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Marzo 2009

Noticias Marzo 23, 2009

El perfil profesional que viene

elpais. Los ‘cazatalentos’ ven una “nueva escala de valores” en los candidatos. Crisis. Crisis. ¡Crisis! Sin duda, se trata de una de las palabras más repetidas en los últimos meses. “La paradoja es que cuanto más se habla de ella, más inmovilidad genera, sobre todo porque suele orientar a los interlocutores a pensar en cuestiones que escapan de su control”, afirma Marta Romo, socia de la consultora InnoPersonas, especializada en acelerar los procesos de innovación en la gestión de las personas. “Al poner la atención en lo incierto, el miedo y la preocupación empiezan a cobrar un protagonismo paralizante y, en ocasiones, destructivo”. Así, “pensar y hablar en términos de crisis supone un desgaste de tiempo y energía completamente inútil e innecesario”, añade Romo, autora de La mujer líder (Planeta). Eso sí, “lenta y progresivamente, cada vez más directivos están viendo la situación económica actual como una oportunidad para hacer crecer y evolucionar a sus empresas”, sostiene. Para lograrlo, “es necesario apostar por una formación que incluya y potencie el autoconocimiento y el desarrollo personal de los ejecutivos”. No en vano, “la cultura organizacional de cualquier compañía, así como sus resultados de satisfacción emocional y bienestar económico, suele ser un reflejo muy fiel de la mentalidad de la mayoría de los miembros que forman parte de una empresa”.

Por Borja Vilaseca.

 

De ahí que “uno de los cambios más profundos vaya a producirse en el área de la selección de colaboradores, mandos intermedios y altos directivos”, señala Romo. Y concluye: “Para redireccionar la función de las organizaciones en la sociedad actual, no queda más remedio que recuperar los valores y principios que posibilitan saciar las verdaderas necesidades humanas de forma coherente, eficaz y sostenible”.

En esta misma línea reflexiona Paco Muro, director de la consultora de recursos humanos Otto Walter. “La mediocridad y la docilidad de los colaboradores ya no está permitida”, afirma el autor de El pez que no quiso evolucionar (Empresa Activa). “Ahora se necesitan personas autónomas y con iniciativa, lo suficientemente valientes para decir lo que piensan y proponer nuevas soluciones a los problemas que venimos arrastrando en los últimos años”.

En opinión de Muro, “las habilidades técnicas y las aptitudes profesionales ya no son lo más importante; ahora lo que se busca son las competencias emocionales, lideradas por la actitud positiva y proactiva”. De ahí que “en vez de valorarse solamente las titulaciones académicas y la experiencia profesional, también se aprecia cada vez más que los candidatos atesoren otro tipo de bagaje, como puede ser la formación emocional y la colaboración en proyectos solidarios”, señala Muro. Y concluye: “A la hora de seleccionar, no hay nada más atractivo que una persona esté bien consigo misma y traiga la motivación y el entusiasmo de casa”.

Lo cierto es que “para que los colaboradores puedan aportar su granito de arena en la organización, se requiere un cambio de mentalidad de los mandos intermedios”, más conocidos como jefes. Así lo afirma Alfredo Santos, director general del área de búsqueda y selección de la consultora Hudson. “La visión rígida y cortoplacista orientada al resultado tiene que ser sustituida por otra más flexible y a medio plazo, que permita construir relaciones laborales basadas en el respeto, la interdependencia y la confianza”, añade. “Los jefes de hoy ya no pueden mandar pensando en sus deseos y expectativas, sino que han de aprender a servir, empatizando con las necesidades de sus colaboradores”, concluye Santos.

Como no podía ser de otra manera, los cambios también están afectando a la cima de las organizaciones. “Más allá de gestionar, lo que se busca, y casi desesperadamente, es la habilidad de liderar, es decir, de inspirar proyectos basados en el cambio permanente, de manera que se extienda la cultura del aprendizaje en toda la organización”, afirma Ignacio Bao, presidente de la firma internacional de cazatalentos para Bao & Partners. “El objetivo es que las personas que lleguen a lo más alto correspondan con dicha posición, lo que se sabe cuando existe una verdadera vocación de servicio y contribución”.

No en vano, “estos altos directivos tienen la enorme responsabilidad de cambiar el paradigma de los negocios, de forma que las empresas impulsen proyectos humanos conscientemente, dejando de lado la especulación, para empezar a generar riqueza real para la población”, señala Bao. “Hoy en día es esencial que el candidato cuente con la inteligencia emocional suficiente para que la firma conquiste el éxito más allá del éxito: lograr que los resultados económicos estén alineados con el bienestar emocional de todos los miembros de la organización, desarrollando productos y servicios que verdaderamente mejoren la calidad de vida de los clientes”.

