Una nueva ansiedad se ha agregado a nuestra vida: debo ser muy exitoso en el trabajo, pero además vivir con calidad de vida, que quiere decir vivir sin agobio, en ambientes amigables y con espacio para dedicarme a la familia, los afectos y a mi mismo: deporte, hobbies, desarrollo espiritual. Sin embargo, en la práctica muchos no logran satisfacer sus aspiraciones profesionales, y casi nadie siente que vive con calidad de vida. Peor son los casos que oponen logros versus calidad de vida: terminan sin unos ni otra.

Te propongo 8 estados o actitudes que con frecuencia escucho en mi trabajo de consultoría y coaching, con el fin de reflexionar y reconocer alguno en que te sientas más cercano. Más adelante te propongo algunas estrategias para superarlos. Los perfiles están exagerados, llevados al extremos, no para caricaturizar, sino que para hacerlos reconocibles. Además, todos ellos siempre son combinaciones, no se encuentran en estado puro. Prefiero dejar los más negativos, para hacerse cargo de las urgencias.

1. Amor resignado: Muchas personas, como en el amor, viven soñando o buscando el trabajo ideal con el cual se sentirían realizados, otras ya no esperan nada o a lo más esperan cada día a que lleguen las 6 de la tarde para hacer lo que realmente les gusta. Se encuentran también las que se concentran en sus tareas específicas, no preguntan ni atienden a nada más que su metro cuadrado y consideran impropio dedicar algún esfuerzo a hacer relaciones al interior de la empresa. Por eso debieran ser remuneradas y valoradas, en su creencia.

2. Desinformado: Cercano a este, está el que siente que siempre hay información que le es negada, que debe tomar decisiones sin conocimiento, que ocurren cosas que nadie le informa, que rondan amenazas seguras que desconoce y que otros disfrutan de oportunidades que nadie le comparte.

3. Estudiante Eterno: Encontramos también a quienes viven en permanente búsqueda de oportunidades a partir de acumular certificados y grados académicos. La mayor de las veces, otra frustración.

4. Traguilla: Hay quienes viven el trabajo como un pesquero industrial, ávidas por capturar la oportunidad que se mueva, atentas a cualquier indicio de cambio en la empresa, proponiéndose para todos los trabajo, ya verá como los cumple, y algún que otro empujón para salir en la foto.

5. Activista Mártir: sobre todo en ciertas áreas de las empresas y en ciertas épocas, para muchos el trabajo es una verdadera tormenta, un huracán de tareas, urgencias, exigencias, traspiés, resbalones, injusticias, donde todo es para ayer, casi todo se hace dos o más veces, o no era lo que te pedí, o era más prioritario que importante, pero si te lo dije, o no pregunte tanto y apúrese. Ciclos permanentes de urgencia, confusión, agobio, cansancio, sobretrabajo, reprocesos y a nadie le importa. En suma, el presente lleno de trabajo, los esfuerzos pasados desconocidos u olvidados, inútiles. Del futuro, nada bueno, más de lo mismo o la amenaza de cambios y terminar en la calle.

6. Incómodo en el Organigrama: casi todos sufren jefes que conversan poco o nada, que nos les escuchan, no los entienden ni les explican los porqué de nada, viven en permanente crisis, siempre listos a exigir sacrificios, modificar su trabajo y olvidar algún reconocimiento. Pero al mismo tiempo, si tienen subalternos, su sufrimiento es un personal desganado, con poca iniciativa, de crítica fácil, demasiado dado a la explicación y al conflicto en todas direcciones.

7. Inestable: vive el trabajo en un permanente temor al desempleo (muchas veces confirmado), con trabajos por períodos cortos, con objetivos e indicadores poco difusos. Muchas veces no tiene claro el plazo contratado, sus honorarios ni sus jefes. Los trabajos los vive casi como favores de algún amigo. El entusiasmo se le ha ido debilitando, a partir de innumerables experiencias de desilusión, de darlo todo y no recibir reconocimiento.

