Esta
semana estuvo en Chile uno de los destacados economistas de America Latina, el
peruano Hernando de Soto, autor del famoso libro El Otro Sendero, donde exponía
su visión crítica del modo como se había intentado el desarrollo económico en
nuestros países y defendía la masificación de la capacidad emprendedora a nivel
social como un modo de consolidar el desarrollo basado en un mercado legitimado
a partir de la distribución de sus beneficios a la mayoría. Su tesis actual, en
síntesis, alerta sobre la falta de institucionalidad formal para regular y
hacer negocios que impera en casi el 70% de la población mundial. Sólo 2 mil
millones de personas viven en sistemas institucionalizados de propiedad y leyes
de comercio. Eso es un gran problema a la hora de dar algún gobierno a la
economía global. Escucha la conversación en Terapia Chilensis

Entrevista: Hernando de Soto: “La crisis dolerá mucho en el Sur”

lanacion. Para el reconocido
economista peruano, ningún país escapará a los efectos de la crisis financiera
porque todas las economías están hoy interconectadas. “Estornudó el
gigante, estornudamos todos”, resume. Y si bien traza un pronóstico
pesimista de cara al futuro, la prioridad en la región, dice, es que los
gobiernos encuentren formas para que la burbuja estalle de manera controlada. Insólitamente, el habitual predicamento del Primer Mundo parece
haberse vuelto ahora su principal pecado. Como si fuera una irónica jugarreta
del destino, la crisis financiera internacional que aporrea los fundamentos del
capitalismo moderno en los países desarrollados surge a causa de lo que puede
sonar como un trillado reclamo al llamado tercer mundo: “El enorme nivel
de informalidad”.

Este es el diagnóstico, “sumamente interesante pero
pavoroso”, al que arribó Hernando de Soto, economista peruano y presidente
del Instituto Libertad y Democracia (ILD), uno de los dos centros de
investigación más importantes del mundo según The Economist .

La falta de transparencia legal o la “opacidad” -como
él denomina al fenómeno- en las transacciones con instrumentos financieros
estructurados, en los que se involucraron las denominadas hipotecas subprime,
derivaron en la imperante crisis de desconfianza y la actual contracción del
crédito.

Para De Soto, considerado como el “latinoamericano más
influyente del planeta” por las revistas Prospect y Foreign
Policy
, el mundo enfrenta un temblor peor al vivido durante la Gran
Depresión de 1929 y más parecido al que golpeó al capitalismo en 1873. En este
sentido, el economista peruano prevé una recesión que tendrá consecuencias de
largo plazo. “Nuestra forma de vivir va a cambiar radicalmente. Todas las
agendas, cualesquiera que sean, tanto de personas como de gobiernos, van a ser
irrelevantes en una o dos semanas”, pronostica este ex funcionario de
Alberto Fujimori, quien hoy abrirá en esta ciudad la Conferencia Anual 2008 de
la Asociación Internacional de Abogados.

“Estornudó el gigante, estornudamos todos”, señaló De
Soto para describir la interconexión mundial. Y pese a que estimó que América
latina goza todavía de una economía “extralegal” que puede, en algún
punto, desenchufarse de la crisis, admitió que el cimbronazo dolerá -y mucho-
en la región.

-Después de las medidas tomadas por el Tesoro de los
EE.UU. y la Reserva Federal, los mercados no han reaccionado. ¿Cree que es
irreversible el arribo de una recesión mundial?

