El siguiente es un documento que escribí hace algún tiempo acerca de las políticas de Capacidad Emprendedora, los límites del actual enfoque en que se basan los diseños de políticas y una propuesta basada en la disciplina de comunicación y emprendimiento de Fernando Flores y en mi propia experiencia práctica y reflexión.

La capacidad emprendedora se ha difundido durante los últimos años como un elemento importante en las interacciones entre las personas, inicialmente en los negocios (en especial con el auge de la industria informática), pero pronto se ha revelado importante también en el mundo social y cultural.

Los destacados resultados de algunos emprendedores notables en el mundo han hecho dirigir las miradas a su capacidad de inventar y llevar adelante iniciativas empresariales con diferencia en la comunidad. Se ha puesto de relevancia buscar el desarrollo de estas capacidades como una tarea de los gobiernos, los cuales han visto necesaria la iniciativa de las personas para producir desarrollo económico, más allá de las iniciativas públicas o la presencia de recursos naturales, en parte importante, al reconocer el explosivo desarrollo de las economías de mercado y la incapacidad de las economías más débiles para absorber los grupos de desempleados.

En el mundo social y cultural pronto se comenzó a reconocer como emprendedores a ciertos tipos de personas que manifiestan influencia sobre sus grupos o al manifestar cierta creatividad artística. Habría que investigar el momento y la razón por la cual se comenzó a llamar ???capacidad emprendedora??? a fenómenos que antes se llamaban liderazgo o simplemente creatividad.

En Chile, con el interés de fortalecer la democracia y ampliar las oportunidades de empleo, las políticas públicas de los últimos doce años han insistido con programas de promoción en estas dos áreas, sin embargo, con pobres resultados en especial en el mundo de la pequeña empresa y de las organizaciones juveniles.

Es evidente que, por lo menos, en los dos ámbitos en que las políticas públicas han buscado desarrollar capacidad emprendedora, como son, el mundo de los pequeños empresarios y en el mundo de las organizaciones sociales, los resultados no han sido del todo exitosos. No se ha logrado romper el ciclo breve de vida en que tanto empresas como organizaciones nacen, se desarrollan y mueren en un tiempo muy cercano al acompañamiento de los soportes públicos.

La Debilidad del Enfoque al diseñar Políticas de Capacidad Emprendedora

En nuestra opinión, estos débiles resultados tienen dos causas principales que inciden en que las organizaciones y las pequeñas empresas tengan breves ciclos de sobrevivencia. Por una parte está el enfoque, paradigma o interpretación en que se diseñan y ejecutan las políticas y programas de promoción de capacidad emprendedora, y por otro lado, el perfil de los ejecutores de dichas políticas. Estas dos causas van unidas, porque el enfoque de las políticas y el perfil de los ejecutores se potencian mutuamente en mundo de relaciones en que ocurren estos proyectos.

La debilidad del enfoque se encuentra en que posee un entendimiento insuficiente del fenómeno de la capacidad emprendedora centrado en ciertos aspectos ???externos??? de los rasgos de los emprendedores o de los recursos ???técnicos??? que requiere un emprendedor y no observa en profundidad los fenómenos humanos que operar en los casos que reconocemos la presencia de capacidad emprendedora. Esta insuficiencia no es técnica sino que es de fondo, porque estamos hablando de un paradigma que tiene cegueras que son claves en el entendimiento del fenómeno de la capacidad emprendedora.

En nuestra interpretación las debilidades del actual paradigma responden a un entendimiento errado de cómo los seres humanos actúan, piensan, aprenden y se relacionan. No siendo esta la oportunidad de desarrollar en profundidad este planteamiento, nos centraremos, por ahora, en los aspectos centrales del actual paradigma de la capacidad emprendedora:

Facultades Psicológicas: buscando ampliar y reproducir esta capacidad, los emprendedores denominados como empresarios, luego como innovadores, más tarde como creativos, han sido identificados principalmente por ciertos rasgos psicológicos como carácter, persistencia, inteligencia, liderazgo, orientación a resultados y capacidad de decisión. Gran parte de la literatura empresarial americana se centra en este aspecto de los emprendedores, consiguiendo al respecto innumerables best sellers pero no resultados destacables en nuevos emprendedores. En nuestra opinión estos rasgos sin bien pueden ser considerados como destrezas que posee un emprendedor, no definen el carácter ni la personalidad de una persona para siempre, y por el contrario, son parte del contexto cultural de las personas y están basadas sobre prácticas y observaciones que se pueden reproducir en la mayoría de las personas.

Facultades innatas: posiblemente apoyado por los débiles resultados en los intentos de reproducir estas misteriosas capacidades, existe la creencia que la capacidad emprendedora es una capacidad innata y selectiva, en la que sólo algunas personas nacerían con dicha virtud, donde en la perspectiva de desarrollar capacidad emprendedora se trataría de identificar a estas personas y proveerlos de recursos para que su herencia se expresara. En nuestra opinión, por el contrario, toda persona es emprendedora por el hecho de nacer con lenguaje, cuerpo e inserto en alguna tradición, lo que ocurre es que no todos tienen el espacio para de cultivar esta capacidad.

Facultades individuales: otro supuesto errado consiste en entender la capacidad emprendedora como una capacidad individual. La literatura americana, coherente con el estilo americano, se ha centrado en estudiar a los emprendedores como individuos con una diferencia especial que, basados en su determinación e inteligencia, son capaces de conseguir las metas que se auto imponen, salvando todo obstáculo por difícil que parezca. En nuestra interpretación, si bien existe una parte importante de determinación personal en los líderes, la capacidad emprendedora surge en ciertos espacios y comunidades, en las cuales algunas personas la encarnan con mayor fuerza pero su presencia depende principalmente del espacio de relaciones de cada comunidad.

Facultades ???intelectuales???: el contexto cultural en que ocurren los estudios y el diseño políticas relacionados al fenómeno emprendedor, han llevado a poner el acento en la dimensión intelectual de los emprendedores, donde lo que determina todo son la cantidad de inteligencia, conocimientos e información que es capaz de manejar el emprendedor. Este aspecto es crucial, porque muchas de las políticas de intervención social se basan en este supuesto, desde las políticas de educación regular hasta las políticas de prevención social, pasando por las de promoción de iniciativas. En este supuesto las personas actuarían o dejarían de actuar según cuenten o no con información. Para decirlo gráficamente, el consumo de drogas, las prácticas sexuales, los hábitos fiscales, las iniciativas empresariales y la creación de organizaciones, dependerían de la cantidad de información que tengan los ciudadanos. En nuestra opinión, la información y el conocimiento tradicionalmente entendido, incluyendo la capacidad de planificar y administrar, son una parte importante pero no determinante en la capacidad práctica de las personas.

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