refiere a lo ocurrido entre los meses de abril y mayo, cuando el país sufrió lo que ya se ha denominado «la primera ciberguerra del mundo». Durante más de dos semanas, las páginas web de todas las instituciones gubernamentales, los bancos y los medios de comunicación estonios padecieron brutales ciberataques que, según los expertos y la prensa internacional, «procedieron en gran parte de Rusia», llegando incluso a culpar al mismísimo Kremlin, lo que éste ha desmentido de manera categórica. Durante días, los titulares estonios (que no utilizan papel ni en sus reuniones del Consejo de Ministros) no pudieron abrir sus correos electrónicos, la gente fue incapaz de acceder a su cuenta bancaria o pagar sus impuestos y el país tuvo que ser aislado del exterior, al tener que cortar las comunicaciones con el extranjero para impedir la entrada de más ciberataques. «Cuando el ministro de Defensa Jaak Aviksoo viajó a Bruselas y empezó a relatar a sus homólogos de la Unión Europea lo que nos había ocurrido, se hizo un absoluto silencio. Fue un momento crucial para los ministros. Se había atacado con un procedimiento inédito la soberanía de un país y era hora de empezar a hablar del cibercrimen con seriedad», describe en las páginas del Baltic Times el experto y consejero gubernamental Linnar Viik, más conocido como Mr. Internet. La OTAN envió de inmediato un grupo de expertos a la pequeña república báltica para estudiar lo ocurrido, sacar conclusiones y ver cómo poder evitar en el futuro esta clase de ataques. De hecho, este terrorismo de ordenador del siglo XXI será el tema principal de una conferencia internacional que ya se está preparando para finales de verano. La preocupación también ha aumentado, porque lo ocurrido está directamente relacionado con un asunto político: el traslado del Soldado de Bronce, un monumento dedicado a los soldados del Ejército Rojo caídos durante la II Guerra Mundial, desde el centro de Tallin a un cementerio militar de la capital, con el consecuente malestar de gran parte de los ciudadanos rusos que viven en Estonia (un 26% de la población), a quienes les irritó más la forma que el fondo, ya que el traslado fue una popular promesa electoral del actual Gobierno para ganar las elecciones del pasado mes de marzo. «Si los ciberataques hubieran tenido éxito, podrían haber echado abajo el país», asegura Tamkivi en la modernísima sala de reuniones de Skype. «Un miembro de la OTAN y de la UE ha sido atacado», dice con contundencia desde el ya clásico Ministerio de Asuntos Exteriores el jefe de la diplomacia estonia, Urmas Paet. «Tenemos que aprender cómo evitarlos en el futuro, aunque esta vez los hayamos afrontado bien y sin grandes daños», añade con excesiva seriedad, sin querer cuantificar pérdidas económicas. Sentado más relajado en su despacho, el ministro de Economía, Juhan Parts, ex primer ministro estonio, reconoce que «es difícil estimar los daños, debido a que los ataques fueron masivos, utilizaron todo tipo de artilugios y afectaron a diferentes páginas web». Otra cosa es la paralela pérdida económica por los ferrocarriles con vagones de hidrocarburos que Moscú dejó de enviar a Tallin «durante dos semanas», según confirma Sven Ratassepp, director de relaciones públicas del puerto de la capital. Pero ése ya sería otro tipo de ataque, sin e-, ni www, ni @ de por medio. Volver inicio ricardoroman.cl