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Noticias Noviembre 10, 2012

Matthieu Ricard: Los hábitos de la Felicidad

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Matthieu Ricard: Los hábitos de la Felicidad

Trascripción español por Emma Gon  •  corregida por Francisco Herrera

Supongo que como resultado de la globalización es que pueden encontrar latas de Coca Cola en la cima del Everest y monjes budistas en Monterey. (Risas) Hace apenas dos días que llegué de los Himalayas gracias a su amable invitación; y de igual modo los invito por un instante a los Himalayas para mostrarles el lugar donde meditadores como yo, que empecé siendo un biólogo molecular del Instituto Pasteur encontraron su camino hacia las montañas.

Estas son algunas imágenes que he tenido la suerte de tomar y presenciar. Esta es la montaña de Kailash al este del Tíbet, escenario maravilloso. Esto es del mundo Marlboro. (Risas) Este es el Lago Turquesa. Un meditador. Este es el día más caluroso del año en algún lugar al este del Tíbet, un primero de agosto. La noche anterior acampamos y mis amigos tibetanos dijeron que íbamos a dormir afuera, a lo que dije, “¿por qué? Si hay suficiente espacio en la tienda”. Contestaron … “Sí, pero es verano”. (Risas)

Bien, hablemos ahora de la felicidad. Como francés, debo decir que hay muchos intelectuales franceses que piensan que la felicidad no es interesante en absoluto. (Risas) Recientemente escribí un ensayo sobre la felicidad y este causó controversia; alguien escribió un artículo diciendo: “No nos impongas la sucia palabra felicidad”. (Risas) No nos importa eso de ser felices, necesitamos vivir con pasión, nos gustan los altibajos de la vida; nos gusta el sufrimiento porque se siente tan bien cuando cesa por un instante. (Risas)

Esto es lo que veo desde el balcón de mi ermita en los Himalayas, que es como de dos por tres metros, y son siempre bienvenidos. (Risas)

Hablemos ahora de la felicidad o el bienestar. Primero que nada, y a pesar de lo que los intelectuales franceses dicen, al parecer nadie se despierta en la mañanas pensando: ¿Me permiten sufrir todo el día? (Risas) Lo cual, de alguna manera significa que … conscientemente o no, directa o indirectamente, en el corto o largo plazo, que todo lo que hacemos, todo lo que esperamos, todo lo que soñamos de alguna forma está relacionado con un profundo deseo de bienestar o felicidad. Como dijo Pascal, incluso aquel que se pone la soga al cuello, de alguna manera, está buscando dejar de sufrir … y no encuentra otra manera. Si buscamos en la literatura en Oriente y Occidente, es posible encontrar una diversidad increíble de definiciones de la felicidad. Algunas personas solo creen en recordar el pasado, imaginar el futuro y nunca ver el presente. Algunas personas dicen que la felicidad es el ahora; es la calidad de la frescura del momento presente. Todo esto motivó al filósofo francés Henri Bergson a decir: Todos los grandes pensadores de la humanidad han tratado la felicidad en vago de modo tal, que así puedan definirla en los términos que ellos quieran.

Bueno, eso estaría muy bien si fuera tan sólo una preocupación secundaria en la vida, pero si es algo que va a determinar la calidad de cada instante de nuestra vida, es mejor que sepamos que es y tener una idea más clara. Y probablemente el hecho de no saber, es lo que tan a menudo nos hace que aunque busquemos la felicidad, pareciera que le volvemos la espalda. Aunque queremos evitar el sufrimiento, parece que corremos de alguna forma hacia el. Y esto también puede provenir de algunas confusiones,

una de las más comunes es confundir felicidad y placer. Pero, si miramos a las características de ambas, el placer depende del tiempo, del objeto y del lugar; es algo que cambia de naturaleza. Un sabroso pastel de chocolate, la primera porción es deliciosa, la segunda no tanto, comemos más y nos da asco. (Risas) Esa es la naturaleza de las cosas, nos cansamos. Yo solía ser un fan de Bach, solía tocar la guitarra, lo podía escuchar dos, tres, cinco veces; pero … si tuviera que escucharlo 24 horas sin parar, terminaría fastidiado. Si tienes frío, te acercas al fuego y es algo maravilloso; después de un rato, te haces un poco para atrás porque comienza a quemar. En cierta forma — el placer — se consume a sí mismo conforme lo experimentas. De nuevo, el placer no es algo que esté afuera irradiando. Como cuando tú puedes sentir un placer intenso mientras que otros a tu alrededor pueden sentir sufrimiento.

