La innovación en Chile no deja de sorprender, ahora para dormir ya no basta contar ovejas, ahora hay que salir a contar pobres que duermen en la calle. A veces se atraviesa el límite de la manipulación, como ahora intentar tomar el prestigio de un admirable sacerdote como el Padre Hurtado, que hace cincuenta años recogía indigentes y niños vagos de la calle, cuando en Chile los pobres aún no tenían carné de existencia, y confundirlo con esta obsesión administrativa de contarlo todo, planificarlo y descansar satisfechos. En Chile es un país sorprendente donde, dependiendo de quien se trate, son posibles libertades condicionales, condonaciones e indultos; donde la izquierda se escandaliza porque los vasallos desplazan a nobles en el parlamento, donde nos basta parodiar la modernidad para jugar a que ya llegamos. Para este país de tanto pontificador y agorero, donde se gusta de predicar del modo como ya sabemos y mucho más allá que en la religión, le viene bien esta creación del gran Joan Manuel Serrat:

Los macarras de la moral

Sin prisa pero sin pausa,
como el “calabobos”,
desde las más tierna infancia
preparan el cebo:
«Si no te comes la sopa
te llevará el coco…»
«Los tocamientos impuros
te dejarán ciego…».

Y te acosan de por vida
azuzando el miedo,
pescando en el río turbio
del pecado y la virtud,
vendiendo gato por liebre
a costa de un credo
que fabrica platos rotos
que acabas pagando tú.

Son la salsa
de la farsa.
El meollo,
del mal rollo.
La mecha
de la sospecha.
La llama
de la jindama.
Son el alma
de la alarma,
del recelo
y del canguelo.
Los chulapos
del gazapo.
Los macarras
de la moral.

Anunciando apocalipsis
van de salvadores
y si les dejas te pierdes
infaliblemente.
Manipulan nuestros sueños
y nuestros temores,
sabedores de que el miedo
nunca es inocente.

Hay que seguirlas a ciegas
y serles devoto.
Creerles a pies juntillas
y darles la razón
que: «El que no se quede quieto
no sale en la foto…»
«Quien se sale del rebaño,
destierro y excomunión».

Sin prisa pero sin pausa,
esos carcamales
organizan sus cruzadas
contra el hombre libre
más o menos responsable
de todos los males
porque piensan por su cuenta.
Sueñan y lo dicen.

Si no fueran tan temibles
nos darían risa.
Si no fueran tan dañinos
nos darían lástima.
Porque como los fantasmas,
sin pausa y sin prisa,
no son nada si les quitas
la sábana.