La organización de las empresas se tuvo que adaptar a Internet y ahora debe incorporar las ventajas de la Web 2.0

FRANCIS PISANIelpais

LA OLA WEB 2.0 ESTÁ GANANDO terreno en las empresas como lo dejó claro la excelente conferencia Office 2.0 que tuvo lugar en San Francisco a principios de mes. Estamos en una fase de transición con fuertes resistencias y modelos económicos inciertos. La tecnología avanza, la gente la usa, pero los negocios siguen encerrados en el modelo económico 1.0.

Frente a las más de 70 empresas que presentaron sus productos, la impresión dominante es que todas ofrecen lo mismo alrededor de dos ideas: herramientas para hacer on-line lo que se hace con el ordenador y una mayor facilidad de colaboración.

Las primeras siguen siendo los muy conocidos Google Docs, seguidos por Zoho y ThinkFree. Zoho.com ofrece a las pequeñas y medianas empresas un nivel de sofisticación comparable a la de un departamento informático tradicional, pero a mucho menor costo. Su nueva suite Business permite un control eficaz con la flexibilidad requerida cuando todo el mundo no trabaja en el mismo lugar.

En el caso de ThinkFree.com, se limita a los programas esenciales (texto, hoja de cálculo, presentación), pero apuesta por la sincronización entre lo que se hace on-line, ausente de otras ofertas.

La originalidad proviene en parte de las representantes europeas. La británica Huddle.net apuesta por "una mezcla de redes sociales, más herramientas, más seguridad" explica su director comercial, Alastair Mitchell. Cada usuario puede constituir equipos ad hoc (o redes sociales al estilo de Ning.com), pero agrega un gran cuidado en materia de seguridad. La belga ContactOffice.com tiene el paquete más completo, con wikis, foros y hasta mensajes SMS para agilizar la colaboración entre los empleados.

La premisa esencial de Office 2.0 es que va a cambiar la forma en que trabajamos. Hasta prometen -lo que no hay que creer ciegamente- que el trabajo va a ser "más divertido". El panel sobre El futuro del trabajo fue presentado por A. M. Malí, cuyos empleados trabajan desde su casa o desde un Starbucks y tienen todas sus aplicaciones y datos en Red. Todos estuvieron de acuerdo en que las tendencias esenciales son ahora movilidad, flexibilidad y, más que nada, colaboración.

Jonathan Rochelle, de Google, contó cómo sus ingenieros habían hecho posible la modificación de documentos en tiempo real sin prestarle mucha atención, pero que el público lo había convertido en una funcionalidad esencial. A veces se adelantan y "piden cosas antes de que seamos capaces de ofrecerlas", afirmó Danny Kolke, director general de la empresa Etelos.com.

Muchos empleados ya están involucrados en una cultura 2.0 que adquieren fuera y quieren introducir en las empresas. Cualquiera que haya utilizado Facebook o las mensajerías instantáneas en la universidad lo va a querer integrar en su trabajo. Huddle y ContactOffice no gastan dinero en marketing. Ganan terreno de manera viral sin tener que ir a buscar los responsables informáticos.

Tales cambios dan lugar a un verdadero choque cultural entre quienes conciben el trabajo de manera jerárquica y tradicional y quienes lo experimentan de manera más colaborativa, más horizontal, en Red.

La segunda batalla opone a esas empresas entre sí. Todo parece indicar que la tendencia se va a imponer, pero también que la gran mayoría de las que estuvieron representadas en la conferencia desaparecerán.

La mayoría de esas empresas que ofrecen herramientas 2.0 siguen operando en una lógica 1.0 de negocios. Piensan en su negociación con los responsables de empresas más que en los individuos que las van a introducir y que deben ganar con ofertas muy generosas.

Copiar lo que se hace con el ordenador para ofrecerlo en red sigue siendo la tendencia dominante. No es la solución. Todos los saben; pero la tecnología perturbadora que nos obligará a reconsiderar profundamente la forma en que trabajamos todavía no es evidente. Se intuye que facilitará la colaboración e integrará una buena dosis de redes sociales.