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Educación

Noticias Mayo 12, 2006

Electricidad con bacterias magnéticas: inventor de 16 años

La educación y los jóvenes pueden dar mucho del futuro. Comaprto esta inquietante noticia aparecida en barrapunto.com:

kikero25 nos cuenta: «Así es, un chaval de un instituto de Montreal de 16 años de edad ha sido capaz de usar bacterias magnéticas para producir electricidad: “Kartik Madiraju, un graduado de Montreal, fue capaz de generar aproximadamente la mitad del voltaje de una pila AA normal con un quinto de una onza de la producción natural de la bacteria magnética. Y la bacteria siguió bombeando la corriente sin parar durante 48 horas”.»

Noticias Abril 26, 2006

Cambio Climático y los niños

Hippoworks

Las tecnologías digitales también son un medio de educación y sensibilización para los niños en las preocupaciones medio ambientales y de futuro. Aquí hay un artículo que muestra HippoWorks y su trabajo sobre Calentamiento Global:

Hippo Works: Simon Dice Detengan El Calentamiento Global

Simon el Hipopótamo y la pandilla animal de Hippoworks.com protagonizan un nuevo programa de ???educación-entretenimiento??? para enseñarles a los niños acerca del calentamiento global y de las acciones que ellos pueden tomar para ayudar a detenerlo. El programa educa a través de un video musical, dibujos animados, un recorrido por la casa, un juego de memoria, páginas para colorear, un plan de lecciones para maestros y otros materiales para imprimir. También presenta un calculador de carbono para estimar una ???huella global??? y promueve el activismo con los socios sin fines de lucro de Hippoworks, Stopglobalwarming.org y la Conservation Fund.

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Noticias Abril 23, 2006

Wikipedia: controvertida

La wikipedia avanza, no sólo como instrumento de investigación, sino como espacio de encuentro y comunidad de aprendizaje. Es una cultura wiki, dicen los entendidos. A pesar de no tener mucho sentido estar confrontando la wikipedia con las enciclopedias tradicionales, es intertesante observar el fenómeno social que constituye la wikipedia en el mundo académico:

El Mercurio
Dios salve a la Britannica
POL??MICA La batalla de las enciclopedias: una controvertida comparación entre la muy joven Wikipedia y la muy venerable Britannica generó una enojada respuesta de los editores de la enciclopedia favorita de Borges. Y reflotó los 238 años de historia de esta clásica obra de referencia, que en Chile tiene lectores devotos.
Elena Irarrázabal Sánchez

El día en que el pequeño Jorge Luis acudió con su padre a la Biblioteca Nacional y sacó el volumnen de la D y luego lo abrió en la página de la Dr fue un momento esplendoroso para el futuro escritor. Pude leer una excelente biografía de Dryden, sobre el cual ha escrito un libro Eliot. Luego, un largo artículo sobre los druidas y otro sobre los drusos del Líbano, que creen en la transmigración de las almas. Claro, ese día tuve mucha suerte: Dryden, druidas y drusos y todo en el mismo volumen.

Mi cepillo de dientes

Borges fue un gran celebrador de la enciclopedia Britannica, como tambien lo son algunos chilenos. El ex diplomático José Miguel Barros cuenta que tras ver el comentado documental de National Geographic sobre el evangelio de Judas acudió a su colección de la Britannica para informarse con más detalle sobre San Ireneo de Lyon, quien combatió las herejías gnósticas. Como siempre, la información que encontré fue excelente.

Continúa:

El académico de la Universidad de Chile Miguel Orellana Benado también confiesa un uso frecuente de esta enciclopedia, en la que algún día colaboraron Bertrand Russell y Marie Curie. La uso mucho, igual que la escobilla de dientes.

Pero la Britannica no sólo está en boca de un puñado de intelectuales. Desde hace algunas semanas, artículos en la web y en la prensa en todo el mundo comentan la airada respuesta de 20 carillas con que los editores de la centenaria enciclopedia contestaron un estudio comparativo que realizó la revista Nature entre 42 artículos de Wikipedia (la encipledia gratuita en internet, armada por editores voluntarios) y la Britannica. Hasta The Economist se sumó a la controversia hace algunos días, en su sección de Ciencia y Tecnología.

