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Esta entrada la escribí hace 5 años. La recuerdo ahora que murió a los 67 años el maestro Enrique Morente (Videos):

Lo primero que recuerdo de aire flamenco fue el concierto de Paco de Lucía en San Francisco con John McLaughlin y Al Di Meola. Entonces, me costó asumir el flamenco cantado, salvo esas variedades fiesteras como Gipsy King o Azucar Moreno o los creativos y fusionados Ketama.
Todo cambió en España, cuando asistí a los primeros tablaos en que una gitana se tiraba una canción de la Rocío Jurado en versión capela y ponía los pelos de punta, o en una capilla medieval de piedra en Extremadura me emocionaba con los cantes más puros del flamenco, muchos de ellos a puro eco de la inglesia. En eso estaba cuando llegó a mis manos, vía una buena amiga de Badajoz, el disco que más me ha impresionado del flamenco, de voz de Enrique Morente, un “granaíno” de los más clásicos del flamenco moderno. La obra se llama Lorca y está basada en una serie de poemas de Federico García Lorca. Es una mezcla de aires de los más diversos, a veces me recuerda Brasil, pero también trae el coro de Voces Húngaras. Aquí quiero destacar La Leyenda del Tiempo.
Hay otra versión de este poema, de Camarón de la Isla, que marcó toda una revolución en el flamenco. Camarón es todo un innovador en su arte, como lo propio es Morente y el mismo Lorca, pero camarón también es como un Gardel. Hizo famoso en el mundo el flamenco y se convirtió en un mito al morir demasiado joven. Hay muchos que dicen que Camarón “canta cada día mejor”. Podemos hablar mucho más de flamenco y todas sus aristas, como podemos ver condesado en estas líneas, ya lo haremos. Por ahora, quería ofrecerles este poema La leyenda del tiempo…

LA LEYENDA DEL TIEMPO

El sueño va sobre el tiempo
flotando como un velero.
Nadie puede abrir semillas
en el corazón del sueño.

¡Ay, cómo canta el alba, cómo canta!
¡Qué témpanos de hielo azul levanta!

El tiempo va sobre el sueño
hundido hasta los cabellos.
Ayer y mañana comen
oscuras flores de duelo.

¡Ay, cómo canta la noche, cómo canta!
¡Qué espesura de anémonas levanta!

Sobre la misma columna,
abrazados sueño y tiempo,
cruza el gemido del niño,
la lengua rota del viejo.

¡Ay, cómo canta el alba, cómo canta!
¡Qué espesura de anémonas levanta!

Y si el sueño finge muros
en la llanura del tiempo,
el tiempo le hace creer
que nace en aquel momento.

¡Ay, cómo canta la noche, cómo canta!
¡Qué témpanos de hielo azul levanta!