Quépasa. Son la nueva sensación de internet: los llamados sitios de redes sociales, como Facebook.com o MySpace.com. Millones de personas conectadas para conocerse, encontrarse después de muchos años sin verse, para intercambiar gustos comunes -música, libros, odios, pasiones- y exhibir sin temor en público sus datos más privados. Este reportaje de la revista New Atlantis narra la historia de cómo los conceptos de "amistad" y "comunidad" se están reinventando.

Por  Christine Rosen

Durante siglos, los ricos y poderosos han registrado su vida y su estatus en los retratos pintados. Estos dan pistas sobre  sus vidas diarias y, sobre todo, de su posición social. También los autorretratos pueden ser especialmente instructivos. Al mostrar cómo el artista desea ser visto, develan su ego y modestia, la importancia o la ironía con que se concibe a sí mismo. Hoy nuestros autorretratos son democráticos y digitales: están hechos de pixeles. Los sitios de redes sociales como MySpace y Facebook son dichos autorretratos modernos, e incluyen música de fondo, fotos cuidadosamente manipuladas, así como listas de nuestros hobbies y amigos. Son interactivos: invitan a que los espectadores respondan.

Los creamos para consumir amistad, amor y esa ambigua cosa moderna llamada "estar conectado". Actualizamos estos retratos online, pero como son objetos digitales, son mucho más efímeros que un óleo sobre tela. Estadísticas vitales, vistazos de carne desnuda, listas de bandas favoritas, todo ello clama por nuestra atención, y es este deseo humano el que surge como tema dominante en estas galerías virtuales.

Aunque estos sitios aún están en su infancia, su impacto cultural se ve en todas partes: en el idioma (ahora "amigo" se ha convertido en un verbo en inglés, algo así como "amigar"), en la política (los aspirantes presidenciales tienen que mostrar sus virtudes en MySpace), y en los campus universitarios (en donde el hecho de no usar Facebook puede ser una desventaja social). Pero estamos sólo en los albores de las consecuencias del uso de estos sitios, tanto para la amistad como para nuestras nociones de privacidad, autenticidad, comunidad e identidad. El oráculo délfico que decía "conócete a ti mismo" se ha transformado, en el mundo de las redes sociales online, en muéstrate a ti mismo.

Un boom online

La primera de estas redes sociales fue el Bulletin Board System, de los años 80, que permitía a los usuarios colocar mensajes públicos, enviar y recibir mensajes privados, jugar e intercambiar programas.

Otros sitios comunitarios para establecer conexiones surgieron en los 90: Classmates.com (1995); Company of Friends, un sitio orientado a los negocios (1997); y Epinions, fundado en 1999 para permitirles a los usuarios dar sus opiniones sobre productos de consumo.

Otra nueva generación de sitios de redes sociales surgió en 2002 con el lanzamiento de Friendster.com, cuyo fundador, Jonathan Abrams, ha reconocido que su principal motivo era conocer mujeres atractivas. A diferencia de las comunidades online previas -que reunían a desconocidos anónimos-, Friendster utilizó un modelo de redes sociales conocido como el "Círculo de Amigos": los usuarios invitan a sus amigos y conocidos a participar en la red.

Friendster fue un exitazo. A mediados de 2003, contaba con millones de usuarios registrados. Sin embargo, la mala administración de la compañía permitió que un nuevo sitio, MySpace -lanzado en 2003-, pronto lo superara. Originalmente creado por músicos, MySpace se ha convertido en un importante lugar de reunión -con más de 100 millones de usuarios registrados- para compartir música, videos y fotos. Estar conectado es un gran negocio: en 2005, Rupert Murdoch, de News Corporation, compró MySpace en US$ 580 millones.