Por el momento, la sabrosa polémica no da visos de terminar: Nature se negó a realizar la retractación pública que le pidió la Britannica, que calificó su informe como fatalmente erróneo.

Entre quienes siguen la controversia, pocos saben que la muy británica Britannica tiene sus oficinas centrales, desde hace casi 80 años, en la ciudad de Chicago. O que no nació ni en las eruditas aulas de Oxford o Cambridge o a la orilla del Támesis en la capital del imperio, sino en la más modesta Edimburgo.

Polleras escocesas

Seis peniques costaba el rústico fascículo que idearon un impresor y un grabador escocés, junto al estudioso Williamn Smellie, quien a sus 28 años actuó como editor. Los fascículos se imprimieron entre 1768 y 1771, hasta completar una obra de tres tomos en orden alfabético. La novel enciclopedia constaba de artículos cortos y otros más extensos, que buscaban reunir en tratados comprensibles determinadas áreas del saber, sin desmembrarlos en distintas definiciones. El tratado sobre cirugía, por ejemplo, sobrepasaba las 200 páginas.

El éxito inicial de la Britannica fue considerable. Tanto, que en 1790 se registra una edición pirata impresa en Filadelfia entre cuyos ilustres compradores habría estado nada menos que George Washington.

Ya para la tercera edición (1788-97), la enciclopedia constaba de 18 volúmenes y una fama bien cimentada. Ofrecía todo el conocimiento humano disponible para leer, en inglés y al alcance de los bolsillos de la clase media, según el historiador Roy Porter.

Sus sucesivas ediciones incorporaron colaboradores como Walter Scott, Thomas Malthus, David Ricardo y Thomas Young. La novena edición, conocida como la de los sabios acogió los cambios en la investigación científica y los nuevos métodos críticos, alentados por la influencia de Charles Darwin y su obra El origen de las especies.

La Britannica también recibió los aportes de Freud, Einsten y hasta de Henry Ford, aunque se sospecha que su artículo sobre la producción en serie fue escrito por su publicista. Cerca de un centenar de nobeles – Milton Friedman entre ellos- también han formado parte de sus cuadros de colaboradores.

Los wikis

¿Qué tiene la Britannica que no tenga (o haya tenido) la Espasa Calpe, la Brockhaus alemana o la Enciclopedia Italiana? Para algunos la forma de redactar sus tratados, sus buenas bibliografías – incorporadas desde la novena edición- , sus ilustres colaboradores y su rigurosidad. Para otros, la razón fundamental de su renombre internacional es más simple: su idioma inglés y la popularidad que alcanzó en Estados Unidos. La masificación y las excelentes ventas que tuvo la Britannica Estados Unidos a fines del XIX y en la primera mitad del XX han sido comparadas con la extraordinaria expansión que ha tenido Wikipedia (www.wikipedia .org) desde que partió en California en 2001. Hoy tiene entradas en 56 idiomas y en inglés cuenta con más de un millón de artículos sobre los tópicos más diversos. Tiene legiones de fanáticos y editores voluntarios de la información que se suben a la red, los llamados wikis. Y además de todo, es gratis.

Pero 2005 no fue un buen año para Wikipedia. A las críticas por falsificaciones de datos y acomodados en las biografías de políticos y académicos estadounidenses, se sumó un escándalo mayor. El prestigioso periodista John Seigenthaler figuró durante meses en la red como uno de los sospechosos de la muerte de Robert Kennedy, víctima de la broma de un navegante.

Por eso los wikis recibieron alborozados el reciente artículo de Nature, en el que un estudio comparativo establecía que la calidad de información de la Britannica era sólo ligeramente superior a Wikipedia.

¿Crotone o Crotona?

Cincuenta investigadores revisaron, sin conocer su origen, 42 artículos sobre distintos temas científicos – desde el Principio de Arquímedes hasta la oveja Dolly- sacados de Wikipedia y de la Britannica.

Según Nature, los resultados indicaron 162 errores en Wikipedia, versus 123 en la Britannica. Nada muy considerable, comparando la trayectoria de los dos medios. Y se desató la furia de la Britannica, que a pesar de reconocer no estar libre de errores, calificó el estudio de tan pobremente conducido y con hallazgos tan llenos de equivocaciones que carece completamente de validez.

