BAchelet y Alvear

Eugenio Tironi esta vez hace un buen análisis que ilumina las causas, contextos y proyecciones de la crisis de los partidos de la coalición de gobierno de la Concertación. Y lo hace desde dentro, no como un analista distante, aunque sin por eso perder estatura. No me gusta como funciona la Concertación ni sus partidos, ni la obsecuencia ante el abuso económico, ni la negligencia en muchas áreas, ni las castas de familias y grupos, ni menos la miopía y mezquindad generalizada en torno de los desafíos del país: medio ambiente, innovación, sociedad digital. Siguen actuando como si finalmente los conflictos del país los resolverán un grupo de abogados notables en el club de la unión o el café torres, y no en la red mundial, instantánea y virtual de trasferencias de inversiones, en los consejos de administración de las multinacionales biotecnológicas agropecuarias, o entre los gobiernos de los países asiáticos que gobernarán el futuro. La esperanza es que en la Concertación aún estos defectos son considerados un error y no su marca de fábrica, aún queda una mayoría de personas con inquietudes por hacer un Chile menos segregador, por una gestión pública honesta y eficiente, lo que falta es traer este nuevo observador de los desafíos del siglo veintiuno, que ni los políticos más modernos entienden. Hay que darle duro a la Concertación, porque en ella todavía se ven las únicas oportunidades de gobernabilidad del país.

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Lasegunda
el gobierno va a bajar… tiene que armarse de sangre fría

Tironi: “Apostaría a que el gobierno va a bajar… tiene que armarse de sangre fría” El sociólogo advierte que “éste es un año en que el gobierno tiene que amarrarse bien los pantalones y faldas, y soportar el chaparrón de una opinión pública que va a ser dura con él”. Reconoce que la Concertación hizo “la vista gorda” en muchos casos de corrupción y señala que “había algo que había que sincerar. A lo mejor Schaulsohn fue el chivo expiatorio que lo permitió”.

Por Karen Trajtemberg y Alejandra Araya

Hace meses que no hablaba. Salvo sus habituales columnas -donde ya había advertido su preocupación por la “crisis terminal” del PPD-, el sociólogo concertacionista Eugenio Tironi estaba fuera del debate político que estuvo cruzado por los escándalos de corrupción y las complejas relaciones dentro del oficialismo.

Pero ahora saca la voz para hacer una cruda advertencia: que éste será un año difícil para el gobierno y que habrá necesariamente una baja en la popularidad de Michelle Bachelet. Aunque Tironi tiene una mirada crítica respecto a lo que está ocurriendo, evalúa positivamente la gestión de la Mandataria y cree que los resultados de su gestión determinarán el tipo de liderazgo que se impondrá el 2009.

Claro que ahora, el 2007, vaticina que “el gobierno tiene que armarse de sangre fría, amarrarse bien los pantalones y faldas, y soportar el chaparrón de una opinión pública que va a ser dura con él”.

En cuanto a este primer año, cree que “la sociedad chilena ha estado viviendo un ajuste a un nuevo tipo de liderazgo. Bachelet ha tenido que hacer valer este tipo de autoridad y lo ha logrado”.

-¿La clase política se ha acostumbrado a este nuevo tipo de liderazgo?

-No, es la que está más desconcertada. Los partidos y los parlamentarios no saben muy bien cómo actuar frente a esto, y en ese sentido hay un déficit en el actual liderazgo, no ha encontrado la manera de entenderse con ese mundo de los políticos, de los partidos.

-¿Eso explica el desorden que se ha visto al interior de la Concertación y los parlamentarios?

-Ellos sienten la nostalgia de un padre que ya no está. Tienen que autorregularse, no esperar que el ministro del Interior los ordene, ni que el Presidente o la Presidenta les eche una llamada por teléfono. Cada uno ha tenido que hacerse un poco más responsable de sí mismo. Tienen que ajustarse a un sistema político donde La Moneda es menos imperiosa.

-¿Y se han autorregulado?

-No, como que les ha costado transformarse en adultos.

-¿Entonces van a seguir cada uno por su lado?

-Pero ha funcionado. Claro, tienen comportamientos de adolescentes, por una parte gestos de mucha rebeldía, pero al final hacen sus tareas y sacan buenas notas.

“No bajo un 40%”

-En la última encuesta Adimark la aprobación al gobierno bajó 7 puntos. ¿Se está acabando la luna de miel?

-Con este tipo de liderazgo, a lo mejor tenemos que acostumbrarnos a oscilaciones de 10 puntos para arriba y para abajo en forma bastante regular.

-¿Y este año va a oscilar para arriba o para abajo?

-Este no es un año popular para el gobierno, porque tiene que emprender reformas difíciles, va a tener que enfrentarse quizás a los parlamentarios para alinearlos. La oposición hoy día está preocupada de conseguir votos, por lo tanto no va a tener mayores complejos para entrar en una espiral populista. Todo esto se va a volcar al gobierno y el gobierno no va a tener resultados; en el mejor de los casos los resultados se van a empezar a ver a mediados del próximo año. Este es el «año D» del gobierno.