¿Pues entonces qué es la felicidad? La felicidad, por supuesto, es una palabra tan vaga, que mejor usaremos bienestar. Así, creo que la mejor definición, según la visión budista, es la de que el bienestar no es meramente una sensación de placer, sino una sensación de profunda serenidad y realización; un estado que impregna y subyace en todos los estados emocionales y todas las alegrías y penas que se atraviesan en el camino. Para ustedes eso puede ser sorprendente, ¿podemos tener este tipo de bienestar en la tristeza? En cierta forma ¿por qué no? Porque estamos hablando a un nivel diferente.

Miren las olas que llegan a la orilla, cuando están en la parte baja de las olas, tocan el fondo, pegan con la roca sólida; cuando están arriba, sienten regocijo. Así se pasa de euforia a depresión y no hay profundidad. Ahora, si miran el alta mar, quizá lo encuentren bello, tranquilo como un espejo; puede que halla tormentas, pero el fondo sigue ahí, sin cambios. ¿Cómo es esto? Esto sólo puede ser un estado del ser, no sólo una emoción fugaz, una sensación. Incluso la alegría, que puede ser la fuente de felicidad, también puede ser la alegría torcida por el regocijo de ver a otros sufrir.

¿Entonces cómo proceder en la búsqueda de la felicidad? A menudo buscamos afuera. Pensamos que si pudiéramos juntar esto y lo otro, todas las condiciones, como se dice, “todo para ser feliz, tener todo para ser feliz”. La frase misma revela la causa de la destrucción de la felicidad. Tenerlo todo … si algo nos falta, es el colapso. Igualmente cuando las cosas van mal, intentamos arreglar el exterior, pero nuestro control del mundo exterior es limitado, temporal, y a menudo, ilusorio. Entonces miremos las condiciones internas ¿acaso no son más fuertes? ¿No es la mente misma la que traduce las condiciones externas en felicidad y sufrimiento? ¿Acaso no es más fuerte? Sabemos por experiencia, que podemos estar en lo que llamamos “un pequeño paraíso” y aún así, ser completamente infelices por dentro.

En una ocasión, el Dalai Lama estaba en Portugal y había muchas construcciones por todos lados. Una tarde dijo: “Miren, están haciendo todas estas cosas, pero no sería lindo también, que construyeran algo hacia dentro? Y agregó, “A pesar de esto … incluso si tienen un grandioso departamento en el piso 100 de un edificio supermoderno y cómodo, si dentro de ustedes están profundamente tristes lo único que van a buscar es una ventana por donde saltar”. Ahora, por el contrario, conocemos mucha gente que está en circunstancias difíciles, que logran mantener serenidad, fuerza interior, libertad interior y confianza. Ahora, si las condiciones internas son más fuertes… por supuesto que las condiciones externas afectan, y es maravilloso ser longevos, estar más sanos, tener acceso a información, educación, poder viajar, tener libertad … son cosas por demás deseables. Sin embargo, esto no es suficiente; esos son sólo un apoyo auxiliar, condiciones. La experiencia que traduce todo está dentro de la mente. Por lo tanto, cuando nos preguntamos cómo nutrir las condiciones de felicidad, las condiciones internas, y cuáles son aquellas que minan la felicidad. Para ello, se requiere tener cierta experiencia.

