Antes de calificar el contenido del discurso de Eugenio Tironi, de su nuevo libro Crónica de VIaje: Chile y la ruta hacia la felicidad, desde ya me gusta que posicione esta conversación en un mundo en que se aliaron lo más riguroso de las lógicas liberales y socialistas para emprender una tarea tan racional de planificar, realizar y evaluar medidas, donde la escases de recursos nos tendrá siempre en el conflicto que provoca la falta de un sentido colectivo de horizonte para esta nación. A ver qué propone o cuestiona Tironi. Por lo pronto, hay que agradecer que nos ponga en esta reflexión. Tengo la sospecha que, aceptando la necesidad de niveles mínimos de satisfacción de necesidades materiales (que en Chile se han llevado hasta el mínimo mínimo) por este solo camino no conseguiremos la sensación de satisfacción como país que avanza al desarrollo, ya no sólo económico. En fin, necesitamos alimentar y distraer el alma:

emol

Eugenio Tironi y el nuevo desafío que plantea para el Estado chileno:

“El objetivo de los gobiernos es hacer feliz a la gente”

“Chile y la ruta a la felicidad” es el nuevo libro del sociólogo. En él, Tironi advierte que, de seguir adelante con el modelo de desarrollo americano y no el europeo, se incrementarán las tasas de infelicidad en los chilenos. Es más: asegura que el INE tendría que incorporar las tasas de felicidad en sus estudios y que las políticas públicas debieran reorientarse según lo que hace feliz o no a la gente.

Rodrigo Barría Reyes

Piensa más de lo que escribe. Así y todo, el sociólogo Eugenio Tironi no para de plasmar su obsesión por intentar dilucidar la evolución y rostro que exhibe el Chile de hoy.

Hace unos años estuvo viviendo en Estados Unidos, en el midwest, y, a comienzos de éste, se mudó unos meses a Francia.

Ya había vivido en ambos lugares, así es que en los dos se trató de un reencuentro con dos de los países estandartes de la modernidad y de la supuesta felicidad.

Estaba aún en París cuando Tironi empezó a obsesionarse con una nueva idea: la de la felicidad y de por qué Francia -y Europa en general- es un pueblo más feliz que el estadounidense.

Así comenzó a escribir su último libro: “Chile y la ruta a la felicidad” (El Mercurio-Aguilar), texto en el que se pregunta cuál será la felicidad si es que el país sigue adelante con el modelo de desarrollo americano.

Continúa:

Bienestar europeo

-Usted basa su libro en la diferencia de felicidad entre Francia y Estados Unidos, pero este año la Universidad de Leicester acaba de publicar el primer mapa de la felicidad en el mundo, donde Estados Unidos aparece en el lugar 23 y Francia mucho más atrás, en el 62. ¿Por qué dice que los franceses son más felices que los estadounidenses?

-Bueno, porque la base que he tomado en consideración, especialmente la del inglés Richard Layard, Francia aparece más arriba que Estados Unidos. Sé que es contraintuitivo, porque se suele ver a los franceses más hoscos y pesados. Pero en los datos que yo empleo aparecen más felices que los americanos.

-En todo caso, aceptar una u otra versión de un ranking de felicidad es complejo, puesto que aún no existe un parámetro único y consensuado…

-Es cierto que es una disciplina emergente y que se trata de un tema difícil de medir, pero no es imposible. Existen ciertas constantes: sociedades en las que existe menos incertidumbre tienden a ser menos competitivas, y a la vez son más felices.

-¿Qué factor es el que hace a Europa más feliz que a Estados Unidos?

-El Estado de bienestar europeo es clave. La ausencia de angustias asociada a una red de protección social hace que los niveles de felicidad en el viejo continente sean superiores a los de Estados Unidos. Pero también hay elementos como los vínculos comunitarios, trabajan menos, son más productivos y dedican más tiempo al ocio.

De Chicago a Boston

-Chile ha asumido el modelo de desarrollo estadounidense. Es decir, pareciera ya inevitable asumir que nuestros niveles de felicidad serán inferiores a los países que sigan el modelo europeo…

-Nosotros somos un país medianamente pobre. Eso ya nos hace un país más infeliz. Y somos un país desigual. Y la desigualdad genera alta infelicidad entre los que la padecen. Pero es cierto que hemos transitado desde el modelo europeo a uno americano, que ha hecho aumentar la inseguridad, pero también la riqueza. En realidad, si uno mira los resultados de ese cambio de modelo, la sociedad chilena es más feliz que hace 30 años.