-¿Pero eso va a redundar en una baja en las encuestas?

-Si yo tuviera que apostar, apostaría que va a bajar, a que puede bajar más. No creo que a cifras bajo un 40%, y con 40% un Presidente puede perfectamente bien gobernar, toda vez que la oposición tiene cifras muchísimo más magras. No veo que lo que pueda perder el gobierno lo pueda ganar la oposición.

A mí me ha llamado la atención la conducta de la oposición frente al Transantiago. Si había un atributo de la oposición que era respetado por la gente, es que tenía tras de sí el hecho de haber participado en reformas estructurales. Pero hoy ha mostrado que es una oposición más bien pusilánime, un poquito lloriqueona, perdieron su carisma reformador.

-¿Falta la UDI de Longueira que colaboraba con Lagos?

-Sí, claro, la UDI que es capaz de colaborar con Lagos, de emprender proyectos aunque tengan costos. Longueira tiene un cierto instinto popular que no lo tiene el resto de la oposición, se echa de menos en ese sentido un Longueira.

En cambio a Sebastián Piñera lo veo entre Caburgua, Ranco y Chiloé. Lo del helicóptero le ha hecho mal, está en el aire, no está en ninguna parte, nadie sabe quién es, qué representa, y por otra parte los dos Larraín, Carlos y Hernán, no representan un liderazgo fuerte.

-¿Cómo ha visto al gobierno frente al Transantiago?

-Se necesitan muchas agallas para hacer una cosa de este tipo. Había dudas de si esta Presidenta, con este estilo de liderazgo, era capaz de embarcarse en una empresa de esta envergadura y pagar los costos que había que pagar, y hacerlo además a pecho descubierto. Pero lo hizo. El hecho de tener un liderazgo abierto y participativo no significa, y lo acaba de demostrar, que no está dispuesta a tomar decisiones, a mantener esas decisiones y a pagar los costos que éstas envuelven.

-¿Bachelet va a pagar costos de imagen?

-Va a pagar costos de imagen, está pagando y va a pagar muchos costos de imagen, pero ha demostrado ella misma ductilidad. No he visto una actitud prepotente ni dogmática. Me ha gustado la conducta de ella, me ha gustado mucho la del ministro Sergio Espejo, y del gobierno en general. Si esto sale adelante y si saca el gobierno adelante la reforma previsional, creo que tenemos Bachelet para rato.

“Parte del poder de Bachelet es que tiene en backstage a Lagos”

-¿La Concertación en algún momento hizo vista gorda a hechos irregulares o derechamente corruptos?

-Absolutamente. El gobierno hizo vista gorda respecto a las privatizaciones en los ’90. Les pagaba a ex agentes de la CNI, los mantenía en la nómina y le pagaba al fisco para que no buscaran autofinanciarse por la vía de hacer lo que sabían. Tuvimos ejercicios de enlace, boinazo, y tuvimos que inventar esos nombres, porque la verdad fueron asonadas. Se estableció el sistema de los sobresueldos y podría hacer una lista gigantesca de situaciones que bajo los cánones de hoy podrían ser descritas como irregulares o corruptas.

-¿Existió entonces la ideología de la corrupción que denuncia Schaulsohn?

-Eso es suponer que había una voluntad de ejercer la corrupción. Lo que había era voluntad por consolidar una democracia que era híper frágil. Cuando se hicieron las reformas económicas hubo «ene» irregularidades, como en general siempre ha habido cuando se hacen reformas económicas.

No concibo la democracia sin transacciones como las que hubo. Entonces, ponerle a eso un título de ideología de corrupción me parece francamente frívolo.

-¿La denuncia de Schaulsohn era una catarsis necesaria?

-Sí. Había algo que había que sincerar. A lo mejor Schaulsohn fue el chivo expiatorio que lo permitió. Esta es una sociedad que va subiendo muy rápidamente sus estándares, a partir de los cuales juzga su conducta y su pasado.

-¿Cómo pueden afectar a Lagos estas acusaciones?

-No creo que la gente viva con el escándalo que vive la clase política este tema de la corrupción, ni menos que vaya a condenar a un Lagos con lo que representa en la historia contemporánea de Chile.

No creo que una conferencia de prensa de Hernán o de Carlos Larraín vaya a afectar la credibilidad del ex Presidente Lagos en la población en este tipo de materias.

-¿Qué rol juega Lagos en este escenario?

-Lagos es como un sobre seguro de la Concertación. En parte su presencia pasiva es un elemento que da seguridad.

Es un personaje que aún no hablando crea opinión, aún no actuando se nota. Y eso es un elemento absolutamente de fortaleza de la Concertación y de mucha fortaleza para Bachelet.

Parte del poder de Bachelet es que tiene este elemento en backstage que se llama Ricardo Lagos.

-¿Resistiría la Concertación un candidato que no fuera DC en la próxima presidencial?

