Cornel West

El más excéntrico de los filósofos estadounidenses

Cornel West es el filósofo de color más importante de su generación y también el más polémico. Además de sus clases en la Universidad de Princeton, escribe best sellers, rapea y asiste a cumbres de hip hop. Incluso participó en “The Matrix”. La celebración del Día de la Filosofía, el jueves pasado, lo trajo por primera vez a Chile. Aquí explica por qué se considera un “blues man” en el mundo de las ideas.

Por: Josefina Ríos
Fotos: Mabel Maldonado

Cornel West (52), según se comenta en los círculos académicos norteamericanos, es hoy el más prominente de los filósofos de color de Estados Unidos. Pero el hombre esconde mucho más. Porque aunque es el flamante director del Programa de Estudios Afroamericanos y de Religión de la prestigiosa universidad de Princeton, West está lejos de aquella figura seria y contenida que caracteriza a los intelectuales. El contestador telefónico de su oficina da la primera pista: allí, su voz al ritmo del rap invita a permanecer “cool” y a dejar un mensaje después de recibir una bendición. Su pelo al estilo Jackson Five crontrasta con su siempre impecable traje negro, y su acento fuerte y marginal transportan inmediatamente a sus orígenes en un típico vecindario de la California negra.

Hay que dejar claro, eso sí, que West no llama la atención sólo por sus formas. El contenido de sus ideas, que expresa con lengua filosa, remece dentro de la sociedad norteamericana. Ha escrito más de 17 libros. “Race Matters”, el más conocido de ellos, es un best seller con más de 400 mil ejemplares vendidos y más de 12 años en las estanterías. A sus clases en Princeton, se suman más de 100 conferencias anuales por todo el mundo. Y, con la idea de ampliar su público, ha apostado a ser un filósofo que incursiona en el cine y el hip hop. Ya tiene dos CD grabados con lo que él llama “educación bailable” y cameos en los episodios II y III de “The Matrix”, donde encarna a un sabio conocido como el Consejero de Sión y comparte cámara con Keanu Reeves. No por nada Newsweek lo definió como un “profeta elegante y con actitud” y el New York Times lo destacó por su “fiera visión moral”.

Con estos y otros pergaminos, West es, sin duda, el más controvertido y excéntrico de los intelectuales públicos estadounidenses. También uno de los más potentes y escuchados. Estuvo esta semana en Chile para participar en el Día de la Filosofía, organizado por la Unesco y el Mineduc, donde discutió con otros destacados pensadores chilenos y extranjeros sobre democracia, un tema que a él le apasiona y sobre el cual trata su último libro: “Democracy Matters: Winning the Fight Against Imperialism”. Pero a West, que se autoproclama “hombre de jazz en el mundo de las ideas”, las etiquetas no le interesan. Como todo jazzista, está preocupado de improvisar y utilizar todos los medios para comunicar de la mejor forma posible su música, cuyas letras abogan por una sociedad más libre e igualitaria.

Simple, no simplista

El Día de la Filosofía se celebra desde 2003, pero ésta es la primera vez que se organizó fuera de París. Y es la primera vez también que Cornel West puede presentarse en una iniciativa patrocinada por la Unesco. Si bien ya había sido invitado dos veces a dar conferencias frente de la asamblea general de esa organización, insistentes reclamos del gobierno estadounidense -a través de su embajada en la capital francesa- impidieron que éstas se llevaran a cabo. “Estoy agradecido por la amabilidad del gobierno chileno de haberme convidado pese a los reclamos que sé que puso la embajada americana. Sobre todo por lo difícil que es hoy en día llevarle la contra a EE.UU.”, dice.

Si bien en la organización chilena del evento desmienten estas presiones, reconocen que mientras se discutió el encuentro en París, el gobierno de Bush pidió que no hubiese una sobrerrepresentación de tendencias contrarias a su línea. Al parecer, la polémica no se aleja de West ni el fin del mundo. “No puedo negarlo: sin duda, soy el más controversial de los filósofos americanos”, asegura, al tiempo que explica que a Chile lo lleva en su corazón desde el 11 de septiembre de 1973, día que, según él, será recordado como el “más triste para la democracia del continente”.

