La Tercera
Oscar Guillermo Garretón
“Se cierra un capítulo muy largo e importante de mi vida”
En 1973 fue acusado de sedición por la Armada. Fue uno de los “10 más buscados” después del golpe. Salió al exilio y cuando volvió, en 1987, pasó seis meses en la cárcel de Valparaíso. Pero el pasado fin de semana el ex líder del Mapu y hoy empresario pudo reencontrarse con la Marina, en una emotiva travesía a bordo del buque Aquiles. Durante ella, el comandante en jefe, Rodolfo Codina, dijo que había cosas de las que en su institución “no podemos sentirnos orgullosos”.

Juan Pablo Sallaberry
Fecha edición: 09-04-2006

¿Cómo fue el viaje en el buque Aquiles junto a las autoridades de la Armada?

Fue un gesto de mucha relevancia que la Marina me invitara a subirme a un barco de la Armada después de 35 años, porque la última vez que lo hice fue como subsecretario de Economía de Salvador Allende. Tenía para mí un significado muy profundo y así se lo dije al almirante Codina antes de zarpar. El viaje fue precioso. Además, el grupo era bien simpático: hubo canto, baile y muchas cosas, pero lo más emocionante para todos fue la cena final.

¿Allí el almirante hizo su discurso?

Sí. Uno de los oficiales me había advertido que el almirante iba a hacer alguna referencia que tenía que ver conmigo. Luego en su discurso hizo reflexiones sobre la reconciliación que son bien potentes. Y yo respondí.

Entiendo que se emocionó…

Sí, es verdad, me emocioné y cuando me iba a sentar salió el almirante Codina y nos saludamos con un abrazo, con un gesto de amistad muy fuerte y la verdad es que estaban emocionados todos. No es que yo no más me conmoví, había gente haciendo pucheros de distintos lados.

¿Qué significó para usted este viaje en su historia personal?

Es el cierre de un capítulo muy largo y que tuvo que ver con cosas muy importantes en mi vida. Entre otras cosas, con 14 años de exilio junto a mi familia, seis meses preso en Valparaíso, con haber aparecido en la lista de los 10 más buscados inmediatamente después del golpe. En el fondo, y lo dije allí, la Marina me ha marcado mucho. Incluso les dije, en tono de broma, pero broma en serio, que -como tenía prohibición de ejercer cargos públicos o postular a cargos de elección popular- la Marina algo tenía que ver en los inicios de mi vocación empresarial.

¿Y qué sentimientos ha tenido hacia la Armada durante estos años?

Soy nacido en Valparaíso y la Marina siempre había sido una cosa muy cercana. Pero hace muchos años que me había cansado de odiar cosas. Hace rato que yo siento que el país está bastante reconciliado en general, y para mí es motivo de satisfacción poder trabajar con gente que quizás después del golpe descorchó una botella de champaña. Creo que es un país reconciliado, pero siempre los gestos más emblemáticos tardan más y creo que este fue un gesto muy emblemático.

¿No se lo esperaba?

Me parecía que el solo hecho de invitarme era ya el gran gesto. Además, las palabras del almirante no eran sólo para mí. Yo creo que son una referencia más amplia a la visión que la Marina tiene sobre lo que ocurrió entonces y qué es lo que desea hoy día. El habló de amistad cívica, de espíritu republicano, de solidaridad, de cosas que son muy fuertes dichas por el comandante en jefe de la Armada.

¿Cree que el almirante Codina está iniciando, en su estilo, un camino similar a lo que siguió el general Cheyre en el Ejército?

No sé si está siguiendo el camino de Cheyre. Lo que sí es evidente es que el almirante no habló a título personal, sino a nombre de la institución y por lo tanto lo que él dijo allí, que es potente, interpreta una voluntad de la Marina. Diría más: la referencia que hace el almirante a esos momentos “de los cuales no podemos sentirnos orgullosos”, es una referencia más al pasado, porque una cosa es decir “nunca más”, “miremos para adelante de otra manera” y otra cosa es manifestar una opinión crítica frente a lo que ocurrió en el pasado.

¿Siente que la Armada aún tiene cuentas pendientes con usted?

Tengo la impresión de que las cuentas mías son pequeñas comparadas con otras, y creo que lo mejor que uno puede hacer es construir para adelante y no dedicarse a cobrar cuentas de ayer.

Por el contrario, en su intervención habló de las culpas compartidas, tanto de los vencedores como de los vencidos…

Independiente de que nosotros no asesinamos a nadie y que formamos parte del bando de los que fuimos asesinados, torturados, exiliados, etc; creo que en la situación política que se arribó el ’73 todos tenemos responsabilidad. Hay una responsabilidad compartida en haber llegado a un golpe. Todos cometimos errores. Todos formamos parte de un momento muy trágico del país y creo que simplemente anotar las culpas del otro bando ni es objetivo ni bueno.

¿Y por qué señaló que no era partidario de pedir perdón?

Lo que digo es que los católicos pasan pidiendo perdón para volver a pecar al día siguiente. Lo que importa es proponerse firmemente crear un país distinto y mejor que aquel al que arribamos el año 73.

¿Es efectivo que el almirante José Toribio Merino, el mismo que realizó la investigación por sedición en su contra, fue quien le permitió volver a Chile desde el exilio?

Lo que pasó es que mis padres son porteños y lo conocían a él y a su señora. Entonces se dio la paradoja de que el almirante Merino era el que me hizo las acusaciones y me perseguía, pero al mismo tiempo, el año 87, cuando mi padre estuvo en la UTI, él me autorizó a entrar por 15 días a Chile. Entonces, yo decidí quedarme en el país y me presenté voluntariamente al proceso y ahí me encarcelaron en la cárcel de Valparaíso.

¿Fueron sus meses más difíciles?

No, porque cuando volví a Chile no sufrí torturas como fue habitual en otros momentos. Era mi vuelta desde el exilio y estaba con una energía tremenda. Salía a hacer gimnasia todas las mañanas, me leí todo lo que encontré sobre economía de Chile y algunos autores clásicos como Camus, Tolkien y otros. Organizamos como seis campeonatos de baby fútbol con otros presos y hacía clases en la escuela del penal… La verdad es que tenía un nivel de actividad tremendo, así que nunca me sentí abandonado.

¿Y en qué quedó el proceso por sedición?

Cuando yo me presenté voluntariamente al proceso, muchos de mis amigos creían que estaba loco. Es cierto que estuve preso, pero cuando el año ’93 el proceso llegó a la Corte Suprema yo gané seis contra cero y se demostró que yo no había hecho sedición.