8. Aburrido del éxito: por alguna razón que no comprende, siempre le ha sido fácil la aceptación y el éxito, desde el colegio. Siempre con liderazgo, muchas amistades y el beneplácito de cualquiera con autoridad en su entorno. En el trabajo lo mismo. Con un cargo desde muy joven, buenos ingresos, buen trato y ofertas periódicas. Pero algo anda mal, la pasión se desvanece, el interés disminuye. Si no fuera por el dinero, quizás estaría en otro lugar, una playa, un centro espiritual, África o las calles de Bombay.

Bueno, y de calidad de vida, mejor todavía no hablemos. Es que así quién puede disfrutar el trabajo. Si los logros son visibles, la satisfacciones humanas son demasiado pocas. Pero, muchas veces ni logros ni satisfacciones alcanzan.

¿Seguimos? ¿Se puede hacer algo? ?¡Por supuesto!

Sí, se puede hacer algo, pero sólo si tienes la disponibilidad a cambiar, pero cambiar tú y no esperar a que otros cambien para sentirte satisfecho.

Francamente, aunque suene abusivo, la mayoría de estas insatisfacciones las inventaste en tu propia cabeza. Parten como una verdadera fantasía pero terminan haciéndose realidad en tus conversaciones, relaciones y emociones. Ya lo explicaré, pero partamos por tu apertura a aceptar que eres tú quien puede estar causando la mayoría de estas insatisfacciones, y que lo importante es cambiar.

Una sola prueba de esto, es reconocer que no es por suerte ni por trampa que a otras personas no les ocurre todo lo relatado. Conocemos personas que logran vivir con satisfacción sus logros y su vida profesional. Pero los descartamos como casos aislados, de suerte, privilegios, trampa, o personas insensibles que no se inmutan de lo que realmente ocurre.

Cambiar de creencias, pero no solamente

Estamos en el centro de un remolino creado por dos fuertes corrientes, la de la tradición en que nos educamos (aspiración al orden, claridad, estabilidad, aplicación de conocimientos) y la corriente de la globalización y las tecnologías que todo lo acelera, complejiza, hace más incierto, confuso.

Una de las fuentes principales de insatisfacción y fracasos en el trabajo es que la estrategia burocrática y tecnocrática para desarrollar la carrera en el trabajo quedó obsoleta.

A qué me refiero. Simplemente, que hasta hace 30 años aún hacía sentido plantearse el trabajo desde una profesión específica como la ingeniería, la contabilidad, el derecho, el periodismo o la sicología. Te contratabas en una empresa, cumplías lo que te pedían, eras disciplinado y leal, te actualizabas periódicamente, si se abría algún puesto más alto, postulabas basado en tu rendimiento, antigüedad y certificados. Estaban claros los objetivos, el camino, los hitos y hasta el retiro. Es posible que esta leyenda nunca ocurrió realmente, sino que vivíamos distinto. El mundo estaba más organizado, desde el principio estaba claro que algunas personas asumirían responsabilidades, había más expectativa por la estabilidad que por logros riesgosos, la organización si no ofrecía grandes oportunidades, por lo menos aseguraba trabajo para toda una vida. El héroe admirado no era el líder arrojado y exitoso, sino el profesional preparado, disciplinado y leal. Tampoco era demasiado importante alcanzar altos niveles de ingresos, porque había menos que consumir, los servicios eran más baratos y en el entorno no se veía gente que se disparara demasiado en sus ingresos.

Pero estamos donde estamos, las empresas están cambiando de dueños, de tecnologías, estructuras, equipos directivos, profesionales, competidores. Todo ocurre más rápido, el aprendizaje, la competencia y la exigencia de logros. Hay mucho más actores, muchas más interacciones, más tecnologías disponibles, y periódicas crisis que empequeñecen las organizaciones y las plazas de trabajo. Simultáneamente, conocemos pares que se separan del grupo, que avanzan más rápido, en cargos, ingresos, oportunidades y relaciones. Adicionalmente, se han encarecido los servicios básicos como educar a los hijos, la salud o tener una vivienda, y se multiplican las necesidades de consumo.

Claramente, hasta el presente 2010 las universidades, no enseñan a actuar con efectividad y satisfacción en el contexto de complejidad y flexibilidad que vivimos. Aún enseñan como si viviéramos en 1980, con pautas y valores ya obsoletos (pre y postgrados).

