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Inversiones

Noticias Septiembre 20, 2006

Blogs Corporativos 1

En mi trabajo de consultoría, en entidades de negocio y educativas, hemos estado promoviendo los blogs corporativos como una herramienta poderosa y económica de comunicación, de esa comunicación que trasciende la transmisión de información e instrucciones, y se enfoca al posicionamiento, la colaboración, el encantamiento y la construcción de propósitos comunes, con los clientes y con los colaboradores de la propia organización:

MateriaBiz
Blogs y marcas, el romance del año

(y de los que vienen)

Cada vez son más las marcas regionales que apuestan a los blogs como herramientas de comunicación corporativa. Veamos tres casos de implementación exitosa de este nuevo y poderoso medio de difusión…

Por Leandro Zanoni

¿Cuántas grandes compañías están dispuestas a pautar sus productos y servicios en blogs? ¿Cuántos directores y gerentes de producto se arriesgarían a recibir críticas y elogios de primera mano por parte de miles de usuarios?

Por ahora, pocos. En el futuro, lo harán todos quienes quieran tener presencia en las nuevas audiencias, que claramente no consumen medios en papel. Según un estudio de la consultora Jupiter Research, el 70% de las grandes empresas de los Estados Unidos tienen pensado incorporar blogs en sus estrategias de comunicación el año próximo.

Continúa:

Es cierto, poner a las marcas a consideración de millones (habría unos 60 millones de blogs) es un riesgo. Pero, como se sabe, a mayor riesgo, mayores beneficios. Se gana en transparencia, comunicación directa con los consumidores, branding, originalidad y posicionamiento. Otro dato a tener en cuenta: el costo. El blog es relativamente barato si se considera el costo por contacto, el tiempo de desarrollo y la calidad de los beneficios alcanzados.

El éxito de la acción dependerá mucho de la mecánica elegida para comunicarla. Si cada paso está estudiado y se cumple con las reglas claves del marketing viral, los usuarios del blog no sólo verán la campaña con buenos ojos, sino que se mostrarán agradecidos con el blogger y la marca. Resultado: fidelización.

Fuera de Europa y los Estados Unidos, ya existen varios y buenos casos de éxito del uso de blogs para generar branding. En la Argentina, Nike desarrolló el año pasado un blog como parte de la campaña regional “razones” para Nike Corre, la carrera anual que la marca organiza en Buenos Aires. Desde el blog, el conductor Andy Kusnetzoff (la cara de la campaña) relató día a día su evolución física para llegar en óptimas condiciones a la carrera.

Por otro lado, Fanta inauguró, también durante 2005, un blog orientado a un público juvenil, el segmento que más consume esta nueva y poderosa herramienta de comunicación. En www.conexionfanta.com.ar los usuarios pueden subir fotos, contar sus experiencias, formar comunidades y chatear. Hasta hoy, Fanta logró que se registren 85 mil usuarios.

A principios de año, Coca Cola Brasil lanzó la campaña Coke Ring para premiar a los mejores blogs de ese país en diferentes categorías: música, fútbol, entretenimiento, etc. Cada quince días, los organizadores confeccionaron un ranking, entregando a cada blog seleccionado un logo tipo “sello oficial”, que linkeaba al micro-sitio oficial de la promo.

Los blogs debían ser actualizados por lo menos una vez por semana para no quedar descalificados. Al cabo de tres meses de concurso, los usuarios eligieron con su voto a los mejores de cada categoría. Los premios: un iPod Video y una cámara de fotos digital. Además, Coca les envió una mochila y una remera al resto de los bloggers que mencionaron la campaña en sus propios blogs.

Estos tres ejemplos son apenas un muestreo, un paso más hacia el desembarco definitivo de los grandes anunciantes en la comunidad blog.

Leandro Zanoni

Periodista. Autor de eBlog (www.eblog.com.ar) y fundador de 3.0, Periodismo argentino en blog (www.3puntocero.com.ar)

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Noticias Septiembre 17, 2006

The long tail

Un avance para el cambio de mentalidad de negocios en la era digital lo trae este artículo de Chris Anderson, uno de los líderes de Wired, una revista original, provocadora y abarcadora en el mundo de la red y sus consecuencias sociales y culturales. En el centro la capacidad de escuchar a los clientes, pero también al mundo como posibilidad de adaptación y anticipación, como la estrategia de negocios alineada con el futuro:

Quépasa

Longtail, el libro de negocios de moda en USA

Un nuevo modelo de negocios está surgiendo en la red, que revolucionará la industria de los medios y la entretención, según Chris Anderson, editor de la revista Wired, en el libro “The long tail: Why the future of business is selling less of more”. La tesis es que internet ha originado una tienda sin límites espaciales ni geográficos, donde lo que no se vende hoy en el “mundo real” es el gran negocio del “mundo virtual”. Es la irrupción del mercado de los nichos: pequeños y disímiles grupos de clientes, que sumados representan la gran mina de oro del consumo del siglo XXI. Este reportaje -publicado en la revista Wired en 2004- dio origen al libro y explica la tesis central de Anderson. Por Chris Anderson

En 1988, Joe Simpson, un montañista británico, escribió Tocando el Vacío, un relato sobre su experiencia de estar al borde de la muerte en los Andes peruanos. Obtuvo buenas críticas, pero un éxito modesto y pronto cayó en el olvido. Una década más tarde, ocurrió algo extraño: Jon Krakauer escribió Mal de Altura, otra novela no-ficción sobre una tragedia de montañismo -en este caso, en el Everest-, la cual se convirtió en sensación editorial. Pero de pronto, el olvidado Tocando el Vacío comenzó a vender. Random House se apresuró en sacar una nueva edición para satisfacer la demanda. Las librerías lo promocionaron en las estanterías junto a Mal de Altura y las ventas siguieron creciendo. Una edición revisada se mantuvo 14 semanas en la lista de best sellers del New York Times. IFC Films lanzó un docudrama del relato, que obtuvo la aclamación de la crítica. Actualmente, Tocando el Vacío vende más del doble que Mal de Altura. Continúa: Todo fue obra de las recomendaciones de Amazon.com. El software de la librería online advirtió patrones en los comportamientos de compra y sugirió a los lectores que les había gustado Mal de Altura que también disfrutarían Tocando el Vacío. La gente lo aceptó y escribió elogiosas reseñas. Hubo más ventas, más recomendaciones y más feedback positivo de los usuarios. Cuando llegó a las estanterías el libro de Krakauer, el de Simpson estaba casi agotado.

