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Noticias Noviembre 10, 2012

Matthieu Ricard: Los hábitos de la Felicidad

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Matthieu Ricard: Los hábitos de la Felicidad

Trascripción español por Emma Gon  •  corregida por Francisco Herrera

Supongo que como resultado de la globalización es que pueden encontrar latas de Coca Cola en la cima del Everest y monjes budistas en Monterey. (Risas) Hace apenas dos días que llegué de los Himalayas gracias a su amable invitación; y de igual modo los invito por un instante a los Himalayas para mostrarles el lugar donde meditadores como yo, que empecé siendo un biólogo molecular del Instituto Pasteur encontraron su camino hacia las montañas.

Estas son algunas imágenes que he tenido la suerte de tomar y presenciar. Esta es la montaña de Kailash al este del Tíbet, escenario maravilloso. Esto es del mundo Marlboro. (Risas) Este es el Lago Turquesa. Un meditador. Este es el día más caluroso del año en algún lugar al este del Tíbet, un primero de agosto. La noche anterior acampamos y mis amigos tibetanos dijeron que íbamos a dormir afuera, a lo que dije, “¿por qué? Si hay suficiente espacio en la tienda”. Contestaron … “Sí, pero es verano”. (Risas)

Bien, hablemos ahora de la felicidad. Como francés, debo decir que hay muchos intelectuales franceses que piensan que la felicidad no es interesante en absoluto. (Risas) Recientemente escribí un ensayo sobre la felicidad y este causó controversia; alguien escribió un artículo diciendo: “No nos impongas la sucia palabra felicidad”. (Risas) No nos importa eso de ser felices, necesitamos vivir con pasión, nos gustan los altibajos de la vida; nos gusta el sufrimiento porque se siente tan bien cuando cesa por un instante. (Risas)

Esto es lo que veo desde el balcón de mi ermita en los Himalayas, que es como de dos por tres metros, y son siempre bienvenidos. (Risas)

Hablemos ahora de la felicidad o el bienestar. Primero que nada, y a pesar de lo que los intelectuales franceses dicen, al parecer nadie se despierta en la mañanas pensando: ¿Me permiten sufrir todo el día? (Risas) Lo cual, de alguna manera significa que … conscientemente o no, directa o indirectamente, en el corto o largo plazo, que todo lo que hacemos, todo lo que esperamos, todo lo que soñamos de alguna forma está relacionado con un profundo deseo de bienestar o felicidad. Como dijo Pascal, incluso aquel que se pone la soga al cuello, de alguna manera, está buscando dejar de sufrir … y no encuentra otra manera. Si buscamos en la literatura en Oriente y Occidente, es posible encontrar una diversidad increíble de definiciones de la felicidad. Algunas personas solo creen en recordar el pasado, imaginar el futuro y nunca ver el presente. Algunas personas dicen que la felicidad es el ahora; es la calidad de la frescura del momento presente. Todo esto motivó al filósofo francés Henri Bergson a decir: Todos los grandes pensadores de la humanidad han tratado la felicidad en vago de modo tal, que así puedan definirla en los términos que ellos quieran.

Bueno, eso estaría muy bien si fuera tan sólo una preocupación secundaria en la vida, pero si es algo que va a determinar la calidad de cada instante de nuestra vida, es mejor que sepamos que es y tener una idea más clara. Y probablemente el hecho de no saber, es lo que tan a menudo nos hace que aunque busquemos la felicidad, pareciera que le volvemos la espalda. Aunque queremos evitar el sufrimiento, parece que corremos de alguna forma hacia el. Y esto también puede provenir de algunas confusiones,

una de las más comunes es confundir felicidad y placer. Pero, si miramos a las características de ambas, el placer depende del tiempo, del objeto y del lugar; es algo que cambia de naturaleza. Un sabroso pastel de chocolate, la primera porción es deliciosa, la segunda no tanto, comemos más y nos da asco. (Risas) Esa es la naturaleza de las cosas, nos cansamos. Yo solía ser un fan de Bach, solía tocar la guitarra, lo podía escuchar dos, tres, cinco veces; pero … si tuviera que escucharlo 24 horas sin parar, terminaría fastidiado. Si tienes frío, te acercas al fuego y es algo maravilloso; después de un rato, te haces un poco para atrás porque comienza a quemar. En cierta forma — el placer — se consume a sí mismo conforme lo experimentas. De nuevo, el placer no es algo que esté afuera irradiando. Como cuando tú puedes sentir un placer intenso mientras que otros a tu alrededor pueden sentir sufrimiento.