Tenemos que darnos cuenta que dentro de nosotros hay ciertos estados de la mente que conducen al florecimiento de tal bienestar, lo que los griegos llamaron eudemonismo, florecimiento. Hay algunos que son adversos a ese bienestar, si miramos en nuestra propia experiencia — ira, odio, celos, arrogancia, deseo obsesivo, codicia extrema — no nos dejan en un buen estado después de experimentarlos. Además que perjudican la felicidad de otros. Podemos considerar que entre más nos invaden la mente, como una reacción en cadena, más nos sentimos miserables, atormentados. Por el contrario, todos sabemos que en lo profundo, un acto de generosidad desinteresado a la distancia, sin que nadie sepa de el, podría salvar la vida de un niño, hacer a alguien feliz. No necesitamos reconocimiento, no necesitamos gratitud. El mero acto de hacerlo nos llena de una sensación de plenitud con nuestra naturaleza profunda. Y quisiéramos estar así todo el tiempo.

¿Es eso posible, cambiar nuestra manera de ser, transformar nuestra mente? ¿Y son esas emociones negativas o destructivas inherentes a la naturaleza de la mente? ¿Es posible cambiar nuestras emociones, nuestros rasgos, nuestros ánimos? Para eso nos tenemos que preguntar ¿cuál es la naturaleza de la mente? Si vemos desde el punto de vista de la experiencia, existe una cualidad primaria de la consciencia, que es el simple hecho de pensar de ser conscientes, de estar conscientes. La consciencia es como un espejo que permite ver todas las imágenes que surgen. Pueden tener caras feas, caras hermosas en el espejo, el espejo lo permite, pero el espejo no se mancha, no se modifica, no se altera por esas imágenes. De la misma forma, detrás de cada pensamiento existe la conciencia desnuda, pura. Esta es la naturaleza, no puede ser intrínsicamente manchada con odio o celos, y si estuvo siempre ahí … como la tinta que impregna el lienzo entero, se encontraría todo el tiempo, en algún lado. Sabemos que no siempre estamos enojados, siempre celosos, siempre generosos.

Es debido a que la tela fundamental de la conciencia es esta cualidad pura de ser conscientes, que la diferencia de una piedra, es que existe la posibilidad de cambiar, porque las emociones son pasajeras. Este es el fundamento del entrenamiento de la mente. El entrenamiento de la mente se basa en la idea de que dos factores mentales opuestos no pueden ocurrir al mismo tiempo. Puedes pasar del amor al odio, pero no puedes, al mismo tiempo y hacia el mismo objeto, o la misma persona, querer herirla y hacerle un bien. No puedes, en el mismo gesto, dar la mano y dar un golpe. Por lo tanto existen antídotos naturales a las emociones que son destructivas a nuestro bienestar interno. Entonces esa es la manera de proceder. Regocijo en lugar de celos. Una especie de sensación de libertad interior opuesta a la codicia extrema y la obsesión. Benevolencia, afecto amoroso contra odio. Pero por supuesto, cada emoción necesitaría un antídoto particular.

Otra forma es tratar de encontrar un antídoto general a todas las emociones, y eso es mirando a la naturaleza de la emoción misma. A menudo cuando sentimos ira, odio o molestia por alguien, u obsesión por algo, la mente va una y otra vez tras ese objeto. Cada vez que vamos tras el objeto, se refuerza la obsesión o el enojo. Y se vuelve un proceso de auto perpetuación. Por eso ahora lo que necesitamos es, en lugar de ver fuera, ver hacia dentro. Mirar a la ira misma; se ve muy amenazadora, como las nubes de un monzón o una tormenta de rayos, Pensamos que podemos sentarnos en la nube… pero al acercarnos, es simplemente neblina. De la misma forma, si se mira a la ira, se desvanecerá como la escarcha bajo el sol matutino. Si hacen esto una y otra vez, la propensión, la tendencia de que surja la ira otra vez será cada vez menor cada vez que se logre disolver. Al final, aunque puede surgir, simplemente cruzará por la mente como un pájaro que surca el cielo sin dejar huella. Así que este es el principio del entrenamiento de la mente.