En fin, nos sentimos vulnerables, agobiados, confundidos, frustrados porque intentamos aplicar pautas de comportamiento que hace décadas ya no funcionan.

Pero no es necesario que pare el mundo para bajarse, porque se puede aprender a vivir en este mundo del siglo XXI, pero con habilidades, sensibilidades y aspiraciones del siglo XXI y no del siglo XX. Nota importante, las universidades aún hoy siguen preparando a los profesionales para actuar en el siglo XX. Habrá cambiado algún discurso, nombres de programas, pero en lo básico siguen preparando para reunir conocimientos, construir modelos, aplicar reglas, pensando en la cabeza, actuando solos y sin distracción en lo posible. Entregan un mapa equivocado. Es como querer recorrer Buenos Aires siguiendo el mapa de Sao Paulo.

Comunicarse, relacionarse y emocionarse de otro modo

Las más duras entre las habilidades blandas

Por esta vez, mencionaré sólo tres aspectos principales que pueden hacer una diferencia importante en el desarrollo de tu carrera. Pero debes tener claro que no se trata de conceptos, definiciones, reglas ni buenas intenciones, sino de invitaciones a poner en tensión tus creencias, tus costumbres y tus emociones. Tomarse en serio estas invitaciones es un camino difícil pero con premios asegurados.

No sobra decir que ser disciplinado, leal y acumular certificados no es ni por mucho perjudicial ni inútil, pero es completamente insuficiente. Además depende de cómo lo utilices.

Se trata de desarrollar un nuevo perfil de profesional en que predomine la responsabilidad, la automotivación, la creatividad, la flexibilidad, la colaboración en redes, la creación de contextos de trabajos participativos y motivadores, la fortaleza emocional para exponerse y crear ambientes de alegría. Pongamos también que abierto a las tendencias y tecnologías.

Todo lo anterior habla más de una actitud, un enfoque, un modo de plantearse en el mundo y en la vida. ¡No se trata de un modelo! Ni reglas ni teorías. Tampoco de aplicarlo sino de vivirlo, experimentarlo. Se trata de desarrollar una nueva sensibilidad, que está disponible para cualquier persona, género, edad o especialidad.

La carrera hoy es (quizás siempre lo fue) más el camino que un destino. Es un proceso de construcción permanente, como los programas de la web que siempre están en versión Beta antes de la definitiva, porque definitivo ya no es posible. Es que no puedo plantearme algo permanente en un mundo que todo cambia. Carrera más que algo en mi (un conocimiento, información, métodos, certificados) son mis relaciones, mis interacciones de creación de valor con otros.

Una buena metáfora es mirar tu propio desarrollo de carrera como un proceso de construcción estratégica y de marca en las corporaciones, pero en este caso acotada a tu propia identidad. Nos pone en ánimo de proceso y no de algo sólido, nos enfoca siempre a relaciones y en especial con clientes, nos pone en competencia en el mercado y en colaboración con aliados, nos lleva a pensar en nuestra oferta, en el valor que proponemos y en qué nos diferencia en el mercado. Nos enfoca a Vender (sí, a vender).

Comunicarse

En este mismo sitio (www.ricardoroman.cl) hemos abundado en la reflexión acerca de la comunicación como un fenómeno mucho más rico y complejo que transmitir información. Hay dos dimensiones básicas que considerar, una de ellas es que más que con información interactuamos con interpretaciones, es decir, siempre tengo una impresión de los que estás diciendo y tú siempre tienes una impresión de lo que yo digo, pero nunca una percepción exacta de lo que estoy comunicando. Aquí es clave la capacidad de escuchar, que es mucho (pero mucho) más compleja y sutil que oír. La otra dimensión es la de la coordinación de compromisos, donde la unidad de la comunicación no es el dato sino el compromiso, que hago siempre en red con otros.