¿Pues entonces qué es la felicidad? La felicidad, por supuesto, es una palabra tan vaga, que mejor usaremos bienestar. Así, creo que la mejor definición, según la visión budista, es la de que el bienestar no es meramente una sensación de placer, sino una sensación de profunda serenidad y realización; un estado que impregna y subyace en todos los estados emocionales y todas las alegrías y penas que se atraviesan en el camino. Para ustedes eso puede ser sorprendente, ¿podemos tener este tipo de bienestar en la tristeza? En cierta forma ¿por qué no? Porque estamos hablando a un nivel diferente.

Miren las olas que llegan a la orilla, cuando están en la parte baja de las olas, tocan el fondo, pegan con la roca sólida; cuando están arriba, sienten regocijo. Así se pasa de euforia a depresión y no hay profundidad. Ahora, si miran el alta mar, quizá lo encuentren bello, tranquilo como un espejo; puede que halla tormentas, pero el fondo sigue ahí, sin cambios. ¿Cómo es esto? Esto sólo puede ser un estado del ser, no sólo una emoción fugaz, una sensación. Incluso la alegría, que puede ser la fuente de felicidad, también puede ser la alegría torcida por el regocijo de ver a otros sufrir.

¿Entonces cómo proceder en la búsqueda de la felicidad? A menudo buscamos afuera. Pensamos que si pudiéramos juntar esto y lo otro, todas las condiciones, como se dice, “todo para ser feliz, tener todo para ser feliz”. La frase misma revela la causa de la destrucción de la felicidad. Tenerlo todo … si algo nos falta, es el colapso. Igualmente cuando las cosas van mal, intentamos arreglar el exterior, pero nuestro control del mundo exterior es limitado, temporal, y a menudo, ilusorio. Entonces miremos las condiciones internas ¿acaso no son más fuertes? ¿No es la mente misma la que traduce las condiciones externas en felicidad y sufrimiento? ¿Acaso no es más fuerte? Sabemos por experiencia, que podemos estar en lo que llamamos “un pequeño paraíso” y aún así, ser completamente infelices por dentro.

En una ocasión, el Dalai Lama estaba en Portugal y había muchas construcciones por todos lados. Una tarde dijo: “Miren, están haciendo todas estas cosas, pero no sería lindo también, que construyeran algo hacia dentro? Y agregó, “A pesar de esto … incluso si tienen un grandioso departamento en el piso 100 de un edificio supermoderno y cómodo, si dentro de ustedes están profundamente tristes lo único que van a buscar es una ventana por donde saltar”. Ahora, por el contrario, conocemos mucha gente que está en circunstancias difíciles, que logran mantener serenidad, fuerza interior, libertad interior y confianza. Ahora, si las condiciones internas son más fuertes… por supuesto que las condiciones externas afectan, y es maravilloso ser longevos, estar más sanos, tener acceso a información, educación, poder viajar, tener libertad … son cosas por demás deseables. Sin embargo, esto no es suficiente; esos son sólo un apoyo auxiliar, condiciones. La experiencia que traduce todo está dentro de la mente. Por lo tanto, cuando nos preguntamos cómo nutrir las condiciones de felicidad, las condiciones internas, y cuáles son aquellas que minan la felicidad. Para ello, se requiere tener cierta experiencia.

