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Enero 2008

Noticias Enero 26, 2008

Crowdsourcing

mouse. Ingenio de aficionados alivia costos de investigación de empresas. Uno de los centros de "crowdsourcing" más conocidos en el mundo científico es InnoCentive.com, que publica los "desafíos" de grandes empresas en busca de soluciones, entre ellas su fundadora, la farmacéutica Eli Lilly, y el gigante Procter & Gamble. (ver crowdsourcing en wikipedia).
EFE.- Un número cada vez mayor de empresas en EEUU recurren a la creatividad e ingenio de aficionados mal pagados o, incluso, no pagados, para aminorar sus costos de publicidad, generación de contenido, investigación y desarrollo.

El conocido como "crowdsourcing" lo aplican desde firmas pequeñas hasta grandes corporaciones como Procter & Gamble para obtener servicios de forma más barata que mediante el "outsourcing" o la contratación de servicios externos en países como la India y China.

El término "crowdsourcing" fue acuñado por el periodista Jeff Howe y el editor Mark Robinson, ambos de la revista especializada en tecnología "Wired", para definir un fenómeno que se ha extendido gracias a la cada vez más accesible y menos compleja tecnología.

"Las compañías están tomando mayor ventaja de una masa global que es más inteligente, más productiva y está más conectada", dice Howe en su artículo, "El ascenso del Crowdsourcing", publicado en la edición de junio de "Wired".

Bajo ese esquema, una compañía o institución traspasa una función que antes cumplían los empleados o subcontratados hacia una amplia red de personas, anónimas, que no se conocen entre ellas y han sido contactadas públicamente, por lo general a través de Internet.

En esa red participan, por ejemplo, científicos "de garaje", trabajadores independientes y vídeo aficionados que utilizan su tiempo libre para resolver problemas, diseñar nuevos productos o crear un contenido nuevo, sea en forma de texto o de imágenes.

Uno de los centros de "crowdsourcing" más conocidos en el mundo científico es InnoCentive.com, que publica los "desafíos" de grandes empresas en busca de soluciones, entre ellas su fundadora, la farmacéutica Eli Lilly, y el gigante Procter & Gamble.

Por la solución de cada desafío, por lo general en el área de investigación y desarrollo, la empresa ofrece un premio que oscila entre los 5.000 y los 100.000 dólares.

Procter & Gamble también trabaja con empresas que ofrecen servicios similares, como NineSigma, YourEncore y Yet2.

Otra fuente de "crowdsourcing" es iStockphoto.com, un archivo fotográfico gigantesco -compuesto por unas 885.000 imágenes- y de bajo costo, confeccionado con la colaboración de miles de fotógrafos aficionados.

Wikipedia.com, una enciclopedia virtual cuyas entradas son editadas de forma gratuita por gente común y corriente, es un ejemplo conocido de "crowdsourcing".

Empresas que han utilizado ese esquema son Lego, que lanzó una convocatoria para descubrir a los inventores de la próxima generación de productos "Lego Robotic", y Zazzle.com, que recompensa el diseño de camisetas, sellos postales y otro tipo de mercancía.

El usuario de Zazzle simplemente crea una galería de diseños, que pueden imprimirse en tazas para café o en tarjetas de cumpleaños, y puede ganar hasta el 17 por ciento de la venta de los productos.

Las instituciones también están recurriendo al "crowdsourcing", entre ellas el laboratorio mediático del Instituto de Tecnología de Massachussets (MIT), para el desarrollo y prueba de software y hardware y la creación de robots.

El "crowdsourcing" es asimismo una tendencia en la industria de los medios de comunicación, sobre todo en la publicidad y en estaciones de televisión que alimentan su contenido con las contribuciones del público y de potenciales usuarios.

Empresas como Sony, MasterCard, Converse y Chevrolet han usado anuncios publicitarios confeccionados por sus propios usuarios.

Renee Hopkins, una periodista que sigue las tendencias en el campo de la mercadotecnia, asegura que si bien el "crowdsourcing" baja los costos de generación de contenido y solución de problemas, por otro lado aumenta el costo y la necesidad de filtrar las opciones disponibles.

"Las empresas deberán no sólo tamizar las propuestas buenas y malas, sino saber escoger la opción que mejor se ajuste a sus estrategias y necesidades", apunta.