-Es tan grande la burbuja que habrá consecuencias de muy largo
plazo. El Banco Central de Inglaterra estima que durará más de cinco años,
mientras la Fed habla de dos. Lo cierto es que no sabemos exactamente qué
pasará. Pero sí lo que ocurrió: hemos salido del patrón de derechos de
propiedad registrados, que es el que nos indica quién tiene la deuda y de qué
tamaño es. Los marcos legales o sistemas de propiedad, al dar información,
permiten inferir cuáles son buenas o malas apuestas. Además, así se mide el
exceso en el mercado para saber quién carga el bulto. Hoy se han creado lo que
podríamos llamar títulos de propiedad superabstractos. Hay un documento legal
sobre un activo al cual se le agrega otro paquete legal que puede ser una
hipoteca, que carga el valor de ese activo, y éste se empaqueta, a su vez, en
otro nivel de abstracción, habitualmente sobre un instrumento securitizado. Y
esto sigue y sigue. A partir de los dos niveles de abstracción ya no hay
registros o información. Por eso, nadie sabe quién tiene y qué cantidad de
papeles tóxicos. Esto lleva a la desconfianza y, parafraseando a Milton
Fridman, se llega a lo que se llama la contracción de crédito. La forma de
cooperar entre bancos, industrias, etc. está quebrada.

-Como economista, ¿cómo vive este momento histórico?
¿Cuáles cree serán las consecuencias?

-Esperaba que la credibilidad se recuperara con las grandes
manifestaciones de fuerza de los países centrales. Parecía que el paquete de
US$ 800.000 millones de dólares podría proveer confianza. Pero se ha extendido
en el mundo una noción de que los gobiernos no tienen los recursos para salvar
a un mercado que ya es más grande que los recursos que posee el mismo gobierno.
Irlanda garantizó los ahorros de todo el mundo en ese país, pero resulta que
los ahorros son cinco veces su PBI. La pregunta es: ¿de dónde va a sacar esos
recursos si todos quieren salir de los bancos? Tendrían que emitir dinero y
entraríamos en una crisis inflacionaria. Esto tiene olor a un reajuste muy
grande, que obligará a todos en el mundo a coordinar acciones. Es bastante
claro que nuestra forma de vivir va a cambiar radicalmente, que todas las
agendas, cualesquiera que sean, de las personas y los gobiernos, van a ser irrelevantes
en una o dos semanas. Hay que replantearse el mundo. No sabemos si los ahorros
serán respetados, si los activos tendrán valor, o en qué momento recuperarán su
normalidad. En el fondo, hay también una crisis de información.

-Ante la magnitud del actual temblor global, ¿es
comparable esta crisis con la de 1929?

-Todos los indicios demuestran que es una crisis mayor. Entre la
gente con la que consulto se debate incluso si se parece más a la de 1929 o la
de 1873, que fue aún peor. No me gusta dar malas noticias, pero todo parecería
indicar que hay un quiebre de confianza importante y que nunca hemos estado tan
interdependientes. Nos conectan inversiones, bolsas de valores y la división
internacional del trabajo. Estornudó el gigante y ya estamos estornudando
todos. Por eso, todo indica que es algo para tomar muy en serio y que nos
podría perjudicar durante mucho tiempo.

-Pero las economías han crecido en la cantidad de
instrumentos disponibles, ¿cómo es posible que hoy no encuentren una salida a
esta crisis?

-Es que lo que ha ocurrido es algo sumamente interesante si no
fuera tan pavoroso. Los 2000 millones de personas que manejan la economía con
valores compartidos, la economía globalizada, crearon un sistema de valores
representativos, entre ellos los bonos subprime, que dejaron de ser registrados
como deberían. La propiedad es un sistema legal cuyo objetivo es, según normas
de derecho, dar claridad a la relación entre los sujetos y los objetos con los
que la gente trabaja en el mundo. Este mundo que maneja los valores
globalizados comenzó a crear un título de propiedad opaco, que ya no representa
los valores sobre los cuales está anclado. El sistema de propiedad pasó de un
sistema certificado por normas avaladas por el Estado, a manos de banqueros o especuladores
que emiten certificaciones a las que no pueden responder. Esta es una quiebra
del sistema de propiedad. Lo que ocurrió en el mundo globalizado es que
entraron en un nivel de informalidad enorme. La informalidad es la falta de
formas que los representan. Occidente se olvidó de qué es lo que verdaderamente
le otorga superioridad: la base de su éxito no es una ventaja cultural, sino un
mejor sistema legal, una seguridad sobre la propiedad que les permitía hacer
transacciones transparentes, una serie de instituciones a las que no hemos dado
importancia en el sur.

