Claudia Bobadilla, Gerenta General de Fundación País Digital, en sí misma es una ayuda para desmitificar y disolver las dudas que van quedando acerca de las consecuencias ???deshumanizantes??? de las tecnologías. Como si antes de las tecnologías de información, computadores y redes, el trabajo y las relaciones entre personas eran muy humanas. Nada de eso. El mito vive de la inconciencia de vivir entre (y por) las tecnologías, desde el arado, la primera antorcha, los zapatos y la mesa en que descansa su PC. Cosas de la gente. Junto con el anterior artículo sobre Geoffrey Moore, esta entrevista ayuda a perderle el miedo a las tecnologías, y mejor asustarse de no estar con ellas, ayuda a entusiasmarse en que las personas continúan siendo personas después de adentrarse en tan vasto océano, tan personas como lo eran antes e incluso mejores. La entrevista es acerca de la realidad de las TICs en Chile, pero es evidente que orienta a nuestros hermanos hispanos en todo el mundo:

La Tercera
Caudia Bobadilla: “La tecnología, finalmente, es acerca de personas”

Desde la gerencia de Fundación País Digital, esta abogada descree de los mitos que rodean la tecnología. No nos aísla, ni nos resta humanidad, dice. A continuación, revela cómo es el Chile que apenas sabe leer, pero que chatea, usa internet y celulares, y cómo la propia experiencia es el primer paso para comprendernos colectivamente.

A Claudia Bobadilla (39, separada, dos hijos) le gusta lo que ve en Chile. Le encantó que los estudiantes pusieran al país de cabeza con sus demandas por una mejor educación. Pero más le agradó que el impecable nivel de organización que movilizó a miles de ???pingüinos??? por las calles tuviera que ver con algo menos visible pero igual de real: el uso de blogs, páginas web, celulares y mensajes de texto. Por eso le dio risa oír a los asombrados por el éxito de la convocatoria.

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Para esta abogada especializada en el uso de las llamadas nuevas tecnologías de la información y la comunicación (NTIC), existe un país paralelo en nuestro territorio, que habla un lenguaje distinto y que se mantiene en contacto las 24 horas. “Hay un mundo de prácticas tecnológicas, principalmente radicado en los jóvenes, y que es diferente al de las élites políticas, empresariales y académicas de nuestro país, y que ni siquiera se sospecha”, asegura la ex directora de asuntos jurídicos de Terra Networks.

Desde hace un año gerenta general de Fundación País Digital, entidad empeñada en masificar el uso de la tecnología en Chile, Claudia augura un brillante futuro en esta materia. Y observa con optimismo cómo internet, el correo electrónico, la mensajería instantánea, la televisión digital y los multimedios cambiarán no sólo cómo nos comunicamos, sino también cómo nos comportamos.

Paradójicamente, Claudia no chatea ni tiene blog, pero sí envía mails y, hace poco, comenzó a usar los mensajes de texto sólo porque le regalaron un sofisticado celular. “Soy tecnológica en la medida que siento que algo me resuelve la tecnología”, dice a la vez que confiesa que lo que más le costó al incorporarse a este nuevo mundo fue abandonar el uso de los documentos impresos en papel ante el envío de textos digitales.

No puede ocultar su entusiasmo por el tema tecnológico. Aunque igual ímpetu desborda al hablar de filosofía y literatura y, en particular, de su poeta favorito, Constantino Kavafis; o de lo mucho que le gusta caminar, cocinar o disfrutar de una discreta reunión con amigos.

Desde su pequeña oficina, donde campea un solitario laptop y una gran foto de sus hijos de 13 y 10 años, la profesional, que alguna vez pensó en estudiar teatro, sale al paso de quienes abjuran de la tecnología, y asegura que ésta no aísla a las personas, sino todo lo contrario.

Recién electa integrante del directorio del Banco Santander Santiago, quien fuera una de las creadoras de la organización Comunidad Mujer, en 2002, Claudia Bobadilla habla sobre emprendimientos. Los públicos y los más personales.

– El Informe de Desarrollo Humano 2006, del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo, acaba de concluir que casi la mitad de los chilenos se siente ajeno a la tecnología. ¿Qué piensa de eso?

– La forma en que está presentado el informe no refleja lo que nosotros hemos estado viendo en cuanto a los proyectos en la educación, y en los indicadores de consumo como el aumento de 20% en la venta de computadores, conexión a internet y al casi saturado crecimiento de móviles, comparado con otros países de la región. Me preocupó que el informe (“Las nuevas tecnologías: ¿un salto al futuro?”) usara signos de interrogación. Creo que pensar que eso es una pregunta ya casi no tiene espacio, porque es una realidad. Donde sí podemos mejorar, y en eso sí estoy de acuerdo, es en todas las aplicaciones que uno les pueda dar a las tecnologías, como desarrollar contenidos más entretenidos, por ejemplo en asignaturas como castellano o matemáticas.

