Como una dimensión de la vida de los seres humanos en la cual se expresa creativamente la era digital, aquí comparto una entrevista al filósofo Hervé Fischer, acerca de la creació artítica con medios digitales, publicada por El Mercurio:

Filósofo y artista Hervé Fischer:
Los desafíos de la cultura en la era digital

“El arte nos ayuda a familiarizarnos y a captar algo de nuestra nueva era digital” … “Cuando el arte utiliza lo digital -que antes era propio de los mercados financieros, los bancos y la tecnología de transformación industrial-, se apropia en el campo de la cultura del lenguaje digital, dándonos una señal de una cosa que nos concierne a todos no sólo como herramienta, sino como algo que está en el corazón de nuestra nueva cultura”.

En el salón Blanco del Museo Nacional de Bellas Artes se exhibe actualmente, y hasta el 19 de septiembre, la muestra retrospectiva del filósofo y artista franco-canadiense Hervé Fischer, titulada Pintura. (Ver aquí)

Manuel Feliú Giorello

Un mar de gráficos, códigos de barra, fluctuaciones bursátiles y códigos binarios en acrílico sobre tela, todos ellos titulados con una ironía muy particular por Fischer, quien tiene además una vasta producción filosófica como teórico de las ciencias de la era digital, teoría que utiliza como fundamento de su obra pictórica y que nos propone detenernos frente a las superestructuras que conforman la hiperrealidad contemporánea del dígito y las comunicaciones multimediales, aludiendo a un “humanismo tecnológico” capaz de repensar los avances de la era digital en favor de un desarrollo más integrado entre la evolución tecnológica y cultural para el hombre.

Fischer, nacido en París en 1941, es licenciado en Filosofía de la ??cole Normale Supérieure de París y doctor en Sociología de la Universidad de Québec, cofundador del movimiento “Arte Sociológico” surgido en los setenta, presidente de la Federación Internacional de Asociaciones de Multimedia y autor de numerosos libros que tienen como problemática central lo que él ha denominado “humanismo tecnológico”, concepto que ha desarrollado a lo largo de su obra y que tenemos la oportunidad de conocer en esta entrevista.

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Obras para cyber ciudadanos

-En el mundo actual, donde las tecnologías de la comunicación son cada vez más prolíferas, ¿cuál sería en su opinión la especificidad de la comunicación a través de la obra de arte?

“Se podría decir que lo digital cambia el mundo, cambia nuestra sensibilidad y nuestras relaciones en tanto que cyber-ciudadanos. El artista tiene que ayudarnos a entender cuál es nuestra nueva relación con el mundo. Cuando el arte utiliza lo digital -que antes era propio de los mercados financieros, los bancos y la tecnología de transformación industrial-, se apropia en el campo de la cultura del lenguaje digital, dándonos una señal de una cosa que nos concierne a todos no sólo como herramienta, sino como algo que está en el corazón de nuestra nueva cultura. El arte nos ayuda a familiarizarnos y a captar algo de nuestra nueva era digital. Es que no se puede hablar del mundo de hoy de la tecnociencia pintando la naturaleza de ayer, o un desnudo o pintando algo simbólico del viejo mundo. Necesitamos apropiarnos de lo digital, de lo científico y tecnológico en nuestra cultura. Yo podría decir que tenemos una cultura un poco vieja del humanismo tradicional y necesitamos influir en esa tradición cultural pues la tecnociencia digital cambia el mundo”.

-Usted ha influenciado poderosamente en el desarrollo de la teoría de la era digital, ¿por qué ha decidido utilizar la pintura como modo de expresión y además como título de esta muestra?