Hace unos pocos años, los lectores de Krakauer nunca se habrían enterado de Simpson, y si ello hubiese ocurrido, no habrían podido encontrar el libro. Amazon cambió todo aquello. Creó el fenómeno de Tocando el Vacío al combinar un ilimitado espacio de estanterías con información en tiempo real acerca de las tendencias de compra. Pero esto no es sólo una virtud de las librerías online: es un ejemplo más de un modelo económico totalmente nuevo para la industria de la entretención y de los medios de comunicación, un modelo que recién está comenzando a mostrar su poder.

 

La selección ilimitada está revelando verdades acerca de qué es lo que desean los consumidores y cómo quieren obtenerlo, a través de diversos sitios online: desde DVD en Netflix, a videos musicales en Yahoo! Launch, hasta canciones en iTunes Music Store y Rhapsody. La gente se sumerge en los catálogos online, bucea en las listas de títulos disponibles, mucho más amplias que las de Blockbuster Video, Tower Records y Barnes & Noble. Y mientras más encuentran, más es lo que les agrada. A medida que se apartan de los típicos éxitos de ventas, descubren que su gusto no es el mayoritario. Un análisis de las ventas y tendencias de estos servicios muestra que la emergente economía digital del entretenimiento será radicalmente diferente a la actual. Si la industria de la entretención del siglo XX estuvo enfocada en los “éxitos”, la del siglo XXI lo estará en los “fracasos”.

Durante demasiado tiempo hemos sufrido la tiranía del precio del denominador común más bajo, hemos sido sometidos a éxitos de taquilla descerebrados y al pop prefabricado. ¿Por qué? Por la economía. Muchos de nuestros supuestos sobre el gusto popular son producto de un deficiente calce entre oferta y demanda.

 

El problema principal es que vivimos en un mundo físico y, hasta hace muy poco, ése también era el problema de la mayoría de los medios, porque dicho mundo impone dos limitaciones dramáticas:

1) La necesidad de encontrar audiencias locales. Una sala de cine promedio no exhibirá una película a menos que pueda atraer a unas 1.500 personas, durante dos semanas; ello equivale al arriendo de pantalla. Una disquería necesita vender al menos dos copias de un CD al año, para que valga la pena; eso equivale al alquiler de media pulgada de espacio de estantería. Y lo mismo vale para las tiendas de arriendo de DVD, juegos de video, librerías y quioscos de diarios. En todos estos casos, los minoristas sólo trabajarán con contenidos que puedan generar la suficiente demanda para ganarse su sustento. Pero sólo se puede recurrir a una población local limitada, quizás un radio de 10 millas para una sala de cine, menos que eso para una tienda de música y menos aún (una o dos millas) para una de arriendo de videos. Pero eso no basta para que un excelente documental tenga una audiencia nacional de medio millón de personas. Hay mucho entretenimiento de calidad que no puede superar la valla. Un ejemplo impactante es la situación de Bollywood en EE.UU. Cada año, la industria fílmica de India produce más de 800 estrenos. Existen cerca de 1.700.000 indios en EE.UU. Sin embargo, la cinta en lengua india mejor listada (según Amazon), Lagaan: Once Upon a Time in India, fue estrenada en apenas dos salas. Es la tiranía del espacio físico.

 

2) La otra restricción del mundo físico es la física en sí misma. El espectro radial sólo permite transportar un número limitado de estaciones; así como el cable coaxial, uno limitado de canales de TV. Además, sólo se cuenta con 24 horas de programación diarias. En materia de entretención, el siglo pasado brindó una sencilla solución para estas restricciones. Los éxitos llenan las salas, vacían las estanterías y mantienen a los auditores y espectadores alejados de los diales y del zapping. Pero somos muchos los que deseamos algo más que éxitos. En algún momento, el gusto personal se aparta del mayoritario, y a medida que exploramos más alternativas, nos sentimos más atraídos. La economía impulsada por los éxitos es la creación de una era que no tiene suficiente espacio para brindarles a todos de todo. No hay suficiente espacio en estanterías para todos los CD, DVD y juegos que se producen. No hay suficientes salas para exhibir todas las películas disponibles. No hay suficientes canales para transmitir todos los programas televisivos, no hay suficientes ondas radiales para tocar la música grabada, y no hay suficientes horas al día para aprovechar al máximo cada una de estas opciones. Este es un mundo de escasez. Pero con la distribución y retail online estamos entrando en un mundo de abundancia. Y las diferencias son profundas. Es el caso de Robbie Vann-Adib, gerente general de Ecast, una compañía de máquinas de discos digitales, cuyos equipos para bares ofrecen más de 150 mil canciones, y aportan estadísticas sorprendentes. Da pistas sobre ello con una pregunta que los visitantes responden invariablemente en forma errada: “¿Cuál es el porcentaje de los 10 mil títulos top en cualquier tienda online (Netflix, iTunes, Amazon) que será arrendado o vendido al menos una vez al mes?”. La mayoría dice que 20%, y por una buena razón: hemos sido entrenados para pensar de esa manera. La regla de 80/20, también conocida como el principio de Pareto (por Vilfredo Pareto, un economista italiano, quien creó el concepto en 1906), está en todo. Sólo el 20% de las películas de los principales estudios será un éxito. Lo mismo vale para los programas de TV, de radio, los juegos y los libros. Las posibilidades son incluso peores para los CD: menos del 10% son rentables, según la Recording Industry Association of America. Pero la respuesta correcta, dice Vann-Adib, es 99%. Existe demanda para prácticamente cada una de las 10 mil grabaciones top. ??l lo ve en las estadísticas de sus propias máquinas: todos los meses, miles de personas gastan sus monedas para escuchar canciones que no están incluidas en las máquinas tradicionales. Las personas responden mal a la pregunta de Vann-Adib porque va contra el sentido común. Al menos en dos formas:

