En general, Fernando Villegas no me llena como cronista crítico, se me hizo algo predecible en la televisión y es cuestión de saber cuál es la posición mayoritaria de lo que sea, política, religión, sexualidad, negocios, economía, psicología, lo que sea, y comenzar a predecir cómo desenrollará su argumento. Además, alguna vez, ha llamado a la prudencia y eso sí que no se lo perdono. En cualquier caso debe ser el tipo más culto, cutlivado y sólido que se puede ver cotidianamente en la TV chilena, quizás el único. Tiene una veta conservadora en torno de la autoridad y la disciplina necesaria para mantener a ralla a la muchedumbre, pero el mismo tiempo una veta rebelde anti-provincianismo chileno con las cuales resueno completamente. Quería compartir la columna del Domingo 6 de Noviembre de 2005 en el diario La Tercera, simplemente genial:

La Tercera
Opinión
El espejo de los lindos

Hay quienes se han dedicado últimamente a “rajar” a Lamarca, pidiéndole que pase al pizarrón a probar con detalles sus asertos y luego ofrecer soluciones. Pero eso es el colmo de la pedantería. Lamarca no tiene que dar pruebas de nada. Simplemente ofreció su punto de vista, su visión.
Fernando Villegas

Desde el punto de vista de la eficacia política químicamente pura, la elite económica del país debió haber ninguneado con un total silencio las palabras de Felipe Lamarca. Ya habrían sido olvidadas. Pero, al contrario, los notables no pudieron con su carácter y aun hoy siguen haciendo cola para salir al ruedo a patearle las canillas al herético. O quizás la discreción fuera mucho pedir. Requiere una fuerza de carácter y una capacidad de cálculo que tal vez se encuentre más allá de los rasgos temperamentales de un grupo que, por definición, se considera y ve a sí mismo en la cúspide del poder, la riqueza, el conocimiento y la verdad.

Esto de “verse a sí mismos” es la clave. Literalmente pasan mirándose el ombligo. Se adoran. No por nada un analista le reprochó a un candidato de la derecha el usar la televisión más como espejo que como ventana.

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