En opinión de Joaquim Borrás, presidente de ISS Facility Services, “esta nueva escala de valores en la selección es imparable”. Y lo dice por experiencia propia. El comité de dirección de este gigante -integrado por 51 compañías, 31.000 empleados y una facturación de 615 millones de euros- está formado por seis personas, “el denominador común de todas ellas es la eficiencia profesional y la estabilidad emocional”. Y concluye: “Dado que las personas que están arriba marcan la cultura del resto de la organización, es imprescindible que lideren primeramente a través de su propio ejemplo”. –

 

Cuestión de autoestima

“Para cambiar los resultados que obtenemos como empresas hemos de promover un cambio profundo en nuestra manera de pensar”, señala Marta Romo, socia de InnoPersonas. “Sólo así se puede ir más allá de lo que nos es conocido para crear culturas organizacionales a la altura de las exigencias y desafíos que se avecinan”.

Por tanto, “a la hora de contratar a un empleado, sea como colaborador, mando intermedio o directivo, la persona ha de demostrar cierta consciencia, madurez y responsabilidad”. Y “no hay nada que revele más la auténtica inteligencia emocional que conocer en qué basa el candidato su autoestima”. “Existe la denominada autoestima del sabelotodo, que basa su valor como ser humano en contar siempre con las respuestas correctas, poniéndose a la defensiva cada vez que escucha información nueva”. Estos profesionales “suelen estar condenados al estancamiento; difícilmente generarán valor añadido”. Sin embargo, “en el acto de humildad que implica afirmar que no se sabe, está el inicio del desarrollo personal de los profesionales”. Al basar su autoestima en “querer aprender”, se convierten en “verdaderos escépticos, explorando lo que desconocen para dejar de ser lo limitados que creen ser y convertirse en quienes pueden llegar a ser. Así, su creatividad e innovación es ilimitada”. –

 

Noticias Marzo 9, 2009

Regalos para los banalizadores de internet

Con frecuencia me cruzo con personas respetables,
responsables de organizaciones importantes, que tienden a banalizar
como “modas” las nuevas posibilidades de internet y la web 2.0. Los
argumentos suelen ser “juguetes” para los que no tengo tiempo. Los
mismos argumentos que se esgrimieron hace treinta años para
descalificar a los computadores y sitemas operativos personales. La
misma internet nos permite atisbar las tendencias cuando todavía son
germinales, con oportunidades de competitividad inéditas, pero nuestra
elite prefiere lo seguro, nada de tendencias emergentes y prefiere
esperar a que en “casa de piedra” algún gurú arribe a bendecir una
tendencia, que lo más probable ya vaya en declive. Las universidades y
las empresas aún no terminan de abrirse y por lo mismo comprender las
posibilidades “serias”, más allá de pagar publicidad, de facebook,
flickr, lastfm, slideshare, myspace o twitter, como un fenómeno social global consolidado. Aquí varios ejemplos
indiscutibles del valor de negocio de utilizar twitter:

Directivos en Twitter

Silvia Cobo. ¿Quién mejor que un directivo puede representar a su empresa en un medio social dentro de la red? Muchos medios sociales -blogs, microblogging, redes sociales- nacieron como herramientas de publicación personal y las personas que los utilizan lo suelen hacer, mostrando quiénes son, qué hacen y a qué se dedican.

Hace unas semanas escribía aquel post, en el que hablaba de las dificultades de las empresas para tener una voz propia en los medios sociales. “La empresa” es nadie y lo es todo. Indefinición, impersonalidad. Pero lo que engancha son las personas, personas que a la vez tiene algo interesante que decir por quienes son y a qué se dedican.

Twitter es un “medio social”, un sistema de comunicación basado en el microblogging siendo a la vez red social no formal y espontánea. Y efectivamente, puede ser un medio muy banal, o no serlo en absoluto. No hay reglas fijas, todo depende del uso que se dé a la herramienta.

Partiendo de este hecho, personalmente me interesa cómo la gente toma esta herramienta, se apropia de ella, y la pone al servicio de sus intereses.

Do you follow me?


Poquísima gente en Twitter
puede presumir de tener más de 1.000 seguidores en Twitter: 1.000 personas que aceptan leer las actualizaciones que hace un directivo de una empresa pública. Es el director de Red.es , una entidad pública para la difusión de la Sociedad de la Información y se llama Sebastian Muriel.

