El Dalai Lama en Chile fue un acontecimiento, pero menor de lo que se merecía. La prensa prefiere noticias más bulliciosas que aseguren venta. El gobierno no lo recibió (por lo menos se aseguró que no fue recibido). China podría dejar de comprar cobre, aunque es seguro que no es la admiración ni la afinidad con Chile lo que le lleva a comprar nuestro mineral. Habría servido mucha más difusión para corregir justamente la dimensión débil de nuestro ???modelo???: los afectos y el espíritu. Por ahora comparto la entrevista que dio a El Mercurio:

El Mercurio
Entrevista con SS Dalai Lama en Chile:
“El problema tibetano actual no es mi fracaso”

Envuelto en su túnica burdeo, el líder de los tibetanos recibió en exclusiva al “El Sábado” en medio de una intensa agenda durante su tercera visita a Chile. El Premio Nobel de la Paz habla de su pueblo sometido a China, de Bush, Bachelet y de su relación con el poder. Para él, la no violencia y la lucha por la paz “se transforman en una nueva filosofía en política”.
por Paula Escobar

Se baja de un auto sencillo en el hotel Marriott y no hay grandes despliegues de personal ni alharaca alguna, salvo por algunas personas que lo reconocen por su clásica túnica burdeo, su calva y sus anteojos. ??l sonríe, da la mano, y no hay guardias que lo protejan. “Newspaper”, dice, en su inglés con acento, y eso significa que está listo para la entrevista que tiene que dar a “El Sábado”. Se preocupa de que periodista y fotógrafo se suban a un ascensor algo atestado de gente, se ríe, da la mano de nuevo, y cuenta que ha sido un largo día. Incluso para un monje como él, pues tras aterrizar proveniente de Argentina, ha dado conferencia de prensa, ha ido a varias reuniones y ahora lo espera “the newspaper”.

Camina a paso ágil hacia la sala donde será la entrevista. Una sala normal de hotel, impersonal y fría. Sin pedir ni agua, cierra un poco las cortinas para que no llegue el sol de este extraño otoño santiaguino, se acomoda en el asiento de cuero negro, y rodeado de parte de su comitiva ­que traducen sólo cuando no logra expresarse directamente en inglés y habla en tibetano, lo que ocurre muy pocas veces­ se prepara para las preguntas.

Lo que más sobresale de él no son ni su pelo raso, sus anteojos muy gruesos y firmes, ni los ojos, oscuros, que se fijan en sus ideas, más que en el interlocutor. Son sus brazos: uno que está desnudo y en el que se le ven cuatro cicatrices. En el otro destaca un reloj plateado ­es fanático de ellos­, lo que al parecer le ha reportado algunas críticas. ¿Cómo un Dalai Lama podría usar un reloj sofisticado?

Continúa:

Es que es, según sus seguidores, el mayor líder espiritual actual. Su fama trasciende fronteras y es esa misma celebridad la que lo hace un icono inclasificable. ¿Cómo, o por qué, un monje budista llega a convertirse en “famoso”, si su vida debiera estar dedicada justamente a lo contrario? A meditar, a combatir la vanidad, a ser humilde… Sus mandamientos son la compasión, el perdón, la tolerancia, la autodisciplina. ??sa es su ética secular. ¿Dónde quedan entonces, para este premio Nobel de la Paz, el poder y la gloria de los que sin duda goza?

Su historia lo explica. Es el Lama número 14 ­el primero nació en 1351 después de Cristo­ y es la reencarnación del Buda de la Compasión. Pero no nació como un niño especial, sino como un pobre tibetano, llamado Lhamo Thondop, hijo de una pequeña familia que vivía con precariedad. Su madre, “la persona más amable que he conocido en mi vida”, tuvo 16 hijos, y sólo 7 sobrevivieron. Sus padres jamás pensaron que su pequeño podría ser la reencarnación del Dalai Lama anterior, que había muerto en 1933. Pero un comité de búsqueda lo halló, descifrando los signos establecidos por la tradición, que incluían mostrarle los objetos personales del antecesor, que el niño, de dos años, reconoció como propios. “Es mío, es mío”, decía.