Entre las fallas que alegó la Britannica está el hecho de que los textos que recibieron los expertos estaban previamente editados por el equipo de Nature y en ocasiones no correspondían a la enciclopedia, sino a su versión para niños o a los year books.

Además, se habrían considerado como errores juicios debatibles de los examinadores. De hecho, Britannica contesta 58 de los 123 errores registrados por Nature, partiendo por el nombre de la morada italiana de Pitágoras, que según Nature es Crotona y según la Britannica, respaldada por el U.S. Board of Geographic Names, está escrita correctamente como Crotone.

De acuerdo con The Economist, precisamente entre los problemas más serios del estudio está el hecho de que muchos errores son en realidad materias opinables. Además, no se pondera si un artículo está mal redactado, como suele ocurrir con algunos repetitivos textos de Wikipedia. También tiene importancia el hecho de que los errores de omisión son más posibles de encontrar en la Britannica, que es más sintética y menos extensa que Wikipedia (124 mil entradas versus un millón en inglés). Lo que se podría relacionar con el hecho de que, que para completar las comparaciones, Nature recurriera a los years books y a la versión para niños, como alega la Britannica.

La conclusión, para The Economist, es que Nature comparó peras con manzanas. Y que las personas no necesitan expertos que les digan que la Britannica es clara y confiable y Wikipedia, una fuente de información rápida y gratuita.

Sabios por santos

Aunque tradicionalmente tuvo un espíritu más conservador y sus sucesivas ediciones están dedicadas al monarca de turno, la enciclopedia Britannica – al igual que la iniciativa impulsada en Francia por Diderot y D’Alambert entre 1751-1765- se inscribe dentro del espíritu ilustrado, que buscaba reunir todo el saber existente, en el marco de una confianza casi ilimitada en la posibilidad de que el hombre, en la medida que utilizara más el conocimieto y la razón para comprender y dirigir la realidad, sería más feliz, explica el historiador Cristián Gazmuri.

La enciclopedia recoge el optimismo moderno en la capacidad del conocimiento humano y en la reproducción racional del mundo en las ciencias naturales, humanas y sociales, como un modo de contribuir al progreso de la humanidad, en un contexto en el que el sabio reemplaza al santo, agrega Javier Pinedo desde el Instituto de Estudios Humanísticos de la U de Talca.

Y hoy, a años luz de la Ilustración, ¿tiene algún sentido la existencia de la enciclopedia? No como aspiración a reunir la totalidad del saber, pero sí como una selección del conocimiento en medio de la anarquía y diversidad de la información, opinan algunos.

Los avatares vividos por la Britannica en las últimas décadas demuestran la complejidad de los tiempos que le tocan vivir. La compañía fue una de las primeras en hacer ediciones digitales, pero en las décadas de los 80 y 90 vivió momentos confusos, como el rechazo a una alianza con Microsoft o el anuncio de acceso gratuito online al material de la enciclopedia, que luego debió cancelar por falta de publicidad. Pero la Britannica no baja los brazos. Adquirida por el empresario Jacob safra, en los últimos años, la compañía ha reforzado sus ediciones impresas y ha diversificado sus productos hacia distintos tipos de público. A su enciclopedia dos veces centenaria hoy se puede llegar por tres vías: en la edición escrita, comprando el CD Rom o DVD Rom o pagando una suscripción mensual o anual – por cerca de 70 dólares- que permite acceder al material completo y actualizado (en www.bri tannica.com, en cambio se accede gratis sólo a extractos de cada término).

Actualmente el conspicuo consejo editorial – integrado, entre otros pesos pesados, por el Nobel de Economía Amartya Sen y el filósofo Thomas Nagel- ya trabaja en la mira de la XVI edición, cuya aparición está planificada para el período 2009-2011. Y aunque el fenómeno en torno a Wikipedia sigue creciendo, se piensa que son modelos diferentes y espacios compatibles.