A su juicio, el desafío no está en hallar a las personas más inteligentes y trabajar con ellas, ni en encontrar las soluciones más baratas, sino dar con las que sean más "correctas". 30.06.2006, 16:16

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Noticias Enero 24, 2008

Comunicación Corporativa en la Empresa 2.0

Empresa 1.0, mercado 2.0

cinco días. Antoni Gutiérrez. Los recelos de los directivos de muchas empresas hacia la sociedad 2.0 son un síntoma de una cultura empresarial que está en jaque y cuestionada nada menos que por el propio mercado. Una resistencia conservadora y defensiva que se refugia en el poder, alimentada por el control jerárquico y vertical de la organización y que bloquea la libertad y la creación del capital humano dentro de la empresa. Algunos directivos, ignorantes de que un nuevo poder descentralizado, abierto y compartido, basado en el mérito y la creación, se abre paso con fuerza en las organizaciones, temen perder el poder si pierden el control. ¡Vaya error! Nunca como hasta ahora la jerarquía había estado tan seriamente cuestionada por la libertad y la inteligencia.

El mercado se ha convertido en una conversación exigente como profetizaba el Manifiesto Cluetrain (ver en wikipedia) hace casi una década. La publicidad convencional sufre para conseguir audiencias y fidelizaciones de hábitos de consumo. La reputación y el valor intangible de la marca son determinantes para el futuro de las compañías. Los consumidores desplazan su interés del producto al productor y las exigencias ético-sociales sobre las compañías aumentan en un entorno mucho más transparente y observado sin reservas por parte de los consumidores-ciudadanos.

Mientras la tecnología abierta y las redes sociales generan un sentimiento de emancipación personal en muchos cuadros medios y técnicos que empiezan a comprender que trabajan para sí mismos, aunque compartan temporalmente su proyecto profesional y de desarrollo individual en tal o cual empresa por un periodo concreto. Las fidelidades que castran la flexibilidad y la movilidad conviven mal con una generación de profesionales que valoran su libertad y un modelo diferente de relación laboral más permeable y personalizada.

Además, el temor a compartir información o a que sea accesible, fruto de un modelo de valor basado en conservar el conocimiento antes que crearlo y difundirlo, ha alimentado el pánico hacia la empresa transparente y abierta, hipotecando el caudal de energía creativa que existe entre el capital humano de la propia organización. La inteligencia artificial que surge de la inteligencia colectiva no puede ser una amenaza. La propiedad como principio único para el desarrollo de valor debe ser revisada por una nueva lógica. El miedo a la competencia difusa en manos de muchos actores ha provocado reacciones alérgicas hacia la cultura 2.0.

Nuestros consumidores y empleados generan contenidos y opinión en un mundo digital global. En Estados Unidos, el 50% de los menores de 30 años ha creado contenido digital en internet y el 25% tiene su propio blog o participa de redes sociales. En Europa seguimos esta tendencia que no para de crecer. Pero los blogs corporativos siguen estancados y se imponen normas internas en las empresas para poner puertas al campo e impedir la 'comunicación interna y externa' de los empleados bajo la excusa de la pérdida de competitividad. Y vivimos un retraso espectacular en la utilización y el conocimiento del potencial de herramientas online para compartir procesos. Google Docs, Zoho y ThinkFree son todavía palabrotas para la mayoría de nuestras organizaciones, incapaces de entender, por ejemplo, el beneficio del concepto Suite Business que permite el control seguro y la flexibilidad en la creación de valor.

Hay que aceptar que si los consumidores han cambiado deberemos cambiar también la forma en la que organizamos el trabajo. La empresa 1.0 no podrá dar respuestas a una exigente y dinámica sociedad-mercado-cultura 2.0. La empresa no puede ser un mundo hostil hacia las herramientas y las nuevas prácticas digitales que los empleados y consumidores ya experimentan intensamente fuera de los muros corporativos y de las relaciones comerciales que ofrece la empresa, sus productos y servicios.

La intuición de que cuando el cambio llegue no les afectará abona la miopía absurda de demasiados directivos empresariales, reforzando su desprecio y recelo hacia lo que ignoran. ¡Qué ilusos! No saben que tiempo es, precisamente, lo que no tienen.