El otro proyecto exitoso es Facebook, lanzado en 2004 y originalmente restringido a estudiantes universitarios. El sitio -que toma su nombre de los álbumes con fotos que las universidades les entregan a los novatos- pronto extendió su membresía a los escolares de secundaria y ahora está abierto a todos. Millones de estudiantes revisan sus páginas de Facebook varias veces al día y se pasan horas enviando y recibiendo mensajes, o realizando citas.

Existen decenas de sitios similares, como Orkut, Bebo y Yahoo 360º. Microsoft anunció recientemente sus propios planes de crear uno llamado Wallop: la compañía asegura que brindará "una forma enteramente nueva para que los consumidores expresen su individualidad online". Los sitios de nicho también florecen: existen los de fotógrafos, de los amantes de la música y los fanáticos de los deportes. Y para quienes quieren unirse a uno y no saben cuál es el indicado, existen otros sitios que los ayudan a localizar la comunidad online adecuada para sus intereses particulares.

Los sitios de redes sociales también son terreno fértil para quienes viven de obtener la atención de los demás, como los comerciantes y los políticos. Sellos musicales, editoriales y estudios cinematográficos han creado páginas para sus productos. En algunos casos han desarrollado sitios oficiales en MySpace para personajes ficticios del cine y de los libros. Algunas mascotas deportivas e íconos de marcas también las tienen. Procter & Gamble tiene una página en MySpace para la pasta dental Crest, que incluye una sensual modelo llamada "Miss Irresistible": este verano tenía unos 50.000 usuarios registrados como sus amigos.

Con las primarias presidenciales en camino, los candidatos han abrazado la política de no dejar atrás ninguno de estos sitios. Hillary Clinton tiene páginas oficiales en MySpace, Flickr, LiveJournal, Facebook, Friendster y Orkut. En julio tenía 52.472 amigos en MySpace (un poco más que Miss Irresistible). Su rival Barack Obama tenía la impresionante cifra de 128.859. En materia de redes sociales online, los aspirantes republicanos a la Casa Blanca lo hacen peor que sus oponentes demócratas: algunos de ellos ni siquiera tenían presencia en las redes y los que sí no tenían tantos amigos en MySpace como Hillary.

A pesar de la creciente variedad de sitios de redes sociales, los más populares comparten ciertas características. Por ejemplo, en MySpace y Facebook el proceso de establecer la identidad online es relativamente simple: dar el nombre, dirección, e-mail y algo más de información, y ya se está listo para crear un personaje online.

MySpace incluye una sección -"acerca de mí"- donde se puede colocar un nombre, edad, lugar de residencia y otros detalles personales, como signo zodiacal, religión y orientación sexual. También está la sección "a quién me gustaría conocer", que en la mayor parte de los perfiles de MySpace está llena de imágenes de celebridades. Los usuarios pueden listar su música favorita, películas, programas de TV, así como sus héroes personales. Un usuario "amiga" a otras personas, esto es, las invita por e-mail para aparecer en su "Espacio de Amigos", donde éstos son listados y ranqueados. También existe una sección donde los amigos pueden colocar notas. MySpace les permite a los usuarios personalizar sus páginas, cargándolas con imágenes, música y videos; de hecho, una de las características de la mayoría de las páginas es la ubicuidad del abarrotamiento visual y de audio.

Juego de redes

Vale la pena detenerse para describir esta nueva forma de interacción humana. Los sitios de redes sociales "conectan" usuarios mediante una red (literalmente una red computacional). Pero el término "conectar" se usa desde hace mucho para describir un acto intencional de conexiones sociales, especialmente de profesionales que buscan contactos que les sirvan en sus carreras. Cuando la palabra entró en circulación en los 70, las redes computacionales eran escasas. En ese entonces, "red" solía referirse a la televisión. Pero los cientistas sociales ya usaban la noción de redes y nodos para mapear las relaciones humanas y calcular cuán estrechamente estamos conectados.

