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quepasa. La digitalización de la cultura no es un tema nuevo. Hace 5 años, la empresa de almacenamiento de tecnología EMC creó el Heritage Project, a través del cual importantes instituciones como el Smithsonian y la Biblioteca JFK están digitalizando sus colecciones. La idea es poder preservar colecciones culturales y que todo el mundo tenga acceso a ellas a través de internet. Por Soledad Escudero

Sin quererlo, Steven Spielberg fue el impulsor. En 1994 el director norteamericano fundó la Survivors of the Shoah Visual History Foundation, para preservar el testimonio de las víctimas del Holocausto. El mecanismo sería que un sobreviviente entrevistara a otro. Y que esto quedara filmado. Pero en 1997 los objetivos del proyecto se ampliaron: ese año una empresa de tecnología se incorporó al trabajo. Se trataba de EMC, empresa de almacenamiento de información -con sede en Boston-, que ofreció entregar a la fundación Shoah un software que le permitiría guardar, sin límites, todas las cintas que grabara. Con esto, Spielberg pudo preservar todos los videos, que suman 52.000 testimonios. Y no sólo eso, gracias a esta iniciativa, las entrevistas se pueden ver por internet.

 

Los proyectos de digitalización de archivos culturales no son nuevos. Sin embargo, lo de EMC es más bien desconocido en Chile. A raíz de la iniciativa de Spielberg, EMC creó hace cinco años el Heritage Project, destinado a financiar proyectos de digitalización en grandes instituciones culturales. ¿El fin? Que digitalicen, almacenen y suban a la web su material, para poder preservar información que de otra manera no sobreviviría. Ya lo está haciendo la Biblioteca JFK, en Boston, y el Instituto Smithsonian junto con la Biblioteca del Congreso de EE.UU., en Washington.

 

Pero EMC no es la única empresa que se está dedicando a la digitalización. El caso más conocido es el de Google. El 2005, la empresa creó el Google Book Search, una biblioteca virtual que tendrá un alcance de 32 millones de libros, tomados de cinco bibliotecas norteamericanas. Sin embargo, la iniciativa no ha estado alejada de las polémicas: algunas editoriales han demandado a Google por no pagar derechos de autor al escanear estas páginas. Los dardos se los lanzaron también desde Francia: el entonces presidente de la Biblioteca Nacional, Jean-Noel Jeanneney, señaló que lo que pretendía Google era extender el ánimo imperialista de Estados Unidos. Dicho esto, Jeanneney también se lanzó con un proyecto: la Biblioteca Digital Europea, que contempla a organizaciones culturales de la UE y para el 2010 pretende tener digitalizados seis millones de documentos.

 

Chile no se queda atrás. El 2003 la Dibam lanzó el portal “Memoria chilena”, donde se han puesto a disposición del público -vía internet- 1.900 libros completos, además de 9.300 imágenes, entre otros documentos de la Biblioteca Nacional. Pero este sitio no tiene problemas de derechos de propiedad intelectual, como sucede con Google, pues trabajan sólo con textos que son de dominio público. Por otra parte, el Archivo del Escritor está digitalizando el legado de Gabriela Mistral que llegó desde Washington en diciembre pasado. Ya hay 1.800 cartas listas. En abril se lanzó Legadodegabrielamistral, donde van subiendo el material. De aquí a diciembre, debiera estar toda la correspondencia digitalizada. Es decir, entre 4.500 y 5.000 cartas.

 

Museo para todos

 

El año pasado, el Instituto Smithsonian de Washington fue contactado por EMC. Desde hace años trabajaban en la digitalización de sus colecciones y en muchas ocasiones fueron asesorados por la empresa. Sin embargo, en el marco del Heritage Project, EMC le hizo una oferta sabrosa: donarles US$1 millón para implementar software, hardware y entregarles la asesoría necesaria para la digitalización de nuevas colecciones.

 

El Smithsonian alberga 18 museos y galerías de arte, además de un Parque Zoológico. Su colección está compuesta por 137 millones de piezas, de las cuales sólo 13.3 millones están disponibles en internet. La idea, de todos modos, es poder digitalizar todo.

 

Para los proyectos del Heritage, EMC les da a las instituciones la posibilidad de entregarles únicamente la parte tecnológica o, si lo requieren, les aportan servicios. El objetivo de la empresa es que la información sea preservada, protegida y de acceso global mediante el formato digital. Y ellos tienen su propia manera de lograrlo: EMC desarrolló un dispositivo de almacenamiento, llamado Centera y que, en palabras fáciles, es una caja -tipo refrigerador- donde se guarda toda la información digitalizada. Por otra parte, se le da al museo o biblioteca una aplicación especial, un software que permite acceder al contenido digitalizado desde el museo o desde internet. Así la información está al acceso de todos y, al mismo tiempo, permite a la institución manipularla y replicarla cuantas veces quiera.

 

Kennedy en la web

 

Muchas veces es la empresa la que se acerca a las entidades para darles ayuda. Otras, son éstas las que piden una donación. Y a veces son los imprevistos los que hacen que una institución se decida a digitalizar. Como sucedió con la biblioteca Herzogin Anna Amalia, en Alemania. El valor de este lugar radica en que alberga una colección con documentos originales de Goethe, además de libros y mapas de los siglos XV y XIX. No obstante, el 2004 hubo un incendio en el que se perdieron 50.000 libros y manuscritos. Ante esto, la biblioteca recibió ayuda de distintas instituciones, entre ellas EMC. Cuando se decidieron a digitalizar, recurrieron a EMC y ahora parte de su colección está en internet. Así están seguros de que en el caso de otro incendio, la información estará respaldada.

