Mi esposa es mexicana, mi hijo es chileno-mexicano (o mexicano-chileno), mi hermano Claudio vive hace diez años en ese país, viví y trabajé durante tres años en México, viajando entre Monterrey, Guadalajara, Aguas Calientes, Saltillo y, por supuesto, el magnífico DF. Conocí el Bajío colonial, el Caribe Maya y el Pacífico desde Ixtapa a Oaxaca. Desde inicios de los noventa, vía la feria de México que organizó el Presidente Aylwin comencé a admirar ese país, en su cultura, su inmensidad, su música y sus pensadores.

Vivir en México me cambió la perspectiva y la medida de las cosas, aprendí mucho de alegría, patriotismo y amor a la familia -de hecho quise mucho más a mis padres estando en México-. Pero también aprendí de saber vivir, que lo cierto no siempre es tan cierto ni lo importante tan importante. Aprendí de amistades, sabores, olores, colores y música. México es una de las economías más grandes en el mundo y que -como dijo una vez Fernando Flores- sigue siendo tan mexicano a pesar de estar al lado de la potencia más poderosa del mundo. Todo dice que se mexicaniza Estados Unidos más que americaniza México.

Le deseo toda la suerte a este país en sus elecciones, que gane “el más mejor” -como dicen en Chile-, el mejor para darle una vida mejor a los millones de personas que hacen su vida con esperanza cada día en ese país lindo y querido. Les invito con las siguientes entrevistas para entender lo que se juega en el proceso:

– Héctor Aguilar Camín:
“No hay un Chávez ni un Evo en el panorama mexicano”

– Jorge Castañeda:
“Felipe Calderón es el futuro de México”

– Enrique Krauze:
El mesías tropical