Recomendado por Claudio Bravo: ver su artículo De la mentalidad 1.0 a 2.0.

Genis Roca: Anatomía de la Organización

Noticias Enero 22, 2008

los nuevos agentes del cambio

 

Como cambiar las organizaciones desde sus márgenes: los nuevos agentes del cambio

nomada. ¿Cómo se cambia la cultura de una organización?, ¿cómo se pasa de estructuras jerárquicas y cerradas a otras horizontales y abiertas? El mundo digital, la era de lo 2.0, presenta enormes oportunidades (y por supuesto ciertos riesgos) para los individuos, los emprendedores, y las nuevas organizaciones, que cada vez más nacen ya como redes. Pero, para las organizaciones tradicionales, especialmente para las más grandes y rígidas, esta transición puede ser extremadamente complicada y traumática, caso de que sea viable.

Como proclama la fotografía, descubierta por Bruce Sterling, “nada cambia si nada cambia”, y eso, trasladado a las grandes organizaciones, implica la necesidad de agentes del cambio (“nada cambia si nadie lo hace cambiar”) que necesariamente se sitúan como oposición y alternativa a la “cultura oficial” y que, por tanto, suelen actuar como líderes de facto al margen de las estrucuturas oficiales. Pero, a su vez, los responsables de la gestión y estrategia, estos si dentro del organigrama del poder dentro de la organización, que quieran provocar el cambio deben establecer sutiles estrategias de apoyo a estos agentes en un entorno adverso.

Sobre este reto lanza algunas preguntas Julen Iturbe en Evangelistas 2.0 en las empresas, publicado en el blog del grupo de investigación ObEa Empresa Abierta que han lanzado en Mondragon Unibertsitatea, a partir del post Unofficial Enterprise 2.0 roles de Martin Kloos. Estas son las preguntas de Julen: ¿Existe ese rol?, ¿de dónde proviene?, ¿alguien lo tiene de forma oficial o es sólo una querencia natural?. Que se hacen eco de las que planteó antes Martin Kloos:

  • How can we define the role of unofficial enterprise 2.0 evangelist?
  • How come that these roles are still unofficial?
  • Shouldn’t these roles be officially acknowledge within organizations, given the sheer impact of Web 2.0 / Enterprise 2.0?
  • What can we, as evangelists, do to let these roles be recognized officialy?
  • What other web 2.0 / enterprise 2.0 related roles can we define in this unofficial domain?

Pocos días después Genís Roca contestaba, de algún modo, a estas preguntas en Los agentes del cambio. Primero, ¿es necesario el cambio?, ¿estamos realmente cambiando?:

Son tiempos de cambios. Una sociedad masivamente más conectada, con mayor acceso a la formación, con mayor libertad de movimientos, con más libertad de expresión, más urbana, con más tiempo libre, y con más tecnología para crear, mezclar y compartir… es el caldo de cultivo para la filosofía 2.0, un movimiento que afecta a empresas, mercados, instituciones y partidos políticos, así como a leyes, valores y paradigmas… son tiempos de cambios.

Segundo, el cambio significa personas que se empeñan en lograrlo. “Y en todo esto de la 2.0 hay un montón de estos agentes del cambio que están trabajando casi siempre sin reconocimiento para conseguir cambios en sus empresas, en sus instituciones, en sus entornos.” Utiliza el ejemplo de Ian Forrester, autor del blog Cubicgarden, y uno de los agentes del cambio 2.0 oficiosos más importantes en la BBC:

Ian Forrester es programador y trabaja en la Digital Media Initiative de la BBC, actualmente como responsable del proyecto BBC Backstage, una red de desarrolladores que proveen de datos y servicios al público en general bajo el lema “Crea lo que quieras usando los contenidos de la BBC”. También ha trabajado en otros proyectos de la BBC como BBC Blogs, The Feed Factory, Ceative Archive, Podcasts… y se puede saber más de en qué anda metido en esta o esta entrevista, en este video en el que habla sobre TV y Web 2.0, o en estas palabras grabadas en el XTech de este 2007. En resúmen, Ian Forrester está tras buena parte de las iniciativas 2.0 de la BBC, y creo que el suyo es probablemente un buen ejemplo de agente del cambio.