No sé si Twitter debe ser ya un “must” para cualquier empresa
-que no creo- pero sí sé que sus directivos son con frecuencia quién mejor pueden representarlas, sirviéndose además de la herramienta en favor de su propia actividad empresarial.

En EEUU es habitual que muchos directivos, especialmente en el sector tecnológico, estén en Twitter, y cómo hemos visto aquí, los de medios de comunicación también empiezan a hacerlo.

Movida por esta intuición, he preguntado a 6 de los muchísimos directivos de diferentes ámbitos que hay en Twitter, para qué lo utilizan y qué beneficios les aporta.


Además del propio Muriel, he podido hablar con Carlos Domingo, director de I+D de Telefónica, y recabar opiniones vía email con Pol Navarro, director de Innovación de Banc Sabadell, Carlos Blanco, empresario y emprendedor del sector Internet, a Juan Luis Polo, director de la Agencia Territorio Creativo y con Saül Gordillo, periodista y director de la Agència Catalana de Notícies.

Allá vamos:

¿Para qué utilizas twitter?
Me gusta especialmente cómo lo explica Muriel: “Twitter para mí es como una enorme fiesta “nonstop”, 24×7, en dónde cuando puedo entro y puedo escuchar y hablar con
gente interesante que suele tener en común conmigo el gusto por
entender mejor cómo las nuevas tecnologías están cambiando las formas
de comunicarnos y relacionarnos en nuestra sociedad”.

Muchos de ellos tienen blog y por tanto, han encontrado en Twitter, una forma de comentar cosas
que no tienen cabida en sus blogs por la temática, o muchas veces por
falta de tiempo, ya que normalmente los blogs requieren ideas y textos
más elaborados. Es el caso de Domingo y Gordillo. Carlos Domingo incluso, me anunciaba la previsible muerte de su blog. Twitter le permite cada vez más ese espacio de compartir que era antes el blog, de una forma más sencilla y rápida.

Gordillo explica una evolución en su presencia, en principio más personal, ahora reconoce que ha frenado su presencia, y lo utiliza como herramienta para reforzar las visitas a su blog y difundir sus actividades en relación con la ACN.


¿Qué usos de tipo profesional le da a Twitter?

Gordillo
me decía al respecto: “Refuerzo la comunicación corporativa desde los
espacios 2.0 personales, aprovecho la ambigüedad que te permiten estas
herramientas para ir más allá de la estricta comunicación de empresa, me sirve para difundir la actividad profesional vinculada a la participación en actos, reuniones y sesiones de trabajo” . Carlos Domingo, Pol Navarro y Muriel también dan este uso a Twitter.

La relación con otras personas es el segundo gran uso: primero con los propios empleados, segundo, con el lógico networking profesional que se replica y aumenta en la red como en la vida real.

Empleados: lo nombra Juan Luis Polo, Muriel y Domingo
. Domingo es un caso algo particular, ya que estamos hablando de Telefónica,
una de las empresas más grandes de España. “No soy un jefe
convencional. Soy joven, voy sin traje y gestiono un equipo que sólo en
Barcelona, está formado por gente de 12 nacionalidades”. Domingo me
contaba que el microbloging le hacía más parecer más accesible a sus empleados.

Y lo segundo: el networking. Todos lo mencionan. “Le saco el máximo jugo a la posibilidad de contactar directisimamente con algunos de los personajes que están en Twitter y a los que me interesa contactar por temas relacionados con la ACN” “Con frecuencia es más fácil enviar un mensaje por Twitter y obtener una respuesta saltándonos pasos previos y formales como llamadas, secretarias y demás filtros”.


Pol Navarro introduce otro uso muy relevante: “También lo utilizo para escuchar que se dice en la red sobre nuestra compañía y para obtener opiniones de gente experta sobre temas puntuales”.



¿Tienes algún criterio fijo para seguir a alguien en Twitter o es algo más espontáneo?

“No tengo criterios fijos –dice Carlos Blanco- pero sigo más a la gente que conozco o a la que lo que escriben me parece interesante”.
En términos parecidos se expresa Polo, Domingo, Navarro y Gordillo.
Todos comentan las limitaciones que hay en cuanto a la gente que uno es
capaz de seguir. Sebas Muriel, es un caso aparte.

