Steve Bratt, consejero delegado de W3C– BDigital Global Congress
Uno de los grandes retos que ha anunciado Steve Bratt y por el que pasa el futuro de Internet es el móvil. En la actualidad el 80% de la población que tiene un celular podría acceder a Internet a través del móvil, “lo que supondría duplicar el número de usuarios”, explica Bratt. Para alcanzar esas cifras, aún habría que superar algunos problemas que no vienen más que a ser retos para este gurú de la web: “hay ciertas barreras en el despliegue de las páginas web en el móvil, también ciertos administradores que eligen determinados controladores para navegar por su site o que desconocemos el coste de ciertos servicios por lo que optamos por no navegar con el móvil”.
Mientras Bratt enumera los inconvenientes, también despeja la incógnita: “hay directrices muy simples de cómo diseñar los contenidos de una web de forma que se puedan adaptar en todos los dispositivos”. La Web 3.0 también llama por tanto al móvil.
Inteligencia artificial
Los pilares de la nueva web también pasan por la inteligencia artificial. La denominada web semántica, capaz de tejer una maraña de información ultra relacionada de tal forma que el contenido queda mejor clasificado en la Red.
Las aplicaciones son infinitas, no sólo en el texto: el vídeo también puede ser tratado de forma diferente: “podemos capturar la imagen pararlo, seleccionar un determinado fragmento y enviárselo a nuestros amigos. No es necesario mandar el vídeo al completo. A su vez, se puede añadir información adicional o introducir enlaces sobre el ‘sponsor’ que aparece de fondo o sobre el actor…”, las posibilidades enumeradas por Bratt parecen no acabar en una materia que acaba de llegar a la Red, prueba de ello es que la mayoría de los videos que se emiten a día de hoy en Internet no reúnen estas características.
Los beneficios de la Web 3.0 para Bratt no sólo tienen que ver con cuestiones meramente técnicas sobre navegación por móvil o visionado de videos, durante toda su comparecencia Bratt ha hecho hincapié en cómo la Web 3.0 influye en los hábitos de vida de sus usuarios. Por ejemplo, en medicina muchos doctores podrán disponer de información para ofrecer atención médica a sus pacientes. Esta revolución genera consigo determinados problemas como la publicación de datos de índole privada.
Bratt apela a la responsabilidad del usuario, es el que decide en última instancia qué datos y dónde se hacen públicos: “La gente tiene que ser responsable sobre qué datos quieren que sean públicos y cuáles no. Miren hay casos similares a comienzos de los 90 cuando a muchas compañías les espantaba que hubiese información circulando en la web, a día de hoy se han dado por vencidos”.
La inteligencia artificial también tiene una vertiente personal, es capaz de mezclar mapas de una ciudad, datos históricos, la geolocalización de usuarios con los datos más personales de cada uno: “Hay información que sería más fácil de alcanzar en cuanto a hábitos personales y se puede hacer de forma segura y confidencial. Por ejemplo, a mí me encanta la comida italiana y ahora estoy en Barcelona… de esta forma puedo disponer de forma inmediata de una información sobre los restaurantes de comida italiana que ahí aquí cerca”, explica Bratt. La Web 3.0 también entiende de gustos.
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