Muchas veces predomina una visión demasiado optimista de la globalización económica y la revolución tecnológica como fuentes de bienestar humano. La evolución de estos procesos en el mundo tiene una cara positiva de celebración de la inteligencia y capacidad de invención humanas, de oportunidad para mejorar la vida de los seres humanos y producir riqueza en los países. Pero también tiene un rostro amenazante en las consecuencias medioambientales y de salud, en la concentración de riqueza en unos pocos países y en grupos reducidos al interior de los mismos, y en un malestar espiritual para quienes no cuentan con un sentido que acompañe el cambio.
Podemos inhibirnos de reflexionar por no tener soluciones, por suponer que principalmente se trata de hacer ofertas en el mercado o por la convicción que en un plazo futuro el mismo proceso económico y tecnológico traerá las soluciones. A riesgo de sucumbir ante un colapso ambiental o social, es imprescindible y urgente reflexionar y revelar el costo humano de estos procesos. Se trata de buscar las anomalías que lo permiten, que no sólo se trata de hacer ofertas competitivas, porque hay diferencias de poder y posibilidades que afectan a la mayoría de la humanidad, que no todo es mercado de ofertas, también hay un espacio de construcción colectiva del mundo y conflictos de intereses y que, aunque fuera creíble que el avance técnico nos dará las respuestas, en lo inmediato habría que aceptar el sometimiento de demasiada gente a penurias inhumanas.
Dos esperanzas aparecen en el horizonte: crece el sentido que enfrentamos un asunto político que no sólo técnico, que es necesario debatir, empujar, movilizar en torno de una conciencia ambiental, social y cultural en el mundo, con el propósito de humanizar la globalización y la revolución tecnológica. También crece el sentido que la anomalía principal es la concepción de realidad, mundo y seres humanos que ha sustentado la ciencia durante cuatro siglos, el cual se impuso en todos los procesos humanos, pero que ahora comienza a mostrar su agotamiento con evidencia.
La aprensión
El modo en que ha avanzado la economía y la tecnología en el mundo, ha producido más costos que beneficios para millones de personas y peligrosamente duraderos para el ambiente. Hasta ahora, parece que vamos perdiendo: la riqueza del mundo ha crecido 3 veces en los últimos 30 años, pero sólo se ha beneficiado un tercio de la humanidad; el 20 % más rico de la población acumula el 80 % de la riqueza y el 20 % más pobre el 1 %; mil millones de personas que viven el en mundo más desarrollado tienen rentas de 25 mil dólares al año y esperanza de vida de 80 años, 3 mil millones tienen esperanza de una vida digna pero incierta y 2 mil millones de personas tienen una esperanza de vida menor que 50 años, entre los cuales existen 1400 millones que viven con menos de un dólar al día, 800 millones pasan hambre y diariamente 20 mil personas mueren de hambre; China es un ejemplo de crecimiento prolongado, pero son unos pocos millones de personas viviendo el auge tecnológico, muchos más viven como obreros del siglo XIX y la mayoría aún padecen la vida campesina de la edad media; Africa, en el extremo padece males apocalípticos de plagas, hambre y guerra. En el ámbito ambiental las consecuencias en la naturaleza, la salud y los derechos de las personas son simplemente aterradoras, como el cambio climático, la erosión de la bíodiversidad, la disminución y contaminación del agua, la acumulación de residuos tóxicos, la producción descontrolada de organismos modificados genéticamente y la disolución del trabajo. Persiste el descontrol en la emisión de contaminantes como CO2, CFC, metano, hidrocarburos, etc. Estados Unidos genera 275 millones de toneladas de residuos tóxicos al año, siendo el mayor exportador de deshechos del mundo. La India recibe residuos a pesar de prohibiciones internacionales. Crecen evidencias que todo el planeta está sometido a la contaminación y al riesgo de enfermedades asociadas.
De igual evidencia, mil millones de personas carecen de acceso al agua y más de 5 millones de personas mueren al año a causa de enfermedades prevenibles relacionadas con el agua, la mayoría son niños. En América Latina más del 70 % de la población no tiene acceso al agua potable. En biotecnología, las principales multinacionales de alimentos, química y agricultura se han unido para promover legislaciones internacionales para privatizar la genética natural del mundo, hoy poseen patentes excluyentes de material biológico del tercer mundo sin haber pagado derechos.
En las zonas de estructura de empleo modernas, las personas enfrentan el mercado flexible de empresas dinámicas con constantes reajustes de personal y movilidad absoluta. La experiencia es de innovación y proyectos a corto plazo, de riesgo y extrema flexibilidad. Las personas tienen la exigencia de reinventarse a sí mismas sobre la marcha, sin nexos de lealtad ni responsabilidad, más que la inmediata productividad. Los logros pasados no cuentan, los cambios de empleo implican pérdidas de nivel de ingreso, las personas mayores no son oferta. La falta de aprecio por el desempeño está socavando la ética de valoración en el trabajo, erosiona el compromiso y los lazos informales de confianza entre los trabajadores.
Este escenario laboral afecta profundamente a las personas, ataca las nociones de pertenencia, confianza en los otros, integridad y compromiso, que antes daban sentido a la vida. El trabajo ya no es una narrativa en la vida de las personas, que en una parte importante de sus vidas ya no saben quiénes son. Han quedado expuestas de tal forma, que esta flexibilidad absoluta resulta en depresión más que en sentimiento de oportunidad.