He dicho arriba que Muriel
tiene 1.000 seguidores, pero no que además, es de los pocos que suele responder siguiendo a todo ellos en un extraordinario ejercicio de malabarismo comunicativo:


“Sigo
a todo tipo de personas, a todas las que por algún motivo me puedan
parecer interesantes. Cualquier persona que me sigue me lo parece, y no
dejo de seguirle yo, aunque tenga mucha gente. Como ya he comentado
cuando entro en Twitter quiero escuchar cuantas más opiniones mejor”.


¿Qué es lo más valioso que te ha dado Twitter?

“Ubicuidad y hacer crecer la relación con otras personas”explica Juan Luis Polo.
“Conocer bien a gente antes de que nos presenten físicamente” dice Muriel.

“Estar informado dias donde haya un hecho muy relevante y que la información cruzada de la gente es más actual que la que dan los medios” dice Carlos Blanco.

Para Gordillo, Twitter le ha dado libertad en cuanto al soporte –escribir desde el móvil- , la interactividad y la conversación que considera que ha perdido últimamente la blogosfera.
Para el directivo de Banc Sabadell, la información y el conocimiento que consigue es de gran valor para su vida profesional.

¿Te ves en 5 años utilizando Twitter?

“No se si será Twitter, una evolución de Twitter u otra red social,-dice Navarro
pero está claro que estamos solo al principio del camino del uso de las
redes sociales para compartir y estar en contacto permanente con
nuestro entorno personal y profesional. Por lo tanto, en 3 años
continuaremos utilizando alguna “forma” de contacto social.”

Tanto Gordillo como Domingo han nombrado la posible amenaza que puede ser las actualizaciones de estado en Facebook para Twitter. En todo caso, como dice Sebas Muriel utilizará Twitter, Plurk, last.fm, tumblr, el blog, flickr, “y muchas más que ahora no conocemos. Seguro que se llaman de maneras diferentes, pero lo seguiré usando”.

¿Os sigue pareciendo una banalidad Twitter?

Noticias Marzo 8, 2009

Fernando Flores y Terry Winograd reinventaron la informática

 

Flores & Winograd.jpg

elmercurio. Francisco Varela fue el que comenzó todo. En
el otoño de 1977, Terry Winograd asistió a una de sus conferencias.

– ¿Cómo le está yendo a Fernando en Stanford? le preguntó esa vez Varela.
Winograd no entendió
– ¿Fernando quién?
Fernando Flores, insistió
Varela. Está en el Departamento de Computación.

– No. Yo trabajo en el Departamento de
Computación, voy a todas las reuniones y ahí no hay ningún Fernando, repuso el
norteamericano.

Winograd quedó intrigado, así que apenas
volvió a Stanford buscó a su supuesto colega. Efectivamente, Fernando Flores tenía una oficina en el Departamento
de Computación. Nunca se habían topado, porque el chileno, que venía saliendo
de la cárcel, estaba dedicado a reunir a su familia, y aún no se había
integrado a sus funciones en la universidad.

El padre de los computadores del
futuro

elmercurio.Terry Winograd es el mentor que ha movido silenciosamente los hilos del
desarrollo tecnológico.
Cuando la revista Fortune le preguntó a Larry
Page cuál había sido el consejo más valioso que había recibido, el cofundador y
director de Google aludió a quien fuera su tutor en la Universidad de Stanford.
Page intentaba escoger un tema de investigación entre las diez alternativas que
se le habían ocurrido. Fue su director el que zanjó el asunto al hacerle saber
que una de ellas, que tenía que ver con la estructura de links de la web
“parecía una muy buena idea”. El consejo le valió 112.54 billones de
dólares: el proyecto nunca llegó a transformarse en tesis, pero se convirtió en
Google. Y el primer hombre que supo apreciar el potencial que tenía esa
intuición en bruto se llama Terry Winograd y en este momento intenta abrir la
puerta de su oficina mientras balancea una taza de café.

Winograd es como una buena ciudad: una de esas
que por alguna misteriosa razón permite que pasen cosas. Que la gente precisa
se encuentre en el momento adecuado. A él le interesan las interacciones.
“Construir puentes es una metáfora interesante. Mi filosofía es que la
gente aprenderá más y trabajará mejor si está conversando con personas que
tengan una perspectiva diferente, estableciendo conexiones, mirando las cosas
desde distintos ángulos”, dice mientras toma su café a sorbos largos y
simétricos.