Esto lleva tiempo porque … así como tomó tiempo que todos esos defectos se formaran en nuestra mente, de igual modo tomará tiempo desmantelarlos. Pero esa es la única manera de hacerlo, la transformación de la mente, ese es el auténtico significado de la meditación. Esto significa familiarizarse con una nueva forma de ser, una nueva forma de percibir las cosas más adecuada a la realidad, con interdependencia, considerando a todas las transformaciones continuas y fluyentes en las cuales se encuentra nuestro ser y nuestra consciencia.

Así la interfaz con la ciencia cognoscitiva, puesto que necesitamos llegar a eso, y se supone era el tema de… tendremos que tratarlo en este corto tiempo Acerca de la plasticidad del cerebro, el cual se pensaba era más o menos fijo. Hasta hace veinte años se pensaba que todas las conexiones nominales, en números y cantidades, eran más o menos fijas cuando alcanzábamos la edad adulta. Recientemente se ha encontrado que puede cambiar mucho. Un violinista, como se sabe, con unas 10 mil horas de práctica de violín, sufre muchos cambios en la parte del cerebro que controla el movimiento de los dedos intensificando el reforzamiento de las conexiones sinápticas. ¿Entonces qué podemos hacer con las cualidades humanas? ¿Con el afecto amoroso, la paciencia y la apertura?

Pues eso es lo que los grandes meditadores han estado haciendo. Algunos de ellos que han ido a laboratorios en Madison, Wisconsin o Berkeley han meditado de 20 mil a 40 mil horas. Hacen retiros como de tres años en los que meditan 12 horas al día, y luego, el resto de sus vidas, lo hacen de tres a cuatro horas diarias. Son auténticos campeones olímpicos del entrenamiento de la mente. (Risas) Este es el lugar donde meditan … pueden ver que ciertamente es inspirador. Aquí con 256 electrodos. (Risas)

¿Qué hallaron? Por supuesto, lo mismo. El embargo científico, si es que se presenta en la revista Nature, esperemos que sea aceptado; Se estudia el estado de compasión, compasión incondicional. Le pedimos a los meditadores que han estado meditando por años y años que pusieran su mente en un estado en que no hubiera más que afecto y amor, total disponibilidad al ser sensible. Por supuesto, durante el entrenamiento, hacemos eso con objetos, pensamos en gente que sufre, en gente que amamos, pero en cierto punto, puede ser un estado que impregna todo. He aquí el resultado preliminar, que puedo mostrar porque ya ha sido presentado. La curva de campana muestra 150 controles, y lo que se ve es la diferencia entre el lóbulo frontal derecho e izquierdo. En resumen, gente que tiene más actividad en el lado derecho de la corteza prefrontal es más depresiva, retraída, no se caracterizan por tener afecto positivo. Lo opuesto está en el lado izquierdo: más tendencia al altruismo, la felicidad, a la expresión, a la curiosidad, etc. Existe una línea básica para la gente, que también se puede cambiar. Si ves una película cómica, vas a tu lado izquierdo. Si estás feliz por algo, te mueves más hacia la izquierda. Si tienes un ataque de depresión, vas a tu lado derecho. Aquí se muestra la desviación estándar de -0.5 de un meditador que medita en compasión. Es algo que está totalmente fuera de la campana.

No me da tiempo de ver todos los diferentes resultados científicos. Esperamos que pronto lo estén. Pero han encontrado que… esto es después de tres horas y media en la resonancia magnética funcional, es como salir de una nave espacial. Y se ha demostrado en otros laboratorios también, por ejemplo, el de Paul Ekman en Berkeley, que algunos meditadores son capaces de controlar su respuesta emocional más de lo que se pensaba. Como los experimentos de sobresaltos, por ejemplo. Sientan a alguien en una silla con todo tipo de aparatos que miden su fisiología, y hacen estallar una especie de bomba, la respuesta es tan instintiva que, en 20 años, no han visto a alguien que no brinque. Algunos meditadores, sin tratar de evitarlo, pero simplemente siendo totalmente abiertos al pensamiento de que el estallido es sólo un pequeño evento como una estrella fugaz son capaces de no moverse en lo absoluto.