– Pero casi la mitad de la población dice estar unplugged.

– El asunto es cómo subir a las personas al carro tecnológico, pero pensar que este carro no nos va a llevar hacia el desarrollo y al mejoramiento de la calidad de vida, es como pensar que la imprenta no nos llevó a lo mismo. Seguramente, cuando fue creada, el 80% de la población era analfabeta. Claro que se trata de un proceso para que la población se ajuste al cambio tecnológico, aunque siempre va a haber un grupo de gente que no se subió. Hasta el día de hoy hay personas que son analfabetas, pero hay estrategias para disminuir el analfabetismo. Entonces, no me preocupa que se sientan ajenos, me preocupa qué tenemos que hacer ahora para incorporarlos.

– Distintas encuestas señalan que los chilenos apenas sabemos leer y menos aún comprender lo que leemos. ¿Cómo conjugar esto con la idea de alfabetización digital?

– Creo que hablamos de lenguajes distintos. Comparar todo el fenómeno social que está sucediendo en internet, y las consecuencias de masificación que trae esta sociedad de la información, con los parámetros tradicionales, es un error, porque responde a patrones y comportamientos que no tienen nada que ver con lo que está pasando. En esta nueva sociedad de la información hay una vida paralela, un mundo paralelo, un lenguaje distinto que está ocurriendo, y que muchos no ven. Los estudiantes llegaron a las calles a través de messenger, chateando, mandando mensaje de celulares, armando un sitio web. Por eso, no es posible comparar si eso es equivalente con esta cantidad de analfabetos tradicionales o con la poca comprensión lectora de nuestra población.

– Otras de las variables para el uso de la tecnología es el uso del inglés. Una ínfima cantidad de estudiantes egresa sabiendo este idioma.

– Lo que buscas acá son relaciones entre personas. Esto no tiene ningún destino si, detrás de esto, no hay alguien que conteste un mail, que responda a la oferta de un sitio web, o que emita un comentario a un blog que uno escribe. Entonces, si no hay esa relación que, finalmente, son relaciones entre personas potenciadas exponencialmente por redes, lo que estás buscando es que haya lenguajes con los que puedas conversar. Ahora, si ese lenguaje está dominado por el inglés, quiere decir que mis posibilidades dentro de ese mundo son muy limitadas. Para no perderme esas conversaciones tengo que saber el idioma. O, nos decidimos a generarlas en nuestra lengua.

– Pero ¿cómo se remonta no hablar un segundo idioma para ingresar a este mundo tecnológico?

– Cada vez me hace más sentido referirme, en general, a casi todo, a partir de haber tenido la experiencia o la vivencia de lo que estoy hablando. Yo estudié en la Alianza Francesa, allí aprendí francés y no inglés. Una vez tuve que hacer un viaje de trabajo donde tenía que hablar inglés. Y me dije: ???voy a aprender como sea, porque me interesa esto???. Generalmente, uno aprende y saca más utilidad, sobre todo en el ámbito tecnológico, en función de alguna motivación importante.

– ¿Cuánto tardó en aprender inglés?

– Todavía estoy en eso. Cuando uno no aprendió de chico no termina nunca de aprender. Siempre estoy leyendo, arriendo películas, es una práctica constante. No saberlo no es una limitante, si lo veo como una oportunidad.

– ¿Qué ocurre con la deficiencia en el uso de la tecnología que tiene la educación en Chile?

– En un análisis un poco más allá que lo tecnológico, el sistema de enseñanza no tiene nada que ver con lo que pasa en la realidad. No se trata sólo de una noción teórica, tengo hijos en el colegio y ellos viven en un mundo multimedial lleno de mensajes, señales, celular, internet, televisión, y entran a una sala de clases y el mundo se transforma en una cuestión que ya no existe. Primero, la forma de enseñanza no corresponde con lo que les ocurre día a día y, lo que les enseñan, finalmente, son contenidos de memoria que no es lo que uno usa en el día a día del trabajo. No les enseñan en base a proyectos, que sería una entretenida forma de aprender, y en eso la tecnología cumple un rol. Nosotros tenemos la experiencia de seis colegios en los que estamos trabajando, desde hace un año, dentro de la sala de clases con tecnología puesta en función del profesor. A fin de año tendremos mediciones concretas respecto de velocidad y comprensión lectora, resolución de problemas en el área matemáticas. Pero sí hay cambios notables. El profesor puede hacer su clase completa y los alumnos están concentrados en clases mucho más participativas.