Tenemos que darnos cuenta que dentro de nosotros hay ciertos estados de la mente que conducen al florecimiento de tal bienestar, lo que los griegos llamaron eudemonismo, florecimiento. Hay algunos que son adversos a ese bienestar, si miramos en nuestra propia experiencia — ira, odio, celos, arrogancia, deseo obsesivo, codicia extrema — no nos dejan en un buen estado después de experimentarlos. Además que perjudican la felicidad de otros. Podemos considerar que entre más nos invaden la mente, como una reacción en cadena, más nos sentimos miserables, atormentados. Por el contrario, todos sabemos que en lo profundo, un acto de generosidad desinteresado a la distancia, sin que nadie sepa de el, podría salvar la vida de un niño, hacer a alguien feliz. No necesitamos reconocimiento, no necesitamos gratitud. El mero acto de hacerlo nos llena de una sensación de plenitud con nuestra naturaleza profunda. Y quisiéramos estar así todo el tiempo.

¿Es eso posible, cambiar nuestra manera de ser, transformar nuestra mente? ¿Y son esas emociones negativas o destructivas inherentes a la naturaleza de la mente? ¿Es posible cambiar nuestras emociones, nuestros rasgos, nuestros ánimos? Para eso nos tenemos que preguntar ¿cuál es la naturaleza de la mente? Si vemos desde el punto de vista de la experiencia, existe una cualidad primaria de la consciencia, que es el simple hecho de pensar de ser conscientes, de estar conscientes. La consciencia es como un espejo que permite ver todas las imágenes que surgen. Pueden tener caras feas, caras hermosas en el espejo, el espejo lo permite, pero el espejo no se mancha, no se modifica, no se altera por esas imágenes. De la misma forma, detrás de cada pensamiento existe la conciencia desnuda, pura. Esta es la naturaleza, no puede ser intrínsicamente manchada con odio o celos, y si estuvo siempre ahí … como la tinta que impregna el lienzo entero, se encontraría todo el tiempo, en algún lado. Sabemos que no siempre estamos enojados, siempre celosos, siempre generosos.

Es debido a que la tela fundamental de la conciencia es esta cualidad pura de ser conscientes, que la diferencia de una piedra, es que existe la posibilidad de cambiar, porque las emociones son pasajeras. Este es el fundamento del entrenamiento de la mente. El entrenamiento de la mente se basa en la idea de que dos factores mentales opuestos no pueden ocurrir al mismo tiempo. Puedes pasar del amor al odio, pero no puedes, al mismo tiempo y hacia el mismo objeto, o la misma persona, querer herirla y hacerle un bien. No puedes, en el mismo gesto, dar la mano y dar un golpe. Por lo tanto existen antídotos naturales a las emociones que son destructivas a nuestro bienestar interno. Entonces esa es la manera de proceder. Regocijo en lugar de celos. Una especie de sensación de libertad interior opuesta a la codicia extrema y la obsesión. Benevolencia, afecto amoroso contra odio. Pero por supuesto, cada emoción necesitaría un antídoto particular.

Otra forma es tratar de encontrar un antídoto general a todas las emociones, y eso es mirando a la naturaleza de la emoción misma. A menudo cuando sentimos ira, odio o molestia por alguien, u obsesión por algo, la mente va una y otra vez tras ese objeto. Cada vez que vamos tras el objeto, se refuerza la obsesión o el enojo. Y se vuelve un proceso de auto perpetuación. Por eso ahora lo que necesitamos es, en lugar de ver fuera, ver hacia dentro. Mirar a la ira misma; se ve muy amenazadora, como las nubes de un monzón o una tormenta de rayos, Pensamos que podemos sentarnos en la nube… pero al acercarnos, es simplemente neblina. De la misma forma, si se mira a la ira, se desvanecerá como la escarcha bajo el sol matutino. Si hacen esto una y otra vez, la propensión, la tendencia de que surja la ira otra vez será cada vez menor cada vez que se logre disolver. Al final, aunque puede surgir, simplemente cruzará por la mente como un pájaro que surca el cielo sin dejar huella. Así que este es el principio del entrenamiento de la mente.