No sólo los encuentros humanos. Es la
interacción entre el hombre y el computador lo que constituye su área de
estudios en el Departamento de Computación de Stanford. Paradójicamente, llegó
a enfocarse en eso producto de uno de estos cruces. Porque el director del
Programa de Diseño de Software de esta prestigiosa universidad antes hacía algo
completamente distinto. Trabajaba en inteligencia artificial, intentando hacer
que los computadores hablaran como personas. Y fue un encuentro con un chileno
el que lo sacó de eso.

FRANCISCO VARELA fue el que comenzó todo. En
el otoño de 1977, Terry Winograd asistió a una de sus conferencias.

– ¿Cómo le está yendo a Fernando en Stanford? le preguntó esa vez Varela.

Winograd no entendió

– ¿Fernando quién?

Fernando Flores, insistió
Varela. Está en el Departamento de Computación.

– No. Yo trabajo en el Departamento de
Computación, voy a todas las reuniones y ahí no hay ningún Fernando, repuso el
norteamericano.

Winograd quedó intrigado, así que apenas
volvió a Stanford buscó a su supuesto colega. Efectivamente, Fernando Flores tenía una oficina en el Departamento
de Computación. Nunca se habían topado, porque el chileno, que venía saliendo
de la cárcel, estaba dedicado a reunir a su familia, y aún no se había
integrado a sus funciones en la universidad. “El hecho de que hubiera
estado en el mismo edificio que yo durante meses y que no lo hubiera conocido
fue una completa sorpresa”, ríe mostrando los dientes, que son tan blancos
como su pelo y sus zapatillas.

Deja su taza de café sobre la mesa, donde se
equilibran varias otras que ya fueron ocupadas. Su oficina está atiborrada de
libros: en las paredes, sobre las mesas, en el suelo, debajo de un plato usado.
“Errar es humano. Para realmente echar a perder las cosas se necesita un
computador”, se lee en un cuadro que cuelga de uno de los muros.

“La primera impresión que tuve al conocer
a Flores fue: ‘Aquí hay alguien que está realmente pensando, que de verdad está
buscando una perspectiva diferente a la del resto del mundo’. Él estaba en el
Departamento de Computación, pero cuando hablaba de computadores no usaba el
mismo lenguaje. Entonces sentí que iba a aprender algo diferente hablando con
este tipo”, recuerda.

De ese encuentro nació Action Technologies,
una compañía dedicada al desarrollo de software, y un libro que ha sido
traducido al español con el título de Hacia la comprensión de la informática y
la cognición: Nuevos fundamentos para el diseño.

Con él, contribuyeron a echar por tierra los
cimientos que guiaron la investigación computacional hasta los años 80. El
paradigma, hasta ese momento, era como sacado de 2001 Odisea del Espacio.
Máquinas que imitaban, igualaban y excedían la inteligencia humana. El reino de
HAL 9000, el mítico computador de Kubrick, o el de Wall-E, donde el instrumento
deja de ser instrumento y se transforma en protagonista.

Dieron vuelta las cosas. Establecieron que
había que dejar de intentar que los computadores imitaran a las personas, y que
en lo que había que fijarse era en cómo éstos afectaban nuestra vida y
experiencia. Al poner la vista en cómo el hombre se relaciona con las máquinas,
abrieron un espacio para que éstas dejaran de ser entendidas como un fin en sí mismo
y recuperaran su condición de herramientas. Y en ese momento dejaron de ser
buen material para películas de ciencia ficción: se volvieron útiles. Los
aparatos con pretensiones divinas dieron paso a tecnología
“invisible”, que de tan fluida parece desaparecer en las manos de
quien la ocupa.

FUE TODO UN QUIEBRE para Winograd. Él había
comenzado su carrera a fines de los años 60, en el laboratorio de inteligencia
artificial del MIT, donde sacó su doctorado. Era la época de oro: ahí
investigaba Marvin Minsky, uno de los padres de la disciplina, y el gobierno
destinaba recursos ilimitados para el desarrollo científico, sin exigir
aplicaciones militares como ocurre hoy.

“Estaba la sensación de que podíamos
jugar. Y como el objetivo era producir inteligencia humana, los temas eran
cosas como para niños. O sea: ‘¿Puedes tomar estos cubos y moverlos? ¿Puedes
contestar estas preguntas de este cuento infantil? Entonces era muy juguetón,
un ambiente juguetón high-tech, parecido al que tenemos aquí en Silicon Valley”,
dice sonriendo.