 

1) Nos olvidamos de que la regla del 20% en la industria del entretenimiento vale para los éxitos, pero no para cualquier tipo de venta. Estamos atrapados en una mentalidad determinada por los éxitos: creemos que si algo no lo es, no generará ganancias y, por ende, no retornará el costo de su producción. En otras palabras, suponemos que sólo merecen existir los éxitos. Pero Vann-Adib, al igual que los ejecutivos de iTunes, Amazon y Netflix, ha descubierto que los “fracasos” también generan dinero. Además, como existen tantos de ellos, ese dinero puede convertirse en un inmenso pozo. Sin tener que pagar espacio de estantería y, en el caso de servicios completamente digitales como iTunes, sin costos de fabricación y casi sin tarifas de distribución, la venta de “fracasos” es sólo otra venta, con los mismos márgenes de un éxito. Un éxito y un fracaso se basan en la demanda, ambos valen igualmente la pena de ser usados. De pronto, la popularidad ya no tiene el monopolio de la rentabilidad.

 

2) La industria tiene una pobre noción acerca de qué desea la gente. Por ejemplo, suponemos que existe poca demanda por las cosas que no son ofrecidas por Wal-Mart. Pero por muy igualitario que parezca Wal-Mart, en realidad es tremendamente elitista. Tiene que vender al menos 100 mil copias de un CD para cubrir sus gastos minoristas y obtener suficientes ganancias; pero menos del 1% de los CD obtiene ese volumen. ¿Qué pasa con las 60 mil personas que desearían comprar el último álbum de Fountains of Wayne o de Crystal Method, o cualquier título que se aparte del gusto mayoritario? Tienen que buscarlos en otro lugar. Solemos igualar mercado masivo con calidad, cuando en realidad aquel se trata de familiaridad y publicidad ingeniosa. Para tener un sentido de los gustos reales, sin pasar por el filtro censor de la economía de la escasez, es cosa de ver Rhapsody, un servicio de música online basado en suscripciones (RealNetworks es el dueño), que actualmente ofrece más de 735.000 canciones. Si se ven sus estadísticas mensuales, se obtiene una curva de demanda que se parece mucho a la de cualquier disquería. ??sta muestra un enorme atractivo por las canciones top, la que luego se reduce y deja una “larga cola” -o long tail (ver recuadro)- tratándose de las menos populares. Pero algo realmente interesante ocurre cuando se explora debajo de las 40.000 canciones top, que corresponden al inventario de una tienda musical offline promedio. En este caso, los Wal-Mart del mundo real se van a cero.

 

Sin embargo, la demanda en Rhapsody se mantiene. No sólo se descarga cada una de las 100.000 canciones top al menos una vez al mes, sino que lo mismo vale para los top 200.000, los top 300.000 y los top 400.000. A medida que Rhapsody agrega canciones a su catálogo, éstas encuentran una audiencia, aunque sólo sean unas cuantas personas al mes. Se puede encontrar de todo en esta “larga cola o long tail”. Existe un catálogo de álbumes antiguos que todavía son recordados con cariño por fanáticos de siempre o que son redescubiertos por otros nuevos. Existen grabaciones en vivo, lados B, y covers. Existen miles de nichos, género tras género: imagine a Tower Records enteramente dedicada a las bandas de los ’80 o al sonido ambient. Imposible. Por cierto, hay un montón de basura. Pero también la hay escondida en los álbumes de éxito. Las personas tienen que saltárselas en los CD. Pero en el mundo online es más fácil evitarlas. A diferencia de un CD, en el que cada canción basura vale cerca de un décimo de un álbum de US$15, cuando son online están en algún servidor, ignoradas por un mercado que sólo vende canciones individuales.

 

Lo que realmente impresiona de esta “larga cola o long tail” es su tamaño. Si se suman los no éxitos que están en ella, se obtiene un mercado mayor que el de los éxitos. Por ejemplo, en el caso editorial, un local promedio de Barnes & Noble cuenta con 130 mil títulos. Sin embargo, más de la mitad de las ventas de libros de Amazon corresponde a aquellos textos que no están entre sus 130 mil top. Considere las consecuencias: si las estadísticas de Amazon sirven de guía, el mercado de libros que no se vende en las librerías offline es mayor que el mercado que sí se vende en ellas. En otras palabras, el mercado editorial potencial podría ser el doble de lo que aparenta, siempre y cuando se pudiera superar la economía de la escasez. El capitalista de riesgo y ex consultor Kevin Laws lo explica: “Existe más dinero en las ventas más pequeñas”.

 

Lo mismo vale para los demás negocios del entretenimiento. Basta con comparar las empresas online con las offline: un Blockbuster promedio tiene 3 mil DVD. Sin embargo, sólo el 20% de los arriendos de Netflix.com está dentro de sus 3 mil títulos top. Mensualmente, en Rhapsody se descargan más canciones fuera de sus top 10 mil que dentro de esa lista. Lo que están haciendo las empresas más exitosas en internet es agregar, de una forma u otra, la “larga cola o long tail”. Por ejemplo, la mayor parte de los ingresos de Google proviene de pequeños avisadores. Al superar las limitaciones de la geografía y de escala, Rhapsody y Amazon, Google y eBay han descubierto nuevos mercados.

