Ocurren cosas curiosas. Un empresario colombiano que visitó Chile y mis cursos de emprendimiento en Arica a inicios de este invierno, tenía la idea que hay una cierta sincronía en las cosas que suceden, que cuando uno echa a andar una acción se inicia todo un proceso. Quién sabe. Pero este fin de semana estaba escribiendo un artículo sobre el jazz y haciendo recuerdos de su presencia desde mi infancia, y justo me escribe un amigo músico de jazz, Dany Sandoval, ciudadano americano hijo de mexicanos, a quien conocí cuando, invitado por Fernando Flores, viajé a San Francisco al encuentro del Club de Emprendedores. En esa oportunidad lo pude escuchar acompañando con su trío una cena del Club en un atardecer de la playa a orillas del Océano Pacífico, pero lo más notable fue su participación en su big band tocando Tanga de Dizzy Gillespie en un pub de Alameda en el Área de la Bahía. Respondí a su saludo pidiendo que me contara acerca de su experiencia con el jazz. Me respondió en su español agringado. Es notable el cariño con que se expresa, así es que les reproduzco sus palabras así no más, sin corrección:
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