-Pero llegará un momento en que la curva de felicidad, pese a los niveles de prosperidad, comenzarán a bajar…

-Sí, podremos ser más ricos, pero llegaremos a un techo de felicidad. Y eso es lo que me pregunto: si seguir ciegamente el modelo americano o recoger elementos europeos y de nuestro propio pasado.

-El tema es que resulta muy difícil salir del modelo de desarrollo por el que ya se ha optado…

-Es que Estados Unidos tampoco es un modelo único. La Concertación lo que ha hecho ha sido mover a Chile desde Chicago a Boston, sin intentar devolvernos a Europa.

-Sin atreverse a cruzar el Atlántico y volver a tomar el modelo de desarrollo europeo…

-Y ha sido por un acto casi de clarividencia. Implantar el modelo europeo en Chile es una utopía. Resulta irrealizable.

-Es decir, la máxima aspiración es quedarse en el modelo de Boston y no en el de Chicago…

-Creo que sí. No podemos adoptar el modelo europeo, pero sí podemos ser más que comida rápida y malls.

-¿Qué elemento del sistema americano seguido por Chile es el que ha generado más infelicidad en Chile?

-El materialismo ramplón. La filosofía ultraliberal de que todas las relaciones se reducen a un interés económico. Eso ha terminado por destruir vínculos familiares, barrios y ciudades. Es un proceso que es necesario contener y hasta revertir.

Estadísticas

-Resulta paradójico que el modelo americano produzca menos felicidad que el europeo. De hecho, en su Declaración de Independencia se hace alusión explícita a la necesidad de la “búsqueda de la felicidad”…

-Y es una de las más importantes declaraciones de intención en la historia de la humanidad. Ahora, la forma en que se han organizado no ha sido la más efectiva para lograr ese objetivo.

-Una cuestión siempre discutible es el nivel de influencia del dinero en la felicidad. De hecho, se da la paradoja del “bienestar-infeliz”, en que muchas sociedades ricas no logran ser felices. ¿Puede haber felicidad en la pobreza?

-… Se puede ser feliz en la pobreza, pero no en la desigualdad. En general, el aumento de la riqueza va a la par de un aumento de la felicidad. Pero hasta cierto punto. Está claro que, con dos o tres mil dólares per cápita, el logro de la felicidad se alcanza con más riqueza y más crecimiento.

-¿Y Chile ya alcanzó ese umbral básico de bienestar como para preocuparse de la felicidad?

-Discrepo de la gente que dice que estos temas son de países desarrollados. De la felicidad hay que preocuparse siempre.

-¿Por qué cree que al gobierno le interesan tanto índices de delincuencia, contaminación o pobreza, pero poco se hace por saber qué tan feliz es la gente?

-Estoy de acuerdo. La medición de la felicidad debiera ser incorporada como otra cuenta nacional. El INE debiera tener en su agenda la medición de la felicidad.

-¿Y esos resultados de felicidad debieran determinar las políticas públicas?

-Absolutamente. Siempre sospecho de una política pública que deje de lado o ignore el tema de la felicidad o infelicidad que generará en las personas. En realidad, el objetivo de los gobiernos es hacer feliz a la gente.

-¿Le sorprende que los pocos estudios de felicidad en Chile muestren que éste es un país mayoritariamente feliz?

-No, no me sorprende. Hemos incrementado los niveles de riqueza, pero al mismo tiempo hemos mantenido el “familismo”. Chile es un país religioso, que es otro factor que ayuda a la felicidad. Pero la pregunta es a futuro y tiene que ver con lo siguiente: si seguimos igual, ¿mejorará o empeorará la felicidad entre los chilenos?

-¿Qué sectores de la sociedad chilena le parecen los más felices?

-Los sectores más acomodados, la gente del norte, las mujeres trabajadoras. Contrariamente, la vejez es una enorme fuente de infelicidad.

-A propósito, ¿usted es feliz?

-Soy feliz. Y en buena parte porque he aprendido a contener mis expectativas. Ya no me trago ruedas de carreta.

Volver inicio ricardoroman.cl