La meollo de todo esto no es hacer una cosa de circo para mostrar seres excepcionales que pueden brincar o lo que gusten, sino mostrar que entrenar la mente importa. No es un simple lujo, ni un suplemento vitamínico del alma, sino es algo que va a determinar la calidad de cada instante de nuestras vidas. Estamos dispuestos a pasar 15 años obteniendo educación, nos encanta correr, hacer ejercicio; hacemos todo tipo de cosas para mantener la belleza. Sin embargo, es sorprendente ver el poco tiempo que dedicamos a cuidar lo que más importa: la manera en que nuestra mente funciona; que, repito, es lo que finalmente determina la calidad de nuestra experiencia.

Ahora, nuestra compasión es supuestamente puesta en acción, y eso es lo que tratamos de hacer en diferentes lugares. Sólo este ejemplo vale mucho trabajo. Esta dama con tuberculosis, abandonada en una tienda, iba a morir con su única hija. Un año después, así es como está. Hemos estado haciendo esto en distintas escuelas y clínicas en el Tíbet.

Los dejo con la belleza de estas miradas … que dicen más sobre la felicidad de lo que yo pueda decir. Monjes saltadores del Tíbet. (Risas) Monjes voladores. Muchas gracias.

Noticias Septiembre 23, 2010

Cambiar el cerebro para cambiar el mundo

redesparalaciencia Estamos programados, más que cualquier otro animal, para cambiar, para
aprender y para dejar que nuestro entorno moldee el sustrato de
nuestros pensamientos: el cerebro. Si queremos mejorar nuestro
comportamiento con los demás y con nuestro entorno natural habrá que
trabajar en ello desde los primeros años, como hacemos para aprender a
hablar o a tocar un instrumento. Hoy en Redes escucharemos propuestas
del neuropsicólogo Richard Davidson para mejorar la educación y con el psicólogo Daniel Goleman descubriremos cómo consumir en el futuro para ser unos mejores huéspedes de este planeta.

Noticias Octubre 26, 2005

Dalai Lama: Mundos en Armonía

Las siguientes son citas del libro Mundos en Armonía, Diálogos sobre la acción compasiva Dalai Lama y varios intelectuales de fama mundial como Daniel Goleman, Stephen Levine, Jean Shinoda Bolen, Daniel Brown, Jack Engler, Margaret Brenman-Gibson y Joanna Macy, cada uno con historias personales que los hacen relevantes para el mundo que vivimos. (Ed. Oniro, 2001).

También pueden visitar Mind & Life. 

Compromiso con la acción:
– Pero en el fondo debemos recordar que la esperanza es sólo eso, esperanza. A no ser que conduzca a la acción, no sirve de mucho. Aunque yo rece, si he de ser sincero, no creo demasiado en las plegarias. La acción es mucho más importante que limitarse a orar. A no ser que nuestras percepciones tengan como resultado alguna acción práctica, no sirven para nada. El verdadero efecto debe surgir de la acción y no sólo de la esperanza. (Pg. 30)

Sufrimiento y Felicidad
La actitud que tenemos hacia el sufrimiento es muy importante. Si lo miramos demasiado de cerca, podemos llegar a sentirnos abrumados, o sea que además de sufrir estaremos deprimidos y ansiosos. Pero si observamos la misma situación desde una perspectiva distinta, podemos ver que aunque el acontecimiento sea verdaderamente trágico, podía haber sido peor. Observarlo de ese modo disminuye el grado de ansiedad y sufrimiento. En cada evento hay una serie de aspectos. Si sólo nos fijamos en el aspecto negativo y únicamente pensamos en él, nos sentiremos abrumados. (Pg. 30-31)


Si por dolor usted quiere decir las sensaciones físicas y por sufrimiento las respuestas mentales que comporta, en tal caso puede afirmar que el sufrimiento y la felicidad mentales se sienten con más intensidad que el placer o el dolor físicos. Por lo tanto, es posible que la fuerza del placer o del sufrimiento mentales sea tan arrolladora que supere las sensaciones físicas.