La gran diferencia para efectos de tu desarrollo de carrera es que comunicarse considerando que interpretamos y nos interpretan (nunca nos describen) y que comunicarse es coordinar compromisos en red, está en que tú siempre estás a cargo, siempre es tu responsabilidad el producir comunicación efectiva con otros, que finalmente significa que ocurra lo que quieres que ocurra contigo y las otras personas. ¿Un ejemplo? No basta decir ya le dije que hay reunión, sino que se trata que el otro asista a la reunión; no se trata de decir no quise ofenderte, sino que reconocer el hecho que tus palabras o gestos ofendieron a la otra persona y lo importante es repararlo y evitarlo en el futuro. Bueno, si te interesan las otras personas, claro. Pero ya dijimos que lo que finalmente más importa en la carrera del Siglo XXI son las otras personas, tus relaciones, producir valor a otros.

Dos antídotos para el agobio activista

Comunicarse, relacionarse y emocionarse de otro modo son ayudas para vivir menos agobiados y ser más efectivos. Pero aquí hay dos claves básicas para la comunicación que es importante explorar:

1. Plantear contextos y horizontes, que son interpretaciones (historias, cuentos, narrativas, discursos) y no descripciones de la realidad, por lo tanto son flexibles, líquidas, tienen fundamento en ?datos reales? pero son explicaciones, conclusiones, hipótesis que dependen de tu inventiva y responsabilidad.

En la aceleración permanente, con crisis y confusión, es clave ?articular? o construir explicaciones de dónde estamos y hacia dónde vamos, ya sea en mi departamento, mi área, mi compañía o mi industria. Siempre es necesario y bien venido contar con un buen cuento que nos enfoque, nos ayude a decidir, a asignar recursos, actuar. Pero sobre todo, nos ayuda a producir certidumbre, confianza, dirección. La condición es que se trate de explicaciones pertinentes, fundadas, abarcadoras, novedosas, coherentes, y lo primero es jugarse, es comprometerse con ellas, con una hipótesis, un juicio, una opción. Plantear 6, 5 o 3 escenarios equivalentes no es el camino. ¿Cuál te parece a ti que es el óptimo?

En la tradición de la información, muchas veces la capacidad narrativa es despreciada por los expertos analistas de información, reunidotes de datos, constructores de informes. Pero, la verdad que un informe con datos sólidos, pero sin hipótesis ni conclusiones que abran oportunidades, que propongan direcciones de acción, es un informe irrelevante, o por lo menos insuficiente.

Y porqué es un antídoto al agobio y el activismo. Porque te permite orientarte, discriminar, decidir entre lo importante y lo urgente. Tener la expectativa fundada que avanzar en esta dirección nos hará una diferencia, que el esfuerzo de este período nos dejará en una situación distinta y mejor que como estábamos.

Más que la capacidad de hacer, la capacidad de plantear contextos relevantes es una competencia típica y requerida en niveles directivos.

2. La otra dimensión de la comunicación que opera de antídoto al agobio y el activismo es la capacidad de coordinarse en redes de ayuda en el equipo y con otros equipos. Gestionar la tareas, las promesas, en red de ayuda con otros. Las tareas son siempre promesas a un cliente. Y nuevamente, antes que nada, es clave contar con la simpatía del cliente si quieres ser bien evaluado. Es inútil tratar de satisfacer a alguien que está comprometido en no estar satisfecho. Pero una vez establecido tu cliente, la clave es gestionar tus compromisos en el tiempo, asegurando las promesas que necesitas de otros para cumplir las tuyas, y siempre anticipando tus propios problemas o riegos de incumplimiento para mitigar las consecuencias de tus propios incumplimientos. La clave aquí también, es que tú estás siempre a cargo, de lo que prometes y lo que te prometen. Siempre depende de ti, nunca ?no depende de ti?. Por ahora, créeme que es válido lo que digo o puedes estudiar otros artículos que profundizan en coordinación.

En resumen, se trata de establecer dónde estamos, hacia dónde debemos dirigirnos y comenzar a avanzar, priorizando en todo lo que ayude a avanzar y descartando lo que obstaculice.

Bueno, este es un activo clave de todo profesional con aspiraciones, porque tendrá preguntas, reflexiones, intereses que lo pondrán en sintonía con las conversaciones directivas de su organización.