Y así, Lhamo pasó a ser reconocido como el nuevo Lama, y de su casa pequeña, un tanto oscura, se fue a un monasterio y de su vida simple, comenzó su entrenamiento para ser el líder espiritual y también político de su pueblo.

Y esta es la clave de su vida. Sus antecesores no debieron luchar, con la fuerza que él ha debido hacerlo, por la existencia de su país, que fue invadido por China en 1950, obligando al propio Dalai Lama a exiliarse nueve años después en Dharamsala, India, donde vive hasta hoy con muchos de sus compatriotas. No sólo ha debido soportar eso: según los tibetanos, los chinos han dado muerte posteriormente, a través de ejecuciones, tortura y hambruna, a cerca de 1,2 millón de personas, y han destruido miles de monasterios y templos budistas.

Su liderazgo espiritual como máximo monje budista ­religión que tiene dos mil quinientos años de antigüedad y 500 millones de seguidores­ ha debido convivir con su faceta de político, uno que debe hacer lobby por todo el mundo para tratar de que exista una solución pacífica para el Tíbet. Sin embargo, hasta ahora, su gran triunfo ha sido ser reconocido como referente espiritual global. La batalla política no ha resultado exitosa. Y aunque grandes personajes y políticos de todo el mundo han apoyado su causa (la lista de su página oficial de viajes, premios y reuniones con dignatarios mundiales es colosal), las condiciones de los tibetanos siguen siendo de sometimiento a China.

A este Dalai, además, le ha tocado ver cómo China, su rival histórico, se ha convertido en una superpotencia, que produce temor también entre los más poderosos países del mundo. A pesar de haber apelado dos veces a la ONU, y que la Asamblea General ha adoptado tres resoluciones sobre Tíbet, nada ha pasado. China es el enemigo que hoy nadie quiere ­ni puede­ tener. Por ello, muchos presidentes no se reúnen con él en sus visitas, aunque no es la respuesta oficial que ofrecen. Pasó con Rodríguez Zapatero en España y, hasta el cierre de esta edición, con la Presidenta Bachelet en Chile, que “por problemas de agenda”, no se había encontrado con el Dalai Lama.

Pensando en el futuro que podrían tener estas presiones, y para impedir que el gobierno chino controle a su sucesor, el Dalai ya anunció que será un niño nacido en el exilio quien lo siga, y que él podría morir tranquilamente en la India, si la solución a la libertad de su pueblo, de seis millones de tibetanos, no llega mientras él esté.

­En tanto líder espiritual, ¿cuáles han sido sus mayores éxitos?

­Pienso, que en un nivel global, quizás la promoción de la armonía religiosa. Ahí creo que he hecho algunas contribuciones.

­Y en cuanto líder político, ¿no considera que ha fracasado en su estrategia?

­Pienso que como persona responsable del problema tibetano, mi contribución es el restablecimiento de la comunidad tibetana fuera del Tíbet. Y también trabajar por la preservación de la cultura tibetana. Pero no puedo tomar todo el crédito: los tibetanos mismos han trabajado duro. He hecho sólo un pequeño aporte.

­¿Y usted se responsabiliza por no haber logrado sus metas respecto de la autonomía tibetana?

­Mmm, eso… No es mi fracaso, sino el fracaso chino ­se ríe a carcajadas. “Yo no estoy pidiendo independencia, o sea, es su problema. Los chinos piensan que Tíbet debe estar dentro de China. Y también quieren estabilidad, prosperidad, unidad. Y esas son exactamente las mismas tres metas nuestras. Pero con distintos métodos. Creo que el gobierno chino debiera depositar más confianza en los tibetanos, y ahí la unidad, la estabilidad y la prosperidad vendrían. El gobierno chino usa otro método: armas… Entonces las metas no se cumplen, y ése es su fracaso”.

­¿Pero cuál es su propio fracaso en esto?

­El problema tibetano actual no es mi fracaso, sino el de mis generaciones pasadas. Ellas fueron totalmente negligentes frente a la nueva situación. No le dieron suficiente atención al cambio del mundo.

­¿Cómo se toma usted los fracasos en la vida?

­¡No problem! Hay que enfrentar la realidad. No hay nada de qué avergonzarse o ponerse triste. Si algo puede ser cambiado y tú actúas con negligencia, o usas un mal método y fallas, ahí te debes sentir mal. Si no, no.