El nombre de Ian Forrester no consta en ninguno de los cinco folios del organigrama de la BBC, y ni tan sólo queda claro dónde se emplaza la Digital Media Initiative en la que se halla integrado. Es decir, todo parece indicar que Ian Forrester está alejado de las esferas del poder y de las tomas de decisiones, y que lo va a tener dificil si pretende impulsar cambios estructurales en la BBC.

¿Representa Forrester el arquetipo del agente de cambio 2.0? Según Genís, a esta gente insertada en organizaciones que no han adoptado modelos organizativos y culturales 2.0 “les resulta más sencillo promover cambios hacia el exterior que hacia el interior”. La inercia interna, la robustez de sus organigramas y reglas de funcionamiento hacen difícil el cambio interno. Pero los mercados, el exterior, si aceptan (y premian) muchos de estos “experimentos” por lo que los agentes de cambio encuentran en este territorio sus mejores oportunidades

Pero, volviendo al comienzo, entonces ¿como pueden los responsables de la estrategia y la gestión apoyar estos procesos de cambio (y trasladarlos al interior de sus organizaciones)? No parece que existan (aún?) reglas contrastadas, pero puede que por el momento la opción más efectiva sea mantener a estos agentes en los márgenes del sistema, con escaso (o nulo) reconocimiento por los canales oficiales (al fin y al cabo, posiblemente se mueven en este mundo 2.0 por que para ellos el reconocimiento tradicional es irrelevante), pero ofreciéndoles los incentivos adecuados, que en su mayor parte tienen que ver con dos factores: 1) un grado de libertad y autonomía que les permita desarrollar sus proyectos de cambios, y 2) señales paulatinas de que su experiencia se va trasladando a la extrategia externa y la organización interna de la empresa:

Los agentes del cambio son los que se mueven entre líneas y logran avanzar con acciones concretas, pequeños (o no tan pequeños) movimientos que hacen que las grandes estructuras se vayan moviendo, y que sus dirigentes (quizás) vayan tomando conciencia. Sin ellos no habría cambio. … pero el caso es que los hay en todas las organizaciones. Hay que buscarlos, localizarlos y apoyarlos, y en ocasiones protegerlos con el anonimato, ya que a algunos de ellos la visibilidad o la celebridad les puede complicar las cosas.

 

Noticias Enero 22, 2008

De la web 2.0 a las identidades distribuidas

 

nomadas. Juan Freire: Como aunciaba en un post previo he empezado a colaborar con Soitu.es publicando el blog, o micromedio, Piel digital dentro del contenedor Vida Digital, donde comparto espacio con Juan Varela y su Sociedad cableada.

Poco a poco, y de forma no planificada, me encuentro con que mi producción y participación digital se va distribuyendo en diversos medios y espacios en Internet, desde este blog personal donde me leéis ahora al blog Ciudades enredadas en ADN.es o el propio Piel digital en Soitu.es. Además uso habitualmente otras herramientas sociales como Twitter, Flickr, Slideshare, Dopplr, el propio sitio de mi grupo de investigación o diversos wikis y grupos de discusión públicos o privados en los que participo. Incluso, a pesar de no resultarme especialmente interesantes ni actualizarlos frecuentemente también mantengo perfiles en “redes sociales” como Facebook o LinkedIn.

Más allá de los problemas de gestión, esta fragmentación me preocuparía hace un tiempo, pero mi visión de la identidad ha ido evolucionando en paralelo a mi comprensión del significado de la digitalización de nuestra vida.

Ahora entiendo que este proceso de fragmentación, o distribución, es quizás inevitable y propio de la evolución de Internet. La web 2.0 ha abierto la oportunidad de construir redes descentralizadas o distribuidas de usuarios creativos, y ese es el principal valor que defienden sus partidarios. Pero, el proceso de fragmentación individual opera en paralelo y, creo, se ha desatendido su importancia. Puede que los peligros que presentan las paradojas del control que pueden aparecer en la web 2.0 se vean contrarrestados por esta redefinición de la presencia de los usuarios en la red. Su fragmentación puede hacerlos más flexibles y difíciles de controlar.

