Como decía, el diario La Tercera traía varios artículos interesantes de destacar. Aquí va uno acerca de las universidades chilenas.

En la educación pública se han gastado importantes recursos de todos los chilenos y sus resultados están lejos de ser aceptables. La educación se está transformando en una ilusión de los jóvenes y sus familias de alcanzar un “cartón” profesional para alcanzar la llave del éxito en la vida, siendo desgraciada y cada vez más obviamente una ilusión. Conozco muchos profesores y muchos de ellos hacen esfuerzos por mejorar su promesa ante los estudiantes y sus familias. No se trata de descalificar a personas sino de revelar un problema persistente, grave, urgente y de compleja solución que afecta a todo el sistema de educación chilena:

Educación: mala nota en el ranking mundial de calidad

Por estos dias la superación de la pobreza y alcanzar el pleno desarrollo económico son temas que están en el centro de atención de las políticas públicas. En ambos casos la educación juega un rol trascendental. Por un lado la educación está correlacionada con el trabajo y los niveles de ingreso que puede alcanzar una persona y, por lo tanto, con sus posibilidades de superación. Por otra, y como parte del capital humano del país, la educación debe transformarse en el motor de crecimiento económico, especialmente cuando no se tienen abundantes recursos naturales.

Como vemos en el Gráfico 1, en los últimos años el gasto del gobierno en educación ha aumentado fuertemente, así como también el porcentaje del gasto en educación respecto del gasto total. Además, si comparamos nuestro gasto en educación (tanto público como privado) como porcentaje del PIB, con el de otros países, vemos que estamos por sobre el promedio de los países de la Ocde.

Sin embargo, y a pesar de este aumento en presupuesto y del aumento en cobertura, las pruebas nacionales de medición de la educación (Simce) y las internacionales (Timss, Pisa y otras) son sumamente negativas en los puntajes que alcanzamos como país y en la evolución que hemos tenido de estos puntajes. En otras palabras, la calidad de nuestra educación no es la que debiéramos tener, considerando nuestra inversión.

Vemos en el Cuadro 1 los promedios de cada prueba Simce 2004 y su comparación con el año 2000. La escala que se utiliza no tiene máximos y mínimos, sino que se asigna un puntaje al promedio obtenido por los estudiantes el año 2000, que fue 250. Así se puede concluir fácilmente que los estudiantes no han mejorado los puntajes en forma significativa, salvo para Estudio y Comprensión de la Naturaleza.

En el caso de la prueba Timss (año 1999 y año 2003), que se realizó en 4to. y 8vo. básico a 50 países (Chile sólo participó en 8vo.), tenemos los promedios obtenidos tanto en Matemáticas como en Ciencias, en los Cuadros 2 y 3. En ambas materias Chile está bajo el promedio, y al ordenar los países del mejor promedio al peor, quedan sólo 3 (1999) y 7 (2003) países con peores puntajes promedio que nosotros. En cambio si ordenamos los países según su PIB per cápita, hay 26 países con menor PIB per cápita que Chile y si los ordenamos según el porcentaje del currículum dedicado a matemáticas hay??? ¡37 países con menos horas de matemáticas que nosotros!

En el Cuadro 2 tenemos la información de que en la prueba de matemáticas 2003 apenas un 41% de los estudiantes chilenos alcanzó los niveles mínimos de puntajes. Esto equivale a ser capaces de sumar, restar y multiplicar números enteros. Por lo tanto, ni siquiera la mitad de los alumnos chilenos que rindieron la prueba son capaces de responder estos requerimientos mínimos, mientras que un 75% de todos los estudiantes de todos los países que dieron el Timss sí los alcanzó.

En el caso de los mejores, sólo un 1% de los estudiantes chilenos alcanzan los puntajes más altos, que equivalen a resolver problemas que incluyan fracciones, decimales, porcentajes, varias propiedades geométricas y reglas algebraicas, mientras que un 10% de todos los estudiantes que dieron la prueba sí los resolvió.

No podemos decir que los malos resultados chilenos en matemáticas sean exclusivamente un problema de currículum, o que nuestros estudiantes de 8vo. no hayan estudiado todavía esa materia, ya que al revisar los puntajes obtenidos en cada uno de los temas incluidos en la prueba (Fracciones y Números, Medidas, Representación de Datos, Análisis y Probabilidades, Geometría y Álgebra), Chile está siempre bajo el promedio y además, como apreciamos antes, somos de los países que más horas dedica a la enseñanza de matemáticas.

Aún más, si vemos la información sobre los profesores de matemáticas, un 93% de los estudiantes chilenos tienen docentes con educación universitaria terminada, lo que nos ubica en el 6º lugar de países con mayor proporción de alumnos cuyos profesores son universitarios; mientras que la mayoría de los países que obtuvieron un promedio menor al nuestro en matemáticas, tienen menos de un 10% de alumnos enseñados por profesores universitarios.

Si tenemos tantas horas de matemáticas en el currículum y una mayoritaria proporción de profesores universitarios enseñando, cabe preguntarse ¿cómo son las clases que se imparten a nuestros estudiantes?, ¿qué calidad de profesores y de métodos de enseñanza tenemos?