Esto lleva tiempo porque … así como tomó tiempo que todos esos defectos se formaran en nuestra mente, de igual modo tomará tiempo desmantelarlos. Pero esa es la única manera de hacerlo, la transformación de la mente, ese es el auténtico significado de la meditación. Esto significa familiarizarse con una nueva forma de ser, una nueva forma de percibir las cosas más adecuada a la realidad, con interdependencia, considerando a todas las transformaciones continuas y fluyentes en las cuales se encuentra nuestro ser y nuestra consciencia.

Así la interfaz con la ciencia cognoscitiva, puesto que necesitamos llegar a eso, y se supone era el tema de… tendremos que tratarlo en este corto tiempo Acerca de la plasticidad del cerebro, el cual se pensaba era más o menos fijo. Hasta hace veinte años se pensaba que todas las conexiones nominales, en números y cantidades, eran más o menos fijas cuando alcanzábamos la edad adulta. Recientemente se ha encontrado que puede cambiar mucho. Un violinista, como se sabe, con unas 10 mil horas de práctica de violín, sufre muchos cambios en la parte del cerebro que controla el movimiento de los dedos intensificando el reforzamiento de las conexiones sinápticas. ¿Entonces qué podemos hacer con las cualidades humanas? ¿Con el afecto amoroso, la paciencia y la apertura?

Pues eso es lo que los grandes meditadores han estado haciendo. Algunos de ellos que han ido a laboratorios en Madison, Wisconsin o Berkeley han meditado de 20 mil a 40 mil horas. Hacen retiros como de tres años en los que meditan 12 horas al día, y luego, el resto de sus vidas, lo hacen de tres a cuatro horas diarias. Son auténticos campeones olímpicos del entrenamiento de la mente. (Risas) Este es el lugar donde meditan … pueden ver que ciertamente es inspirador. Aquí con 256 electrodos. (Risas)

¿Qué hallaron? Por supuesto, lo mismo. El embargo científico, si es que se presenta en la revista Nature, esperemos que sea aceptado; Se estudia el estado de compasión, compasión incondicional. Le pedimos a los meditadores que han estado meditando por años y años que pusieran su mente en un estado en que no hubiera más que afecto y amor, total disponibilidad al ser sensible. Por supuesto, durante el entrenamiento, hacemos eso con objetos, pensamos en gente que sufre, en gente que amamos, pero en cierto punto, puede ser un estado que impregna todo. He aquí el resultado preliminar, que puedo mostrar porque ya ha sido presentado. La curva de campana muestra 150 controles, y lo que se ve es la diferencia entre el lóbulo frontal derecho e izquierdo. En resumen, gente que tiene más actividad en el lado derecho de la corteza prefrontal es más depresiva, retraída, no se caracterizan por tener afecto positivo. Lo opuesto está en el lado izquierdo: más tendencia al altruismo, la felicidad, a la expresión, a la curiosidad, etc. Existe una línea básica para la gente, que también se puede cambiar. Si ves una película cómica, vas a tu lado izquierdo. Si estás feliz por algo, te mueves más hacia la izquierda. Si tienes un ataque de depresión, vas a tu lado derecho. Aquí se muestra la desviación estándar de -0.5 de un meditador que medita en compasión. Es algo que está totalmente fuera de la campana.

No me da tiempo de ver todos los diferentes resultados científicos. Esperamos que pronto lo estén. Pero han encontrado que… esto es después de tres horas y media en la resonancia magnética funcional, es como salir de una nave espacial. Y se ha demostrado en otros laboratorios también, por ejemplo, el de Paul Ekman en Berkeley, que algunos meditadores son capaces de controlar su respuesta emocional más de lo que se pensaba. Como los experimentos de sobresaltos, por ejemplo. Sientan a alguien en una silla con todo tipo de aparatos que miden su fisiología, y hacen estallar una especie de bomba, la respuesta es tan instintiva que, en 20 años, no han visto a alguien que no brinque. Algunos meditadores, sin tratar de evitarlo, pero simplemente siendo totalmente abiertos al pensamiento de que el estallido es sólo un pequeño evento como una estrella fugaz son capaces de no moverse en lo absoluto.