Como escribió alguien en la red para averiguar sobre Paris Hilton, la reina de la farándula internacional, Wikipedia tiene entradas en 13 idiomas. Para buscar información sobre Paris, hijo de Príamo y causante de la guerra de Troya, la Britannica es sin duda una excelente opción.

XI edición: la leyenda

La undécima edición (1910-11, 29 tomos) de la Britannica es considerada legendaria, porque se preparó en el apogeo del optimismo eduardiano y del Imperio Britanico. Fue producida en cooperación con la Universidad de Cambridge y entre sus coloboradores figuran luminarias tales como Algernon Charles Swinburne, T. H Huxley, Ernest Ruthford y Bertrand Russell, más 34 mujeres que por primera vez se incorporan a la redacción. Aunque el contenido de algunas entradas ha sido considerado algo racista y las biografías de ciertos nobles y monarcas demasiado entusiastas, muchos consideran a esta edición el pináculo del estilo Britannica. De hecho, fue la última edición que se dirigió desde Londres (aunque alrededor de un 10 por ciento de sus colaboradores fueron americanos). Poco después, en 1920 la compañía fue adquirida por una firma de Chicago y los cuarteles centrales pasaron a instalarse en Estados Unidos.

Aunque con errores, el contenido de esta edición está disponible en htpp://1911encyclope dia.org

Viene fresquita

Dos años y medio trabajó en Santiago un grupo de más de veinte traductores para llevar al español la Britannica Concise Encyclopedia, veinte tomos (más un atlas) con más de 27 mil entradas que abordan desde cine hasta ciencias físicas. La colección ilustrada, al alcance de los estudiantes y sus familias, fue elaborada con toda la experiencia de los equipos de la Encyclopedia Britannica. Fue publicada en inglés por primera vez el año 2002. La traducción al español es la primera del mundo y está disponible sólo para los lectores de El Mercurio. Actualizada hasta el 2006 , está tan fresquita que incluye la elección de Michelle Bachelet. Aparece todos los miércoles y tiene precios especiales en el Club de Lectores.

Tres chilenos y su experiencia con la enciclopedia Britannica

En su atestada biblioteca – que reune cerca de diez mil volúmenes- , el historiador Alfredo Jocelyn Holt no tiene una colección de la enciclopedia Britannica. ¡Tiene dos! Una de ellas es la edición de 1985, que complementa con los year books que se imprimen todos los años, y la otra es la famosa XI edición (1910-1911), que compró hace más de veinte años donde el librero Gustavo Bartolini, en la calle Lastarria. Cuenta que la pretendió durante más de año. Recuerdo que la tenía en la vitrina, muy a la vista. Muchas veces la fui a hojear, hasta que me decidí, pese a su precio considerable. Luego supe que días después fue a comprarla un conocido escritor chileno. Fue un doble gusto.

El historiador, doctorado en Oxford, aclara que compra los libros para usarlos. No ando buscando ejemplares inmaculados. De hecho, mi XI edición está en muy buen estado, pero sobre algunas de sus tapas de cuero negro hay unos orificios muy curiosos, que parecen señas de perdigones. Particularmente la utiliza para todo lo que tenga que ver con el mundo clásico e historia británica y europea. No así para cultura hispánica y latinoaméricana, materias que le parecen más débiles.

En general son textos esenciales, profundos y respaldados. Con el tiempo me he vuelto muy conservador en materia de conocimiento. A falta de buenas bibliotecas y librerías en Chile, leo clásicos. Tal vez no encuentro lo último del Imperio Romano, pero puedo leer a Gibbons. En el mismo sentido, una enciclopedia confiable me sirve más que Wikipedia, con demasiada información y no suficientemente filtrada.

Los artículos de humanidades, todo el mundo de los classics, son los blancos preferidos del profesor de la Universidad de Chile Miguel Orellana Benado, en la enciclopedia Britannica. El amor por el mundo antiguo se refleja en el contenido de la enciclopedia, en su forma de entender los autores griegos y latinos.

