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“Si sé cuándo me estoy empezando a enojar, puedo cambiar mi respiración, relajar mi cuerpo. Es algo físico que puedo hacer de manera muy simple, y que es más fácil que decirle a mi mente: tengo que cambiar de actitud, no debo ponerme así. Es un camino para cambiar desde el cuerpo y modelar desde ahí la psiquis. Creemos que todo lo manejamos desde la psiquis, pero no manejamos nada, por eso nos va pésimo” (Susana Bloch).

Son valiosos los descubrimientos de Susana Bloch (los cuales estudiamos hace tiempo en sus publicaciones chilenas) porque queda aún mucha ceguera e incompetencia para “surfear” en las emociones, lo cual produce innecesario sufrimiento, conflictos y malos negocios, pero cuesta asumir que dichos descubrimientos sean posibles de transformar en técnicas simples de seguir. Nada relevante se aprende siguiendo técnicas y manuales, sin una prolongada exposición al nuevo dominio de aprendizaje. Quizás, una persona sensible sin mucha distinción se desenvuelve satisfactoriamente en la dimensión emocional, lo que un manual no consiga con personas sin esa sensibilidad. Que “no se contrapone con ninguna otra técnica, porque no tiene ismos, no es budismo ni intelectualismo, viene de algo biológico, físico y universal”, a estas alturas contiene un discutible “universal”.

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La Tercera
Sicofisióloga
Susana Bloch:
Su poderosa técnica para manejar emociones


Esta chilena ha logrado renombre mundial con sus hallazgos sobre las emociones y su técnica para manejarlas. Dice que exhalando e inspirando de ciertas formas se puede invocar el erotismo o la alegría. O salir de la rabia y el miedo. ¡Poderoso!

“Las emociones son la base del comportamiento, por eso es fundamental que aprendamos a navegar en ellas impidiendo que nos superen o derroten. La gente se olvida de eso. Cómo no va a ser importante vivir las emociones conscientemente, saber reconocerlas y modularlas”, comenta Susana Bloch, una mujer alta y huesuda, extremadamente histriónica, tal vez porque se ha pasado gran parte de su vida investigando en la relación que existe entre el cuerpo y las emociones humanas.

Esta ha sido su gran pasión. A tal extremo que tuvo que convencer a prominentes científicos franceses de que éste era un tema de interés para la neurociencia en la que ella venía trabajando por años (se dedicaba entonces a investigar qué colores ven las palomas). Fue así como la Universidad Pierre et Marie Curie de Francia le permitió crear su propio laboratorio para ahondar en las emociones humanas, en el que estuvo más de diez años sumergida, profundizando en los hallazgos que había hecho décadas antes en Chile. Porque fue a inicios de los años 70, gracias a un taller para actores que le solicitaron que diseñara, que esta sicóloga se alió con un director de teatro (Pedro Orthous) y un colega científico (Guy Santibáñez) para que la acompañaran en la aventura de indagar en el mundo de las emociones.

El curriculum de Susana es muy nutrido: sicóloga de la Universidad de Chile, con estudios en Harvard y Boston; profesora visitante de sicología experimental y neurociencia aplicada al estudio de animales en las universidades de Harvard, Boston y Sao Paulo. Ejerció largos años como directora de investigaciones del Centro Nacional de Investigación Científica de Francia y creó la unidad de experimentación sobre las emociones del Instituto de Neurociencia de la Universidad Pierre et Marie Curie. Es autora de numerosos libros, entre otros Biología del Emocionar y Alba Emoting, en coautoría con el biólogo Humberto Maturana, y Alba Emoting: Bases Científicas del Emocionar. Surfeando la Ola Emocional (Grupo editorial Norma) es su última obra, que se acaba de editar en el país, así como recién se ha reeditado Al Alba de las Emociones (Uqbar editores), un libro en el que enseña su técnica para el manejo de las emociones.

Actualmente debe ser la sicofisióloga con más autoridad que tengamos en el país, poderío que le da el tener su propia teoría y praxis sobre las emociones, habiendo enriquecido la explicación que los investigadores daban sobre la génesis de una emoción: su planteamiento es que siempre hay primero una reacción corporal, física, e inmediatamente después viene la experiencia emocional. Así, para ella, primero estaría el llanto y enseguida la sensación subjetiva de la tristeza; primero surgiría la risa y a continuación la sensación de alegría.