En 1967, el sociólogo de Harvard Stanley Milgram publicó los resultados de un estudio sobre las conexiones sociales al cual llamó el "experimento del pequeño mundo". "Imaginemos dos personas en el mundo: X y Z. ¿Cuántos vínculos con conocidos se necesitan antes de que X y Z se conecten?". La investigación, que consistió en enviar una especie de correo en cadena y monitorear su recorrido hasta llegar a la persona determinada, dio como resultado un promedio de 5,5 conexiones. La idea de que todos estamos conectados por "seis grados de separación" se convirtió en un cliché.

Pero, ¿es cierto aquello?

Duncan J. Watts, profesor de Columbia University, testeó la teoría de Milgram. Su experimento también utilizó el correo electrónico para determinar si "dos personas pueden llegar a conectarse por 'seis grados de separación'". A diferencia del experimento de Milgram, que se limitó a Estados Unidos, el de Watts es global. "Los destinatarios incluían a un profesor universitario en EE.UU., un inspector de archivos en Estonia, un consultor tecnológico en India, un policía en Australia, y un veterinario del Ejército noruego".
Los resultados iniciales sugieren que Milgram pudo haber estado en lo correcto: los mensajes llegaban a los destinatarios en cinco a siete pasos, en promedio. Albert-László Barabási ha escrito: "El mundo se ha reducido porque los vínculos sociales se activan fácilmente, y la cantidad de vínculos que puede activar un individuo ha crecido dramáticamente, bajando los grados de separación. Milgram estimó seis; hoy podrían ser tres".

¿De qué tipo de "vínculos" se trata? En un ensayo de 1973, el sociólogo Mark Granovetter sostenía que relaciones débiles, como las que se forman con los compañeros de trabajo, eran más útiles para difundir cierto tipo de información que las redes de amigos cercanos o familiares. Las redes sociales de hoy son en su mayoría agregados de vínculos débiles. Nadie que tenga miles de "amigos" en MySpace piensa en ellos como en sus amistades de carne y hueso. No es extraño, entonces, que las actividades que fomentan las redes sociales sean precisamente las que promueven los vínculos débiles, como esparcir rumores, conocer gente y seguir los siempre cambiantes movimientos de la cultura popular y de la moda.

Según una encuesta de Pew Internet, más de la mitad de los estadounidenses entre los 12 y 17 años utiliza algún sitio de redes sociales. De hecho, los medios por lo general los describen como un enorme campo de juego para adolescentes. Pieza central de esta narrativa es una diferencia generacional casi insuperable, en la que los jóvenes expertos en tecnología están redefiniendo la amistad, mientras los más viejos observan confundidos y ansiosos.

Sin embargo los sitios de redes sociales no son sólo para los jóvenes. Más de la mitad de los visitantes de MySpace asegura tener más de 35 años. Y ahora que la primera generación de universitarios usuarios de Facebook ya se graduó y que el sitio está abierto a cualquiera, más de la mitad ya no son estudiantes. Más aún, la proliferación de sitios que apuntan a nichos específicos sugiere que no sólo los adolescentes establecerán relaciones en el espacio virtual.

¿Cuáles son las características de estas comunidades online que son usadas por cada vez más personas? Poseen una sicogeografía muy peculiar. Hace una década, se usaban metáforas de lugares para organizar a sus miembros: las personas se relacionaban a través de ciudades y comunidades virtuales. En 1997, GeoCities se jactaba de tener 30 "vecindarios" virtuales, en los que se podían reunir los "GeoCitizens (GeoCiudadanos)". Las actuales redes sociales, por el contrario, se organizan en torno a metáforas acerca de la persona, con perfiles individuales que listan hobbies e intereses. El resultado de ello es que el ingreso a este mundo se produce a través de la revelación de alguna información personal.

Riesgos virtuales

En el mundo online -que no está atado a las fronteras que tienen las comunidades del mundo real- abundan nuevos desafíos a las normas de comportamiento. Por ejemplo, ¿qué hacer con un "amigo" que postea comentarios inapropiados en mi página? ¿Qué hacer si alguien sube una foto vergonzosa mía en su página de MySpace? Algunas de estas situaciones se pueden resolver al instante; otras pueden provocar largas agonías.