 

Al momento de fotografiar y escanear la colección, se presenta un problema cuando las piezas son muy antiguas o tienen un alto grado de deterioro. Por eso, cuando esto se percibe, se llama a un restaurador para que examine bien los objetos o documentos. Éste debe especificar cuán dañada está la pieza y qué precauciones se deben tomar para que no se rompa en el proceso. Puede incluso precisar en qué ángulo se puede abrir un libro o decretar que no puede ser manipulado. De todos modos, la digitalización presenta una ventaja en estos casos, ya que permite mostrar material que no está en exposición por la fragilidad que presenta, como lo han hecho en el Smithsonian.

 

Otro de los desafíos que aparecen cuando se va a digitalizar, es el problema del copyright. En algunos casos, no hay problemas porque las colecciones se han hecho con donaciones o todo pertenece a una fundación. Sin embargo, hay instituciones en las que algunas fotografías sí están amparadas bajo el derecho de autor. Así ha sucedido en la Biblioteca y Museo JFK, en Boston. La digitalización comenzó en noviembre del año pasado y contempla 8.4 millones de páginas de documentos personales, actas del Congreso y la Casa Blanca, 9.000 horas de audio, 400.000 fotografías, además de 1.200 horas de video y 40 millones de páginas de archivo donadas por personajes políticos de los años 50 y 60. Para no tener problemas con el copyright, debieron pedir autorización a los autores de las fotografías. “No es tan difícil conseguirlo, pero la gente tiene que tener en mente cuando digitaliza, que no pueden poner material en internet sin pensar qué pasa con el copyright”, señala Gil Press, responsable de las Comunicaciones Corporativas de EMC y cerebro del Heritage Project. Con el millón de dólares que donó EMC para la Biblioteca JFK, ya llevan 70.000 documentos escaneados y digitalizados. Comenzaron con una colección específica, que incluye los papeles en los que trabajó Kennedy durante su período como presidente.

 

Argentina, los pioneros

 

Pero no sólo los estadounidenses están digitalizando con las donaciones del Heritage Project. El Museo del Holocausto de Jerusalén, el Yad Vashem, está desde el 2005 digitalizando material. Y en Italia se creó un laboratorio multimedia donde se pueden ver los bocetos de las máquinas de Leonardo da Vinci en 3D.

 

Sin embargo, donde se trabaja con más entidades foráneas es en el Heritage Trust Project, programa que EMC lanzó el año pasado para instituciones pequeñas. Para acceder a estos fondos se postula a una beca, que oscila entre los 5.000 y 15.000 dólares. La institución que postule debe tener fines educativos y además se mide la cantidad de audiencia a la que esa colección podría llegar. Otro de los factores que se toman en cuenta a la hora de otorgar una beca es si las piezas están vulnerables a desaparecer.

 

El que cumplió con esto y recibió US$13.500 fue The Edgar Allan Poe Museum, en Virginia. Las autoridades del museo -que tiene 85 años- pretenden pasar todo a formato digital. La colección tiene objetos personales del escritor, como ropa o la silla que ocupaba, así como también cuenta con manuscritos y otros artefactos. El museo sólo tiene a dos personas en su staff, por lo que parte de la beca fue para llevar gente a tiempo completo. “Vamos a empezar con el material más delicado. Las cosas de papel, que son las que tienen más riesgo de dañarse. Por ejemplo, tenemos una carta que Poe escribió y si está en exhibición corre un alto riesgo de que se dañe. Con la digitalización podemos tener la información disponible para la investigación, pero dejándolo afuera de la exhibición”, cuenta Katarina Spears, directora ejecutiva del museo.

 

Argentina podrá hacer lo mismo en la Villa Ocampo, la biblioteca apoyada por la Unesco que resguarda el patrimonio de la escritora Victoria Ocampo y que conserva 12.000 libros y 1.000 revistas, fotografías, cartas y documentos personales. Gracias a los US$15.000 obtenidos del Heritage Trust Project, la institución trasandina planea restaurar, proteger y digitalizar el material, para que toda esta información quede en internet. Una parte importante de la colección son los libros en que sus colegas le escriben un mensaje a Ocampo y dejan su autógrafo. De los siete países ganadores de la beca, Argentina es el único país de Sudamérica. En Chile, las posibilidades de postular al Heritage Trust por el momento se ven lejanas. Según EMC Chile, esta empresa se reunió el año pasado con la Dibam para analizar la posibilidad de digitalizar el Archivo Nacional, pero las conversaciones no prosperaron, ya que la Dibam no contaría con el presupuesto necesario para contratar especialistas que definan qué colecciones se debieran digitalizar, ni tampoco para completar el proceso.

 

En julio es la próxima postulación del Heritage Trust. Una nueva oportunidad para que museos y bibliotecas se la jueguen para conservar -para siempre- su patrimonio. Casi como si se tratara de una biblioteca infinita.