Les ofrezco esta nota acerca de los inversionistas ángeles en Chile, industria incipiente pero con gran potencialidad. Con Octantis hemos colaborado desde hace tres años en la orientación y conexión con redes de inversionistas para los emprendedores que han participado en nuestros cursos en Chile. Gabriel Hidalgo, Gerente de Octantis, ha sido de inmensa ayuda con su compromiso y comprensión de la potencialidad de desarrollar negocios nuevos con emprendedores emergentes:

El Mercurio
Apoyo a los emprendedores:
El surgimiento en Chile de los “inversionistas ángeles”

Entre US$ 50 mil y US$ 300 mil gastan estos empresarios en atractivos pero riesgosos proyectos, elegidos por instinto.

Nicole Keller Flaten

Hombres entre 40 y 70 años, patrimonio superior a los $20 millones (US$ 33 mil) disponible para invertir y ganas y tiempo para manejar una empresa. ??ste es el perfil de los “inversionistas ángeles” en Chile. Personas dispuestas a arriesgar su capital en proyectos presentados por jóvenes que muchas veces no tienen ni el dinero ni la experiencia para emprender solos sus ideas.

El monto de las inversiones de estos personajes varía desde los $45 millones que gastaron Andrés Bayor y Loreto Mandujano cuando decidieron invertir en “Altalé”, una empresa de masas, hasta los US$ 300.000 que puso Juan Carlos Henríquez a sus 45 años para la empresa de acero “Monitor”.

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Bayor y Mandujano se convirtieron en “ángeles” por casualidad, cuando ambos se encontraron sin empleo el año pasado. “Cuesta encontrar trabajo a estas alturas de la vida, pero todavía tienes capacidades, empuje e ideas que quieres capitalizar. Entonces conocimos a estos emprendedores, nos gustó el proyecto y nos metimos en esto”, cuenta Andrés Bayor.

¿Qué son?

El “inversionista ángel” es aquella persona que aporta capital a proyectos que ya son muy grandes como para buscar recursos entre la familia, pero aún muy pequeños para buscar capital de riesgo.

Si bien el capital que invierten es de alto riesgo, las rentabilidades de los proyectos suelen superar el 50%.

Estos personajes ya han desarrollado toda una cultura en el extranjero, formando gigantescas redes y recibiendo créditos tributarios de parte del Estado. Basados en el “Smart Money” o dinero inteligente, los inversionistas ángeles aseguran que aportan la experiencia y “cabeza” que los emprendedores tanto necesitan.

Justamente hace unas semanas visitó nuestro país David Grahame, quien encabeza una importante red de ángeles en Escocia. “Es gente emprendedora por instinto, que les gusta el riesgo, pero que también quieren devolver lo que han recibido y fomentar proyectos ajenos”.

Pero Chile ya se está subiendo al vagón “angelical”. Hace ya dos años que nació la “Red de inversionistas ángeles” de mano de Octantis y de la Universidad Adolfo Ibáñez. Según explica su director, Fernando Prieto, ya son cerca de 60 personas las que participan en esta red. En 2005, esta red de “ángeles” invirtió cerca de US$ 1 millón, cifra bastante lejana de los US$ 62 millones que generó la red de Escocia.

La Corfo también ha tenido una importante participación en el surgimiento de este tipo de inversionistas, creando un programa nacional que ofrece un cofinanciamiento de hasta 80%.

Los emprendedores chilenos llegan a los inversionistas ángeles tanto de un modo informal, como a través de incubadoras las cuales filtran los proyectos y hacen una preselección, al punto de que a los ángeles sólo se les presentan unas 12 ideas al año.

Al momento de elegir el proyecto adecuado, los inversionistas coinciden en que es una cosa “de guata” . “Aquí manda lo intuitivo”, asegura Loreto Mandujano, “no siempre nace de un conocimiento muy profundo, te fijas en lo que te gusta, en lo que el emprendedor te cuenta… al final es una apuesta”.

Con esto concuerda Henríquez, quién invirtió US$ 300.000, basado en que le llamó la atención la manera transparente en que los jóvenes presentaron el tema. “Fueron trasparentes y no escondieron la realidad”. Este empresario con años de experiencia en Cemento Melón asegura que llegó a la red de inversionistas a través de Banchile, donde invertía su capital.

Un ejecutivo de la corredora de bolsa afirma que además de aquellos interesados en el emprendimiento, también es común ver a jubilados que invierten en estos proyectos para “tener una linda historia para contar a la hora de jugar golf”.

Sin embargo, al ser capital “de riesgo”, por lo general el inversionista se involucra mucho en el proyecto para supervisar su evolución.

Es así como los socios realizan reuniones bisemanales con los jóvenes a cargo de la planta, mientras que Henríquez pasa la mitad de su tiempo en la compañía de acero, de la que ahora es presidente del directorio, por lo que también toma decisiones.

SU ADN

ENTRE 40 y 70 años, patrimonio sobre $20 millones y ganas de dirigir empresas.