 

Las compañías que están en la vanguardia aportan tres grandes lecciones. Se les podría llamar “las reglas de la nueva economía de la entretención”:

 

Regla Nº 1: Que todo esté disponible Si usted es amante de los documentales, entonces Blockbuster no es el lugar apropiado. Sí lo es Netflix.com que ofrece más de mil cintas de este género. Esto le ha dado un fuerte empuje al negocio de los documentales; el año pasado, Netflix representó la mitad de los ingresos por arriendo de Capturing the Friedmans, un testimonial acerca de una familia aproblemada por acusaciones de pedofilia. El gerente general de Netflix, Reed Hastings, un admirador de los documentales, llevó su influencia a PBS, la cual produjo Daughter From Danang, una cinta acerca de los hijos de soldados estadounidenses y mujeres vietnamitas. En 2002, fue nominada al Oscar y elegida el mejor documental en Sundance, pero PBS no tenía planes de estrenarla en DVD. Hastings ofreció hacerse cargo de la fabricación y distribución, si PBS acordaba que fuera una exclusiva de Netflix. Ahora, Daughter From Danang está entre los 15 documentales top de Netflix. Ello equivale a un mercado de decenas de miles de clientes que de otro modo no existiría. Son muchos los géneros y subgéneros de igual atractivo que son omitidos por los canales de DVD tradicionales: películas extranjeras, animé, filmes independientes, dramas de la televisión británica o antiguas series estadounidenses. Sólo las cintas de Bollywood suman cerca de 100 mil arriendos al mes para Netflix. La disponibilidad de títulos poco convencionales atrae a nuevos consumidores: cualquier cosa que baje los costos de adquirir clientes es oro para las empresas que basan su modelo en la suscripción. Netflix ha hecho un buen negocio a partir de todo lo que no es rentable para las salas de cine y las tiendas de arriendo de videos. No importa si los miles de clientes que alquilan todos los meses los episodios de Doctor Who están en una sola ciudad o diseminados a lo largo del país: para Netflix se trata de lo mismo. En resumen, rompió la tiranía del espacio físico. Lo importante no es dónde están los clientes, ni cuántos buscan un título en particular: lo vital es que existan unos cuantos en alguna parte. Es decir, vale la pena ofrecer prácticamente de todo, ya que siempre habrá compradores. Lo opuesto a como piensa hoy la industria del entretenimiento: la decisión de lanzar un filme antiguo en DVD se basa en estimaciones de demanda y en oportunidades de marketing, como aniversarios o premios. Esto explica por qué sólo una fracción de las películas existentes están en DVD. En 2004, por ejemplo, cerca de 6 mil filmes fueron enviados al Sundance Film Festival. De ellos, 255 fueron aceptados y apenas 24 fueron elegidos para ser distribuidos; para ver el resto había que estar allí. ¿Por qué no lanzar los 255 en DVD cada año, como parte de una Serie Sundance? En esta nueva economía es más caro evaluar que lanzar. Esto también se aplica a los libros. Ya se está borrando la línea entre títulos disponibles y agotados. Amazon ha logrado que encontrar un libro de segunda mano sea casi tan fácil como hallar uno nuevo. Si ello se combina con los bajos costos de las tecnologías de impresión, parece claro por qué cualquier libro debería estar siempre disponible. De hecho, se puede apostar que los niños de hoy crecerán sin haber conocido el concepto de agotado.

 

Regla Nº 2: Bajar el precio a la mitad y después seguir bajándolo Gracias al éxito de iTunes de Apple, tenemos un precio estándar para las canciones que se descargan de la red: 99 centavos. Pero, ¿es el costo correcto? Si les preguntamos a los sellos, responderán que es muy bajo: aunque 99 centavos por canción es más o menos el mismo precio que el de un CD, la mayoría de los consumidores online compra una o dos pistas de un álbum, en vez del CD completo. En efecto, la música online está viviendo un retorno al negocio de los 50, que era impulsado por la venta de singles. Así, desde la perspectiva de un sello, los consumidores deberían pagar más por el privilegio de adquirir “à la carte”, para compensar los ingresos perdidos de los álbumes completos. Si se les pregunta a los consumidores, en tanto, éstos dirán que 99 centavos es muy caro. Para los que recién se integran a este tipo de compras, el precio representa 99 centavos más que Kazaa. Pero dejando de lado la piratería, la cifra de 99 centavos viola nuestro sentido innato de justicia económica: si para un sello de grabaciones cuesta menos entregar una canción online (no tiene empaquetamiento, ni fabricación, distribución o espacio de estanterías), ¿por qué el precio no es también más bajo? Sorprende que haya habido pocos buenos análisis económicos acerca de cuál debería ser el costo correcto de la música online. La razón principal es que los precios no son fijados en la actualidad por el mercado, sino que por el cuasi cartel de los sellos musicales. Las compañías de grabación cobran un precio mayorista de 65 centavos por canción, dejándoles a los minoristas online poco espacio para experimentar. Ese valor mayorista es fijado para que calce con el precio de los CD, para evitar los temidos “conflictos de canal”. Los sellos temen que si fijan precios más bajos para la música online, sus minoristas de CD (la mayor parte del negocio) se rebelarán o, probablemente, se retirarán mucho más rápido de lo que ya está sucediendo. ¿Pero qué pasa si los sellos dejan de jugar a la defensiva? Una renovada mirada debería calcular lo que realmente cuesta colocar una canción en un servidor de iTunes, para luego ajustar el precio. Los resultados son sorprendentes. Es cosa de eliminar los costos innecesarios del canal minorista: gastos de fabricación del CD, distribución y ventas. Eso deja en pie sólo los costos de encontrar, producir y comercializar la música. Hay que mantenerlos tal cual, para asegurar que la gente del lado creativo y de los sellos gane tanto como ahora. En el caso de un álbum que vende 300.000 copias, los costos creativos equivalen a US$ 7.50 por disco, o 60 centavos por canción. A ello hay que agregar los costos de entregar la música online, que equivale al gasto para levantar y mantener el servicio, más que a los costos de banda ancha y almacenamiento. El precio de ello: cerca de 17 centavos por canción. Según este cálculo, la música de éxito tiene un sobreprecio de 25% en el mundo online: debería costar sólo 79 centavos por pista, reflejando los ahorros de la entrega digital. Precios de acuerdo a los costos digitales, no a los físicos. Estas excelentes noticias para los consumidores no tienen por qué dañar a la industria. Cuando se bajan los precios, las persones tienden a comprar más. El año pasado, Rhapsody hizo un experimento de demanda elástica. Durante un período breve, ofreció canciones a 99 centavos, a 79 centavos y a 49 centavos. Aunque las de 49 centavos sólo valían la mitad que las de 99 centavos, Rhapsody vendió tres veces más que éstas. Como las empresas de grabación cobran 65 centavos por pista -Rhapsody además pagó otros 8 centavos por derechos de autor-, la compañía perdió dinero. Sin embargo, buena parte del contenido de la “larga cola o long tail” es material antiguo que ya ha recuperado la inversión: música de bandas que tuvieron bajos costos de grabación, o grabaciones en vivo. ¿Qué deberían hacer los sellos? La respuesta surge al examinar la psicología del consumidor de música. La elección que enfrentan los fanáticos no es cuántas canciones comprar en iTunes y Rhapsody, sino que cuántas canciones comprar en vez de descargarlas gratis de Kazaa u otras redes P2P. Intuitivamente, los consumidores saben que la música gratis no es realmente gratis: aparte de los riesgos legales, toma mucho tiempo juntar una colección. La calidad varía y un 30% de las pistas son de algún modo u otro defectuosas. Y lo que es cierto para la música es doblemente cierto para las películas y juegos, en los que la calidad de los productos pirateados puede ser aún más lúgubre, en los que los virus son un riesgo y en los que las descargas toman mucho más tiempo.