Contestatario irremediable, desde niño fue rebelde y comprometido con la causa negra. En tercer año de primaria, fue expulsado del colegio por golpear a una profesora luego de que ella lo obligara a repetir dos veces el juramento de lealtad a la bandera de EE.UU. Pero el impulso de sus padres y su innegable inteligencia le permitieron salir adelante. A los 17 años se inscribió en Harvard y en sólo tres años se graduó con honores en Lenguas del Cercano Oriente y Literatura. Asistió luego a Princeton, donde se recibió de filósofo con una tesis sobre la dimensión ética del pensamiento de Marx.

En 1984 comenzó a trabajar en el Departamento de Estudios Americanos de la Universidad de Yale. Tres años después fue despedido: había protagonizado una protesta universitaria contra el apartheid en Sudáfrica, que terminó con West arrestado y encarcelado. Su reconocido nivel intelectual, sin embargo, lo puso de nuevo en un lugar privilegiado del mundo de las ideas, asumiendo en 1989 como director del Programa de Estudios Afroamericanos en Princeton. En 1993, emigró a la afamada universidad de Harvard y ese mismo año publicó “Race Matters” y “Beyond Eurocentrisim and Multiculturalism”, con el cual ganó el premio al Libro del Año en EE.UU.

Cornel West estaba en la cumbre y sus ideas sobre pensiones reparatorias para los familiares de los esclavos estadounidenses, sus descarnadas críticas contra el modelo neoliberal y su apoyo a través de distintos medios audiovisuales a la lucha del pueblo negro lo hacían cada vez más conocido como filósofo y activista. Pero su popularidad no era entonces, ni es hoy, universal. Varios lo han acusado de superficial, mediático y poco serio. ??l se defiende: “Mi primer objetivo es comunicar y poner las cosas de forma clara. Existe una diferencia entre ser simple y ser simplista, y yo creo en hacer las cosas simples, pero eso no significa que sea una filosofía barata”. Además, dice que él entiende activismo y filosofía como un terreno común, donde esta última -más que una carrera- es una forma de vida.

El multifacético

West ha dedicado su vida a la docencia. Además de sus cátedras universitarias, durante 19 años impartió clases a presos y a alumnos de colegios de barrios pobres. Allí, dice, comprendió la importancia de la música, en especial del hip hop. Esta experiencia lo convenció de grabar en el 2001 el disco “Sketches of my Culture”, en un pequeño estudio de Sacramento, con canciones que impulsaran la lucha por la libertad. La aventura fue un éxito total y ya ha vendido más de 14.000 copias, convirtiéndose en la producción de música hablada más vendida desde la década del 60. El segundo, un compact doble titulado “Street Knowledge”, salió hace menos de un año. West asegura que en la calle lo paran a cada rato para felicitarlo por el nuevo CD.

“Soy un hombre negro que está conectado con la batalla por la libertad, especialmente de la gente joven, por lo tanto uso una variedad de distintas formas para llegar a ellos”, afirma West, quien en este intento no ha despreciado la televisión -es un asiduo invitado en el show de Oprah Winfrey-, ni la radio ni el cine. Además, asiste todos los años como invitado a la cumbre de hip hop que se hace en EE.UU., ha trabajado intensamente en los intentos presidenciales de Ralph Naider, del Partido Verde, y del reverendo Sharpton, un activista de color que quiso participar en las elecciones de 2004 y, además, es una de las voces más duras en contra de la administración Bush.

Tanta actividad extracurricular le ha traído gran cantidad de adeptos, pero también importantes detractores. Una de las últimas disputas públicas que tuvo West fue en 2001 con Lawrence Summers, el presidente de Harvard. Summers acusó al filósofo de destinar demasiado tiempo y atención a actividades faranduleras y políticas, en perjuicio de sus responsabilidades académicas. West, sin transar en su estilo, decidió dejar esa casa de estudios. El 2002 volvió a Princeton, convencido de que no debía cambiar su actitud. Tanto, que un año más tarde apareció en los episodios II y III de “The Matrix”, donde los hermanos Washowsky crearon un personaje especialmente para él, inspirados en sus escritos.

West, bisnieto de un esclavo, camina hoy con paso seguro. Convencido de que lo está haciendo bien y de que no le debe nada al sistema. “No es el sistema el que me permite ser lo que soy, es gente trabajadora que ha batallado, ha resistido y se ha rebelado para crear la posibilidad de que yo pueda llegar hasta donde estoy. El sistema sólo se ha interpuesto en el camino. Yo no le doy crédito al modelo americano, yo les respondo a los miles de Cornel West que viven en ghettos para negros, muchos de los cuales están camino a la prisión simplemente porque no tienen oportunidades”.