Así, del mismo modo que ya no es una persona (como “un todo completo” e indivisible),sino un “fragmento de su identidad digital”, la que forma una parte de una red digital, los sitios o las páginas han dejado de ser las unidades de información de la red. Cada sitio e incluso cada página son (o deberían ser) granulares, collages compuestos por diversos microcontenidos de variados orígenes que otros usuarios pueden reutilizar y remezclar libremente. Se está produciendo una co-evolución de la estructura de Internet y de la identidad de los usuarios. Tras el desarrollo de las redes sociales propias de la web 2.0, ahora cada usuario empieza a fragmentarse a lo largo de la red. “Su integridad”, caso de que ese concepto tenga algún interés en un determinado momento, puede mantenerse utilizando las mismas herramientas que permiten el reuso y la remezcla (y que no son otras que los buscadores, los RSS, las etiquetas, los agregadores …). ¿Bienvenidos a la era de las identidades distribuidas?.

 

Comentarios

Lo interesante además es que al eliminarse el coste de interconexión, muchas de estas identidades – todas aquellas sobre las que mantengas control editorial completo y en las que tenga sentido – pueden vincular las unas a las otras: tu blog proporciona vínculos a todas ellas, tu Facebook también, y por supuesto, existe un agregador más, el motor de búsqueda, que también permite en muchos casos – dependiendo de tu visibilidad y de lo común de tu nombre – llegar a una perspectiva más o menos completa. Es un mapa de herramientas muy interesante, con intentos de cohesión incompletos en torno a identidades digitales como OpenID y otros, en el que queda mucho por desarrollar…

Interesante. Pero, ¿al igual que fuera de la red? me pregunto. Trabajo en una empresa de Internet, doy clases, soy "corredor" (ejem) de maratones y pruebas populares, cicloturista, tengo mi vida familiar, mis cenas con amigos que no tiene nada que ver con todo lo anterior, etc, etc, … es también identidad fragmentada, más o menos distribuída, y con "problemas" de gestión, de tiempo al menos.

¿Nuestra "piel digital" se va pareciendo a nuestra "piel" más o menos sebácea 🙂 ? ¿La identidad digital se va asimilando a la real? Vaya lío.

Pero como apuntais, sin duda cada vez más, la identidad digital ofrece la ventaja de poder vincular más fácilmente los fragmentos.

De veras, siento lo mismo que las palabras que anteriormente leí. Nuestra indentidad ya no es una sola, sino un conglomerado repartido en cientos de sitios, redes sociales, microblogging. Eneko lo menciona: es igual que en la "vida real".

Yo sí creo que es como en la vida real. Sucede como dice Enrique que eliminas el coste de transacción y súbitamente se vuelven encontrables: de eso va la red. Hay quienes, como usted bien sabe Sr. Freire, jugamos a mantener dos identidades con murallas chinas para relacionarnos con mundos distintos sin ser encontrados. Es otra opción interesante, no me diga que no.

(después hay filtraciones, y es que lo digital requiere ser muy cauto ¿o no?)

Efectivamente, parece que nuestra identidad digital se empieza a asimilar en su funcionamiento a la analógica (… y al tiempo ambas se combinan). Como dice (y bien sabe) Gonzalo, esto abre un campo enrome de posibilidades. Siempre he estado tentado de iniciar otra identidad absolutamente separada de la que ahora tengo, como experimento y experiencia y para tratar de influir en otro tipo de ambos, pero aún no ha habido tiempo (… o si?)

Pozzzz puede que sí. Fíjese que es el azar el que lleva el que le destripe sus entradas una identidad u otra. ¿O no? Yo le sugiero probar, da cierta libertad. Pero una cosa que he descubierto: crece más en la red la identidad "pública" que la ocultada. ¿El boca a boca verbal, la propia relación humana aumenta la repercusión digital?

Efectivamente, las identidades ocultas "escalan" peor o menos. No pueden retroaliemntarse con la identidad analógica y deben tomar también ciertas precauciones en el espacio digital (lo que limita su "viralidad").

por eso hemos lanzado una propuesta seria para construir entre muchos una nueva identidad, o sentimiento de pertenencia, y eso es 'el país llamado a'. Mírate el Manifiesto que hemos publicado y hemos abierto debate sobre el tema en Facebook.
http://www.hectormilla.com/innovacion/1849/manifiesto-el-pais-llamado-a

Sólo agrego a tan interesante conversa, que si unieras los RSS que generas en distintos frentes, tu estela por el ciberespacio, obtendría un reality show de bajo presupuesto.
Por eso insisto en no divorciar la actividad en Internet de esa cosa extraña que llaman "vida real". Esto es un show autogestionado.

