Fernando Flores debe ser uno de los personajes chilenos más destacados en el mundo, con inventos notables en la industria del software de gestión desde inicios de los ochenta, una disciplina de comunicación, gestión y emprendimiento tan original como poderosa, de reconocido valor en el mundo y en muchas de las compañías multinacionales más grandes de Estados Unidos, México y Europa. Además, lo avalan libros publicados en las más prestigiosas editoriales del mundo académico internacional y una reconocida obra valorada en el mundo de la filosofía, las ciencias sociales, la gestión y la informática: Understanding computerts and cognition, publicado en 1986 junto al filósofo Terry Winograd. A veces en Chile no se logra entender realmente el significativo aporte de Fernando Flores a la conversación acerca de nuestro desarrollo y su compromiso con sintonizar al país con los desafíos que impone la revolución tecnológica de las comunicaciones, la informática y la biotecnología. El premio que le entrega la Fundación País Digital debiera ser un buen argumento que lleve a difundir con más profundidad las propuestas de desarrollo de Fernando Flores en los medios de comunicación masivos. Este es un recurso natural que tiene Chile y que asegura futuro en la era tecnológica y de globalización:

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El Mercurio
País Digital 2006, el premio al talento de Fernando Flores
Nicolás Luco Rojas

Senador recibió la distinción que la Fundación País Digital otorga por el aporte a la inserción del país en la era de la información y la innovación. Habló de angustia.

La ministra de Economía, el ministro de Educación, el ministro de Transportes y Telecomunicaciones, la subsecretaria de Economía, el subsecretario de Telecomunicaciones, el senador Carlos Cantero, y gente disímil como el escultor Gaspar Galaz o el gerente general de Microsoft Chile, Hernán Orellana. Está casi todo el directorio de País Digital, encabezado por su presidente, Agustín Edwards Eastman. Y mucho más.

Acto primero

Pablo Valenzuela, premio Nacional de Ciencias, biólogo, despeinado, presenta al senador Flores. Recuerda vida. Los exilios. Dos exilios, el que padeció Flores luego de ser liberado de prisión y expulsado, y el que padece a veces un hombre globalizado en Chile, separado de las intensidades del Hemisferio Norte. Y, en el caso de Flores, de sus hijos y nietos.

Recuerda el salto del ingeniero, economista y político Flores a la filosofía y el lenguaje. Su contribución al “groupware” a cómo funcionan las conversaciones entre humanos, particularmente en el trabajo. Cogió el timón, no esperó que ocurrieran las cosas y marcó rumbos mundiales, dice.

Flores sonríe bajo su bigote.

Andrés Navarro, vicepresidente, se acerca al micrófono. Le entrega el galardón y una obra de arte a Flores: “Premio País Digital 2006”. Aplausos calurosos.

El senador se coloca un micrófono, no le funciona. Se ríe de la tecnología. Todos solidarizan.

Al fin se le oye.

Dice que hablará de su angustia por Chile.

Que la angustia es positiva, lo peor es la complacencia, el quedarse, la maldición de los recursos naturales.

No vuela mosca. Una pantalla va resumiendo sus puntos. Pero lo fuerte está en sus dichos, en las emociones que siembra. Llama a un autoanálisis. Y a intentar un salto. Para no llegar tarde, como siempre.

Darse cuenta. La memoria digital será gratis, ya en Google hay 10 MB para quienquiera. En 10 años, se multiplicará por mil.

El ancho de banda tiene que crecer. Corea lo tiene en 2 MB por segundo para todos. La telefonía y el computador se mimetizan. Las telefónicas se van a los servicios. Signos.

Los computadores a 100 dólares o poco más ya se vienen y serán muchos. Para muchos. No hay que quedarse. Angustiarse.

Innovar, que no es sólo crear. Es llegar con un producto con utilidades prácticas nuevas. Competir.

No bastan las publicaciones académicas. Tampoco innovaciones disruptivas.

Como Steve Jobs o Peter Jackson, que con “El señor de los anillos” catapultó Nueva Zelandia. Una mutación histórica. Manejo de riesgos. Cambio en las prácticas. Alteraciones totales, como la que viven las industrias de la música y del cine. Timing. Oportunidad.

Los jóvenes se mueven en blogs, se expresan en concursos. Habitan y desarrollan “myspace.com”. La propiedad intelectual se redefine.

Hay libros que se comparten y que se venden bien. Algo parece estar pasando.

No se sabe todo, pero sí se puede inventar. Realmente innovar en Chile, generar los productos de mañana. Pensar, cavilar el futuro.

PARA INNOVAR

HAY QUE atisbar, darse cuenta. Y alertar, anunciar, conmocionar, alinear.