Mito o realidad

Para el doctor en economía y director del Departamento de Economía de la Universidad de Chile, Dante Contreras, el desempleo juvenil no es más que un problema particular de la edad, que ocurre en todo el mundo y a lo largo de los ciclos económicos de recesión e incluso de expansión. “Básicamente es un tema de experiencia, pues el empleador prefiere contratar a alguien con el mismo nivel de conocimiento, pero con mayor práctica laboral. Y en segundo lugar son los mismos jóvenes los que en esa edad están buscando un trabajo de acuerdo con sus gustos y potencialidades, lo que aumenta fuertemente la rotación e inestabilidad”, explica.

A lo anterior se suma la dificultad que enfrentan las empresas para identificar variables que permitan distinguir entre un egresado y otro. Según Isabel Millán, Investigadora Asociada al Departamento de Economía de la Universidad de Chile y Master en Administración Pública de Harvard, esto trae como consecuencia que “los que contratan se toman un tiempo mayor en buscar gente de ciertas universidades o con características que no tienen relación con la experiencia. No tienen otros indicadores, lo que produce situaciones anecdóticas, como que en entrevistas laborales, a recién egresados, les preguntan de qué colegio salieron”.

Esta situación genera sentimientos de discriminación en ciertos grupos, generalmente egresados de universidades privadas, que ven cómo al momento de postular a un trabajo ya no miden su buen desempeño profesional, sino otras variables. El colegio, apellidos y la familia pasan a ser relevantes para algunas empresas al momento de entrevistar a sus candidatos y seleccionar al “perfil deseado” por el empleador. Lo que buscan, en definitiva, es que el profesional tenga buenas redes de contacto.

Dante Contreras aclara que “en Chile efectivamente hay un par de universidades tradicionales que son capaces de generar profesionales con una mayor productividad, desde el punto de vista económico, por lo tanto, son más empleables y acceden a salarios más altos. Pero esta situación no es estable en el tiempo, de hecho en Estados Unidos muy buenas universidades son privadas. Tienen más recursos y flexibilidad, sólo necesitan tiempo”.

Una opinión diferente respecto del desempleo juvenil tiene el sociólogo y director del Programa de Educación de la Fundación Chile, José Joaquín Brunner, quien es taxativo: “No hay evidencia de que estemos ante un problema de amplia cesantía de jóvenes profesionales”. Por el contrario, “hay suficientes estudios que muestran que los graduados universitarios están obteniendo altas tasas de retorno a su inversión en estudios superiores”.

A juicio de este investigador, la dificultad de los jóvenes para incorporarse al mercado laboral es real, pero no dramática, y las razones pueden ser tan variadas como “expectativas de remuneración por encima del mercado, búsqueda de una ocupación en un área específica donde la oferta es débil, desalineación entre las competencias ofrecidas y los requerimientos del mundo ocupacional, falta de redes sociales y mala información acerca de la demanda laboral.”


Totalmente pesimistas

La IV Encuesta Nacional de la Juventud (Injuv), aplicada en noviembre de 2003 en todo el país, demostró, más allá del tema económico, la existencia de una percepción muy negativa en los jóvenes respecto del mercado laboral chileno. Un 78% cree que no hay suficientes oportunidades de trabajo; un 80% asegura que las remuneraciones que reciben no son adecuadas; un 76% piensa que el mercado laboral prefiere contratar a personas con más experiencia; y finalmente un 55% de ellos dice no recibir un buen trato cuando, por fin, realiza una actividad remunerada.

Los jóvenes están convencidos de que parte del problema radica en la sobreoferta de profesionales de las mismas carreras, cuestión que rebaten los especialistas. “Efectivamente hay algunas carreras que están sobrepobladas, pero desde el punto de vista del mercado eso no es tan grave, ya que en algún punto va a tener que discriminar. Es decir, pueden haber muchos periodistas o ingenieros, pero buenos muy pocos. Al más competitivo siempre le va a ir bien. El problema es para el individuo medio, que lo puede pasar muy mal”, explica Contreras.

El economista plantea que en estos últimos casos “uno esperaría que la gente vaya viendo que hay carreras que ya no son tan rentables y empiecen a mirar para otro lado”, haciendo alusión directa a las de formación técnica.