Noticias Enero 21, 2008

La energía de México DF

emol. México D.F.: no es ciudad para débiles. Es la urbe más grande del continente, los edificios se hunden en su centro pantanoso y en ella los viajes se miden en horas, nunca en kilómetros. Veinte millones de personas le dan su energía a esta ciudad caótica e intensa, donde el que no muere se hace más fuerte. ¿Cómo describir una ciudad? se preguntó Graham Greene en Notes on Mexico City. Eran los años 30, cuando la ciudad no llegaba al millón de habitantes. Aún así: Greene intuyó algo y asoció esta ciudad a una tierra sin ley y sin límite.

Por Alberto Fuguet, desde México

Tenía razón.

¿Cómo describir una ciudad que ya no es ciudad, sino una suerte de monstruo de concreto y piel? ¿Cómo entender Ciudad de México?

Dependiendo del ánimo de tu interlocutor, el Distrito Federal es la tercera metrópolis más grande del mundo (lejos la ciudad más grande de América) o bien es una bestia que crece, muta y se expande cada segundo en esta tierra que antes fue un lago y que no es para débiles ni para edificios muy altos. El bellísimo Palacio de Bellas Artes, de hecho, se hunde un poco cada año.

Dicen que al menos unos 20 millones y medio de personas viven o sufren o se han resignado a que esta urbe sea su hogar. Ciudad de México siempre fue el Distrito Federal pero, después de los años 50, cuando la población estalló en forma exponencial, pasó a ser una sigla: el De-Efe, casi como si los chilangos hubieran asumido que esto ya no es una ciudad sino, simplemente, el futuro.

Miras por la ventanilla del avión y ves los millones de vecindades y calles atestadas y los hoteles y los luminosos rascacielos de Polanco, primer mundo absoluto. Es de noche y de pronto divisas la Torre Latinoamericana tipo Empire State, pero más modernilla, y letreros de neón de cerveza Tecate.

Y entonces aterrizas.

Diez o quince aviones han llegado y el aeropuerto parece de 1956 y las cuatro personas que atienden hubieran sido despedidas de un almacén de barrio. Hora y media después, logro que me timbren el pasaporte. Comento algo sobre la espera y la señorita con sobrepeso me responde una de las dos palabras que me perseguirán mientras esté acá.

"¿Mande?".

En México todos responden como si uno diera una orden y ellos tuvieran que hacerse cargo.

"Nada", le digo.

"Entonces bye, bienvenido".

Ahí está la otra palabra: en México todos se despiden con un bye.

"Órale, güey; bye".

Le digo al taxista que voy al Centro Histórico. Da lo mismo que el aeropuerto esté en medio de la ciudad, el viaje será eterno.

Eterno.

Volé ocho horas y ya llevó casi cuatro aquí en Chilango City y aún no llego. El taxista me comenta que si Estados Unidos no existiera, si California no existiera, el DF tendría quince millones de habitantes más, así que es mejor no alegar.

Soy uno más entre veinte millones. Debo esperar mi turno.

Caminando de noche por las ruinosas calles del Barrio Chino, detrás de la librería El Sótano, uno siente nostalgia por las muchedumbres que no te dejan avanzar de día. Esta parte de la ciudad no es precisamente bella, pero tiene el encanto del abandono. Todo parece un set para filmar una de esas novelas en miniatura de sexo, de vaqueros o de venganzas, novelas gráficas bastardas que la población masculina no ilustrada devora aquí, sobre todo en el Metro.

El centro es curioso. Hay gente muy pobre o muy abandonada que vive en las azoteas. Son casuchas con vista. Cada calle se especializa en algo, lo que facilita las cosas en una ciudad tan grande. Donceles es la calle de los libros usados y la tarde pasa rápido en los eternos pasillos donde uno encuentra lo que no hay en librerías importantes: Esa visible oscuridad de Styron a menos de un dólar, una primera edición de La traición de Rita Hayworth firmada por el propio Puig a 4 dólares.