Su hallazgo se basa en haber distinguido previamente lo que ella llama los “patrones efectores emocionales”, identificando en su laboratorio que las personas tenemos una manera universal distinta de respirar ante cada emoción básica, lo que incide en una postura facial y muscular también universales. “Cuando una persona empieza a respirar, la configuración de una emoción, por ejemplo la rabia, comienza a aparecer la expresión de la rabia en su cara y en su cuerpo y empieza a sentir rabia”. A partir de estos conocimientos surgió su técnica Alba Emotig, un método que, más allá de facilitar reconocer las emociones en que una persona está, permite entrar y salir de ellas a voluntad, interviniendo sobre estas para cambiarlas o para llegar al “silencio emocional”, ese estado al que el budismo llama meditativo. Tanto poder tiene este descubrimiento que ella advierte en uno de los manuales donde enseña su técnica: “Debido a su intrínseca eficacia y fuerza, el método puede llegar a ser un arma de doble filo y en manos irresponsables convertirse en algo peligroso. Los beneficios del método dependerán fundamentalmente del estilo de enseñanza y de la madurez, sensibilidad y calidad humana del que enseña y del que aprende. Es tener en las manos las riendas de un caballo salvaje que debe ser manejado por un jinete profesional, profundamente humano y de gran integridad espiritual… Si las riendas las toma alguien con malas artes, el método puede transformarse en algo dañino y el caballo desbocarse hiriendo al jinete”.

-¿Qué son las emociones? ¿Son química pura?

-Son estados funcionales complejísimos de todo el organismo, en los que interviene toda la parte química, fisiológica, endocrina, los músculos, y también los sentimientos. Las emociones básicas son el miedo, la rabia, la alegría y la tristeza, y a estas agrego el erotismo y la ternura, porque las seis tienen que ver con la sobrevivencia del ser humano. Si te vas al tiempo de las cavernas, si no hubiera existido el miedo, por ejemplo, no estaríamos como especie, nos hubieran comido los dinosaurios. Y si no existiera el erotismo como emoción básica, tampoco existiríamos. Son respuestas muy elementales, porque todas las demás emociones nacen de estas y son tonalidades de estas, son mixtas. Vivimos en las emociones mixtas, tenemos que esforzarnos por entenderlas. Por eso Daniel Goleman (se refiere al conocido sicólogo que acuñó el término inteligencia emocional) me dijo que mi método Alba Emoting tenía las piedras angulares de la inteligencia emocional.

-Su método Alba Emoting es usado mucho en el teatro, pues permite invocar emociones mediante ejercicios respiratorios, pero poco a poco el campo de utilidad se ha ido ampliando a la salud y también al coaching en empresas.

-En varias escuelas de sicología se está empezando a enseñar Alba Emoting. Se han hecho experiencias con mujeres que están con tratamientos químicos contra el cáncer y sistemáticamente ellas mejoran su calidad de vida cuando aprenden a trabajar sus emociones desde el cuerpo. Mi método Alba Emoting puede ayudar en un pre y postoperatorio, y hasta en la consulta de un dentista, porque permite al profesional conocer en qué emoción está su paciente y sacarlo de ella si ésta perjudica la atención que le va a brindar. Este método puede ser útil en muchos ámbitos. Lo importante es que no se contrapone con ninguna otra técnica, porque no tiene ismos, no es budismo ni intelectualismo, viene de algo biológico, físico y universal.

-¿Mediante el ejercicio de “respirar el erotismo” que usted enseña, alguien que tiene trancas sexuales podría disponerse mejor al deseo?

-Por supuesto. En el laboratorio o en talleres que hemos hecho hay ejercicios eróticos que son tan fuertes que las personas pueden llegar a provocarse un estado de orgasmo, porque te metes en el mundo erótico. Una actriz con la que trabajamos hace 20 años tenía problemas sexuales. En el escenario expresaba maravillosas e intensas todas las emociones, pero cuando le tocaba hacer una escena de amor no convencía a nadie. Estuvo en un taller trabajando sus emociones y mejoró su actuación en el teatro, pero también mejoró su vida privada.

-¿Considera importante que una pareja no reprima los sonidos que emanan del erotismo, esos que la gente suele coartar por vergüenza o para que no los vayan a oír al tener sexo?

-Mucha gente, por problemas, no se lo permite y con eso está frenando emociones. Una vez le pregunté a una mujer cómo respiraba su marido mientras hacía el amor y me dijo no lo siento respirar (risas), no se oye. Lamentablemente a ese hombre le faltaba lo fundamental, porque el erotismo ¡se respira!

-¿Cuán destructivas pueden llegar a ser las emociones?

-Mucho. Imagínate lo que te sucede si estás todo el día en la pena. Yo llamo destructivas a las emociones cuando se hacen crónicas. Las emociones no son ni positivas ni negativas, son todas importantes, lo fundamental es aprender a manejarlas en su fase aguda, para que no se transformen en crónicas. Es sano que expreses tus emociones. Si gritas cuando tienes dolor, de alguna manera estás liberándolo. Una buena rabieta no enferma, al contrario, pero quedarse enojada con el marido diez días y no hablar con él, enferma. Las emociones crónicas nos enferman.

-¿Por qué se hacen crónicas?