 

Regla Nº 3: Ayúdame a encontrarlo En 1997, un emprendedor llamado Michael Robertson inició lo que se atisbaba como un negocio long tail. Llamado MP3.com, éste permitía que todos pusieran archivos musicales en la red, los que estarían disponibles para cualquier usuario. La idea era que el servicio se saltara a los sellos, permitiendo a los artistas conectarse directamente con los auditores. Las ganancias de MP3.com vendrían de las tarifas que se les cobraría a las bandas por promocionar su música en el sitio. Dejando de lado el hecho de que mucha gente utilizó el sitio para colocar y compartir pistas comerciales -lo que condujo a los sellos a demandar a MP3.com-, el modelo no cumplió con su propósito. Las bandas emergentes no encontraron audiencias nuevas. De hecho, MP3.com se ganó la fama de ser lo que en realidad era: un intrascendente acopio de música, por lo general mala. El problema con MP3.com fue que no tenía acuerdos de licencias con los sellos para ofrecer música comercial. Por lo tanto, no existía ningún punto de entrada conocido para los consumidores, desde el cual se pudiera comenzar a explorar lo desconocido. Ofrecer solamente éxitos tampoco ayuda. Es cosa de pensar en los servicios de video bajo demanda de las empresas de cable. O en Movielink, el servicio de descarga de video manejado por los grandes estudios. Debido al control de los proveedores y los altos costos, mantienen contenidos limitados: apenas unos cuantos cientos de estrenos recientes. Por el contrario, el éxito de Netflix, Amazon y de los servicios de música online demuestra que se necesitan ambos extremos de la curva: los éxitos populares y también “la larga cola o long tail”. Los éxitos siguen siendo importantes para atraer a los consumidores. Las grandes empresas “long tail” pueden posteriormente guiar a los consumidores, siguiendo los perfiles de sus gustos y aversiones, facilitando su exploración hacia lo desconocido. Por ejemplo, Rhapsody incluye a Britney Spears. Junto a las listas de sus álbumes hay links a “artistas similares”. Entre ellos está Pink. Si se hace click y lo que escucha es de su agrado, se puede hacer lo mismo con los artistas similares a Pink, como, por ejemplo, No Doubt. Y en la página de No Doubt, la lista presenta a “sus bandas inspiradoras”, entre las que está Selecter, un grupo ska de los ’80. Con tres clicks, Rhapsody podría haber animado a un fan de Britney Spears a escuchar un álbum de Selecter que difícilmente se puede encontrar en una disquería. ??sta es la diferencia entre empujar y atraer. Para la industria del entretenimiento, las recomendaciones online son una forma de marketing notablemente eficiente, que permite a los filmes y a la música menos masivos encontrar una audiencia. Para los consumidores, una recomendación online fomenta la exploración y puede reanimar la pasión por las películas y la música, creando un mercado mucho mayor (el cliente promedio de Netflix arrienda siete videos al mes, tres veces más que la tasa de las tiendas tradicionales). Además, el beneficio cultural de todo esto es mayor diversidad, terminando con la tiranía de los éxitos. Ese es el poder de la “larga cola o long tail”. Y su tiempo ha llegado.

Chris Anderson (longtail.com)es el editor jefe de Wired Magazine, la revista tecnológica más famosa del mundo. Nació en 1961 en Londres y en 1966 su familia emigró a Estados Unidos. Estudio Ciencias Físicas e hizo investigación en Los Álamos y trabajó luego en dos de las más prestigiosas revistas científicas del mundo: Nature y Science. Antes de incorporarse, a mediados del 2001, a Wired, trabajó por siete años en The Economist, en Londres, Hong Kong y Nueva York, cubriendo temas de tecnología y luego de negocios. Hoy vive en Berkeley, California, con su mujer y cuatro hijos. (The Long Tail: US$ 14.97 en www.amazon.com)

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Noticias Agosto 21, 2006

Aniversario WWW

Muchas de las prácticas que realizamos en la actualidad, como enviar emails, chatear, leer la prensa, confirmar vuelos, comprar y blogear son cuestiones inimaginable hace tan sólo quince años y, sin embargo, parecen ser tan naturales, como siempre hubiesen estado ahí (mis primeros mails los envié a principios de los noventa, con el coordinador). Uno de mis propósitos de mis cursos de emprendimiento e innovación es que los participantes se inserten y adapten a esta nueva cultura de la era digital, pero también que desarrollemos como sociedades la capacidad de producir valor en ella, sea social, artístico o económico, pero que adoptemos un modo creativo y activo en la red, que es el mandato de esta nueva era. Aquí va un artículo de El Mecurio celebrando los quince años de la web y sus efectos sobre el comercio:

WWW. A 15 años del desarrollo de la web:
Internet cambió el comercio

La creación de la primera página web remeció la economía mundial a tal punto que dio origen a un nuevo paradigma de los sistemas productivos.

Álvaro Rodríguez Vial

Hace 15 años, en agosto de 1991, en el laboratorio suizo de CERN se llevó a cabo un experimento que cambió el curso de la economía: se “subió” la primera página web a Internet. Nacía lo que hoy conocemos como la triple “W” y, de paso, el invento más revolucionario de la era digital.

Atrás quedaban décadas de uso militar y exclusivamente académico. Internet comenzaba su camino hacia la masificación y el mundo no volvió a ser el mismo: en poco tiempo, oleadas de capitalistas de riesgo comenzaron a oler billetes en cuanto proyecto montado en una página web se les apareciera por delante.