Las normas sociales cumplen una función protectora. Conozco a una joven, atractiva e inteligente, que se unió a Facebook mientras estudiaba. Cuando se comprometió con su novio, ambos actualizaron el estado de relaciones de sus perfiles a "comprometidos". Sus amigos les enviaron mensajes de felicitaciones. Pero luego rompieron el compromiso. Y algo curioso sucedió. Aunque ella ya le había contado a algunos amigos y a la familia, su ex decidió hacerlo oficial de un modo muy del siglo XXI: cambió el estado de su perfil de "comprometido" a "soltero". Facebook envió de inmediato la noticia a todos sus "amigos" mutuos, "el Sr. X y la Sra. Y ya no tienen una relación", junto al icono de un corazón roto.

Los entusiastas alaban las redes sociales porque dan oportunidades para jugar con las identidades: todos podemos ser pequeños Van Gogh y Warhol, y convertirnos en versiones siempre cambiantes de nosotros mismos para que otros disfruten. Sitios como PimpMySpace, por ejemplo, ofrecen "diseños, gráficos y respaldos" para crear presentaciones online, aunque a menudo son obscenas: uno de los gráficos más usados por los clientes del sitio era un video-clip de un hombre y una mujer obesa teniendo sexo; otro, la imagen de un popular dibujo animado en actos vulgares.

Este tipo de vulgaridad es común en las redes sociales online por una razón: es una forma fácil de diferenciarse del resto. Los faraones y los reyes se celebraban a sí mismos erigiendo torres y estatuas o, como el emperador Augusto, poniendo su rostro en las monedas. Pero ahora, como ha señalado el experto en tecnología Jaron Lanier, "son pocos los arquetipos y los ideales o iconos por los cuales luchar frente a la vastedad de todo lo que es online y, por lo tanto, las rarezas se ven mejor que las grandezas. Imagino que la página de Augusto en MySpace lo mostraría hurgándose la nariz". Y no estaría solo: una de las características más impactantes que encontrarán quienes dediquen algunas horas a recorrer MySpace es que se trata de un mar de monotonía, de individualidades convencionales, de igualdades distintivas. No importa lo diverso que parezca ser el mundo de las redes sociales: sus usuarios están para autoexponerse. La creación y consumo de detalles e imágenes íntimas propias y de otros es la principal actividad en este mundo online. 

Los jóvenes usuarios, en particular, son a menudo ingenuos sobre la cantidad de información que hacen pública. "Uno no puede dejar de maravillarse sobre el detalle y la naturaleza de información personal que brindan algunos usuarios", escribieron, en 2006, los investigadores Alessandro Acquisti y Ralph Gross. Una encuesta a usuarios de Facebook -incluso entre los estudiantes que aseguraban preocuparse más acerca de la privacidad- reveló que cerca del 40% colocaba su horario de clases en el sitio, el 22% su dirección personal y casi el 16% publicaba ambos datos.

Este descuido ha alimentado muchas noticias de tipo sensacionalista. Así, en 2006, el programa Dateline de NBC informó sobre un policía que se hacía pasar por un chico de 19 años, recién llegado a la ciudad. El impostor pronto reunió a más de 100 amigos en su perfil de MySpace y comenzó a tener correspondencia con varias adolescentes. Aunque las muchachas aseguraban ser cuidadosas con el tipo de información que publicaban online, cuando Dateline les reveló que su nuevo amigo era en realidad un adulto -quien pudo conocer sus nombres y lugares en que vivían-, ellas estuvieron más que sorprendidas. Los riesgos planteados por extraños que usan los sitios de redes sociales para acechar a menores son reales. Este peligro revivió con fuerza en julio de 2007, cuando MySpace eliminó de su sistema a 29 mil abusadores sexuales que se habían inscrito usando sus nombres verdaderos. No existe modo de saber cuántos lo han hecho bajo identidades falsas.