Me como unas enchiladas suizas en el que declaro mi restorán favorito: La Blanca. Estoy a dos cuadras del Zócalo, que ahora está "nevado": la ciudad, en un ataque de arribisimo, ha construido una pista de hielo para que los chilangos puedan patinar bajo el sol y la música de Depeche Mode y The Cure.

El transporte en Ciudad de México funciona, pero a su modo. Todo siempre está lleno, pero no colapsado. El Metro es barato y eficaz y tiene ciegos que cantan con amplificadores. Se supone que es peligroso tomar los taxis verdes, casi todos escarabajos, pero el mayor peligro que corrí era no estar de acuerdo con el taxista en la estación de radio.

Las distancias no se miden en kilómetros sino en horas. Lo cerca está a hora, hora y media. Lo lejos, mejor ni tocar el tema. Quizás aquí los barrios se llaman colonias porque tienen algo de colonia penal: de ahí no sales. La vida social y las amistades se forjan en torno a las colonias. Ir a visitar a un amigo al otro lado de la ciudad implica que ese lazo es más que fuerte. Un día fui invitado a comer a Polanco. Calculé media hora. Llegué una hora tarde. A nadie le pareció mal.

Caminando o viajando en el metro uno capta que sí, que el De-Efe tiene algo de laberinto. El laberinto de la soledad, según Octavio Paz, aunque cuesta asociar soledad con el De-Efe cuando uno intenta caminar por entre los piratas del Eje Central Lázaro Cárdenas o por el temible barrio de Tepito, oasis semiarmado del contrabando. Le pregunto a un policía parado cerca del Mercado de San Camilo, pasado la Plaza Garibaldi, cómo llegar a Tepito y me responde: no quieres ir a Tepito.

Salgo sudado de Tepito (el olor de México huele a aceite rancio y maíz) pero vivo. Tepito no es la síntesis del De-Efe, porque esta ciudad no acepta ser reducida. Los ilegales de Tepito son y no son el De-Efe, lo mismo que los ricos de Santa Fe o los colombianos de colonia Roma o los darketos de la feria El Chopo, que usan rimel y ni saben quién fue Cantinflas.

El De-Efe tiene algo de pesadilla inducida por el mezcal. Lo más aterrador no es la violencia ni tanta gente ni la bandera más grande del mundo flameando como si fuera la bandera del país más rico del mundo sino que, para aquellos que hablamos castellano, es darse cuenta de que aún así esto no se entiende. Aquí hay otras reglas, otros tiempos, otro idioma. Perderse en Seúl es esperable; perderse en el De-Efe es lo que uno quiere evitar y aún así, cada tanto, abres el mapa y te das cuenta de que no, no entiendes nada, y que sí, estás un poco perdido y solo en medio de la ciudad latina más grande del mundo.

El taxi avanza rapidísimo rumbo al aeropuerto. Son las cuatro AM y por fin no hay tráfico. Bajo la ventana y hay una brisa fresca. La región, esta noche, está transparente. En la radio suena una banda de narcomex norteño y una chica de voz áspera lee los asesinatos del día. Trato de pensar en imágenes para llevar. Cierro los ojos y respiro el olor de los tacos al pastor que alguien cocina para el inminente desayuno proletario. Una luz blanca, de lámpara a kerosene, ilumina una esquina y el carro que seguramente no tiene permiso y que no envenena a nadie. Esta es la luz de México, pienso. Una luz fuerte, que ciega, una luz que quema y que no es real y que separa ese trozo de vida de la oscuridad de la inmensa ciudad que no mata, pero que tampoco perdona.

Dónde comer en el D.F.

En los mercados más cercanos al centro (como el San Juan o el de la Merced) existen las cocinerías, donde es posible comer tacos al pastor y beber jugos al agua o a la leche.

Si quiere turistear y gastar, vaya al legendario Café Tacuba (Tacuba 28, Centro, a un lado del metro Allende), que data de comienzos de siglo aunque, internacionalmente, es más conocido por ser el nombre de un grupo rock que se escribe con "v", Tacvba, porque entró en problemas legales. Ofrece comida mexicana tradicional en el sitio donde se reunía la bohemia de los años 20 y 30. Hoy todos ellos están en el barrio La Condesa o Polanco. Ojo con el chocolate caliente. Mal que mal, en México se inventó el chocolate.