Relacionarse

Otra ventaja que tiene dejar de mirar el trabajo como aplicación de métodos y procedimientos, como transmisión de información y toma de decisiones, consiste en entender que el trabajo, las compañías y los negocios son redes de relaciones sociales. No sólo en el trabajo sino que en toda la vida, vivimos construyendo y participando en redes relaciones sociales, muchas veces sin darnos cuenta.

Las redes de relaciones sociales tienen 3 componentes principales que aportan en nuestro interés por la carrera:

1. Las relaciones sociales funcionan basadas en conversaciones de posibilidades, abriendo horizontes, anticipando, alertando, orientando la acción y los intereses hacia algún horizonte compartido. Todos participamos en redes sociales de algún tipo, pero lo interesante es saber qué redes son las que importan, cómo participar en ellas o cómo construir redes relevantes. La relevancia de las redes sociales responderá a su capacidad para inventar, definir y orientar el futuro de la compañía. Es decir, en las que se conversa y se comparten las posibilidades del futuro. Participar en ellas, por si no lo has descubierto, permite llegar antes al futuro, anticipar los cambios, ser de algún modo protagonista y no sólo receptor afectado por los cambios. 

El futuro de una compañía ni de nada, nunca está determinado por anticipado, siempre se va construyendo en el camino. Es posible definir objetivos y metas, pero los eventos inesperados siempre van modificando esos objetivos. Lo que antes era relevante deja de serlo y lo que era una locura comienza a ser algo obviamente necesario. Participar en la red en que esto se define, de por sí trae oportunidades.

2. Las redes sociales son espacios de colaboración, de alianzas, de apoyo mutuo para enfrentar desafíos, para pedir ayuda ante dificultades, para compartir oportunidades, en fin, para construir juntos el futuro de modo compartido. Uno puede abandonarse a la ilusión que hace su trabajo solo y que cumpliendo con sus objetivos será bien evaluado y recompensado, o puede observar las redes de colaboraciones y alianzas que circulan en el entorno de la empresa. No saber desenmarañarlas, seguirles la pista y  abordarlas, no significan que no existan y que no afecten tus propias posibilidades.

3. Tu identidad está muy condicionada por las relaciones que frecuentas. Dime con quién andas y te diré quién eres. Hay un componente de credibilidad, confianza y prestigio que se comparte con la red social e que participas. Ser parte de un grupo te hace participar de sus valores ante la comunidad.  

No le temas al poder: aquí un paréntesis que desarrollaremos en otra ocasión, pero es clave en toda la conversación sobre el desarrollo de la carrera tener un mapa y competencias para moverte en la dimensión del poder, en la conciencia limpia que el poder es algo legítimo y adquirirlo también. Puede haber poder entregado por el cargo y la capacidad de mandar o prohibir, pero también hay un poder que entrega la autoridad por la capacidad de crear confianza, crear narrativas de contextos, la eficacia técnica, etc. Que te permite participar en las conversaciones en que se define el futuro del grupo o de la compañía. Puedes ejercer poder mandando o puedes ejercer poder influyendo. En fin, querer desarrollar tu carrera, pero sin involucrarte en relaciones de poder, es una ilusión innecesaria.

Emocionarse

Por dos razones es importante desarrollar competencias para cultivar emociones positivas. Porque cuando somos copados individual y colectivamente por emociones negativas (que lo más probable que sea en contexto de dificultad) nos impiden tomar acción o tomamos acciones equivocadas para mejorar las situaciones. La segunda razón es que todos la pasamos peor, pudiendo pasarlo mejor, incluso en situaciones de problemas graves. En el peor de los casos, hay personas y grupos que son copados por emociones negativas incluso en situaciones en todo sentido positivas.

En los grupos hay dos polaridades extremas que no ayudan. En un extremo están los ?operados de las emociones?, que aspiran a que las emociones no cuentan en el trabajo, que esto es trabajo y nada personal, que no hablan ni preguntan por emociones. La mayoría de los casos son sinceros y de verdad que no observan emociones, porque no tienen un mapa que les permita mirar, ni han tenido la oportunidad de ponerse en contacto con sus propias emociones. En general son personas aparentemente frías, inmutables, dadas a los razonamientos y el cálculo, en general medidos y discretos. Su dificultad está en que se pierden la capacidad de movilizar y movilizarse que tienen las emociones, crean vínculos débiles con sus equipos, tienen eventuales arranques de ira descontrolada y manifiestan sus tensiones en molestias corporales de todo tipo.

