Las siguientes son citas del libro Mundos en Armonía, Diálogos sobre la acción compasiva Dalai Lama y varios intelectuales de fama mundial como Daniel Goleman, Stephen Levine, Jean Shinoda Bolen, Daniel Brown, Jack Engler, Margaret Brenman-Gibson y Joanna Macy, cada uno con historias personales que los hacen relevantes para el mundo que vivimos. (Ed. Oniro, 2001).

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Compromiso con la acción:
– Pero en el fondo debemos recordar que la esperanza es sólo eso, esperanza. A no ser que conduzca a la acción, no sirve de mucho. Aunque yo rece, si he de ser sincero, no creo demasiado en las plegarias. La acción es mucho más importante que limitarse a orar. A no ser que nuestras percepciones tengan como resultado alguna acción práctica, no sirven para nada. El verdadero efecto debe surgir de la acción y no sólo de la esperanza. (Pg. 30)

Sufrimiento y Felicidad
La actitud que tenemos hacia el sufrimiento es muy importante. Si lo miramos demasiado de cerca, podemos llegar a sentirnos abrumados, o sea que además de sufrir estaremos deprimidos y ansiosos. Pero si observamos la misma situación desde una perspectiva distinta, podemos ver que aunque el acontecimiento sea verdaderamente trágico, podía haber sido peor. Observarlo de ese modo disminuye el grado de ansiedad y sufrimiento. En cada evento hay una serie de aspectos. Si sólo nos fijamos en el aspecto negativo y únicamente pensamos en él, nos sentiremos abrumados. (Pg. 30-31)


Si por dolor usted quiere decir las sensaciones físicas y por sufrimiento las respuestas mentales que comporta, en tal caso puede afirmar que el sufrimiento y la felicidad mentales se sienten con más intensidad que el placer o el dolor físicos. Por lo tanto, es posible que la fuerza del placer o del sufrimiento mentales sea tan arrolladora que supere las sensaciones físicas.

A veces aceptamos voluntariamente una cierta cantidad de dolor físico. Por ejemplo, para tener un cuerpo sano, necesitamos hacer ejercicio. Durante esos momentos, podemos sentirnos cansados e incluso cierta sensación de dolor en las articulaciones. Pero hay unas razones para aceptar ese dolor, así que mentalmente no sufrimos en absoluto. Más tarde, al ver cómo nuestra musculatura se desarrolla, incluso nos sentimos felices. (Pg. 47-48)


Hasta ahora he estado hablando de cómo cambiar la actitud mental que tenemos hacia el sufrimiento y de qué modo debemos verlo. Si usted lo afronta con una mente ecuánime y serena, en lugar de limitarse a reaccionar negativamente, el sufrimiento de su mente disminuirá. Después de esto, decidir si deja o no que otra persona siga comportándose de la misma manera dependerá de la situación. Debe juzgar cada situación por separado. Perdonar o ser paciente no significa ceder ante cualquier cosa que alguien le haga. (Pg. 48)

Mediante el aprendizaje budista uno desarrolla la comprensión de los distintos niveles de fufrimiento. Aceptamos además la teoría del karma o de la acción, y esto es también útil para disminuir el sufrimiento mental.

Cuando las cosas ya han ocurrido, de nada sirve preocuparse. Si hacemos todo cuanto podemos, con una motivación sincera, si tenemos éxito nos sentimos bien, y no es así, no nos arrepentimos de nada. Esta clase de actitud analítica es de gran ayuda. (Pg. 50)

Compasión Si usted profundiza más en su práctica espiritual, haciendo hincapié en la sabiduría y la compasión, se encontrará con el sufrimiento de otros seres sensibles una y otra vez, y tendrá la capacidad de reconocerlo, de responder a él y de sentir una profunda compasión en lugar de indiferencia o impotencia. Al contemplar el sufrimiento, no se hunda en la depresión. Al reflexionar sobre la felicidad, no caiga en un sentimiento de suficiencia o de presunción. El hecho de cultivar la sabiduría nos ayuda a evitar estos riesgos. Pero es difícil generalizar porque cada persona tiene un valor y una paciencia que le son propios. Son las características que nos permiten reconocer el sufrimiento de los demás y responder a él. (Pg. 54)

La práctica de la meditación también es muy parecida. Si intentamos meditar con gran empeño, la mente se llenará de agitación, tensión, letargo o embotamiento. Cuanto más luchemos, más se agotará nuestra mente. En este punto lo mejor es dejar de meditar e ir a refrescarnos. No es eficaz seguir meditando en estas circunstancias. (Pg. 55)

El enfoque budista es, ante todo, reflexionar sobre nuestros defectos y después sobre las consecuencias destructivas que producen a largo plazo. En el budismo se concede mucha importancia a meditar sobre la verdad del sufrimiento. Esto puede ser un poco deprimente, pero cuando vemos nuestros defectos con claridad, vemos también la posibilidad de liberarnos de ellos. Ver los defectos tiene mucho que ver con nuestra capacidad de despertar. (Pg. 58)

