Había leído un resumen de las entrevistas al Presidente Patricio Aylwin en el diario La Tercera hace unas semanas, pero la conversación entre Fernando Villegas, Andrea Vial y uno de los autores en los podcasts Terapia Chilensis de Radio Duna, me hizo apurarme a comprar y leer el libro El poder de la paradoja, escrito por Margarita Serrano y Ascanio Cavallo, (editorial Norma, 2006).
Leyendo el libro descubrí varias cosas, como mi desconocimiento de la otra versión de lo que sucedió los días previos al Golpe de Estado del 11 de Septiembre de 1973, en que Patricio Aylwin negoció hasta el final con Salvador Allende. Si bien hizo una firme oposición al Gobierno de la Unidad Popular, Aylwin, como una parte importante de la Democracia Cristiana, siempre tuvo y ha tenido un compromiso de alternativa al sistema capitalista liberal de organizar la economía, especialmente motivado por los costos sobre la gente más modesta. Recuerda que el mercado no es una religión ni un principio científico, sino un modo de organizar la economía que puede ser modificado y mejorado. Prefería de todos modos votar en el Congreso la confirmación del triunfo de Allende que apoyar la segunda mayoría relativa de derecha y se opuso hasta el final ante la alternativa de intervención de los militares.
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Villegas me alumbró sobre la dimensión de liderazgo y estadista del Presidente Aylwin, algo así como esa inteligencia quizás intuitiva para siempre encontrar una salida de menos costos de vidas humanas ante los conflictos políticos. Pero también aparece el ser humano más personal, tan grande en horizontes como modesto en reconocer sus debilidades y en lo que necesitó ayuda en su gobierno como Presidente. Reconozco que comencé a admirar ???y no antes??? al presidente Aylwin en su primer discurso como candidato de la Concertación de Partidos por la Democracia en el teatro Caupolicán a mediados de 1989. Antes todavía estaba sometido a la costumbre de ver el mundo como polaridades simples y me consideraba parte de un mundo progresista de la Democracia Cristiana, que se demostró pronto como no más que una caricatura.
Para la sabiduría histórica quedará que el Gobierno del Presidente Aylwin fue crucial para pacificar el país y dar curso a un proceso de democracia, desarrollo y equidad social. Es pertinente aceptar que la transición que hizo su gobierno fue la más delicada y que los gobiernos posteriores han sido la continuación y profundización de las bases de democracia, crecimiento y equidad que se iniciaron en ese período. Lo que no es poco decir, si se consolidó un consenso profundo y transversal en torno de la estrategia de desarrollo y el sistema democrático.
Finalmente, es notable la libertad en que se expresa acerca del pasado, la inconformidad sobre el presente, la esperanza y frescura en torno del futuro, una persona que siendo líder ya cuenta 87 años de vida. Lo único que critico del libro es la excesiva síntesis de entrevistas que seguro quitó riqueza, complejidad y el interés que daban para un libro mucho más extenso.
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