En el otro extremo, están los que todo lo miran, hacen y reflexionan sumidos en una nube emocional descontrolada, ya sea de optimismo del más ingenuo, del pesimismo más depresivo, de la rabia más desatada o la tristeza descontrolada. No se miden, para celebrar, para quejarse, para discutir o reclamar. En el fondo, tampoco son observadores competentes de las emociones, sólo están liberados a ellas. Su dificultad es que muchas veces viven situaciones bipolares que los paralizan, porque todo está demasiado bien, o porque todo está demasiado mal. Con ello, además de afectar sus propias posibilidades de actuar con efectividad, afectan también a sus equipos, el ambiente de sus entornos sociales y su propia identidad.

Siempre actuamos en una emoción. Eso está comprobado en laboratorios científicos. Siempre estamos en alguna emoción, pero como estamos embargados por ella, sumergidos en ellas, como el pez en el agua, no somos conscientes de ellas así fácilmente. Lo que llamamos emocionarse es realmente un cambio de emoción, el paso de una emoción a otra. Cuando me doy cuenta que me puse alegre, triste o me enojé, lo que está ocurriendo es que acabo de pasar de un estado emocional a otro. Pero no somos sensibles a ello.

La buena noticia es que se pueden cultivar las emociones buenas, las emociones positivas, que en general son las que te movilizan a la acción, a mantener o cambiar una situación. Y se pueden cultivar pero no controlar, porque las emociones son incontrolables, no se controlan. Se pueden esconder (más bien intentar esconder) pero la emoción que me viene ya está aquí, ya se hizo presente, ya me embargo. Puedo esconder un enojo, pero no puedo evitar sentir el enojo. Sí puedo dejar de enojarme o enojarme de otro modo.

Cómo se hace lo dejaremos para un capítulo futuro, pero yo puedo desarrollar la capacidad de modular mis emociones y las emociones del grupo.

En mi opinión, entre las emociones positivas más importantes de cultivar está la gratitud, la persistencia, la confianza y la alegría. En la base de ella puede estar lo que hoy se llama resiliencia, que viene siendo como la esencia de persistir con alegría. 

Final

No es casual que hasta aquí aún no hablamos de cargos, de cursos, ingresos, ni certificados. Porque justamente, dada la radical transformación del mundo del trabajo y de los negocios, lo que necesitamos aquí es cambiar la interpretación de fondo, el mapa, el modo de pensar, el paradigma en que diseñamos y ponemos en marcha nuestra carrera. Lo cual implica actuar sobre nuestros propios acostumbramientos, nuestros propios hábitos, creencias y pautas de emociones.

Hay un modo de mirar, diseñar e ir aterrizando el desarrollo de carrera, que se enfoca a crear capacidades en 7 ámbitos (pragmático, simbólico, social, financiero, político, creativo y emocional) pero lo dejamos para siguientes capítulos. En ellos exploraremos en cómo fortalecer la identidad, agregar valor y vender(se); en cómo acceder a redes de relaciones sociales relevantes; cómo manejarse en el poder sin morir en el intento; como fortalecer la capacidad de creatividad e innovación que todos tenemos (entre otras cosas, vendiendo); crear historias de contexto y futuro que nos enfoquen y enfoquen al equipo. En fin, hacerse sensible y cultivar las emociones que dan poder en el mundo del Siglo XXI.

También es clave para aterrizar, focalizarse, coordinarse y activarse en las redes sociales de Internet. También lo dejamos para otra oportunidad. Una advertencia final. Suponer que estudiar este texto bastará para aprender lo que aquí se propone, mejor ni lo intentes. Se trata de definir los cambios que estás dispuesto a comenzar y ponerte en marcha, pero sobre todo, si te resultan difíciles, no ves claro resultados inmediatos o has tenido algún percance por intentarlo.

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