Desde el punto de vista budista, no hay ningún error que sea irremisible. Siempre hay la posibilidad de cambiarlo. El reconocimiento de nuestra inteligencia humana puede ayudarnos a tener más confianza al afrontar situaciones difíciles. Esto es muy importante. Cuando un se siente desanimado por ideas como: Soy demasiado viejo, No soy lo bastante inteligente, He cometido demasiadas malas acciones en el pasado o Simplemente, no soy lo bastante bueno, un práctica budista común es estudiar las vidas de las generaciones pasadas de adeptos budistas que actuaron peor que nosotros o que fueron incluso más estúpidos. Al hacerlo, nos daremos cuenta de que fueron capaces de alcanzar la liberación y nos diremos: Si ellos pudieron, yo también puedo hacerlo. Vemos nuestra situación en un contexto relativo y no en uno extremo como: Soy demasiado viejo. (Pg. 59)

En primer lugar, debemos examinar si es posible resolver el problema. Si hay una salida, no tenemos por qué preocuparnos Y si no hay, de nada sirve deprimirnos. La razón por la que sentimos angustia mental es que no deseamos el sufrimiento ni el dolor. Pero si nos obsesionamos con nuestro sufrimiento y nos deprimimos y abrumamos, sufriremos más aún. Si el sufrimiento ya ha ocurrido, es mejor olvidarse de él. De este modo no lo aumentaremos. No agrave lo que ha ocurrido en el pasado cavilando sobre ello y agudizándolo. Deje simplemente el pasado donde debe estar y viva el presente, dando los pasos necesarios para evitar que esa clase de sufrimiento se repita en el presente y el futuro. (Pg. 73)

Creo que hay una diferencia entre los conflictos mentales que uno siente y las emociones que generan: ira, hostilidad, etcétera. Si no podemos expresar los conflictos mentales que tenemos, más tarde en la vida, cuando seamos capaces de expresarlos, vendrán acompañados automáticamente de hostilidad e ira. Por consiguiente, es importante expresar el sufrimiento, no tanto la hostilidad, sino el sufrimiento en sí. (Pg. 79)

Esto es algo que los budistas necesitamos aprender. La ira subconsciente, de tener un paralelismo con los textos budistas, haría con lo que se denomina infelicidad o insatisfacción mental, en el sentido de que se la considera como la fuente de la ira y la hostilidad. Podemos verla como una falta de conciencia, y también como una activa mala interpretación de la realidad. (Pg. 84)

Vacuidad
El verdadero significado de vacuidad

es la ausencia de existencia independiente. Normalmente proyectamos una existencia independiente sobre los eventos y las cosas. Vacuidad tiene una connotación de plenitud? de depender de otros factores. La doctrina de la vacuidad implica una interconexión. Lo que el término ilusión significa en el budismo, en particular en la filosofía Madhyamika, es que los fenómenos no existen independientemente unos de otros, que su apariencia de existir independientemente es ilusoria. Esto es lo que significa???ilusión???, y no algo que no esté realmente allí. (Pg. 42)

Defensa de la paz
Es un tema sobre el que suelo insistir: para llevar la paz al mundo debemos gozar de paz mental. (Pg. 87)

Transformar la ira
Depende de lo intensa que sea. Si no es demasiado fuerte, puede intentar ver un aspecto distinto del individuo que la suscita. Cada persona, por más negativa que parezca ser, tiene también atributos positivos. Si uno intenta fijarse en ellos, la ira disminuirá de inmediato. Esta es una solución. Otra cosa que puede hacer es intentar encontrar qué es lo que la ira tiene de bueno o útil. Si lo intenta, descubrirá que no puede encontrar nada, pues la ira es realmente dañina. En cambio, en la paciencia, la compasión y el amor encontrará muchas ventajas. Y una vez adquirida esta clase de genuina convicción, cuando la ira empiece a formarse, recordará su negatividad e intentará disminuirla. Pero cuando la ira es demasiado intensa, puede intentar dirigir la mente a otra parte, pensar en otra cosa. Limítese a cerrar los ojos y a concentrarse plenamente en la respiración. Cuente hasta veinte o veinticinco respiraciones y, al cabo de este tiempo, la ira habrá disminuido ligeramente, se habrá calmado un poco. Pero si la ira es muy violenta, ¡entonces, a luchar se ha dicho! Estoy bromeando. En realidad, es mejor expresarla que guardarla en el interior. Los sentimientos negativos y detestables que uno siente pueden permanecer dentro durante años. Esto es lo peor. Comparado con ello, es mejor decir unas cuantas palabras desagradables. (Pg. 88-89)


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