“Me siento esperanzado”

­¿Quién ha sido la mayor influencia?

­Soy budista, así es que naturalmente, Buda. Y también algunos maestros indios. Y luego, los seres vivientes. ¿Hoy? A cualquiera que realmente muestre sentimientos humanos lo admiraré. Lo apreciaré.

­¿Qué cree que el budismo puede aportar al mundo de hoy, en que no se ve espacio para la contemplación, sino sólo para la acción?

­Considero muy útil la meditación analítica. Por ejemplo, el otro día vi por la ventana y había muchos autos, cada uno con un ser humano dentro. Cada uno con un propósito, unas metas. Algunos tristes, otros felices. Era como un espejismo. Luego, escucho a la gente hablar de sus problemas: mi madre murió, mi amigo tiene cáncer… noticias tristes. Pero este sufrimiento, desde un punto de vista budista, es un cierto nivel de sufrimiento, o sea, hay niveles más profundos que éste. Cuando encontramos esos niveles, nos damos cuenta cuáles son niveles menores de sufrimiento.

­¿Cómo ve a la humanidad actual?

­En general, la veo de una manera más esperanzadora. Siempre le digo a la gente que el siglo 20 es el más importante en la historia de la humanidad. Durante él, aprendimos muchas cosas, incluidos muchos dolores, y se hicieron muchos experimentos. Sistemas políticos, económicos, de estilo de vida. Muchas cosas. El resultado, dentro del siglo 20, es que de alguna forma se reconfirmó el valor humano. La guerra fue una herramienta política importante y cuánto se gastó en armas, incluidas nucleares y bombas. Ahora, la gente se da cuenta de que son peligrosas y tiene otra actitud frente a ellas. A causa de eso, en muchas partes del mundo, hoy la gente genuinamente desea paz. Y cada vez más. Antes, Mahatma Gandhi y su movimiento de no violencia, desde los ojos europeos, era visto como un signo de debilidad. Y más tarde ese concepto ha sido desarrollado por muchos líderes como Nelson Mandela y Martin Luther King, que dio su vida. Incluso quería vestirse como Gandhi. ¡Eso es extremo!­dice y se ríe.

“Ahora, el concepto de no violencia o de paz está extendido. Más y más gente ahora abraza causas de no violencia, de paz, de reconciliación. Se transforma en una nueva filosofía en política, creo. Y luego está el tema del medio ambiente. Antes nadie se preocupaba ni tenía sentido de los límites de los recursos naturales. Pienso que hoy la gente tiene mucho más conciencia, de cuidarlos y de ser responsable con los recursos naturales. De manera que me siento esperanzado”.

­¿Y qué líderes políticos de hoy admira más? Habló de Gandhi y de Mandela, que ya no está en el poder.

­No los conozco a todos.

­Pero conoce a varios. Está en fotos con los más importantes.

­No… No sé… Creo que cada persona tiene una característica especial. Algunos políticos son muy elocuentes, algunos políticos… no lo sé.

­¿Y qué cualidades son importantes en un líder político?

­Sinceridad, honestidad, compasión. Eso es lo más importante.

­¿Qué piensa del más poderoso, George Bush?

­Oh, George Bush, como persona… No voy a hablar de política, pero como persona es muy agradable.

­¿Y como líder?

­Como líder, no sé. Eso tiene que ver con política.

­¿Cree que está manejando bien la responsabilidad de ser el hombre más poderoso del mundo?

­Creo que su círculo íntimo de asesores es demasiado pequeño.

­¿Cómo cree que lo está haciendo en Irak y Afganistán? Porque puede ser my agradable, pero tiene una responsabilidad…

­En Irak, básicamente yo discrepo en el uso de la violencia. Pero si sus métodos violentos tienen algún efecto positivo, la historia lo dirá. Pero ahora es muy temprano para decirlo. Pero en Irak tanta gente ha sufrido. Y la guerra entre los sunitas y shiitas…

“La censura es debilidad”

­Algo que se debate hoy en Chile: ¿cree que las mujeres tienen un tipo de liderazgo diferente?