"No sólo las emociones individuales, sino que también las comunidades pueden flotar libremente", escribió Jay Lifton sobre estos sitios. "Su ventaja es que no están "geográficamente atadas y se adoptan temporal y selectivamente, sin ninguna promesa de permanencia". Tal es precisamente el atractivo de las redes sociales online. Estos sitios hacen que ciertos tipos de conexiones sean más fáciles, pero como no están gobernados por la geografía o las costumbres de la comunidad -sino por el capricho personal-, liberan a los usuarios de las responsabilidades que suele conllevar pertenecer a una comunidad. Esto cambia de modo fundamental el tono de las relaciones que se forman en ellos.

Existe un proverbio español que advierte: "La vida sin un amigo es como la muerte sin un testigo". En el mundo de las redes sociales, la advertencia es más simple: "La vida sin cientos de 'amigos' online es una muerte virtual". En estos sitios, la amistad es la raison d'être declarada. "Un lugar para amigos", reza el eslogan de MySpace. Pero la "amistad" en estos espacios virtuales es muy distinta de la del mundo real. En su sentido tradicional, se trata de una relación que implica compartir intereses, reciprocidad, confianza y la revelación de detalles íntimos. Como la amistad depende de revelaciones mutuas que se ocultan al resto del mundo, sólo puede florecer dentro de los límites de la privacidad; la idea de amistad pública es una contradicción en los términos.

El hipervínculo llamado "amistad" en los sitios de redes sociales es muy distinto: público, fluido y promiscuo, aunque burocratizado. La amistad en estos sitios se enfoca en gran parte en reunir, "gestionar" y clasificar a la gente que uno conoce. Por ejemplo, en MySpace todo está diseñado para instar a reunir la mayor cantidad de amigos posible, como si la amistad fuera similar a la filatelia. Un joven usuario de Facebook, con más de 800 amigos, ha dicho en la prensa: "Siempre descubro que mi espíritu competitivo desea que la cifra crezca y crezca". La frase que se encuentra universalmente en MySpace es "¡Gracias por sumarme!", el reconocimiento de un usuario a otro por haber sido adicionado a su lista de amigos. 

Es verdad: todos clasificamos a nuestros amigos, aunque de modo intuitivo y sin decirlo. Un amigo puede ser una buena compañía para ir al cine o a un concierto; otro es alguien con quien se socializa en el trabajo; otro puede ser el tipo de persona por la cual uno deja todo botado para acudir en su ayuda. Pero los sitios de redes sociales nos permiten clasificar públicamente a nuestros amigos. No sólo podemos publicitar nuestras preferencias respecto de las personas, sino que también podemos ver los favoritos entre nuestros conocidos. Podemos aprenderlo todo respecto de los amigos de nuestros amigos, a menudo sin siquiera haberlos conocido.

Status.com

El impulso de coleccionar tantos amigos como sea posible en estos sitios no es una expresión de la necesidad humana por compañía, sino que de una necesidad distinta, no menos profunda y apremiante: estatus. A diferencia de los retratos pintados que se usaban para señalar la pertenencia a las elites una vez que se llegaba a ellas, estos sitios web nos permiten crear estatus.

Por eso existe un motivo por el cual la mayoría de los perfiles de personas famosas en MySpace son falsos, a menudo creados por fans: las celebridades no requieren de legiones de amigos en MySpace para probar su importancia. Es el resto de la población, en busca de una suerte de celebridad provinciana, la que sí lo necesita. Pero la búsqueda de estatus siempre está acompañada de un socio: la ansiedad. A diferencia de un retrato, mantener el estatus en MySpace o Facebook requiere de una alerta constante. Un joven de 24 años escribe: "Estoy obsesionado con los testimonios y los solicito incesantemente. Ellos son la moneda de cambio por excelencia, declaraciones públicas del estatus de intimidad de una relación? Todo perfil es una campaña publicitaria cuidadosamente planificada".