Surgieron los primeros “browser” o “visualizadores” de la red: Mosaic, dependiente de la Universidad de Illinois, en 1993. A los pocos minutos fue aplastado por NetScape (creada por ex desarrolladores de Mosaic), que incorporó gráfica e imágenes. NetScape fue la primera compañía en captar la atención de la bolsa de valores de EE.UU.: cuando sus acciones salieron a la venta, en agosto del 95, triplicaron su valor en la primera jornada. Pero la gloria duró menos que una burbuja, pues tras una sangrienta batalla con Microsoft, la guerra por el browser más masivo terminó ganándola Microsoft Internet Explorer (con una acusación por monopolio a cuestas).

Continúa:

Pero Internet y la web en estos 15 años han sido harto más que visualizadores.

Empezaron a brotar compañías como los buscadores WebCrawler, Excite, Yahoo!, Lycos y AltaVista, y otras como MCI y WorldCom. Más tarde, nació una de las gigantes que le cambió la velocidad a Internet: Cisco Systems, que en marzo de 2000 alcanzó una capitalización de US$ 400.000 millones, sobrepasando por poco tiempo a la misma Microsoft.

Hubo capitales para lanzar sitios y vender de todo. Entre 1995 y 2000 el Nasdaq, principal índice tecnológico de EE.UU., se quintuplicó. Pero todo era demasiado de película como para ser cierto: luego de estar en su cúspide, a mediados de 2000 el Nasdaq se vino al suelo, y miles de compañías con bajo flujo de caja quebraron o simplemente se fusionaron.

Sobrevivieron las más fuertes, que lograron desarrollar modelos de negocios inexistentes hasta hace 15 años: Amazon (con una bodega equivalente a ocho veces el Estadio Nacional), Yahoo!, eBay y Google. Esta última, con una capitalización de US$ 117.000 millones, superior a los US$ 98.000 millones de HP y muy por encima de los US$ 51.000 millones de Dell, o los US$ 19.000 millones de SUN, los grandes del hardware.

Transacciones, transacciones

“La web -www- fue una killer application (aplicación asesina), según la jerga tecnológica. Todos tuvieron que entrar en ella. Todos tienen que saber usarla. Todas las empresas tienen que tener su propia página web. Si no, sacrifican parte del mercado. Fue una verdadera revolución el poder mover datos, imágenes y audio a través de la red. Gracias a la web es que hoy es posible todo lo que se conoce como desarrollo digital”, dice Alberto Mordojovic, gerente general de Magenta.

Sólo Internet, la web y su impacto en las comunicaciones virtuales hicieron posible la masificación de la subcontratación intercontinental, que llevó a empresas manufactureras a trasladar su producción a lugares en el extranjero mucho más baratos. Incluso, las grandes moles de Silicon Valley tienen subcontratadas a compañías (muchas de ellas en Asia) para la elaboración de piezas y partes. Para qué hablar de las funciones de respaldo de oficinas y call centers que fueron estratégicamente reubicadas en el extranjero -especialmente en India- en los centros de servicios de negocios en Bangalore e Hyderabad.

Pero el impacto en los negocios también ha sido dramático: los vendedores online establecieron un récord en EE.UU. en 2005. Exceptuando los viajes, el año pasado se gastaron US$ 82 mil millones en compras a través de Internet, un 24% más que en 2004. Las ventas online de ropa, software, juguetes y productos para el hogar aumentaron en más de 30%. Y la mayoría de estas cosas fue enviada o entregada por empresas de reparto.

“En síntesis, la existencia de la web ha implicado disminución de costos de transacción por los canales digitales desarrollados; desaparición de los intermediarios; generación de nuevos insumos tecnológicos que sólo nacieron gracias a la masificación y desarrollo de Internet, lo que ha mejorado la productividad de las empresas; precios más competitivos para oferentes y para consumidores, en parte por la posibilidad de cotización simultánea, en línea y en tiempo real”, dice Jorge Rivera, académico de la Escuela de Economía de la U. de Chile.

“La web vino a motivar la generación de comunidades de grupos etarios y culturales, constituyéndose en nuevos consumidores, con necesidades de expresión insatisfechas y con la cualidad de saltarse los traders o intermediarios. Una de las industrias más golpeadas han sido las agencias de turismo porque la venta de pasajes y reservas de hoteles o arriendos de autos los puedo hacer en minutos desde mi computador. Lo crucial ha sido el ahorro de costo y tiempos: todo hacia el aumento de la productividad”, comenta el director de la oficina de Investigación de Yahoo! para Europa y América Latina, el chileno Ricardo Baeza-Yates.

Otro dato: cuando se masificó la banca electrónica, el ahorro promedio por transacción en Chile, considerando cliente y banco, fue de al menos US$ 1,68 por transacción, lo que implicó ahorros de poco más de US$ 387 millones entre junio de 2000 y junio de 2002.

Según un estudio de la Cámara de Comercio de Santiago y la UC, el 33% de las empresas chilenas utilizan Internet como canal de ventas. Sin embargo, la modalidad B2B (business to business, empresa a empresa, movió US$ 6 mil 673 millones en 2004) es muchísimo más significativa que la B2C (business to consumer, empresa a consumidor, apenas US$ 80 millones). Asimismo, el 59% de las empresas chilenas utiliza mecanismos electrónicos para comunicarse con sus socios comerciales: “La herramienta de comunicación más utilizada por las empresas nacionales corresponde a los sitios web corporativos (28%). Los pagos electrónicos aparecen como el segundo mecanismo de relación más relevante, confirmó el estudio.

“La Internet nos ha facilitado la vida. Más del 90% de los chilenos pagamos los impuestos por esta vía, además de las cuentas telefónicas, cable y cuanto servicio exista que puede ser cancelado sin moverse del escritorio. Se acabaron los viajes inútiles al banco. El email (chat, voz a través de Internet y otros métodos de conectividad instantánea) es el aspecto más sobresaliente y de alto impacto. El trabajar en tiempo real con personas en distintos rincones del planeta ha permitido acortar los tiempos de decisión, ha creado el teletrabajo (offshoring) y ha abierto una infinidad de negocios y oportunidades difíciles de dimensionar”, afirma Alejandro Fosk, fundador de Certifica.com, compañía que mide el comportamiento de más de 25 millones de usuarios de la región.