La meollo de todo esto no es hacer una cosa de circo para mostrar seres excepcionales que pueden brincar o lo que gusten, sino mostrar que entrenar la mente importa. No es un simple lujo, ni un suplemento vitamínico del alma, sino es algo que va a determinar la calidad de cada instante de nuestras vidas. Estamos dispuestos a pasar 15 años obteniendo educación, nos encanta correr, hacer ejercicio; hacemos todo tipo de cosas para mantener la belleza. Sin embargo, es sorprendente ver el poco tiempo que dedicamos a cuidar lo que más importa: la manera en que nuestra mente funciona; que, repito, es lo que finalmente determina la calidad de nuestra experiencia.

Ahora, nuestra compasión es supuestamente puesta en acción, y eso es lo que tratamos de hacer en diferentes lugares. Sólo este ejemplo vale mucho trabajo. Esta dama con tuberculosis, abandonada en una tienda, iba a morir con su única hija. Un año después, así es como está. Hemos estado haciendo esto en distintas escuelas y clínicas en el Tíbet.

Los dejo con la belleza de estas miradas … que dicen más sobre la felicidad de lo que yo pueda decir. Monjes saltadores del Tíbet. (Risas) Monjes voladores. Muchas gracias.

Noticias Junio 22, 2011

La Economía Open-source (de código abierto)



TED. Yochai Benkler, profesor de derecho, explica cómo los proyectos de colaboración como Wikipedia y Linux representan la próxima etapa en el modo de constituirse las organzaciones humanas. Mediante una disruppción en la la producción económica tradicional, los derechos de autor y la competencia, se está allanando el camino para un nuevo conjunto de leyes económicas, donde los individuos se pueden poner en igualdad de condiciones con los gigantes de la industria. (Grabado julio de 2005 en Oxford, Reino Unido Duración:.. 17:52)

Noticias Noviembre 30, 2009

Video TED: Seh Godin y las tribus que lideramos



Seth Godin señala que Internet ha acabado con la publicidad masiva y ha
resucitado una unidad social del pasado: las tribus. Estas se basan en
ideas y valores comunes, las tribus dan el poder a personas ordinarias
de liderar y hacer grandes cambios. Él nos invoca a hacer esto. TED

Noticias Diciembre 13, 2008

Ciudad de las ideas – México


quepasa. Los mexicanos
quieren revolucionar las neuronas de su país. Por eso organizaron este año en
Puebla un singular encuentro: la Ciudad de las Ideas, organizado por Poder Cívico. Durante tres días, 40
expertos de todo el mundo expusieron, sin censura, en áreas tan diversas como
la física, filosofía, matemática, biología, cultura, antropología o religión.
Nuestro columnista Juan Carlos Jobet estuvo ahí y cuenta lo que vio y escuchó.
Debates encendidos. Todo en cuestionamiento. Sorpresas. Quedó boquiabierto.
Si en vez de ser sólo una conferencia la Ciudad de
las Ideas fuera una ciudad como cualquier otra -con vida continua, casas y
edificios, parques y cafés- darían ganas de instalarse a vivir ahí una
temporada. Las ganas de quedarse en la Ciudad de las Ideas no nacen de lo
puramente intelectual -la lucidez de sus conferencistas, su diversidad de
intereses o su enorme capacidad de hacerse preguntas-. Todo eso estimula a
pensar y sorprende. Pero las ganas de quedarse son mucho más emocionales que
racionales. El magnetismo de esta “ciudad” nace de la tranquilidad
que transmiten los lugares donde podemos pensar e imaginar en libertad. Ciudad de las ideas en Tv Azteca México

Por Juan Carlos Jobet, MBA y MPA de
Harvard.

Lenguaje, sexo,
slow, genes

Inspirada
en TED, la Ciudad de las Ideas se hizo por primera vez en noviembre en el
centro de convenciones de la ciudad de Puebla, en México.