¿Pero qué significa esta búsqueda de estatus virtual para la comunidad y la amistad? El sociólogo Robert Bellah y sus colegas documentaron en los 80 el movimiento que iba desde las comunidades tradicionales y estrechas a los "enclaves de estilos de vida", que se definían principalmente por el "ocio y el consumo". En la actualidad, quizás nos hayamos alejado de los "enclaves de estilo de vida" hacia los "enclaves de personalidad" o "enclaves de identidad", lugares virtuales en los cuales podemos ser personas diferentes (y en ocasiones contradictorias), con distintos grupos de amigos parecidos y siempre cambiantes.

Pero las redes también permiten que la gente se mantenga en contacto: los sitios de redes sociales "facilitan" la amistad del mismo modo que el e-mail facilitó la correspondencia. En el siglo XIX, Emerson observaba que la "amistad requiere más tiempo que el que pueden administrar los hombres ocupados". Ahora, la tecnología nos ha dado la libertad de aprovechar nuestra red de amigos cuando nos conviene. "Es una forma de mantener una amistad sin tener que hacer algún tipo de esfuerzo", lo graficaba recientemente a la prensa un egresado de Harvard. Esa tranquilidad es la que hace posible mantenerse en contacto con un círculo de conocidos "offline" de lo que habría sido en la era anterior a Facebook. Amigos de los cuales no se ha escuchado en años, viejos compinches de la primaria, personas a las que se dejó de ver: ahora es mucho más fácil volver a conectarse con ellas.

El escritor Joseph Epstein alaba al teléfono y al correo electrónico como tecnologías que han facilitado enormemente la amistad. "Proust dijo en una oportunidad que no le importaba la analogía de un libro con un amigo. Él pensaba que un libro era mejor que un amigo, porque uno puede apartarse de él cuando uno lo desee, lo cual no siempre se puede hacer con un amigo". Sin embargo, ello sí es posible con el correo electrónico. Pero los sitios de redes sociales tienen un efecto diferente: desalientan el estar "apartados de" las personas. Por el contrario, animan a los usuarios a chequear y chequearse con frecuencia, a "pinchar" a los amigos, y a postear comentarios en las páginas de los demás. Favorecen una mayor interacción, pero con una menor calidad.

¿Se puede decir que un adolescente que se pasa el tiempo administrando su página de MySpace es distinto de otro que se pasa la noche copuchando por teléfono con sus amigas? Dado que la "gente quiere vivir sus vidas online" y está comenzando a hacerlo a edades cada vez más tempranas, vale la pena explorar estas preguntas.

Actualmente, muchas de nuestras interacciones culturales, sociales y políticas se llevan a cabo mediante sustitutos tecnológicos. ¿Para qué ir al banco si se puede usar un cajero? ¿Por qué recorrer una librería si es cosa de ojear las selecciones que amazon.com ha hecho para uno? De la misma forma, los sitios de redes sociales son sustitutos para la amistad "offline" y para la comunidad. Estas redes virtuales aumentan nuestras oportunidades de conocer a otros, pero también pueden resultar en que valoremos menos la capacidad para establecer relaciones genuinas.

Una joven lo admitía en el Times: "Consistentemente intercambio contacto humano real por las sonrisas más confiables de MySpace". Que ella encuentra más confiables estas relaciones online es más que decidor: muestra un deseo de evitar la vulnerabilidad y la incertidumbre que conlleva la verdadera amistad. Ésta requiere riesgos: los de la desaprobación, de la desilusión amorosa, de ser considerado un tonto. Los sitios de redes sociales puede que hagan que las relaciones sean más confiables, pero que éstas puedan ser humanamente más satisfactorias es algo que permanece abierto al debate.