-¿Cómo impactará entonces la crisis en América latina?

-Hay dos factores. Si yo pienso en un país indoamericano como el
mío, hay una economía extralegal, por lo tanto, no está directamente enchufada
a la economía global. Ya sabe cómo convivir fuera del enjambre de conexiones
entre anónimos. Por otro lado, nadie está totalmente desacoplado.
Evidentemente, nuestros países van a sufrir lo que ha ocurrido. La crisis
dolerá mucho en el sur. Habrá que rediseñar el sistema a la luz de sus
fracasos. Los países tendrán que encontrar una forma de que la burbuja estalle
de forma administrada y controlada.

-¿Cuál debería ser la reacción de los gobiernos de la
región ante tal cimbronazo?

-La labor de los políticos va a ser sumamente importante. Van a
tener que aprender a administrar el desasosiego. La gente va a pensar que, al
principio, esta es una crisis de la que no se sale. Aquí el liderazgo será muy
importante. A medida que entren los datos y que la información se consolide,
habrá que encontrar salidas y comunicar a todo el mundo por dónde se rompió la
pita. Se buscará a los culpables, una serie de ingenieros financieros cuyos
ingresos, esos sí, están bien registrados. Será muy importante encontrar una
manera no violenta, civilizada, de hacer las correcciones.

-Después de varios años de crecimiento en América latina,
¿se ha perdido la oportunidad de alcanzar lo que los economistas denominan
desarrollo?

-No, yo creo que las crisis tienen la enorme ventaja de
aterrizarnos para poder pensar bien. Esa idea de incorporar a todo el mundo a
la sociedad está muy ligada a la democracia, y ahí no hemos avanzado mucho. En
otras palabras, las reglas de juego son producidas por políticos y estos grupos
en varios países del mundo hace tiempo que están desvinculados de sus bases.
Además, no aparecen normas para que la sociedad controle, lo que hace a la
calidad del gobierno. Otra vez aparece la opacidad.

-La Argentina anunció el pago al Club de París y la reapertura
del canje de su deuda para conseguir financiamiento externo. ¿Será posible
colocar algún bono en este contexto?

-Todas las agendas planteadas van a ser irrelevantes dentro de
días, semanas o meses. En este momento, no hay liquidez internacional. Yo me
temo que todo va a tener que ser replanteado. En todo caso, si fuera ministro
de Economía, esperaría a ver qué pasa.

-Usted fue parte del gobierno que terminó con la
hiperinflación en su país, ¿cree que los acuerdos de precios sirven para
contener la suba de precios? ¿Qué opina de la manipulación de las estadísticas
públicas?

-No creo en los controles de precios. Medidas de ese tipo debe
ser de muy corto plazo. La manipulación de datos es, de nuevo, la opacidad. Si
eligió la economía de mercado, se necesita saber qué es lo que ocurre. Una
enorme parte del éxito de esta economía es no sólo gozar de sus éxitos, sino
también conocer sus fracasos. Aprender de los errores, qué es lo que no hay que
repetir. Esos fracasos nos permiten ajustar. Los precios son símbolos, son el
lenguaje del mercado.

Por Francisco Jueguen

El perfil

Libertad y Democracia

Hernando de Soto nació en el estado peruano de Arequipa, en
1941. Es presidente del Instituto Libertad y Democracia, considerado como uno
de los think tanks más influyentes del mundo.

Su paso por la
política

Fue funcionario de Alberto Fujimori a partir de 1990 en el área
económica. Renunció dos meses antes del “autogolpe” del 5 de abril de
1992. El otro sendero. La respuesta económica al terrorismo y El
misterio del capital
son algunos de sus libros.