“Era emocionante. Ahí estaba el futuro y
todos nosotros íbamos a ser los pioneros”. Su trabajo consistía en hacer
que los computadores ocuparan y entendieran el lenguaje natural. Y lo logró, al
menos en parte. Para su tesis doctoral diseñó un programa, conocido como
SHRDLU, que simulaba un robot, el cual aceptaba instrucciones en inglés:
“Encuentra un bloque más alto que el que estás sujetando y ponlo en la
caja”, por ejemplo. Incluso, podía responder verbalmente: “No sé cuál
es”.

El éxito del proyecto le valió un lugar en la
historia de la inteligencia artificial. Sin embargo, cuando intentó ampliar el
universo mental del robot, que hasta ese momento se restringía a un mundo de
bloques, comenzaron los problemas. Al agregar más palabras y conceptos, la
ambigüedad natural del idioma se volvió una barrera insuperable. En esa época
Winograd ya había dejado el MIT y trabajaba en Stanford y en Xerox PARC, la
afamada compañía de innovación y desarrollo en Palo Alto.

Poco a poco comenzó a desilusionarse. Winograd
quería hacer que los computadores utilizaran lenguaje para volverlos más
eficientes y fáciles de usar. “Me di cuenta de que eso no iba a pasar si
yo seguía intentando que éstos fueran como personas”, explica. Se puso a
leer a Martin Heidegger y a Humberto Maturana. Comenzó a asistir a unas
conferencias en la universidad de Berkeley, encabezadas por John Searle, autor
de una de las críticas más famosas a la inteligencia artificial. Un par de años
después, cuando apareció Fernando Flores en
su vida, ya no había vuelta atrás: computadores para que mejoren la vida del
hombre; no para que la imiten.

EN EL PROGRAMA que dirige en Stanford, el
científico ha realizado trabajos colaborativos en algo que se conoce como
“computación ubicua”, un área que parte del supuesto de que en unos
años más, los computadores van a estar en todos lados.

“Partiendo de eso, la pregunta que sigue
es: ¿Cómo se ha de sentir eso? Es decir, si por todos lados hubiera cosas tan
difíciles de usar como tu ordenador la vida sería imposible. Entonces la idea
básica, que desarrolló Mark Weiser y John Seely Brown en Xerox, es ésta: cómo
diseñar un ambiente donde los computadores sean parte del fondo, pero donde tú
no necesitas prestarles atención. Que simplemente estén ahí haciendo lo que
tengan que hacer”, explica.

Cuando se le pregunta cómo estaremos
interactuando con computadores en diez años más, suspira: “Esa siempre es
una buena pregunta porque en diez años uno nunca sabe lo que va a pasar (se
ríe). Pero bueno, creo que podrías usar la frase ‘fuera del escritorio’. El
mundo de las aplicaciones, o de los computadores portátiles, va a crecer más y
más. Entonces estaremos menos enfocados en nuestro computador que está sobre la
mesa”.

Predice que también el mundo de los input y
los output, o de los medios por los que entra y sale información al computador,
va a cambiar: “Va a haber más aparatos que reconozcan gestos como
inputs”. Él mismo ha trabajado en eso junto a uno de sus alumnos,
utilizando la vista como un medio para operar un computador. “La manera
natural de atender a algo es mirar. Eso es lo que yo hago en el mundo: yo miro
en distintas direcciones, no muevo mi mano para que algo se me muestre. La
meta, entonces, es cuánto más natural y más fácil podemos llegar a hacer la
interacción con un computador”, afirma.

De nuevo volvemos a las interacciones que él
estudia y también disfruta. La mayor parte de su trabajo ha sido colaborativo.
¿Por qué? “Te diré las dos opiniones que tengo de mí: la buena y la mala.
La primera se ve, por ejemplo, en lo que pasó con Fernando: me entusiasmo
cuando veo a alguien que está interesado en las mismas cosas que yo pero que
las ve desde una perspectiva diferente. Encuentro que eso es desafiante. La
otra cara es que yo tiendo a ser intelectualmente pasivo. Me encanta pensar, me
encantan las ideas, pero no me gusta ir afuera y venderlas. No tengo ese fuego
en la guata que tienen las personas que creen que van a lograr que las cosas
ocurran, que tienen algo que los guía, que saben lo que quieren y que buscan
cambiar el mundo. Yo pienso que tiendo a aliarme con esta gente porque me doy
cuenta de que puedo contribuir con mi pensamiento, pero sin tener que estar
haciendo eso yo mismo”.

Aquí en Silicon Valley tiene campo de sobra:
por algo dice que si estuviéramos en el Renacimiento, esto sería Florencia. Y
ahí habría estado Winograd.


Andrea Muñoz Hinrichsen.