Esperanzas
Hay una esperanza en el cambio de la mente científica en la comprensión de la realidad, el cual están afectando otras áreas del conocimiento, incluyendo la cultura popular. En ciencia predominan nociones como complejidad, fluctuaciones, bifurcación, caos, probabilidad e incertidumbre. Para los científicos este nuevo paradigma “señala el fin de las certezas y la emergencia de futuros plurales”, que el mundo está en construcción y que existen múltiples futuros. El método científico como medio de entender y dominar la naturaleza, el antropocentrismo y la ilusión del progreso indefinido se ha agotado. A nivel popular crece la conciencia que todo en el planeta está relacionado, que las realidades humanas se afectan unas a otras, que lo humano afecta a lo no humano y viceversa, pero también que el futuro no está predefinido sino abierto a nuestra invención.
Esto abre otra esperanza que el futuro está abierto para inventarlo también en política. Aparece necesario considerar la democracia en las decisiones, porque no hay sabio suficiente. Aunque la presencia del paradigma en declinación permite aún hoy escepticismo, crece la conciencia que hemos vivido en un fuerte paradigma tecnológico, maximizador en nuestras relaciones económicas y sociales, que entiende como recursos a la naturaleza y las personas. Así como en la política se perdieron las certezas a partir de los fracasos, la catástrofe ambiental, económica y cultural debiera poner en duda el modelo. Necesitamos cambiar la concepción activa de ser humano, lo que se entiende por ser humano, cuando se explota, se vende, lucha por tener, miente, manipula, contamina, mata. Hay ahí una pésima visión de los seres humanos.
Felizmente, se avanza en revelar que no todo es técnico, que las interpretaciones técnicas y las decisiones políticas responden a intereses. La invención del futuro no sólo es cuestión de economía y tecnología, también es ética y política, de crear una conciencia más solidaria y empujar la creación de un modo de organizar el mundo más equitativo y menos destructivo. No es gratuito que Davos y Puerto Alegre no sean noticia en Chile; empresas como IKEA, Zara y GAP, negocios de 60 mil millones al año e iconos de la innovación y el fashion debieron mejorar las condiciones de sus empleados producto de la movilización social.
La desesperanza en influir en el futuro han hecho perder valor a pensar y comprometerse en inventarlo, esta falta de influencia en la construcción social ha desvalorizado las virtudes sociales. Para recuperar la voluntad y la responsabilidad, necesitamos fortalecer el pensamiento orientado al futuro. Una esperanza que podemos tener en Chile es que contamos con líderes mundiales ya embarcados en esta nueva invención en ciencia, educación, meditación y emprendimiento, son personajes como el biólogo Francisco Varela (desgraciadamente fallecido), el biólogo Humberto Maturana, el siquiatra Claudio Naranjo y el filósofo y senador Fernando Flores.
Desafío
El esfuerzo por que Chile se inserte en el mundo de la innovación tecnológica, no sólo depende de mejorar las universidades, promover políticas de inversión y cambios en los empresarios. Necesitamos recuperar la política frente a la totalización del mercado. La democratización del emprendimiento y la innovación requiere capacidad de movilización política para proteger y competir con iguales posibilidades. El peligro es que de tanto dar pruebas de modernidad y prudencia, estemos perdiendo la sensibilidad al dolor. Podemos tener esperanza en el cambio de conciencia pero hay que movilizarlo. Hoy más que nunca el futuro depende de nosotros.
Nuestro futuro nacional e internacionalmente, depende mucho de la capacidad política que logremos. No es cuestión únicamente técnica sino política, no es individual sino colectiva. Se requiere extender la globalización a la política, la cultura, los derechos humanos, económicos, y ambientales; responsabilizarse con los que quedan fuera, agregar a las mediciones económicas los costos humanos y ambientales, cambiar el alineamiento que existe entre felicidad, consumo, producción y deshechos.
Necesitamos recuperar la confianza en la lealtad, a veces se espera demasiado poco de las otras personas, porque se está dispuesto a demasiado poco. Chile tiene lo propio en desigualdad, contaminación e indiferencia. Así como en las guerras y catástrofes es pertinente pedir sacrificios, debiéramos comenzar por declarar la pobreza una catástrofe. Esto nos permitiría dar un paso en unidad y solidaridad nacional para avanzar luego hacia el desafíos de defender el patrimonio ambiental y cultural.
Lecturas recomendadas
1.- Teorías del desconcierto. Viaje al fondo de la incertidumbre: los pensadores que diseñan un futuro global. Santiago Ramentol. Ed. Urano, 2004.
2.- En el límite, la vida en el capitalismo global. Anthony Giddens y Will Hutton, eds. Tusquets, 2001.
3.- Claves para el Siglo XXI. Jérome Bindé ed. Ed. Crítica, UNESCO, 2000
4.- ¿Hij@ qué es la Globalización? Joaquín Estefanía. Ed. Aguilar, 2002
5.- El Malestar en la Globalización. Joseph E. Stiglitz. Ed. Taurus, 2002
6.- La Galaxia Internet. Manuel Castells. Ed. Areté, 2001
7.- La corrosión del carácter. Las consecuencias personales del trabajo en el nuevo capitalismo. Richard Sennett. Ed. Anagrama, 2000.
8.- Las conexiones ocultas. Implicaciones sociales, medioambientales, económicas y biológicas de una nueva visión del mundo. Fritjof Capra. Ed. Anagrama, 2003.
9.- China, una nueva historia. John King Fairbank. Ed. Andres Bello, 1996.
10.- En defensa de la política. Bernard Crick. Ed. Tusquets, 2001 (1962).

Volver inicio ricardoroman.cl