Como corolario, la web es todo un mundo. Y eso que aún quedan mundos por explotar en la esfera de Internet.

EN CIFRAS

Más de 80 millones de sitios web con dominio registrado hay en el mundo.

50 minutos dura en promedio una sesión de “navegación” por la web al mes, según Nielsen//Netratings.

43 segundos dura en promedio la visita a una página web.

39 páginas son vistas en promedio por cada sesión de Internet.

26 horas y 16 minutos es el uso promedio mensual de un computador en el mundo.

358.000.000 de internautas había en 2000 en el mundo. En cinco años se triplicó.

16,87% del tráfico por Internet se concentra los días miércoles, el día más “activo” de la red, según la consultora OneStast.

11,2% del tráfico ocurre los días sábado, siendo el día de menor “volumen”.

54,6% de los visitantes a un sitio revisa sólo dos páginas por visita.

16,56% visita tres páginas por sitio. Y sólo un 6,14% ve seis o más páginas.

En Chile

US$ 13.200 millones en ventas registró la economía digital (comercio electrónico, servicios, software y aplicaciones, telecomunicaciones e infraestructura) en 2005, según un estudio de la Cámara de Comercio de Santiago.

73% de las empresas en Chile tienen conexión a internet.

US$ 8.250 millones alcanzaron las transacciones por vías electrónicas. Para 2006, se espera un aumento de 25%, hasta los US$ 10.250 millones.

98% de las ventas estimadas para 2006 se espera que provengan de operaciones entre empresas y de éstas con el Estado.

6.700.000 usuarios de internet hay en Chile. Esto es, el 41% de la población. Para fines de 2006 se esperan 7.000.000 de internautas chilensis.

La ruidosa revolución

Internet cambió el paradigma de los sistemas de producción y de transacción mundial.

A partir de agosto del ’91, la actividad económica y empresarial quedó marcada por nueve rasgos:

Completo alcance y acceso (la web hizo visible y posibilitó alcanzar una enorme masa de clientes, así como de acceder a un mayor número de proveedores, sin restricciones geográficas).

Total conexión (entre personas y sistemas, transformándose la red en una herramienta para articular y automatizar procesos).

Interactividad (la comunicación no es un sistema unidireccional, sino que permite el diálogo. Internet no es un canal sino un medio de comunicación).

Simultaneidad (acceso y alcance simultáneo de información, imposible para sistemas tecnológicos anteriores).

Ubicuidad (todo el mundo puede comunicarse con todo el mundo).

Tiempo real (el tiempo de acceso y difusión de información es cero).

Compatibilidad (todo el desarrollo tecnológico se estandarizó para “comunicarse” en la web).

Bajos costos (de comunicación).

Personalización (relación uno a uno entre comprador y vendedor, y la personalización de productos y servicios directamente con la demanda).

Noticias Julio 5, 2006

Negocios en Internet: América Latina

americaeconomia.com este mes trajo un completo informe del desarrollo de negocios y nuevas oportunidades en internet, en Amércia Latina. Para las personas que les interesa el cambio y el desarrollo en la región, estas oportunidades son mucho más económicas, sustentables y viables en el tiempo para masificar la riqueza en America Latina y despegarnos de la expectativa de sacar producción de la tierra, ya sea mineral o agropecuaria. Pero, como dice Fernando Flores, “nos falta una visión” para avanzar sobre ello. Se trata de crear nuevos negocios que capturen clientes e inversionistas que pueden vinir de cualquier parte del mundo, partiendo de nuevos desarrollos de servicios de comercio, entretención, gestión o marketing.

El informe muestra que América Latina puede atraer inversiones como sucede con google o como China o India, si tomamos en cuenta oportunidades como el crecimiento de los usuarios de internet, que se cuadruplicó entre 2000 y 2005 y llegó al 14,4% de la población, con conexiones de banda ancha que sobrepasan los 8 millones, con consumidores que compraron US$ 4.300 millones en la región en 2005, y que se espera que lleguen a US$ 20.000 millones en los próximos cinco años, compuesto por la incorporación al consumo de los adolescentes de los 90 que crecieron sin temerle a la tecnología, portales de B2B y marketplaces.

A pesar del acelerado crecimiento, si consideramos que las cifras de penetración son iniciales, es evidente que la potencialidad de crecimiento es virtualmente infinita, y de seguro que alguien no esperará en tomar la oportunidad.

Continúa:

americaeconomia.com
Especial negocios en internet / Introducción
Segundo round

La explosión de la burbuja de internet del 2000 dejó un sabor demasiado amargo en América Latina. Las expectativas eran muy altas y las pérdidas tan desastrosas que hoy, seis años después, sigue siendo de mal gusto recomendar invertir en una puntocom. Pero en los últimos meses, gracias al fenómeno Google, en Estados Unidos ha surgido una nueva generación de proyectos online con modelos de negocios brillantes que está atrayendo a nuevos inversionistas de riesgo, incluso ávidos por financiar proyectos en China e India. Pero poco y nada de eso llega a América Latina.

No obstante, la red nunca paró de crecer en la región. Los usuarios se cuadruplicaron entre 2000 y 2005 y ya llegan al 14,4% de la población. Las conexiones de banda ancha ???casi inexistente hace cinco años??? hoy sobrepasan los 8 millones. Mientras algunos portales demuestran que las ideas iniciales del B2B y los marketplaces funcionan, la incorporación al consumo de los adolescentes de los 90 creció sin temerle a la tecnología y está disparando las cifras del comercio electrónico al detalle.

Estimaciones de Visa International dicen que los consumidores compraron US$ 4.300 millones en la región en 2005, y que se espera que lleguen a US$ 20.000 millones en los próximos cinco años. La publicidad online, aunque no ha mostrado la misma expansión, ha empezado a sofisticarse y a generar formatos más efectivos, mientras marcas como Terra, UOL y Prodigy MSN, se transforman en referentes en sus mercados. Eso, sin contar el efecto Google, que sólo a fines del año pasado puso sus pies en la región al abrir una oficina en México y adquirir una compañía en Brasil. De hecho, 2006 podría ser el año del gran salto para la industria de medios en internet, que además piensa en cómo extenderse a la telefonía celular.

