Es para estar optimista que en países de América Latina se esté avanzando en el desarrollo de la biotecnología para la industria. Contamos con aplicaciones en el desarrollo industrial y comercial de especies marinas, ganado, fruta, madera y hasta explotación minera.

Reconociendo que la industria basada en el desarrollo de la genética es inmensamente variada y compleja, en cualquier caso, para países que basan su economía en la explotación de recursos naturales, es un peligro no adoptar estas tecnologías a riesgo de quedar fuera de mercados en innovaciones, calidad y precios. El costo de seguir participando sin contar con desarrollos propios puede ser pagar altos derechos de utilización de patentes, que nos impidan ser competitivos.

También es interesante reconocer que no todo desarrollo biotecnológico necesita producir Organismos Géneticamente Modificados, sino que el conocimiento genético sirve para mejorar el diseño de las mejoras de las especies vegetales y animales, con combinaciones que antes tomaban mucho tiempo. Además, esta industria de intervención en productos que en su mayoría son alimentos, está abriendo otro potencial de negocio basado en Productos Orgánicos, que aseguren estar limpios de modificaciones genéticas, fertilizantes e insecticidas sintéticos de origen industrial, sino que se valora el cultivo con componentes naturales. En el negocio de la fruta los precios de los productos orgánicos son tres veces superiores a los que no certifican esta condición. Europa tiene normativas que obligan a los comercios a informar sobre esta condición: orgánicos, genéticamente modificados, etc. En Chile aún tenemos ese camino que recorrer.

Es una oportunidad de negocio para el país, para los agricultores, en países que aún tienen inmensidades de territorios sin contaminar, y para los consumidores, si queremos tener acceso a alimentarnos con calidad.

Por ahora, les invito a leer el artículo de la revista Quépasa sobre el desarrollo de la industria ganadera en Chile: “Vacas por encargo”