– Se dice que la tecnología es fría e impersonal. ¿Hay espacio allí para las emociones?

– Lo único que visualizo en la tecnología es que, finalmente, es acerca de personas. No existe el mail si alguien no lo contesta, salvo que yo tenga una autoestima incorruptible y mande mensajes para que nadie me conteste. No hay quien haga un blog para que nadie se lo comente o le opine y, al que nunca le comentaron, terminó cerrando su blog. Respecto de las emociones, la vida diaria también es un coartador de emociones. Uno libera emociones en los espacios que siente que hay condiciones para hacerlo. Con la tecnología, en ese sentido, hay espacios de emocionalidad que pueden darse en las comunicaciones más privadas. En el trabajo, también, hay mails que se transforman en algo bastante emotivo. Hay cierta sutileza en el lenguaje, donde puedes sentir que te llegó cariño o te llegó mala onda en el mail que te mandaron. Hay otros en los que no se da, porque no es el minuto, como en la vida diaria.

– No coarta entonces.

– Para mi gusto, no coarta ninguna expresión de emocionalidad. Al contrario, hemos recuperado la escritura. Con la estructura que sea, con las faltas de ortografía que sean, da lo mismo, pero escribir, componer algo, creo que también es un espacio nuevo para expresar emociones. No creo que la gente se aísle más, lo que sí hace es que se invierte mucho tiempo en el computador y eso, a lo mejor, restringe ciertas posibilidades de compartir con otros.

– ¿Usted escribe?

– Harto, y me escribo harto con gente a la que le tengo cariño. Tengo algunas reflexiones sobre mi historia más personal, más familiar. Siento que ha sido terapéutico lo que he escrito, más que decir lo estoy haciendo para publicarlo. Poner las cosas en blanco y negro, escribirlas, leerlas y releerlas cuando pasa el tiempo me ha servido para comprender mi propia historia, y también para ver cómo uno va modificando su reacción respecto de lo que te ha pasado en la vida. Algo que te pareció muy trágico, muy horrible en su momento, con el tiempo y la distancia, aunque sigue estando escrito, ya no es tan terrible, y uno se empieza a amigar con eso. Me gusta mucho escribir, desde que estaba en el colegio.

– ¿Por qué?

– Leía mucho en mi época de chica. Leí todo lo que no pude leer después por tiempo, porque era la más alta de la ciudad de Curicó (mide 1.85 m), jamás fui a una fiesta, nadie me sacó a bailar, entonces mi alternativa fue quedarme en casa y leí, leí y leí. Fue una manera de capear una etapa que fue una lata, lo pasaba pésimo. A los 14 ó 15 años todos están en las fiestas, todos pololean, y yo no. Meterme en otras historias fue un medio evasivo de vivir ese tiempo. Y agradezco harto haber sido la más alta del barrio, en esa época.

– ¿Cómo una abogada llega a trabajar en tecnología?

– Empecé a entender hace algunos años qué es lo que me gustaba hacer. Tiene que ver con crear, con inventar espacios y unir personas. Todos nuestros proyectos tienen que ver con unir personas, y crear nuevas prácticas. Si reviso mi carrera nunca trabajé en un estudio jurídico, ni en el poder judicial. Me parecía restringido para la creatividad, además no estábamos en tiempos de la Reforma Procesal Penal, donde uno fuera a soñar que iba a hacer un alegato como en las películas gringas que tenía sistema de jurados. Por eso siempre trabajé al interior de las empresas. Y terminaba haciendo la parte legal de la revisión de los contratos, y asesorando al gerente general en desarrollar otras cosas.

– ¿Cuál será su aporte al directorio del Banco Santander?

– Creo que una de las cosas interesantes que tiene el banco en esta conformación del directorio es la incorporación de distintas miradas que tienen que ver con distintas profesiones, edades y en términos de hombres y mujeres. Es el directorio de banco que más mujeres tiene. Somos dos, junto a Lucía Santa Cruz.

– ¿Le sorprendió la designación?

– Fue entretenido, me pareció genial. Es un regalo de aprendizaje. Y también es el aporte de este mundo de prácticas tecnológicas que se está fraguando, y que va a traer consecuencias en comportamientos culturales, en libertades públicas y privadas, y también en generación de productos y servicios. Lo que ya está ocurriendo.

Por: Beatriz Burgos – Fotos: Sergio López – Producción: María Eugenia Ibarra – Maquillaje: Yoya Briceño – Pelo: Rodrigo Cuevas – Locación: Agradecimientos a Atika