Coaching: mapa de transformación
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El coaching busca hacernos más efectivos y sentirnos más satisfechos de nuestro trabajo y nuestra vida. Para esto, busca transformar las prácticas de interacción con otros, pero también las percepciones acerca de nuestro entorno y acerca de nosotros mismos, busca desarrollar disposiciones emocionales de apertura, fortaleza y serenidad, fijar un compromiso vital con cuidar algún interés humano y posicionarlo como nuestra identidad, busca abrirnos a la dinámica de la historia en que nos desenvolvemos, pero en especial en la que emerge el futuro.
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El coaching entendido de este modo, mucho más que entregar técnicas, opera una transformación profunda de la mente de las personas, del modo de ser de las personas. El propósito puede ser de negocios, profesional, social o personal, pero siempre con esta integralidad.
No se trata de entender conceptos sino de experimentar otros modos de vivir, no se trata de acumular términos sino de cultivar nuevos hábitos cognitivos, afectivos, corporales. El nuevo hábito traerá una nueva experiencia, una nueva disposición.

El mapa del cambio global

El mapa de transformación es un intento de poner en contexto y coherencia las diversas dimensiones de desarrollo que requiere producir una persona para ser efectivo y sentirse satisfecho en el mundo complejo que vivimos de globalización, vértigo tecnológico y cambio cultural. Tiene una dimensión pragmática, de efectividad en la operación, pero también otra dimensión interpretativa del pasado y del futuro que emerge, como posibilidad de diseño del cambio antes que padecerlo.

Inventar en los actos de habla

Todas las personas tienen una tremenda libertad para manejar su vida, crearse oportunidades, solucionar problemas o enfrentar desafíos, sólo porque tienen la facultad de hablar. Pocas personas se dan cuenta verdaderamente de esto, pero entenderlo nos hace más libres. Por ejemplo, cuestiones básicas como distinguir de corazón que las opiniones que salen de la boca de otros, son eso, opiniones, y no verdades, pero que también la mayoría de lo que sale de mi propia boca o ronda como un grillo en mi cabeza, son también opiniones, juicios o evaluaciones, que experimentamos acerca de las cosas, las personas, situaciones o sobre nosotros mismos, nos permite conversar, analizar y acoger opiniones diferentes en beneficio propio. La facultad de decidir ponerle término a una situación molesta o a una relación, o de emprender un camino en una dirección, donde vivir, qué estudiar, a qué dedicarme, o nombrar un ayudante, o despedir a una persona. ??sta también es una facultad que nos da una libertad aunque no la utilicemos. Hay otras, como cada vez que me falte o no me guste algo, en vez de quejarme, mejor hacerle un pedido a otra persona, para que haga o deje de hacer algo, o para ayudarme. Lo mismo ocurre al inventarme posibilidades para mi por medio de inventarle posibilidades a otros en la promesas y las ofertas. Una promesa consiste en asegurarle a otra persona que me haré cargo de alguno de sus intereses en el futuro, la oferta es condicionar esa promesa a que la otra persona lo acepte. Hay una tremenda libertad en aprender a dejar de quejarse, explícita o mentalmente, y comenzar a actuar en el lenguaje con compromisos que cambian el presente. Con estos actos se inventa el futuro, el cual está abierto para ser pintado del color que queramos pintarlo.

Equipo: coordinar y colaborar

Con estas distinciones, convertidas en prácticas efectivas, hay una dimensión más abstracta, para la cual la mayoría de las personas son ciegas, que es formar equipos, no como átomos que interactúan en ejecución de tareas, sino como pequeñas comunidades comprometidas con horizontes comunes, que coordinan promesas, desarrollan confianza, cuidan mutuamente el desarrollo de sus identidades y carreras, en fin, inventan futuros colectivos y se comprometen en realizarlos. Un equipo puede coincidir con una compañía o un área de una compañía, pero también puede existir como una entidad autónoma (un grupo de amigos, profesionales, expertos) donde su realidad depende de la declaración de compromisos. En general, mientras más expertas y técnicas son las personas, están más alejadas de este entendimiento de los equipos como construcción de comunidades afectivas.

Organización y estrategia

Una dimensión más amplia que es conveniente observar es la organización en que ocurre la acción y en la cual estamos inmerso. Esto también depende de una declaración, que se constituye posteriormente en equipos, áreas, equipamientos, recursos. Pero hay que recordar que una organización no es el edificio en que funciona, de hecho hay organizaciones globales comerciales, políticas o religiosas, que funcionan en redes a través del teléfono o en internet, sin un edificio y sin conocerse físicamente. Lo importante son las redes de conversaciones que las constituyen. Pero aquí, también es importante incluir la dimensión de la cultura de las organizaciones, con las narrativas predominantes, acerca de su origen o su destino, los procesos de coordinación, roles, las prácticas de relaciones, las redes sociales, los estándares de acción, las percepciones del mundo y las disposiciones emocionales arraigadas. Esto importa, porque en esta dimensión de la cultura de la organización está la llave para adaptarla a los cambios del entorno y para anticiparse a los cambios con ofertas innovadoras.