-Sí. Si el candidato va a ser DC ese candidato tiene que lograr un nivel de aceptación y popularidad en la población. Lo otro sería pavimentar el camino para que salga el candidato de la oposición, que yo creo va a ser Sebastián Piñera.

Alvear en la DC: “Es como cruzar Irak”

Tironi no se arrepiente de haber apoyado la precandidatura presidencial de Soledad Alvear, a pesar de que la abanderada de la Concertación fue Michelle Bachelet. “Nunca me arrepiento de no ser oportunista”, dice, aunque aclara que ya no asesora a la timonel DC.

-¿Lagos es un fantasma para Alvear?

-Mientras más exitoso sea este Gobierno, mientras mejor los chilenos nos ajustemos a esta madre un poco más permisiva, lo más probable es que la Concertación no tenga que recurrir a Ricardo Lagos.

-¿Es posible que haga una plataforma electoral como timonel DC?

-Si sale adelante de esto, se le abre un futuro bastante promisorio. De que esto es como cruzar Irak, es parecido, porque es difícil dirigir la DC.

-¿Soledad Alvear ha perdido o ha ganado a la cabeza del partido?

-Ha ganado. El que esté tan bien colocada en las encuestas, pese a ser presidenta de la DC, es un mérito.

“La crisis del PPD no es reversible, no tiene vuelta atrás”

”Este es un perfecto partido federado, donde lo que se comparte es el nombre… Tarud es una excusa, Flores otra, cada parlamentario es una república independiente”.

Eugenio Tironi ya no se siente parte del PPD. Aunque dice que todavía está “inscrito en el registro”, el sociólogo advierte que “hoy no me siento parte de esa comunidad”.

Por eso, asegura tajante que “a la única tribu a la que me siento adscrito políticamente es a la Concertación. No reconozco otra identidad”. Eso no lo inhabilita, sin embargo, para tener un diagnóstico claro y duro de la crisis que afecta al partido. De hecho afirma que ha visto “mal” a la Concertación, pues si bien mantiene su lealtad con el gobierno, “la crisis del PPD es una cosa grave, porque es un factor importante para el funcionamiento de la Concertación. En cierto modo, es un émbolo entre el socialismo histórico y la DC, y su crisis puede tener consecuencias en la Concertación que no sé todavía calibrar”.

-¿No se ha sentido tentado a tratar de ayudar al PPD a salir de la crisis?

-Intenté hacerlo a mediados del año ’90. En ese momento había que darle forma al PPD, organización, una constitución y contenido programático. Me jugué montones y me fue mal, porque la inercia de los grupos y los caudillos era más fuerte. Entonces llegué a la conclusión de que esto no tenía vuelta atrás, lamentablemente.

-¿El PPD se está quebrando?

-El partido se debió jugar en el pasado por haber integrado más las dos almas, la socialista laica y la progresista cristiana, pero fue abandonando un poco ese proyecto, porque el proyecto del PPD se convirtió en el proyecto de cada parlamentario. A mí me llama la atención la madurez de un Camilo Escalona, de un Ricardo Núñez, que son muy conscientes de que un distanciamiento respecto del mundo progresista cristiano y un debilitamiento extremo de ese mundo es el fin de esta coalición. Y por otra parte veo a Soledad Alvear, que es muy consciente de que tiene que mantener vivos los afectos con este segmento de la izquierda laica. Pero es una pena que el PPD esté fuera de esa empresa que es clave, porque está muy envuelto en sus propias querellas.

-¿Es reversible? ¿Puede salir el PPD del hoyo en el que está?

-No. Pienso que no es reversible. Eso es posible cuando un grupo tiene la voluntad de hacerlo, y cuando existe un contexto en el cual hay un vacío que se requiere llenar.

-¿Está desahuciado?

-Creo que los partidos son animales que tienen una larga sobrevivencia, como el Partido Radical.

-¿Agonía más que sobrevivencia?

-Claro, porque los electores a veces siguen votando por un partido más allá de las actuaciones de sus dirigentes. Además, como es un partido de caudillos, los caudillos tienen peso específico más allá del PPD. Este es un perfecto partido federado, donde lo que se comparte es el nombre. Tarud es una excusa, Flores otra, cada parlamentario es una república independiente. Bajo esa modalidad puede mantener su peso electoral, pero no va a tener mucha influencia en la sociedad ni en el gobierno.

-¿Cómo vio la salida de Fernando Flores y Jorge Schaulsohn?

-Ellos sintieron legítimamente que el PPD ya no era el instrumento adecuado para desarrollar sus carreras y alcanzar sus objetivos, y por ende, lo abandonaron.

-¿No fue errado expulsar a Schaulsohn, cuando él había denunciado una “ideología de la corrupción”?

-Fue algo hecho de manera ruda, inoportuna, con argumentos pobres. Todo lo que pasó: Girardi, la actitud del senador Flores frente a Girardi, luego la expulsión de Schaulsohn, como que se pusieron en el tapete los peores vicios de la política, en particular del PPD, donde ninguno tiene patria, cada uno es su propia patria.

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