Otra opción es La Blanca (5 de Mayo 40), un restorán muy viejo, de "los de antes", nada lujoso, incluso austero, pero con un sazón muy mexicana. No es raro encontrar en las mesas mucho extranjero. Aquí se pueden degustar los verdaderos platillos mexicanos.

Leer

Quizás la novela que más quiso ser chilanga es la sobrevalorada La región más transparente de Carlos Fuentes. También vale la pena leer a Carlos Monsivais. Casi todas las crónicas de Monsivais son acerca del De-Efe.

Juan Villoro y Héctor Aguilar Camín también han situado sus libros y crónicas en el pobladísimo valle de México.

El argentino Rodrigo Fresán fue enviado a escribir una crónica corta a la Ciudad de México y entregó una novela chingona: Mantra, un mantrazo de 539 páginas sobre un luchador libre, que se puede leer perfectamente como el diccionario frik definitivo acerca del D.F. Llegar a la capital de México luego de leer Mantra en el avión puede ayudar a que todo el caos se ordene y, capaz, se entienda.

Pero la gran novela de la Ciudad de México es –sin dudas– Los detectives salvajes del chileno-mexicano Roberto Bolaño. Cada mini capítulo es una suerte de GPS para hacer un tour Belano ("Lima vive en un cuarto de azotea de la calle Anáhuac, cerca de Insurgentes"), así como hay un tour Ulises en Dublín.

LLEGAR

A Ciudad de México vuelan Aerómexico y Lan desde 1.388 dólares más impuestos..

DORMIR

NH Centro: en la calle Palma 42, la de las joyas, a cuadra y media del Zócalo. Habitaciones inmensas y pasillos kubrickianos. El wi-fi lo cobran, lo que es bastante cabrón y el lobby tiene acceso al Starbucks que siempre está lleno de gringas. Tiene una pequeña alberca arriba donde está un restorán fusión con buffet de sushi los viernes. Los precios vía internet llegan a 120 dólares por una doble, sin desayuno. www.nh–hotels.com

Hotel Majestic: ahora es un Best Western, una cadena sin mucha onda pero nada mala. Está frente al Zócalo. Gaste más y pida una habitación con vista a la plaza. El restorán La terraza del último piso es para quedar adicto, sea de día o de noche. Dobles desde US113. Madero 73.

Gillow: un placer. Poco pretencioso, con una estética downtown que cautiva. Las habitaciones tienen ventiladores y todas las puertas y pasillos dan un extraño patio interior con una fuente de agua. Wi-fi gratuito en el lobby. Algo pasado de moda, pero con onda y aroma literario y a precios por debajo de los US$50. Acceso al restorán La Capilla que está entre los buenos del centro (ahí se toma el desayuno) y frente al restorán La Blanca. Isabel La Católica 17. www.hotelgillow.com

Más datos: www.chilango.com

Ver

Están el Museo de Frida Kahlo y los murales de Rivera, Siquieros, Tamayo y Orozco. Y sí, vayan a la Plaza Garibaldi, un extraño oasis turístico donde no-pasa-nada en medio de un sector donde-pasa-mucho y es mejor evitar.

En la Colonia Xoco, al sur, por la avenida Coyoacán, está la Cineteca, y vale la pena. Tiene ocho salas, algunas con 560 butacas, y tiene biblioteca y devedés. Está a pasos del Metro Coyoacán.

Algunos filmes para ver antes de partir: Amores perros (la esquina del choque está en La Condesa; los antros de las peleas de perros son casi un mito urbano); Y tu mamá también, y la manipuladora Hombre en llamas, acerca de los ultra ricos del DF y los secuestros. Los olvidados de Buñuel es, por desgracia, absolutamente contemporánea y muestra aquello que es mejor evitar, por sanidad mental o seguridad.

"Ciudad de México es una terminal de viajes por el espacio-tiempo, una sala de espera donde tomas algo rápido mientras esperas el tren(…). Uno se queda allí atascado: por el solo hecho de estar allí, uno está viajando…".

William Burroughs

'Es infinitamente peor que el sueño durmiente que tuve de México City en el que yo voy triste y caminando por departamentos blancos y vacíos, solo, o donde los escalones de mármol de un hotel me horrorizan'. Jack Kerouaclberto Fuguet, desde México D.F..