Cotinuando con el diálogo acerca del modelo chileno y las debilidades para la vida de sus habitantes, les comparto la entrevista que dio Eugenio Tironi en la revista Quépasa. Tironi trae la mirada del sociólogo, de la cultura y la ética, de la necesidad de incluir en las mediciones las sensaciones de las personas, sus niveles de satisfacción; dice, no sólo el Producto Interno Bruto, sino la Felicidad Interna Bruta. Y su alternativa es recontruir valores como la familia y la comunidad para desminuir la angustia de la incertidumbre. Sería bueno escuchar también a la izquierda de Juntos Podemos Más, donde hay personas de gran valor como Tomás Moulian, que fue uno de los primeros en alertar de modo serio en torno de las dificiencias y el sufrimiento de muchos chilenos a causa de la estrategia de desarrollo de nuestro querido Chile. Por ahora, escuchemos a Tironi.
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Eugenio Tironi: “Perdimos el candor frente al mercado”
Mientras se intensifica el fuego cruzado de críticos y defensores del modelo, Eugenio Tironi mira la discusión desde otra óptica. “¿El crecimiento económico nos ha hecho más felices?”, se pregunta. Su respuesta es que no. Inquieto por lo que considera signos de insatisfacción entre los chilenos, este sociólogo ya ha patentado un nombre para el fenómeno: el síndrome irlandés. Aquí va su hipótesis.
¿Es posible que un país sea exitoso en términos económicos y sin embargo los indicadores de satisfacción de su población -divorcio, alcoholismo, depresión, estrés- se deterioren? Eugenio Tironi, sociólogo y asesor de empresas, cree que sí. Es lo que él ha bautizado como el síndrome irlandés, un patrón que a su juicio podría replicarse en Chile.
Irlanda se transformó en los últimos 15 años en la segunda nación más rica de la Unión Europea después de Luxemburgo en términos de ingreso per cápita. Sin embargo, su índice de suicidio se triplicó en 20 años, el consumo de alcohol es el mayor de Europa y los divorcios aumentaron 13% el 2004. Tironi cree que Chile podría estar siguiendo un camino paralelo. “Hay claros signos de angustia entre los chilenos”, afirma. Y recuerda que según el economista inglés Richard Layard, países ricos como Inglaterra, Estados Unidos y Japón muestran un estancamiento en sus tasas de felicidad desde los años ’50.
En el centro de sus reflexiones está el modelo. Pero aunque comparte con Felipe Lamarca el hecho de que hay cosas que no están funcionando del todo bien, las coincidencias terminan allí. Desde ya, Tironi no ve en las elites una complicidad para mantener el statu quo, sino una apertura a discutir una nueva dirección para el sistema. Además, sus aprensiones tienen más que ver con los aspectos sociales del modelo que con sus aristas económicas. “Existe un camino que es seguir en más de lo mismo: más individualismo, mas quiebre de los vínculos comunitarios, más competencia, más desprotección, más libertad, pero más angustia. Ese camino, a mi juicio, conduce a la infelicidad”.
Advierte también que el modelo económico y social -adoptado por Pinochet y los Chicago Boys, perfeccionado por la Concertación y que tiene en Estados Unidos su paradigma-, ya no resiste una vuelta atrás: “Hemos pasado el Rubicón”. Es desde el mismo sistema -y no contra éste- que él plantea la necesidad de cambios.
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