-Por neurosis. Un niño nunca tiene emociones crónicas. Le da la pataleta del siglo y a los cinco minutos está en otra. De ninguna manera al día siguiente va a guardar rencor por su pataleta o porque tú lo retaste. Ni se va a acordar. El niño vive en las emociones agudas. El rencor, el resentimiento propio de los adultos, la rabia mantenida en el tiempo, eso es lo que enferma a las personas. Eso se produce porque en vez de vivir tu emoción aquí y ahora, y después dar vuelta la página, uno se queda pegado en una emoción.

-¿A qué se refiere cuando habla de melodía emocional?

-La melodía emocional es muy importante. Con ello me refiero a que lo sano y natural es que las emociones vayan pasando de una a la otra. Pero si te quedas pegada en una emoción, como por ejemplo la rabia, te enfermas, porque no cortas el sistema fisiológico, hormonal, químico que se echó a andar cuando te pusiste furiosa en la pelea que tuviste con tu marido.

-Con el Transantiago cada vez más personas manifiestan su rabia en la vía pública. ¿Se podría desencadenar un fenómeno colectivo de expresión de emociones?

-Puede haber un estallido social si no hay cambios, sólo hay que mirar las fotos de la gente toda apretada, disgustada. Acuérdate de los hooligans, esos grupos violentos de ingleses amantes del fútbol que son de temer. Es que el umbral del enojo va aumentando, y cuando la gente sobrepasa un umbral muy alto, estalla. A eso le llamo estridencia emocional. Así vienen las estampidas sociales. Las revoluciones y estampidas sociales se producen por estridencias emocionales, porque las emociones nos invaden, nos tumban. Por eso hablo de surfear la ola emocional, que quiere decir aprender a conocer y modular las emociones para que estas no nos hundan o superen.

-¿Qué beneficios ve en el aprendizaje de surfear?

-Si sé cuándo me estoy empezando a enojar, puedo cambiar mi respiración, relajar mi cuerpo. Es algo físico que puedo hacer de manera muy simple, y que es más fácil que decirle a mi mente: tengo que cambiar de actitud, no debo ponerme así. Es un camino para cambiar desde el cuerpo y modelar desde ahí la psiquis. Creemos que todo lo manejamos desde la psiquis, pero no manejamos nada, por eso nos va pésimo.

-Las emociones son universales, pero no parece igual la rabia de un flemático inglés que la de un expresivo italiano.

-Si tuvieras una cámara para captar los rasgos de un flemático inglés en el primer instante en que le chocan su auto nuevo, verías la imagen de una fiera lista para ir a matar. Su reacción inicial es la misma que la del italiano, sólo que tres segundos más tarde va a expresarse con un “hello”, preguntándole en tono muy moderado al que lo chocó qué es lo que pudo haberle sucedido. La primera reacción emocional es universal, pero los pueblos la modulan diferente por distintos factores, ya sea culturales o climáticos. Los chilenos, por ejemplo, somos muy mentales, expresamos poco con el cuerpo, nuestra cabeza está siempre trabajando y dándoles vueltas a las cosas.

-Usted dice que la mujer mezcla ternura y erotismo, dos emociones básicas que el hombre no mezcla, pues ellos van directo al sexo.

-Claro, y por eso se crean equívocos. Hace unos días una amiga me decía: “no sé por qué este tipo se me tiró al dulce”. Yo le pregunté: “¿pero le habrás mandado alguna señal?”. Me contestó, “no, sólo he sido amistosa con él”. Tengo una discípula muy buena moza a la que los hombres en la calle la miran de una forma muy especial y a veces la molestan. Le dí algunos consejos, invitándola a no respirar en la calle con los labios entreabiertos. Me dijo: “siguiendo tus recomendaciones, me dí cuenta de que ya no me miran igual, ya no hay esa mirada lasciva de algunos hombres”. Es que los patrones efectores emocionales son como los árboles nativos, naturaleza pura. El hombre, sin haberlo racionalizado, lee de manera básica, casi primitiva, una señal erótica. Es importante ser conscientes de lo que expresamos con nuestros gestos, miradas y movimientos. Las emociones comunican siempre corporalmente, y esos mensajes son percibidos por los otros, pero no estamos conscientes de ello.

-¿De qué manera ha incorporado sus hallazgos a su propia vida?

-Los uso mucho. Cuando a veces en las mañanas me despierto bajoneada, como pasa a las personas muchas veces, hago el patrón de la pena y lloro. Me meto en la pena y después hago un “step out”, volviendo a un punto neutro. Vivo esa emoción en vez de quedarme a medias todo el día. Todo el mundo sabe que con una buena llorada algo cambia en uno. Lo diferente es que con este método uno aprende a mirarse a sí mismo y eso te da posibilidades de intervenir y cambiar. Soy más consciente de mis emociones, tengo un bastón para caminar por el mundo emocional.

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