Brunner aporta otro punto de vista: “Vivimos en una continua contradicción: todos propugnamos un mayor y más amplio acceso a la enseñanza superior, pero luego nos preocupa que se incremente el número anual de graduados profesionales y técnicos. ¡Esto carece de toda lógica! No podemos tener más estudiantes y, al mismo tiempo, tener menos profesionales en estas ocupaciones. Además no es cierto que Chile esté ???saturado??? de personas con formación profesional o técnica. Más bien la densidad de conocimiento de su fuerza laboral es todavía baja y su capital humano avanzado escaso”.

A la luz de los hechos, los expertos plantean que a medida que la calidad en la educación de estos jóvenes mejore, sus perspectivas laborales también lo harán. Brunner asegura: “La oferta de recursos humanos para mercados altamente cambiantes debe ajustarse por sí sola. Por esto la decisión país debe ser exigir calidad a las instituciones de educación superior, pertinencia laboral de las carreras, transparencia y orientación vocacional para los jóvenes que se aprestan a entrar al mundo laboral”.


¿Cuánto Vales?

Si la brecha salarial es un problema que cruza todo el espectro económico chileno, para los que recién comienzan, la situación es aún más frustrante. “Justificadamente, muchos jóvenes no están satisfechos con los niveles de remuneración que obtienen en el mercado. Somos un país cuyo ingreso per cápita es todavía relativamente bajo y cuyas desigualdades de ingreso son exageradamente altas”, analiza Brunner.

El argumento que los economistas entregan frente a la insatisfacción salarial, responde a la simple ecuación de “oferta y demanda”. “Durante el último tiempo, los institutos profesionales y universidades se ha expandido bastante, y por lo tanto, un pronóstico posible de hacer es que el premio salarial va a ir disminuyendo en el tiempo, lo que es bastante sensato”, explica Contreras.

De esta forma, se espera que en Chile, al igual que ha sucedido en los países desarrollados, más personas dejen de escoger carreras universitarias, y opten por profesiones técnicas, por ser más rentables, “???Estudio menos, pago menos y empiezo a trabajar antes???, lo que modificará la composición de jóvenes con educación terciaria en un futuro cercano”, aclara el economista.

Buscar una solución al problema de la cesantía ilustrada es la principal demanda que hacen los jóvenes involucrados. Isabel Millán y Dante Contreras proponen identificar las responsabilidades que les caben a quienes participan directamente en ella, más allá de la economía en sí. “Actores relevantes son los centros de formación profesional, que deben revisar con responsabilidad las necesidades reales del mercado. Porque no saco nada con estar educando a alguien en un área donde no exista demanda”, detalla Contreras.

En segundo lugar, se menciona al Estado, pero no como un ente interventor, sino como aquel que ofrezca información certera a las personas. Es decir, que los estudiantes cuenten con los datos necesarios para optar por una u otra carrera, con responsabilidad.

En este sentido, destaca la iniciativa del sitio web www.futurolaboral.cl creado en 2003 por el Ministerio de Educación. Isabel Millán comenta que esta página “es bastante informativa, pues te da una idea de cuál es la situación de ingresos que está enfrentando un grupo de profesionales, e incluso la distribución de salarios en un período determinado. Pero dentro de todo es súper estático, porque sólo da cuenta del mercado actual y no de las perspectivas de su evolución futura”.

¿Qué espera el mercado del profesional recién titulado? Las exigencias son crecientes. Según Brunner, deben demostrar, además de una sólida formación general, gran capacidad de aprender, aplicar conocimientos, análisis y síntesis, adaptación a nuevas situaciones y equipos, exhibir habilidades interpersonales, ser creativos y autocríticos, dominar las nuevas tecnologías de la información y usar lenguas extranjeras de manera instrumental, fundamentalmente el inglés.

Contreras enumera las ventajas de contratar profesionales sin experiencia, pero con iniciativa: “Tener gente joven es contar con nuevas ideas e intereses. Personas mucho más dinámicas, menos prejuiciadas y más tolerantes. Cuando sumas a ello la creatividad, te das cuenta de que pueden instalarse en distintos puestos y lugares de trabajo, lo que en definitiva es una ventaja para la economía”.

Isabel Millán destaca un factor que puede corregirse: el desconocimiento de los mismos empleadores acerca de las ventajas de entrenar y contar con gente que esté partiendo. “Es una etapa súper rica, porque no vienen con prejuicios de su historia laboral pasada, sino que están con toda la motivación y agradecimiento hacia quien les da la oportunidad de demostrar lo que quieren entregar”, concluye.

Precisamente es eso, una simple oportunidad, lo que pide este 19,7% de jóvenes que aún no ha logrado demostrar a la sociedad lo aprendido durante los años de esfuerzos académicos y monetarios.

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