En el diario El Mercurio del Domingo 26 de Junio de 2005, aparece el siguiente artículo firmado por Álvaro Rodríguez Vial. Se los ofrezco…

TENDENCIAS. En Internet:
Tengo un blog, luego existo

Estas bitácoras o diarios de vida virtual crecen casi en forma exponencial y han capturado ya algunos miles de dólares. Si bien en EE.UU. es un fenómeno que involucra a buena parte de la masa de los “internautas”, en Chile el tema es más bien tibio y recién despega.

La fiebre de los blogs está invadiendo la internet. Estas bitácoras o diarios virtuales temáticos amenazaron con comérselo todo. Prensa, empresas que prestan servicios de internet o la comunicación persona a persona. Pero lejos de revestir un peligro para el mercado editorial o plantarse como un nuevo paradigma, o como una nueva-nueva economía, los blogs aún deben demostrar cuán rentables o generadores de ingresos pueden llegar a ser, más allá del puñado de casos exitosos.

El fenómeno -si es que podemos llamarlo así- no es nuevo. Tiene cerca de una década. Y ya el año ’99, en la Universidad de Berkeley, se discutía acerca del impacto de las redes de blogs en la industria periodística. En 2000 la revista norteamericana Wired daba cuenta de su crecimiento explosivo y del ímpetu tanto de “bloggers” (o creadores de blogs) como de sus lectores.

Tengo opinión

“Si tú tienes un módem, yo tengo una opinión” (“If you’ve got a modem, I’ve got an opinion!”), que resume de mejor manera la esencia más pura del blog, fue el lema con el que el profesor de la U. de Tennessee Glen Reynolds bautizó su bitácora ( www.instapundit.com) creada en 2001.

Reynolds partió por entretenimiento personal, pero sus opiniones políticas comenzaron a llamar tanto la atención -y por ende a generar tráfico- que una empresa intermediaria entre blogs y anunciantes le ofreció entre US$ 8.000 y US$ 10.000 mensuales, al igual que a otros autores de sitios que generaran interesantes volúmenes de visitas.

Otros que han logrado obtener algunos “cuantos” dólares por flujos de visitantes son Andrew Sullivan (que llegó a contar US$ 80.000 en una semana) gracias a su sentida defensa de la guerra de Irak en andrewsullivan.com, y Chris Allbritton (back-to-iraq.com), quien recibió cerca de US$ 15.000 por sus crónicas sobre Irak, que de paso le significaron una colaboración con Time para cubrir el conflicto.

Aunque no es bien visto, en la jungla del blog (la blogósfera), cada día impera más la ley del dólar, donde casos como jalopink.com dan que hablar. Este blog, patrocinado por Audi, recibe miles de dólares mensuales por concepto de marketing, de parte de la marca alemana, aunque su autor defienda su independencia total de la automotriz. Lo cierto es que los ejecutivos de Audi apostaron por el sitio y han obtenido clientes lectores de Jalopink.

Y hay otros ejemplos de menos dólares y más notables: Cuando se conmemoraba el cumpleaños número 100 del senador norteamericanoStrom Thurmond, el líder republicano Trent Lott se refirió con nostalgia al pasado segregacionista de Thurmond. Los medios tradicionales no le dieron importancia y fueron los blogs los que hicieron que la historia terminara en las portadas de las principales publicaciones del país, mientras Lott debió abandonar su cargo de líder en el Senado.

Pero no todos los bloggers la han sacado fácil. Muchas empresas ven con malos ojos que sus empleados escriban blogs. IBM, por ejemplo, teme que se publiquen secretos comerciales, divulguen en sus diarios noticias acerca de las marcas o el copyright, o que comenten productos y servicios aún no lanzados. Por ello implementó una política corporativa que consiste en que cuando cualquier ejecutivo hable de la empresa, debe identificarse, y si publica algo especialmente crítico, tiene que poner el cargo que ocupa en la compañía.

Otro ejemplo: Ellen Simonetti, ex azafata de Delta Airlines, fue despedida por publicar en su blog fotos suyas con uniforme y sentada en las butacas del avión en actitud insinuante. Y el caso paradójico de Mark Jen, empleado de Google, quien fue despedido por divulgar asuntos laborales en su sitio personal y quejarse de su salario.

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