No se puede saber a ciencia cierta si la discreción del gobierno de Chile acerca de la falta de democracia en Vietnam es por pragmatismo económico, como la amistad profunda con China, o se trata de nostalgia ideológica. Las palabras de la Presidenta Michelle Bachelet recordando las marchas en su sesentero Santiago de juventud parecen apoyar la tesis de la nostalgia. Cualquiera de las dos son difícil de tragar en un país que supo de dictadura y persecución, donde conocimos que no hay dictaduras mejores ni peores. Quizás habría que insistir en la conciencia que fuimos llevados por la ola de la Guerra Fría e insistir que no había un bando mejor que el otro. Uno luchaba por la justicia y el otro por la libertad, pero ambos destruían esos valores y sus instituciones. Mucho dolor humano innecesario.

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Control gubernamental:

Navegar es un riesgo en Vietnam

En el país que acogió a los líderes de la Apec varios disidentes están encarcelados por intercambiar ideas en la red. Los dueños de los cibercafés espían a los usuarios.

Richard Lloyd Parry

CIUDAD HO CHI MINH.- Si Nguyen Dan Que tenía alguna duda sobre el peligro de internet, poco importó la noche que comenzó su largo cautiverio.

Era una mañana de lunes y el Dr. Que, un antiguo opositor del gobierno comunista local trabajaba tranquilamente en un cibercafé. La policía de seguridad había intervenido la línea telefónica de su hogar. Dependía entonces del cibercafé para leer las noticias e intercambiar correos electrónicos con disidentes vietnamitas del país y del exilio.

Campo de batalla

“Estaba navegando por internet cuando alguien apuntó con un arma mi garganta” recuerda. El policía apartó al Dr. Que de su pantalla y lo encerró tras las rejas. Pasaron dos años antes de que fuera liberado del crimen de “abusar de los derechos democráticos” por publicar en la red artículos denunciando la opresión de los medios en Vietnam.

“Internet es un campo de batalla entre el gobierno y los disidentes” dice en su casa de ciudad Ho Chi Minh, mientras el gobierno lo espía con cámaras en el exterior. “Es una peligrosa arma represiva en las manos del gobierno, pero tenemos que explotar esta herramienta, incluso aunque signifique ir a prisión”.

El fin de semana, gracias al foro de la Apec y la presencia de los líderes del Asia Pacífico, Vietnam tuvo una rara oportunidad de mostrar una cara moderna y atractiva al mundo. Pero detrás de las sonrisas, una realidad más desagradable se oculta. El comité de derechos humanos, con base en París, dice que los hogares de disidentes en Hanoi están bloqueados por la policía y letreros en inglés advierten a los extranjeros que se alejen.

Ciudad Ho Chi Minh, o Saigón, como se llamaba hasta 1975, es una urbe tan viva que es difícil imaginarla como un lugar de represión. Una visita a la casa de Que revela la realidad.

Dos policías de traje civil están parados en la puerta y me filman cuando llego. Al bajarme, un grupo de jóvenes en moto sigue a mi taxi. En el interior, Dr. Que, 64 años, cierra las cortinas y me entrega un sobre que contiene un recuento de su carrera como disidente.

“Tome esto ahora”, dice. “Si ellos vienen tras usted no tendremos tiempo de conversar”. ??l ha pasado 20 años en prisión desde 1978. Políticamente sus demandas son el mínimo para una democracia: prensa libre, libertad de expresión y reunión y el fin de los 31 años de monopolio del partido comunista. Hasta hace muy poco, era una voz solitaria y aislada.

Dr. Que dice que gracias a internet, eso está cambiando. Este año el movimiento democrático ha progresado un montón comparado con las dos a tres últimas décadas. Ese auge continuará”.

Clic peligroso

Las autoridades ahora están bloqueando el acceso a los sitios web de los disidentes y reclutando a los propietarios de los cibercafés para espiar a sus clientes.

En Amnistía Internacional hay malestar. La directora de la oficina británica de esa organización, Kate Allen, dijo hace poco que “la gente en Vietnam puede ser arrojada a la cárcel por sólo hacer clic a un mouse”.

Pero son sabios: “Los comunistas son como una persona temerosa del viento que sopla en el exterior”, dice Thich Quang Do, monje budista de 77 años, quien es tal vez el disidente más eminente. “Ellos no abren la puerta porque tienen miedo de pescar un resfriado”.

Una amnistía que no llegó

En los días previos a la cumbre de la Apec se insinuó que habría una amnistía para los presos políticos, incluyendo al periodista Nguyen Vu Binh.

Este último cumple condena desde hace cuatro años por pasar información a los grupos disidentes del exterior a través de la red. Pese a las presiones de distintos gobiernos, el perdón, que debía haberse materializado a fines de octubre, sigue pendiente.

EN INTERNET

Censura en Vietnam:
http://web.amnesty.org/library/Index/ESLASA410102006

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