La estructura y redacción clara de los artículos de la Britannica, según Orellana, es reflejo de su idiosincrasia anglosajona y del sistema educacional basado en tutorías. Es una forma de aproximarse a la erudición, de hacerla accesible, de escribir informes comprensible en términos prácticos. Recordemos que es una cultura en la cual lo intelectual es mirado con suspicacia, y no idolatrado, como va a pasar en Francia. La sociedad quiere un conocimiento para producir bienes. No es un detalle que la Britannica haya nacido en el marco de la ilustración escocesa, en el contexto de una sociedad pobre que buscaba progresar. La historiadora Ximena Cruzat sí que sabe de bibliotecas: es la jefa de la división de bibliotecas de la Dibam y actualmente realiza un doctorado en Bibliotecas Digitales. Mi experiencia con la Britannica es que en ella encuentro una relación completa, confiable y redondeada. A través de su contenido y de sus bibliografías entrega derroteros, luces de por dónde seguir la investigación.

A juicio de Cruzat Wikipedia es un fenómeno distinto, el aparato crítico de los pares todavía está bastante ausente.

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Noticias Abril 23, 2006

Multimedia: revistas electrónicas

Un artículo relacionado al anterior, donde el escritor boliviano Edmundo Paz-Soldán relata los cambios en la industria de las letras a partir de los cambios tecnológicos y el avance d ela era digital:

La Tercera
Opinión: De revistas y sitios web
Edmundo Paz-Soldán

Hace una semana cené en un restaurante peruano de Nueva York con Anderson Tepper, uno de los editores del sitio web de la prestigiosa revista Vanity Fair. Andy me contó, ilusionado, que pronto publicarían en exclusiva un fragmento de Brandenburg Gate, la nueva novela de Henry Porter. Me dijo que ahora vanityfair.com tenía “algo de presupuesto” y me preguntó si no me interesaría escribir algo para el sitio. ¿Algo para el sitio que no saldrá publicado en la revista? Iluso de mí, por supuesto que sí. Entonces descubrí, una vez más, que nada permanece en su sitio durante mucho tiempo.

Al comienzo los periódicos y las grandes revistas norteamericanas (The New Yorker, Vanity Fair, Esquire) observaron el fenómeno de internet con desconfianza. No era para menos: la aparición de un nuevo medio siempre lleva aparejada la predicción de que éste acabará con los medios ya establecidos.

Continúa:

El cine acabará con la novela, la televisión con el cine, internet con todo lo impreso: libros, revistas, periódicos, etc. Más de 10 años después de la aparición de internet, queda claro que aunque hayan cambiado nuestras formas de relacionarnos con la lectura -quizás leemos más que antes, pero más fragmentariamente- y con la escritura -quizás escribimos más que antes, pero textos más casuales, más efímeros, y tenemos menos respeto por los signos ortográficos y nos preocupan menos los errores gramaticales-, hay un espacio para los libros, para las revistas, para los periódicos.

Parte del fin de la desconfianza tiene que ver, también, con el desarrollo de un modelo económico que permite financiar los sitios web de las revistas y los periódicos. Hay cada vez más publicidad en la red, y hay cada vez maneras más sofisticadas de cobrar por esa publicidad: la cantidad de visitas que tiene un sitio influye en el costo de anunciar en dicho sitio.

La aparición de un nuevo medio significa siempre un desplazamiento y reorganización de los medios ya existentes. Desplazamiento: los adolescentes, por ejemplo, pasan más tiempo en el internet que frente a un televisor; dentro de poco el televisor podría dejar de ocupar un lugar central en el hogar. Reorganización: los medios comienzan a ser influidos por las formas del nuevo medio, tratan de cooptar ciertos lenguajes (el cine influyó muchísimo en la novelística del siglo pasado). Por supuesto, se trata de un viaje de ida y vuelta: el nuevo medio, a su vez, es influido por los medios ya existentes (la novela también influyó en el cine).

Las revistas que aparecieron originalmente en la red eran en principio versiones simplificadas de las revistas impresas. Uno entraba a time.com y encontraba una selección de artículos de la revista Time. Era como los primeros e-mails que mandábamos: con saludos formales, fecha de escritura y la puntuación correcta, como si estuviéramos escribiendo una carta en otro medio. Un nuevo medio, sin embargo, implica un nuevo lenguaje. Poco a poco el éxito de revistas diseñadas específicamente para internet (Slate, por ejemplo) hizo que las revistas tradicionales se dieran cuenta que para tener éxito en la red debían innovar. Debían pensar en internet no sólo como un medio de difusión de las ideas ya escritas y publicadas en otro medio, sino como algo distinto, que implicaba un lenguaje, un registro distinto.