Durante
tres días, 40 expertos de todo el mundo expusieron en áreas tan diversas como
la física, filosofía, matemática, biología, cultura, antropología o religión.

Algunos
de los conferencistas fueron Dan Gilbert, psicólogo que estudia por qué somos
tan malos prediciendo qué nos hará felices; Steven Pinker, experto en lenguaje;
Helen Fisher, antropóloga que estudia los fundamentos bioquímicos del amor y la
lujuria; Carl Honoré, precursor del Movimiento Slow, que promueve desacelerar
el ritmo al que vivimos; Gerd Gigerenzer, del Instituto Max Planck, que estudia
cómo funciona la intuición; o Dean Hamer, genetista que estudia un gen que
explicaría la homosexualidad.

Las
charlas estaban agrupadas en bloques organizados cada uno alrededor de una
pregunta central: ¿Dónde estamos? ¿quiénes somos? ¿en qué creemos? ¿qué nos
domina? ¿cómo nos comunicamos? ¿hacia dónde vamos? En cada bloque, un grupo de
cinco conferencistas se sentaba en unos cómodos sofás sobre un largo escenario
blanco, y uno a uno se paraban para tomar la palabra, para en 21 minutos
explicar, ante la mirada atenta de sus colegas y de las casi dos mil personas
que rodeaban el escenario, cuál era su mejor idea.

Por
lo amplio de las preguntas, a ratos las charlas parecían inconexas entre sí.
Pero de a poco iban apareciendo algunos patrones. La exposición del físico
Lawrence Krauss sobre la constante e irreversible expansión del universo, la
del explorador marino Enric Sala sobre el daño que hemos hecho a los océanos,
la de Honoré sobre la necesidad de respetar nuestros tiempos y ciclos internos,
o la de Fisher sobre el efecto de la evolución y las hormonas en nuestros
hábitos al buscar pareja, estaban cruzadas, sin que los expositores lo
planearan, por un recordatorio de cuán dependientes somos -como individuos y
como humanidad- de equilibrios precarios que muchas veces no terminamos de
entender, pero a pesar de eso intervenimos.

Sala,
por ejemplo, tratando de explicar lo irresponsables que hemos sido al
exterminar especies en el mar, hacía una pregunta simple: “Si al momento
de subirse a un avión el piloto le dijera, acabamos de encontrar estos
dos tornillos que se cayeron de alguna parte del avión. No sabemos bien de
dónde, ni qué rol cumplían, pero vamos a despegar igual, ¿cuántos de ustedes
tomarían ese vuelo?”. El mar, decía Sala, es un sistema
infinitamente más complejo que un avión, y de él depende nuestra sobrevivencia
en la tierra. Pero nosotros llevamos años interviniéndolo -sacándole piezas
cuya función no entendemos- sin comprender las posibles consecuencias. El mismo
mensaje de precaución parecían pasar otros conferencistas respecto de nuestro
cuerpo y nuestra alma.

Provocaciones

Con
la conferencia, los organizadores, el gobierno de la ciudad de Puebla y los
empresarios que financiaron el evento buscan generar ideas innovadoras para
México. Quieren fomentar la construcción de nuevos paradigmas. Porque creen que
las soluciones no vendrán de una sola disciplina, pretenden fomentar la
búsqueda de propuestas que integren las lecciones de distintas áreas. Por eso
la convocatoria transversal y la mezcla de temas. En sus palabras, quieren
empujar a los mexicanos para que se atrevan “a pensar, a imaginar, a
inventar”.

Por
eso, toda la organización estaba pensada para estimular la creatividad y romper
tabús. En las murallas, en los peldaños de las escaleras, en pendones que
colgaban por todas partes, había preguntas, preguntas y más preguntas. 1.300 +
33 preguntas sobre valores, justicia, sexualidad, sociedad, política y futuro,
que Andrés Roemer -el genial mexicano de formación ecléctica que lideró la
organización del evento- puso en un libro que todos los asistentes recibieron
de regalo. ¿Qué preguntas han desaparecido? ¿matarías en la guerra? ¿has sido
adicto a algo? ¿le hace bien la religión al mundo? ¿qué es un desperdicio de tiempo?
¿siempre es incorrecto sobornar? ¿qué tan joven se es demasiado joven para ser
presidente? ¿cuáles son las grandes preguntas?…

Como
si las charlas y el bombardeo de preguntas no bastaran, para abrir y cerrar
cada bloque, dos niños tocaban el chelo y el violín, o un flautista tocaba
música local, o un pianista llenaba el ambiente con música de Beethoven o
Malher.