Es verdad que en la región no hay muchos desarrollando tecnologías de búsqueda, las favoritas de los actuales venture capital internacionales, y que gran parte de las plataformas de las tecnologías de comunidades online vienen de sitios del primer mundo. Pero hay varias aplicaciones y conceptos que se empiezan a desarrollar en la región y que son de alto potencial de negocio. ¿Un nuevo boom? Puede serlo, aunque el dinero involucrado en esta nueva versión de la revolución de la red ???web 2.0, como ya le llaman en Estados Unidos??? es mucho menor al de los ???90 y los proyectos no prometen revolucionar al mundo con una simple presentación de Power Point y un plan de negocios. Eso es justamente lo bueno.

1. Publicidad en Internet
2. Comercio Electrónico
3. Tarabú
4. UOL Inc.
5. B2B: Iconstruye

Noticias Junio 27, 2006

Venture Capital: Capitalistas Ángeles en Chile

Les ofrezco esta nota acerca de los inversionistas ángeles en Chile, industria incipiente pero con gran potencialidad. Con Octantis hemos colaborado desde hace tres años en la orientación y conexión con redes de inversionistas para los emprendedores que han participado en nuestros cursos en Chile. Gabriel Hidalgo, Gerente de Octantis, ha sido de inmensa ayuda con su compromiso y comprensión de la potencialidad de desarrollar negocios nuevos con emprendedores emergentes:

El Mercurio
Apoyo a los emprendedores:
El surgimiento en Chile de los “inversionistas ángeles”

Entre US$ 50 mil y US$ 300 mil gastan estos empresarios en atractivos pero riesgosos proyectos, elegidos por instinto.

Nicole Keller Flaten

Hombres entre 40 y 70 años, patrimonio superior a los $20 millones (US$ 33 mil) disponible para invertir y ganas y tiempo para manejar una empresa. ??ste es el perfil de los “inversionistas ángeles” en Chile. Personas dispuestas a arriesgar su capital en proyectos presentados por jóvenes que muchas veces no tienen ni el dinero ni la experiencia para emprender solos sus ideas.

El monto de las inversiones de estos personajes varía desde los $45 millones que gastaron Andrés Bayor y Loreto Mandujano cuando decidieron invertir en “Altalé”, una empresa de masas, hasta los US$ 300.000 que puso Juan Carlos Henríquez a sus 45 años para la empresa de acero “Monitor”.

Continúa:

Bayor y Mandujano se convirtieron en “ángeles” por casualidad, cuando ambos se encontraron sin empleo el año pasado. “Cuesta encontrar trabajo a estas alturas de la vida, pero todavía tienes capacidades, empuje e ideas que quieres capitalizar. Entonces conocimos a estos emprendedores, nos gustó el proyecto y nos metimos en esto”, cuenta Andrés Bayor.

¿Qué son?

El “inversionista ángel” es aquella persona que aporta capital a proyectos que ya son muy grandes como para buscar recursos entre la familia, pero aún muy pequeños para buscar capital de riesgo.

Si bien el capital que invierten es de alto riesgo, las rentabilidades de los proyectos suelen superar el 50%.

Estos personajes ya han desarrollado toda una cultura en el extranjero, formando gigantescas redes y recibiendo créditos tributarios de parte del Estado. Basados en el “Smart Money” o dinero inteligente, los inversionistas ángeles aseguran que aportan la experiencia y “cabeza” que los emprendedores tanto necesitan.

Justamente hace unas semanas visitó nuestro país David Grahame, quien encabeza una importante red de ángeles en Escocia. “Es gente emprendedora por instinto, que les gusta el riesgo, pero que también quieren devolver lo que han recibido y fomentar proyectos ajenos”.

Pero Chile ya se está subiendo al vagón “angelical”. Hace ya dos años que nació la “Red de inversionistas ángeles” de mano de Octantis y de la Universidad Adolfo Ibáñez. Según explica su director, Fernando Prieto, ya son cerca de 60 personas las que participan en esta red. En 2005, esta red de “ángeles” invirtió cerca de US$ 1 millón, cifra bastante lejana de los US$ 62 millones que generó la red de Escocia.

La Corfo también ha tenido una importante participación en el surgimiento de este tipo de inversionistas, creando un programa nacional que ofrece un cofinanciamiento de hasta 80%.

Los emprendedores chilenos llegan a los inversionistas ángeles tanto de un modo informal, como a través de incubadoras las cuales filtran los proyectos y hacen una preselección, al punto de que a los ángeles sólo se les presentan unas 12 ideas al año.

Al momento de elegir el proyecto adecuado, los inversionistas coinciden en que es una cosa “de guata” . “Aquí manda lo intuitivo”, asegura Loreto Mandujano, “no siempre nace de un conocimiento muy profundo, te fijas en lo que te gusta, en lo que el emprendedor te cuenta… al final es una apuesta”.

Con esto concuerda Henríquez, quién invirtió US$ 300.000, basado en que le llamó la atención la manera transparente en que los jóvenes presentaron el tema. “Fueron trasparentes y no escondieron la realidad”. Este empresario con años de experiencia en Cemento Melón asegura que llegó a la red de inversionistas a través de Banchile, donde invertía su capital.

Un ejecutivo de la corredora de bolsa afirma que además de aquellos interesados en el emprendimiento, también es común ver a jubilados que invierten en estos proyectos para “tener una linda historia para contar a la hora de jugar golf”.

Sin embargo, al ser capital “de riesgo”, por lo general el inversionista se involucra mucho en el proyecto para supervisar su evolución.

Es así como los socios realizan reuniones bisemanales con los jóvenes a cargo de la planta, mientras que Henríquez pasa la mitad de su tiempo en la compañía de acero, de la que ahora es presidente del directorio, por lo que también toma decisiones.

SU ADN

ENTRE 40 y 70 años, patrimonio sobre $20 millones y ganas de dirigir empresas.