Con los años, vamos viendo los primeros signos de madurez de las revistas en la red. Algunos de los elementos ya consolidados son:

a) Contenido original. Slate señaló el camino. Columnistas propios, artículos más cortos que los que aparecen en una revista impresa, y ahora, incluso una novela serializada del conocido escritor Walter Kirn (una novela que promete explorar el potencial del medio en que está siendo publicada).

b) Toque multimedia. En newyorker.com uno puede escuchar a Alice Quinn leyendo los poemas de Elizabeth Bishop, o toparse con un show de slides de Tal Afar (Irak), mientras escucha una entrevista a George Packer acerca de cómo se enfrentan los soldados norteamericanos a los “insurgentes” en Irak.

c) Blogs. No hay revista que se respete que no tenga uno o más blogs. En vanityfair.com se encuentra el blog de James Wolcott, un conocido crítico que publica regularmente en la revista. El golpe de efecto más importante fue el de Time: consiguió incorporar a su sitio web “Daily Dish” el blog del crítico conservador Andrew Sullivan. Sullivan era uno de los bloggers más leídos por sí solo; con time.com a su lado, su público no ha hecho más que crecer.

d) Interactividad. Las sitios web de las revistas buscan maneras de que sus lectores participen en la construcción del sitio. Así, por ejemplo, aparecen secciones del tipo “artículos más enviados por e-mail”, la página va cambiando su diseño de acuerdo con la cantidad de lectores que tenga un artículo, o hay espacio para mandar un e-mail opinando sobre el artículo (salon.com publica todos las que se envían).

e) Actualización continua. Cualquiera que mantenga un blog ha descubierto ese fenómeno: si el sitio no es actualizado constantemente, los lectores dejan de frecuentarlo. Las revistas mensuales o semanales deben ir a un ritmo diferente, mucho más rápido del que están acostumbradas.

Lo que todavía no han descubierto revistas y periódicos es cómo quitarle al lector esa inveterada costumbre de asumir que todo lo que se lee en internet es gratis. Algunos sitios experimentan con dos niveles: está el Salon gratuito y el Salon Premium (seis dólares al mes), el New York Times para todos y el TimesSelect para los que están dispuestos a pagar cincuenta dólares al año. Quizás ese modelo dual termine imponiéndose: es típico de la red encontrar su propio camino.

Noticias Abril 23, 2006

Biblioteca Virtual

El gobierno de Chile está haciendo mucho por utilizar la tecnología informática para difundir la cultura en Chile y difundir las tecnologías de la sociedad de la información utilizando la cultura. Es una doble democratización e integración disponible para todos los chilenos. Como conozco que hay muchos maestros que visitan mi sitio, les comparto este artículo de La Tercera:

La Tercera
Crece catálogo de Biblioteca Virtual del Bicentenario
La colección digital creada por la Biblioteca Nacional agrega nuevas obras: quince nuevos títulos integran el portal dedicado a celebrar los 200 años de vida republicana y difundir obras clave de la cultura nacional. La serie suma 48 libros que se pueden descargar gratis, desde La Araucana hasta Artefactos de Nicanor Parra.

En 1908 ya se preparaba la fiesta. Chile cumpliría el centenario de su primera junta de gobierno en dos años más y el Estado proyectaba grandes obras para celebrarlo, como la inauguración del Palacio de Bellas Artes y la Estación Mapocho. Pero junto con esos monumentos también se lanzaba otro proyecto patrimonial: la Biblioteca de Escritores de Chile, que pasó a llamarse Biblioteca del Centenario.

La colección abarcó 11 títulos, todos editados después del 18 de septiembre de 1810 y cuyos autores estaban muertos. Con motivo del próximo bicentenario, 16 editoriales se reunieron para lanzar un proyecto similar, que a la fecha suma 55 títulos y que busca crear “un gran inventario de Chile, su cultura, tradiciones y proyección a futuro”, como indica Jorge Barros, editor del sello Pehuén y coordinador de la colección (ver recuadro).