A veces aceptamos voluntariamente una cierta cantidad de dolor físico. Por ejemplo, para tener un cuerpo sano, necesitamos hacer ejercicio. Durante esos momentos, podemos sentirnos cansados e incluso cierta sensación de dolor en las articulaciones. Pero hay unas razones para aceptar ese dolor, así que mentalmente no sufrimos en absoluto. Más tarde, al ver cómo nuestra musculatura se desarrolla, incluso nos sentimos felices. (Pg. 47-48)


Hasta ahora he estado hablando de cómo cambiar la actitud mental que tenemos hacia el sufrimiento y de qué modo debemos verlo. Si usted lo afronta con una mente ecuánime y serena, en lugar de limitarse a reaccionar negativamente, el sufrimiento de su mente disminuirá. Después de esto, decidir si deja o no que otra persona siga comportándose de la misma manera dependerá de la situación. Debe juzgar cada situación por separado. Perdonar o ser paciente no significa ceder ante cualquier cosa que alguien le haga. (Pg. 48)

Mediante el aprendizaje budista uno desarrolla la comprensión de los distintos niveles de fufrimiento. Aceptamos además la teoría del karma o de la acción, y esto es también útil para disminuir el sufrimiento mental.

Cuando las cosas ya han ocurrido, de nada sirve preocuparse. Si hacemos todo cuanto podemos, con una motivación sincera, si tenemos éxito nos sentimos bien, y no es así, no nos arrepentimos de nada. Esta clase de actitud analítica es de gran ayuda. (Pg. 50)

Compasión Si usted profundiza más en su práctica espiritual, haciendo hincapié en la sabiduría y la compasión, se encontrará con el sufrimiento de otros seres sensibles una y otra vez, y tendrá la capacidad de reconocerlo, de responder a él y de sentir una profunda compasión en lugar de indiferencia o impotencia. Al contemplar el sufrimiento, no se hunda en la depresión. Al reflexionar sobre la felicidad, no caiga en un sentimiento de suficiencia o de presunción. El hecho de cultivar la sabiduría nos ayuda a evitar estos riesgos. Pero es difícil generalizar porque cada persona tiene un valor y una paciencia que le son propios. Son las características que nos permiten reconocer el sufrimiento de los demás y responder a él. (Pg. 54)

La práctica de la meditación también es muy parecida. Si intentamos meditar con gran empeño, la mente se llenará de agitación, tensión, letargo o embotamiento. Cuanto más luchemos, más se agotará nuestra mente. En este punto lo mejor es dejar de meditar e ir a refrescarnos. No es eficaz seguir meditando en estas circunstancias. (Pg. 55)

El enfoque budista es, ante todo, reflexionar sobre nuestros defectos y después sobre las consecuencias destructivas que producen a largo plazo. En el budismo se concede mucha importancia a meditar sobre la verdad del sufrimiento. Esto puede ser un poco deprimente, pero cuando vemos nuestros defectos con claridad, vemos también la posibilidad de liberarnos de ellos. Ver los defectos tiene mucho que ver con nuestra capacidad de despertar. (Pg. 58)

Desde el punto de vista budista, no hay ningún error que sea irremisible. Siempre hay la posibilidad de cambiarlo. El reconocimiento de nuestra inteligencia humana puede ayudarnos a tener más confianza al afrontar situaciones difíciles. Esto es muy importante. Cuando un se siente desanimado por ideas como: Soy demasiado viejo, No soy lo bastante inteligente, He cometido demasiadas malas acciones en el pasado o Simplemente, no soy lo bastante bueno, un práctica budista común es estudiar las vidas de las generaciones pasadas de adeptos budistas que actuaron peor que nosotros o que fueron incluso más estúpidos. Al hacerlo, nos daremos cuenta de que fueron capaces de alcanzar la liberación y nos diremos: Si ellos pudieron, yo también puedo hacerlo. Vemos nuestra situación en un contexto relativo y no en uno extremo como: Soy demasiado viejo. (Pg. 59)

