Hace unos días comenté sobre el libro Planeta Web 2.0 (disponible aquí) y el estilo de lanzamiento consistente con esta nueva cultura que domina la red, bueno, aquí uno de sus autores reporta sobre los efectos del lanzamiento a dos días de la publicación del libro:
Todo ese marketing viral ha promovido que el libro haya sido bajado 25.000 veces en dos días. Si, no esta mal tipeado, 25.000 veces. Repito, sólo en 48 horas. Es un pequeño Harry Potter impensable con un lanzamiento tradicional desde una lenta y mal distribuida plataforma de las editoriales académicas (nótese que el libro lo terminamos en agosto, sólo un mes antes del lanzamiento, otra variable a tener muy en cuenta: la de la vigencia de los contenidos). Vale señalar que ni los autores, ni los editores ganamos un euro con esta producción. Con suerte, un poco de atención y prestigio, capitales muy valiosos en la era de la información.
Con Cristóbal agradecemos a todos quienes nos apoyaron y a quienes se hicieron eco del lanzamiento, entre ellos a MateriaBiz, José Luis Orihuela, codigo cero, mediosdigitales.info, Mario Nuñez Molina, Fernando de gabinetedeinformatica.net, Juliana Boersner, Carlos Neri, etc, etc, etc. Gracias a todos!!!!!
Una buena reseña aquí:
(Re)leyendo Planeta Web 2.0
por carlos scolari
El título del post habla de (re)leer porque, en efecto, tuve la oportunidad de leer algunas partes de Planeta Web 2.0. Inteligencia colectiva o medios fast food – el libro escrito a cuatro manos por mi colega Hugo Pardo y el digitalista chileno Cristóbal Cobo Romaní -antes de su publicación. También he podido seguir las reflexiones de Hugo sobre la web 2.0 desde hace un par de años, un tema atrapante del cual resulta difícil quedar alejado. En esas conversaciones siempre surgía una cuestión: la falta de textos en castellano sobre la nueva configuración que está adoptando la web. Con Planeta Web 2.0 esa carencia es mucho menor, ya que el texto se propone como hoja de ruta para movernos en los vericuetos de la web colaborativa.
Si sobre la web se ha dicho todo y el contrario de todo, algo similar pasa con la web 2.0. Lo interesante del libro es su poder descriptivo: el texto pone orden en un campo semántico inestable, crea taxonomías, aclara conceptos y fija los nombres y experiencias fundamentales de la llamada web 2.0. Los lectores de Digitalismo saben que el concepto 'web 2.0' no me entusiasma (ver mi serie de posts El mito de la Web 2.0 I, II, III y IV) pero debo reconocer que lo uso a menudo. Sin embargo, las palabras que utilizamos en nuestras charlas cotidianas no necesariamente admiten su inclusión en un discurso teórico 'duro'.
Volviendo al libro, su enfoque está lejos del tono festivo de buena parte de los textos que hablan sobre la web 2.0. Los autores mantienen una respetable distancia de algunos fervorosos discursos que veían en las plataformas colaborativas -por ejemplo el Periodismo 3.0- una versión digitalizada de la quema de la Bastilla mediática. Quizás haga falta repetirlo una vez más: los 'viejos medios' no desaparecen, se transforman y adaptan a la realidad modelada por los 'nuevos medios'. En este sentido el libro de Hugo y Cristóbal se mueve en el sinuoso camino de la web 2.0 sin descarrillar, equilibrando crítica y utopía, ficción y realidad, analizando el lado más ideológico del fenómeno (Capítulo 4. Un esbozo de ideas críticas sobre la web 2.0) pero recuperando los usos didácticos de las plataformas colaborativas (Capítulo 5. Aprendizaje colaborativo. Nuevos modelos para usos educativos).
El libro se cierra con dos miradas al futuro. Una no es nueva: desde hace años se sueña con la web semántica o web inteligente, la cual tarda en despegar pero no por eso deja de generar grandes expectativas. La otra es una pista mucho más interesante: la que conduce al cruce entre tecnología móvil y web 2.0. Nuestro grupo de investigación (el GRID) -que coedita el libro junto a FLACSO México– ya está abriendo líneas de investigación en esa zona de convergencia donde los dispositivos móviles dialogan con la web y los medios tradicionales (como la televisión), y el panorama que se vislumbra es más que interesante. Estos cruces de tecnologías y medios, marcados por tensiones e hibridaciones, son los más ricos para el análisis ya que en ellos lo viejo y lo nuevo conviven y se transforman mutuamente.
El libro es ideal para introducir a los alumnos de grado y posgrado en la problemática de la web 2.0, y puede ser de utilidad para estudiantes de comunicación, ingeniería o para cualquier interesado en el tema. El estilo ágil y la gran capacidad de síntesis demostrada por los autores lo convierten en una lectura amena. Desde ya incluiremos Planeta Web 2.0. Inteligencia colectiva o medios fast food entre las lecturas obligatorias de nuestro Máster de Comunicación Digital Interactiva que comienza en Octubre (y para el cual estamos matriculando en estos días).
La riqueza de un libro no está sólo en su contenido, sino en la cantidad de conversaciones que puede activar. Debo reconocer que hay una cosa de Planeta Web 2.0 que no me termina de convencer: el subtítulo "Inteligencia colectiva o medios fast food". En breve: no creo que la web 2.0 (many-to-many) esté destinada a oponerse a los medios de comunicación tradicionales (one-to-many). Si bien se fundan en lógicas opuestas, de hecho se están adaptando para sobrevivir juntos: los diarios abren blogs, el "Gran Hermano" habilita canales participativos en la web para sus espectadores, Youtube rebosa de registraciones televisivas, las nuevas generaciones se lanzan a autoproducir canciones y vídeos que alimentarán la industria cultural, etc., etc. Los elefantes y los enjambres de abejas conviviendo en el mismo ecosistema, ¿por qué no?
Para terminar con este post-reseña cabe destacar el prólogo de nuestro digitalista Honoris Causa Alejandro Piscitelli -que una vez más razona a contrapelo y nos deja las neuronas saludablemente irritadas-, y el esfuerzo de los autores, quienes no sólo 'escribieron un libro' sino que abrieron un wiki, produjeron contenidos multimediales y lanzaron una inteligente estrategia de marketing viral. Si las editoriales, en vez de lloriquear porque 'los lectores no leen', apostaran por las nuevas formas de difusión de la información seguramente obtendrían otros resultados.