Continúa:

En paralelo, la Biblioteca Nacional lanzó la Biblioteca Virtual del Bicentenario, una colección de libros digitalizados que recoge los 11 títulos de 1908 y nuevas obras. Estas últimas consisten en clásicos de historia y literatura, anteriores a 1810 y títulos claves del siglo XX.

La serie arrancó con 33 libros nuevos y actualmente suma 48, entre literatura de La Conquista y La Colonia, Historia Moderna y Literatura Contemporánea. O sea, desde Alonso de Ercilla a Raúl Zurita, pasando por Pedro de Oña y Mario Góngora

Así como en 1908 el Estado repartió en forma gratuita los libros de la Biblioteca del Centenario a escuelas, embajas y sociedades obreras, la Biblioteca Virtual permite descargar sin costo las obras de la colección..

Narrativa y poesía

El catálogo de 1908 incluía Recuerdos del Pasado, de Vicente Pérez Rosales; Romances Populares y Vulgares, de Julio Vicuña Cifuentes; Obras de don José Joaquín Vallejo (Jotabeche), y Cuentos de la Guerra y otras Páginas, de Daniel Riquelme. Todos ellos disponibles actualmente en bibliotecadelbicentenario.cl.

Las nuevas obras parten con La Araucana, de Ercilla, el poema fundacional de Chile. Y abarcan, en la literatura anterior a la Independiencia, Histórica Relación del Reyno de Chile, de Alonso de Ovalle; Cautiverio Feliz, de Francisco Núñez de Pineda, y Arauco Domado, de Pedro de Oña.

En el caso de la narrativa, considera obras como Martín Rivas, de Alberto Blest Gana; Juana Lucero, de Augusto D’Halmar; las Obras Completas de Baldomero Lillo; Mitópolis, de Joaquín Edwards Bello; Eloy, de Carlos Droguett, y El Ultimo Grumete de la Baquedano, de Francisco Coloane.

En el género poético están algunas de las obras cumbres de la lírica chilena, como Los Gemidos, de Pablo de Rokha; Altazor, de Vicente Huidobro; Tala, de Gabriela Mistral, y Obra Gruesa y Artefactos Visuales, de Nicanor Parra.

Más recientes son Para Angeles y Gorriones, de Jorge Teillier; La Pieza Oscura, de Enrique Lihn; La Ciudad, de Gonzalo Millán, y Purgatorio, de Raúl Zurita.

En cuanto a historiografía se hallan la Historia General de Chile de Diego Barros Arana; La Fronda Aristocrática, de Alberto Edwards; Orígenes de los Inquilinos del Chile Central, de Mario Góngora, y Labradores, Peones y Proletarios, de Gabriel Salazar.

Los libros se encuentran en formato pdf y en la mayoría de los casos han sido digitalizados en sus primeras ediciones. Por ello, exhiben las marcas del tiempo o la firma de su autor. En el caso de Altazor, por ejemplo, lleva el retrato que Picasso hizo de Huidobro.

En la Biblioteca Nacional informan que esto es recién el comienzo y que esperan ampliar el catálogo a partir de encuestas y sugerencias de los propios lectores.
Las quejas contra el Estado

En enero de 2001 se realizó el lanzamiento de la Biblioteca del Bicentenario, en La Moneda y encabezado por el Presidente Lagos. Desde entonces se han editado 55 obras, que comprenden libros tan heterogéneos como Compendio de la Historia Geográfica, Natural y Civil del Reyno de Chile, del abate Molina; Bendita mi Lengua Sea, de Gabriela Mistral; Mitos y Leyendas de Chile, de Sonia Montecinos, y Cocina Popular, de Mariana Bravo Walker.

La última novedad, a cargo de Pehuén, es Enciclopedia del Bío Bío, que forma parte de una línea de enciclopedias regionales. Sin embargo, la colección no ha tenido la difusión que se esperaba. “El Presidente Lagos dijo que los libros estarían en los liceos, bibliotecas públicas y todas las embajadas. Pero la Presidencia ha hecho una sola compra, de 1191 ejemplares. El Estado no ha apoyado”, se queja Jorge Barros.