Y
pasaban cortometrajes que sorprendían y dejaban pensando. En uno de ellos, un
francés de buena pinta, pero sin cabeza, preparándose para una cita, se pone su
esmoquin y sale a comprar. A comprar flores para la chica y una cabeza para él.
Las flores las elige rápido. La cabeza, no tanto. Después de mucho probarse
distintos modelos, da con una de piel oscura y casco rapado, con un look prolijo
de inmigrante marroquí. La paga y se la lleva bajo del brazo en una caja de
cartón. Se va directo al café donde la chica lo espera, sentada mirando el mar
por la ventana. Él se escabulle al baño sin que ella lo vea, se para frente al
espejo, abre su caja y se pone la cabeza. Y le brotan carcajadas de felicidad
de su nueva boca de dientes blancos, porque la cabeza le sienta muy bien sobre
los hombros, le va muy bien con el esmoquin. Satisfecho, sólo le falta
arreglarse la humita. Pero es ahí cuando ve sus manos blancas en el espejo, que
el contraste de colores con la piel morena de su nuevo cuello lo hace tomar
conciencia de su error. Decide sacársela y abordar a la chica así no más, sin
cabeza. Ella, muy dulce, lo recibe feliz. Y se van de la mano. Caminando junto
al mar.

La religión ¿hace
bien o mal?

Los
tres días de conferencia fueron una seguidilla de estímulos, provocaciones y
sorpresas. Pero es muy probable que el clímax del programa haya sido “la
batalla de las ideas”. Un debate en que un académico de estudios islámicos
(John Esposito) y un pensador conservador (Dinesh D´Souza) discutían con un
filósofo (Daniel Dennett) y un portavoz del tratamiento racional de los temas
de fe (Michael Shermer).

La
pregunta que abordaron fue si la religión le hacía bien o mal al mundo. Lo
notable del debate, más allá de las posturas de cada uno, fue que a pesar de
los esfuerzos de los organizadores para respetar los tiempos del programa,
además de los cuatro debatientes, terminaron arriba del escenario, sin que
nadie los invitara, un físico, un matemático, un psiquiatra, un abogado y un
economista, todos conferencistas que miraban el diálogo y no resistieron la
tentación de subir y participar acaloradamente.

Fue
en ese momento cuando se sintió con más fuerza el magnetismo de esta ciudad. Al
ver que gente que pasa sus horas mirando un microscopio, filosofando, haciendo
ecuaciones, desenterrando esqueletos, o mirando galaxias, comparte, al final
del día, una pasión común por ciertas preguntas fundamentales, uno no podía sino
sentir cierta paz interior.

Después
de muchas horas de explorar la complejidad del ser humano desde distintos
ángulos -su lado biológico y animal, su lado social, artístico y cultural, su
lado racional, emocional y espiritual-, después de disectar el problema en
muchas partes, al ver esa pasión común por las preguntas fundamentales, uno
puede volver a integrar todas las piezas y sentirse más cómodo en su propia
piel, como el francés del documental. Después de separar para tratar de
entender, uno puede volver a juntar. Al comprender que en alguna parte todo lo
que nos compone y nos moviliza está interrelacionado, aunque todavía no
entendamos muy bien cómo -tal como, según Sala, opera el mar-, uno puede ser el
que es, sin tanta autocensura. Al aceptar que somos complejos y diversos, pero
que al mismo tiempo todos tenemos cosas básicas en común, uno puede aceptar sus
propias particularidades con más benevolencia y disfrutar la vida de la ciudad.