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Desgraciado éxito
Juan Pablo Dalmasso, Córdoba
Cuando el gobernador de Córdoba, José Manuel de la Sota, termine su mandato a fin de año podrá retirarse satisfecho. Su plan para poner su provincia en el mercado tecnológico internacional ha sido contundente. Ha ofrecido subsidios de US$ 120 por cada salario pagado, tarifas eléctricas subvencionadas y exenciones impositivas sobre los beneficios que ya otorga el estado argentino: reducción de 70% en los impuestos laborales y 60% en ganancias. Así el año pasado Intel y EDS se sumaron a Motorola, mientras otras como Sun y Nokia al menos la han puesto en su carpeta de consideraciones.
Sin embargo, en Córdoba más que festejos hay incendios…
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Las 180 pequeñas y medianas empresas que conforman el sector tecnológico local están que arden: las multinacionales de Tecnologías de Información (TI) recién llegadas sacudieron el mercado laboral y las locales resultaron la parte más delgada del hilo. “Atendíamos 14 mercados, pero para este año sólo podremos estar en ocho por falta de recursos humanos”, dice Carlos Ayi, de Ayi y Asociados, firma de consultoría de Oracle de 60 empleados, certificación CMMI2 y clientes de la talla de PDVSA.
Pero su caso no es el único ni el peor. Firmas con 25 empleados han visto rotar la mitad de su plantilla, y muchas desaparecieron, según los miembros del Clúster Córdoba Technology, que agrupa a 50 empresas del sector que generan 2.400 empleos directos. Para colmo, para formar sus estructuras, las multinacionales han recurrido al personal sénior del mercado: gerentes y líderes de proyectos de las empresas locales, algo nada sencillo de sustituir.
“La situación no debe extrañar; los recursos con alto nivel tecnológico y conocimientos de inglés en Córdoba no son tantos”, señala en Buenos Aires Daniel Luaces, gerente para Argentina de Manpower Professional. “Además, antes de estos desembarcos el mercado era informal y para los profesionales las trasnacionales significan mejores perspectivas de carrera y niveles salariales”.
Nueva desigualdad
Si de ingresos se trata, las diferencias no son menores “El año pasado tomamos un recién graduado con un salario inicial de US$ 200; como era bueno lo promocionamos a un sueldo de US$ 400. Hoy con nosotros podría estar percibiendo US$ 600, pero se fue a EDS, donde recibe US$ 900 neto, más primas”, ejemplifica un destacado empresario local.
Las primeras medidas de la gestión de De la Sota fueron un programa de becas para fomentar el estudio de carreras afines y el financiamiento del Programa de Formación por Competencias, diseñado por el mismo Clúster, que este año inyectará al mercado 1.000 nuevos recursos humanos recién capacitados, cifra que ya parece superada por las circunstancias. Motorola, que tiene 300 empleados, espera subir a 500. EDS tiene 200, pero espera llegar a 400 este año (el plan de largo plazo es 1.500). Intel, que hoy tiene 40, llegará a 400.
Durante las últimas semanas, De la Sota subió la apuesta y ofreció subsidiar también la contratación de personal de las empresas locales, hasta ahora excluidas de este tipo de beneficios, y llamó a la conformación de una “mesa de concertación” donde “coordinarían medidas” las internacionales, la mesa directiva del Clúster y otras cámaras tecnológicas.
Pero el menú de medidas sólo parece estar destinado a ganar tiempo. A más recursos, más desembarcos, coinciden los analistas. “Nosotros sólo podemos pagar acorde a lo que pagan por el software las empresas latinoamericanas, mientras que esas firmas están apalancadas en Europa o Estados Unidos”, dice Alejandro Di Cristófano, Director Ejecutivo en Argentina de la brasileña Datasul, que instaló en Córdoba un software factory para atender Chile, Colombia y México.
¿Cómo salvar esa brecha?Algunos apuestan a convertirse en empresas de productos, más que de soluciones, lo que reduce la demanda de recursos, pero exige espaldas financieras. “Con la líquidez que han acumulado, éste es el momento”, dice Paula Nahirñak, investigadora del Instituto de Estudios sobre la Realidad Argentina y Latinoamericana, Ieral. Otros sugieren integrarse como proveedoras de las recién llegadas, pero para eso deben avanzar en los procesos de certificaciones CMMI e ISO, que están en pañales. “Tenemos que encontrar un nuevo modelo de negocios. Lo estamos discutiendo pero todavía no sabemos cuál”, se preocupan en la mesa chica del Clúster con el fantasma de la concentración sobre sus espaldas.
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