Gurus y chamanes ricardoroman.cl …o quién me vive la vida?

Cómo ocurre que personas de la elite chilena, con educación en los mejores colegios y universidades, familias del liderazgo histórico nacional, terminan sometidas al dictado de una ex modelo argentina, que deja morir a una joven madre prohibiendo la visita de un médico (pero ella va al dentista, aunque sin anestesia) y cuántas otras revelaciones.

En Chile aumentan los sanadores, guías y padres espirituales, terapeutas, chamanes, sabios, coach. Cada uno profesa su propia teoría, su propia revelación, o aspiración a ciencia, universal como obliga. Todos son tan abiertos al aprendizaje nuevo y a transgredir paradigmas, como defensores de su propia visión y negadores de la del otro. Todos se rodean de círculos de sacerdotisas, sacristanes, ayudantes, asistentes, trainnies. Como estamos en Chile, pronto comienzan las disputas entre escuelas y clerecías.

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Tradicionalmente, los segmentos C2, C3 y D (como gustan en llamarles los ABC1) tuvieron sus iglesias carismáticas, entregaron sus dineros y ordenaron sus vidas. El ABC1 chileno, me informan, así como compra a escondidas La Cuarta y el Loto, siempre tuvo su bruja o su adivino. Ahora, se puso "in" experimentar con estas tendencias alternativas, y se pueden intercambiar datos de lo último, lo que acaba de llegar, pero exclusivo. Nuestro país tiene el orgullo de contar con una decena de intelectuales líderes en el mundo del estudio y transformación de la mente, pero mi experiencia es que a mayor prestigio internacional, publicaciones y fundamento, es más grande la reticencia a tener seguidores, acólitos y santificadores de disciplinas que sus propios autores consideran en desarrollo permanente.

La creciente secularización de nuestra cultura ha disminuido la influencia masiva de la iglesia católica, pero ésta ha sido reemplazada por otras creencias de diverso cuño y solvencia, más intensas pero más efímeras, como los amores de estos tiempos. Mi impresión es que este fenómeno impide a las personas ser libres y responsables de su vida, los eterniza como adolescente esperando que les determinen la vida, con quejas cuando ésta no llena sus expectativas. Es frecuente escuchar apasionados defensores de su gurú que más tarde lo acusan hasta de sus insatisfacciones sentimentales. Ahí puede estar la causa del ciclo encanto desilusión con nuestros presidentes. Demasiadas expectativas. La gran sorpresa es que no bastan redes, grandes posibilidades, educación de primera, para orientarse en la vida, quizás ese mismo es el problema. Tiene su humor que la sacerdotisa de Pirque conoció a su co-líder y "ex pareja" a través de la esposa sanadora de este último, en un encuentro espiritual en Elqui.

Mi impresión es que hay que dejar de buscar en un supuesto "adentro" nuestro el sentido y la felicidad, para aprender a desarrollar sentido de compromiso con el bienestar de nuestra comunidad, de nuestra patria común. En la soledad de nosotros mismos parece no haber mucho ya que oriente, satisfaga o tranquilice, es como un saco sin fondo. Pero en la satisfacción de sentir que aportamos, que nos comprometemos en construir una mejor vida para otros, especialmente quienes tienen educación, redes y recursos para ayudar. El vacío es más vacío de comunidad que de espíritu y sentido. La dedicación por los hijos quizás ha sido el tiempo con más urgencia y sentido para los padres que se dejan atrapar por ese compromiso.

Ese compromiso se puede cultivar como un sentimiento profundo con nuestro país, con nuestra patria común, con los que sufren cerca nuestro. Pero un compromiso que depende de mi libertad y madurez, que no depende de cuántos otros están en la misma, de si los otros están a la altura, o si me queda bien, sino que el compromiso se justifica en estar comprometidos. Una vez comprometidos, pensamos cómo hacerlo para no morir en el intento, la estrategia, la táctica, el plan, la difusión.

Muchos de mis amigos que sufrieron por el exceso de ideologismo culparon a las ideologías y no al modo intransigente de seguirlas. Necesitamos creer, comprometernos, y dejar de buscar satisfacción, paz, sentido hurgando en un interior tan vacío como infinito de nosotros mismos, mejor lo llenamos de amor por el prójimo, de predicar con el ejemplo, de darnos, de confiar, de jugarnos por los más jóvenes que vienen atrás y que están muchas veces abandonados.

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