En primer lugar, debemos examinar si es posible resolver el problema. Si hay una salida, no tenemos por qué preocuparnos Y si no hay, de nada sirve deprimirnos. La razón por la que sentimos angustia mental es que no deseamos el sufrimiento ni el dolor. Pero si nos obsesionamos con nuestro sufrimiento y nos deprimimos y abrumamos, sufriremos más aún. Si el sufrimiento ya ha ocurrido, es mejor olvidarse de él. De este modo no lo aumentaremos. No agrave lo que ha ocurrido en el pasado cavilando sobre ello y agudizándolo. Deje simplemente el pasado donde debe estar y viva el presente, dando los pasos necesarios para evitar que esa clase de sufrimiento se repita en el presente y el futuro. (Pg. 73)

Creo que hay una diferencia entre los conflictos mentales que uno siente y las emociones que generan: ira, hostilidad, etcétera. Si no podemos expresar los conflictos mentales que tenemos, más tarde en la vida, cuando seamos capaces de expresarlos, vendrán acompañados automáticamente de hostilidad e ira. Por consiguiente, es importante expresar el sufrimiento, no tanto la hostilidad, sino el sufrimiento en sí. (Pg. 79)

Esto es algo que los budistas necesitamos aprender. La ira subconsciente, de tener un paralelismo con los textos budistas, haría con lo que se denomina infelicidad o insatisfacción mental, en el sentido de que se la considera como la fuente de la ira y la hostilidad. Podemos verla como una falta de conciencia, y también como una activa mala interpretación de la realidad. (Pg. 84)

Vacuidad
El verdadero significado de vacuidad

es la ausencia de existencia independiente. Normalmente proyectamos una existencia independiente sobre los eventos y las cosas. Vacuidad tiene una connotación de plenitud? de depender de otros factores. La doctrina de la vacuidad implica una interconexión. Lo que el término ilusión significa en el budismo, en particular en la filosofía Madhyamika, es que los fenómenos no existen independientemente unos de otros, que su apariencia de existir independientemente es ilusoria. Esto es lo que significa???ilusión???, y no algo que no esté realmente allí. (Pg. 42)

Defensa de la paz
Es un tema sobre el que suelo insistir: para llevar la paz al mundo debemos gozar de paz mental. (Pg. 87)

Transformar la ira
Depende de lo intensa que sea. Si no es demasiado fuerte, puede intentar ver un aspecto distinto del individuo que la suscita. Cada persona, por más negativa que parezca ser, tiene también atributos positivos. Si uno intenta fijarse en ellos, la ira disminuirá de inmediato. Esta es una solución. Otra cosa que puede hacer es intentar encontrar qué es lo que la ira tiene de bueno o útil. Si lo intenta, descubrirá que no puede encontrar nada, pues la ira es realmente dañina. En cambio, en la paciencia, la compasión y el amor encontrará muchas ventajas. Y una vez adquirida esta clase de genuina convicción, cuando la ira empiece a formarse, recordará su negatividad e intentará disminuirla. Pero cuando la ira es demasiado intensa, puede intentar dirigir la mente a otra parte, pensar en otra cosa. Limítese a cerrar los ojos y a concentrarse plenamente en la respiración. Cuente hasta veinte o veinticinco respiraciones y, al cabo de este tiempo, la ira habrá disminuido ligeramente, se habrá calmado un poco. Pero si la ira es muy violenta, ¡entonces, a luchar se ha dicho! Estoy bromeando. En realidad, es mejor expresarla que guardarla en el interior. Los sentimientos negativos y detestables que uno siente pueden permanecer dentro durante años. Esto es lo peor. Comparado con ello, es mejor decir unas cuantas palabras desagradables. (Pg. 88-89)


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