Histórica: utilizar la tradición en mi favor

Lo anterior lo observamos principalmente en la dimensión del lenguaje, en las coordinaciones que ocurren como redes, en las declaraciones de roles y entidades. Todo esto consiste en lo que hago en el presente enfocado a producir acción en el futuro. Pero esto no ocurre en el vacío, sino que sucede en un determinado trasfondo histórico que me condiciona, con mayor fuerza si soy inconsciente de su presencia.
Hay una dinámica de cambio que ocurre desde la tradición, desde el pasado, en que por efecto de introducción de nuevas narrativas, prácticas, relaciones o equipamientos, se van abriendo nuevas posibilidades de acción. Quienes hacen los cambios que predominan en cada época son quienes tienen el poder de dirigir, valorizar, acumular.
Mirar la historia tiene dos finalidades muy importantes para adaptarse y anticipar el cambio. Quienes somos, lo que somos, estamos compuesto de una dinámica de prácticas, disposiciones y narrativas que se configuró en la tradición en que crecimos (individual y colectivamente), si capturo ese fenómeno puedo intervenir sobre esas prácticas para fortalecer lo del pasado que me da posibilidades y reemplazar lo que me cierra posibilidades. Por ejemplo, si en mi vida como estudiante la práctica era encontrarse informalmente sin horarios y eso hoy me causa problemas con mis clientes, puedo observarlo y cambiarlo, sin sentir amenazada mi dignidad esencial. Si en el pasado mi manera de comunicarme ocurría por cartas escritas a mano y enviadas por correo, hoy puedo introducir la práctica del email, sin sentir que traiciono nada.
Pero el otro motivo interesante que tiene observar la dinámica histórica de este modo, es observar la reconfiguración de prácticas, tecnologías, narrativas y disposiciones, que cambian en el entorno, sin ser perceptibles, hasta que de pronto todo ha cambiado. Se trata de anticipar el cambio, porque ahí es donde estarán las posibilidades futuras, los espacios para hacer ofertas en el futuro, las tensiones en el futuro.
El desafío es acercarse vital o existencialmente a este fenómeno, donde no basta el conocimiento teórico o intelectual, porque ese tipo de conocimiento no provee de la experiencia del cambio. Se requiere un acercamiento experiencial (que también es intelectual al articularlo como un discurso con categorías) que permita aprender a desenvolverse con las nuevas prácticas, disposiciones y tecnologías que van apareciendo.
Hacer una oferta (política, de negocios, cultural) desde ese contexto, de recuperar mi propia tradición de prácticas y valores, pero proyectándola en el futuro que se atisba en las nuevas prácticas y relaciones que aparecen, puede traer una innovación que, sin ser ni imaginada por el público, se convierte en un valor que trae posicionamiento, poder y satisfacción.

Identidad auténtica

Este discurso de la dinámica histórica, como proceso sin esencia y la coordinación pragmática en redes de lenguaje, donde el trasfondo histórico es lo único que condiciona las posibilidades, tiene el riesgo del nihilismo, en que tanto todo vale como nada es significativo realmente. La amenaza de poner como ideal al mercenario o al cínico. De hecho, hay mucho de esa disposición de ánimo en la época que vivimos, donde el consumo y el lujo se han generalizado como ideal de vida. Las personas buscan ávidos un sentido de vida en prácticas espirituales, pero terminan consumiendo y desechando terapias, como ocurre con todo en la cultura hipermoderna.
Es necesario incorporar en la vida esta flexibilidad de no atarse artificialmente a discursos y tradiciones que no hacen sentido, pero no es conveniente satisfacerse en el vacío del todo y nada vale. Hay demasiada evidencia que ese camino no hace mejor la vida.
El desafío es construir una vida flexible, personal, sentimental, profesional, política, en que estamos abiertos a los cambios, pero sin renegar de dónde venimos, y especialmente, con un compromiso con alguna comunidad.
Las personas que aprenden a vivir con flexibilidad auténtica seguro que también serán más efectivos en sus trabajos, porque aprenden a vivir sin temor, sin agobio, con ambición, pero colaborando. Porque son efectivos coordinando en redes con otros, son flexibles para cambiar declaraciones y prácticas, innovan con ofertas que se anticipan al cambio, porque tienen un radar poderoso del futuro que emerge. No se atrapan en las tradiciones, éxitos y fracasos pasados, pero se comprometen con desafíos para bien de su comunidad.
Es importante preocuparse de la propia imagen, pero esto será inútil si no sabemos quiénes somos, quién soy, y la respuesta no es alguna esencia fija, sino el compromiso que yo he contraído en la vida, ese soy yo. Hay gente que vaga en la desorientación, buscando su ser en algún rincón de su imaginaria mente o en la aprobación de los otros, los dos son un camino sin destino.

Ampliar la visión

Muchas personas que conocen o han oído hablar de la ontología del lenguaje lo reducen al desarrollo de técnicas de comunicación o a aprender a aplicar los actos de habla. No logran tener una visión más amplia de lo que implica cambiar disposiciones humanas, en que se incorporan los actos de habla, pero también otros fenómenos que permiten desarrollar nuevas prácticas, percepciones y disposiciones emocionales que se alinean con los cambios ocurridos en el mundo.
La transformación basada en los actos de habla corresponde a la pragmática universal, que consiste en esa red de compromisos en que ocurre la acción concreta en redes de coordinación. Pero es necesario incluir la otra dimensión de la hermenéutica universal, que consiste en la capacidad de interpretar y reinterpretar posibilidades, que son previas y fuente de invención de las redes de acción. Por ejemplo, los espacios de investigación de ciencia, diseño o estudios culturales, son espacios de interpretación, los cuales pueden evolucionar hacia espacios pragmáticos de acción al convertirse en ofertas prácticas de tecnologías, moda o marketing respectivamente. Una vida efectiva y satisfecha requiere sensibilidad y competencias en ambos espacios de diseño y de acción.

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