Les ofrezco esta experiencia de jóvenes emprendedores en la industria del arte y de la arquitectura con innovaciones desde el arte y la tecnología:

El Mercurio
Gracia Mac Auliffe y Manuel Novoa:
Dos jóvenes que se arriesgaron con el arte y la arquitectura

Una galería de arte joven y arquitectura bioclimática son los nichos poco explotados a los cuales apostaron estos nuevos empresarios.

D. Santelices, B. Aguirre

Gracia Mac-Auliffe siempre supo que lo suyo era el arte. “Vengo de una familia donde es un tema compartido, que viene de generaciones. Somos seis hermanos y tres estudiamos algo relacionado con el arte”, dice.

Pero a diferencia de ellos, Gracia nunca quiso ser artista. Su sueño era ser gestora cultural: tener una galería, organizar exposiciones y relacionarse con los artistas. Y hacia allá encaminó su vida. Estudió dos años de fotografía, se licenció en Arte con mención en escultura y trabajó en la galería Artespacio. Allí no sólo se enamoró más de esa actividad y aprendió del negocio, sino que hizo el descubrimiento que la llevó a emprender. “Me di cuenta de que había un desfile de artistas jóvenes buenos que no tenían un espacio donde mostrar sus obras, porque las galerías grandes se dedican más a los consagrados. Que había mucha gente que quería comprar cuadros baratos. Y que hay un grado de intimidación con las galerías grandes, pues muchas personas no se atreven a preguntar”, cuenta. “Por eso me decidí a formar una galería donde la gente pudiera comprar arte a precio accesible y donde los artistas jóvenes pudieran dar a conocer su trabajo”, explica.

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Confiada en su idea y con un poco de ahorros, logró conseguir una pieza en el segundo piso de una tienda de Alonso de Córdova. “Llegué a un acuerdo con las dueñas para pagar un porcentaje de las ventas. Les convenía porque la galería complementaría su trabajo y atraería más gente”, agrega. Entonces compró un escritorio, rieles y llamó a cinco ex compañeros de Arte que siempre se destacaron por su talento. “Era un negocio que no tenía mucho riesgo”, agrega.

Hace un año abrió la galería Arte Joven y hoy trabaja con 70 artistas, entre ellos “joyas emergentes” como Macarena Illanes, Soledad González y Carolina García Huidobro; allí vende grabados, pintura, acrílicos, óleos, fotografía, técnica mixta, y recientemente se amplió a la enmarcación. ¿Los resultados? Muy positivos, sobre todo tratándose de una actividad donde la edad y el prestigio pesan.

“El primer mes cumplí mis expectativas de ventas. Este negocio tiene que ver con la credibilidad. Soy fanática del arte. Mi clave es ser transparente”, dice. Pero también hay otra. “Todas las semanas recibo artistas, desde estudiantes hasta personas mayores. La lectura es arte joven, usar colores, ser decorativos y que los precios sean accesibles. Cuando los artistas se ponen caros porque han expuesto varias veces, no me sirven”.

¿Teme a la competencia? “No. Lo que se logra con ella es crear un hábito”.

Bioarquitectura

En marzo de este año Manuel Novoa Tonda dio el salto a la independencia. Después de trabajar 3 años como arquitecto del Ministerio de Obras Públicas decidió instalar su propia oficina, en la que podría concretar lo que a él le gusta: la arquitectura bioclimática.

Especialidad innovadora que este arquitecto de la Universidad Central estudió durante el máster y doctorado que hizo en la Universidad Politécnica de Cataluña, Barcelona, y que está pegando fuerte en Chile porque su plus es la eficiencia energética.

Mientras la electricidad y los combustibles se encarecen, Manuel proyecta una arquitectura ecológica que incluye el uso racional de la energía natural del sol, del viento y el agua para generar espacios habitables y más eficientes desde el punto de vista energético, con mejor iluminación, ventilación y acústica. “No es una arquitectura más cara; con el mismo gasto o un 10% adicional, orientando bien los espacios, usando ciertos materiales e incorporando algunos implementos como placas solares, se hacen casas que ahorran energía”, dice.

Un 40% de ahorro en gasto energético, cerca de $2 millones anuales, logrará disminuir un edificio de cinco pisos de oficinas en Rancagua que Manuel está recuperando para una empresa.

??l no sólo se dedica a nuevas construcciones también propone intervenciones en algunas ya construidas. Hace consultorías para empresas que quieren mejorar su iluminación y eficiencia energética que cuestan en promedio unos $400.000.

“El problema se da en empresas y casas que son muy frías y húmedas, y que tienen un alto consumo energético, muchos gastos y donde la gente no se siente bien”, dice Manuel Novoa y agrega que con ayuda de un software especializado se proponen intervenciones que con base científica mejoran los factores térmicos, lumínicos y acústicos, y así se hace el espacio más habitable.

En la empresa la arquitectura bioclimática está ganando espacio. “En los edificios inteligentes, donde no se puede abrir las ventanas y las oficinas funcionan con puro aire acondicionado y luz pareja todo el día, se modifican los ritmos biológicos como la transpiración, la vista y se genera cansancio, enfermedades y a la larga afecta la productividad de los ocupantes”, explica el arquitecto.

Emprender en la arquitectura no ha sido simple para Manuel Novoa. “En este mercado uno va siendo recomendado entre amigos y clientes satisfechos, de a poco uno se hace un nombre, lo que es más fácil cuando uno propone algo novedoso y que es útil para la vida, la salud y el bolsillo de los clientes”.

Lo natural y el ahorro energético fundamentado en una base científica es lo que vende.