­Creo que sí. La mujer es la madre. Tiene la cualidad especial de cuidar a los niños. Y esta naturaleza es tan fuerte. Por supuesto, puede haber casos excepcionales, pero creo que por esa cualidad son más sensibles. Pienso que es por eso: en la mente humana, la madre es símbolo de compasión. Así es que en la historia humana, en general, las mujeres cuidan, los hombres crean más problemas. Y los héroes de guerra en su mayoría son hombres. Y las enfermeras, en su mayoría son mujeres. La religión se supone que habla de compasión, pero la mayoría de los líderes religiosos son hombres.

­¡Sí! ¿Por qué?

­(Se ríe) No sé.

­¿Por qué en el budismo las mujeres no tienen un rol mayor?

­(Se sigue riendo). Porque nosotros, los hombres, no queremos compartir. Queremos dominar…­ Luego retoma el tema en serio: “Básicamente se trata de derechos iguales. La discriminación sexual es extemporánea en cualquier área”.

­¿Qué piensa de la Presidenta Bachelet?

­No la he conocido, he escuchado cosas buenas…

­¿Qué piensa de que no lo haya recibido hasta ahora?

­Está bien, no hay problema. No quiero crear complicaciones, ningún inconveniente. Y tampoco tengo ninguna agenda para discutir con la Presidenta. Si tuviera algunos puntos que discutir con la Presidenta y ella no quisiera recibirme, ahí estaría triste o decepcionado. Pero no tengo nada que pedir.

­Usted sabe que Chile está haciendo importantes tratados económicos con China, ahí podría tener algo que decirnos.

­Es obvio, obvio. Pero esto es rutina. Incluso cuando estoy en alguna universidad, en América o Europa, las misiones del gobierno chino siempre presionan, incluso en las instituciones. En la mayoría de los casos, no les importa. Pero cuando me invitan, siempre les advertimos que van a recibir presiones del gobierno chino.

­¿Cree que en este caso la presidenta Bachelet recibió presiones del gobierno chino para no reunirse con usted?

­Pregúntele a ellos. Si me pregunta a mí, serán sólo suposiciones. Si les pregunta a ellos y tienen el coraje, le dirán­ se ríe.

­¿Qué papel juega el budismo en el conflicto entre cristianos y musulmanes hoy en día?

­Personalmente, no creo que haya un choque o un conflicto entre cristianos y musulmanes.

­¿Por qué no? Hay grandes conflictos por motivos religiosos.

­Son unos pocos cristianos criticando a los musulmanes y unos pocos musulmanes contra los cristianos. Eso no puede simbolizar toda la cristiandad o el mundo musulmán. El budismo es diferente a la cristiandad, y eso no significa que haya un choque. También, en el pasado, en la historia, los musulmanes destruyeron muchos monasterios budistas en India. Pero eso es el pasado, terminó. Hoy no están enfrentados. Creo que todas las grandes religiones son diferentes filosofías, diferentes conceptos… Pero el mensaje principal es el mismo: mensajes de amor, compasión, tolerancia, perdón, contención, disciplina. Como seres humanos necesitamos una variedad de aproximaciones diferentes al mundo. Así es que hay distintas religiones. Pero no creo que haya un choque, tampoco entre la civilización occidental y musulmana.

­¿Es optimista respecto del futuro?

­Oh, sí, el mundo está mejor. Y es mucho mejor ser optimista que pesimista. Creo que una vez que llegas a ser pesimista, no puedes sino ver todo mal. Pierdes la esperanza por completo.

­¿Qué piensa de la decisión de Google de aceptar la censura para poder operar en China? Su nombre, por ejemplo, no aparece..

­La gente debiera saber cuál es la realidad. Entonces, la censura es símbolo de debilidad. Y en cualquier caso, la gente de China encontrará la manera de acceder a la información.

­Por último, usted es un líder espiritual, pero también es muy famoso. ¿Cómo se protege para no convertirse en una celebridad?

­No me importa lo que otras personas vean. Lo importante es mi motivación. Y si estuviera preocupado por mi propio nombre, sería un error. Dos años atrás, una periodista del New York Times me preguntó cómo quisiera que mi nombre fuera recordado por la historia. Le dije: ‘No puedo pensar en eso, porque soy budista’. Luego, ella de nuevo, preguntó. Le dije lo mismo. Y de nuevo insistió. ¡Y ahí perdí mi paciencia! ­comenta con carcajadas finales.