“He tomado el riesgo de una paradoja. ¿Cómo es posible hablar del mundo digital con pintura acrílica sobre tela? La razón es una provocación también, pero la razón principalmente es que la imagen digital es un flujo de píxeles o de sonidos de multimedia que me parece importante detener, detener este flujo de modo que no nos arrastre sin pensamiento crítico sino al contrario, que podamos empezar a analizar y criticar la sensibilidad digital. Estas pinturas las he preparado con la pantalla del computador, pero me parece interesante la idea de detener la imagen y apropiarme de un medio que le da la distancia crítica para hacer de ella un icono, una condensación muy significativa de movimiento, sonido e imágenes. Estamos en un mundo de movimiento de todas las impresiones audiovisuales y eso nos hace consumirlas sin mayor pensamiento. La pintura es como un libro, al leer un libro usted necesita sentarse, detenerse, olvidar el cuerpo y el movimiento alrededor y concentrarse en un análisis para profundizar seriamente sobre lo que tiene enfrente, si no está bailando -y es difícil bailar y pensar al mismo tiempo-. Para mí, el libro, como la pintura, es una herramienta muy importante para detenernos y cesar de movernos en una agitación que puede ser como una alineación. Si no el movimiento nos lleva adelante sin pensar. Es el momento de silencio, de concentración, que necesita volver con la distancia que impone por sí mismo un medio arcaico como el libro o la pintura”. Arte sin progreso

-En sus inicios como teórico, usted criticó fuertemente a las vanguardias, pensamiento que luego derivó en el movimiento de Arte Sociológico. ¿Qué es el Arte Sociológico?

“Con la vanguardia de los ’70 se promovió la idea de que es bueno lo nuevo y que el arte que vale es el arte de la novedad. Si voy a hacer un comportamiento, un gesto o una obra, ésta vale sólo en tanto que rompe con los esquemas anteriores, si ayer ha hecho lo mismo otra persona, él es el artista y yo no valgo nada, cuestión que también regía ciertamente para el mercado. La idea es que esa obsesión de la novedad fue un último paso de una ideología del arte como progreso, como creación de algo nuevo. El arte no tiene nada que hacer con la idea de progreso, no hay progreso en el arte, la imagen prehistórica de una mano en una caverna vale tanto como una obra de hoy y por lo tanto no voy a decir que una obra digital en veinte años más va a tener más valor que hoy porque el computador en que se realiza es mas poderoso”.

-Sin embargo sí hay progreso en las ciencias y en la tecnología, y probablemente estos gráficos que vemos en sus obras algún día van a ser vistos como herramientas del pasado…

“Mientras más sofisticada es la tecnología, más rápidamente ella se hace vieja, una obra de arte de arcilla no se hace vieja, pero una obra digital mañana ya es del pasado. Yo puedo hacer una obra mucho más importante con casi nada, con papel, lápiz y arcilla. Es muy peligrosa la idea de la novedad tecnológica en el arte y de nuevo me parece importante tomar distancia de eso, pero al mismo tiempo el artista tiene que ser contemporáneo con su época. El arte si se hace arte de consumo es arte de un día. Como en el pasado, antes que surgieran los museos, podía pensarse que el arte no necesitaba ser conservado, era efímero, como un grupo de seres humano de un pueblo que hacía una fiesta. Se puede pensar que el arte va a ser efímero, que se va a consumir y olvidar y que mañana vamos a hacer otra cosa. Cuando pienso en el arte digital de los 80 constato que no tenemos cómo conservarlo pues ya los programas o herramientas para mostrarlo están obsoletas. Una instalación con programas de 10 años de antigüedad se convierte en un problema si quiere ser reproducida hoy. Parece que el arte digital en este sentido es arte de medios masivos de muy corto plazo y es muy peligroso que vayamos a perder la memoria cultural artística de ese tiempo. Esta es otra razón por la cual pinto, pues puedo pintar en relación con una instalación interactiva o un programa de algoritmos y se conserva. Un libro de papel se conserva mucho más que un libro digital. Mientras más sofisticada es la tecnología más rápido se pierde, es algo especial de nuestra época que hace que me parezca que es importante seguir escribiendo libros, seguir pintando, y no solamente perderse en el movimiento digital”.