Antes he expresado mi desacuerdo con llamar a las empresas PYMES o MYPES, es como que me llamaran por mi número de identificación o, lo que sería peor, por lo que alcanza mi estatura o peso. Aglo así como “buenos días don ABC1”, “avanza no más C2 C3”. Es un nombre estigmatizante, especialmente para quienes lo detentan. Prefiero rebautizar a las empresas más pequeñas como empresas emergentes, como proceso más que como fotografía instantánea. Sabemos dónde están, pero quién sabe dónde llegarán… Aquí hay un artículo que me gusta porque desafía a los emprendedores emergentes:


Tecnología en la Pyme: Inversión pendiente

Amilcar Morales
Gerente General de MMM Ingeniería de Software

Chile se encuentra en un crecimiento sostenido. Si a eso se suma la apertura a nuevos mercados como consecuencia de los tratados de libre comercio y los efectos derivados de la globalización, las pequeñas y medianas empresas debieran incorporar soluciones informáticas que les permitan elevar significativamente su productividad en el corto plazo.

Este es un desafío que no puede esperar más, en especial si se considera la rápida evolución del mercado nacional e internacional que demandan empleo creciente de sistemas basados en el uso intensivo de tecnologías de la información y comunicaciones (TIC).

No obstante, a pesar de la drástica disminución del costo del hardware y de la amplísima oferta de software, la tendencia a invertir en tecnología ha disminuido en la pequeña y mediana empresa nacional. A mi juicio, se trata de un fenómeno sumamente curioso, dado que exhibe un verdadero retroceso en materia de la necesaria modernización de los procesos en un entorno donde es clave el incremento de la competitividad.

Este problema, y su posible explicación, radica en que las tecnologías de la información y comunicaciones avanzan con demasiada rapidez, abriendo un enorme abanico de alternativas al instante de tomar la decisión por una u otra oferta. Lo cierto es que se genera un estado de confusión que lleva a inclinarse por lo más económico y no por lo que verdaderamente se requiere para optimizar el negocio. Y si a la confusión reinante se agrega otro y nuevo factor negativo en una cantidad no menor de casos, como es la decepción por resultados muy alejados de las expectativas iniciales, se refuerza la espiral decreciente de inversiones en TIC en el país.

El cuadro es triste: existe un significativo número de computadores con una muy reducida utilización en aplicaciones que favorecen la productividad del negocio central de las pequeñas y medianas empresas. En otras palabras, la sola adquisición de computadores, la contratación de un enlace a Internet o la implementación de un software de bajo costo son componentes insuficientes para el éxito de un proyecto informático, ya que es necesario que estos mismos elementos se encuentren insertos en un cambio estructural de las empresas. Ello, para la oportuna captura y almacenamiento de datos, la correcta administración de la información y su uso eficaz para fines de gestión.

Sólo recién ahí será posible dimensionar que incorporar tecnología en la Pyme es una inversión de altísima rentabilidad y no un gasto sin retorno.

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