emol. Si bien no hay como viajar, con esta herramienta podremos planificar mejor una ruta, ahorrando plata y ganando tiempo. Los genios de Google Earth están resueltos a ofrecer a sus usuarios la posibilidad de convertirse en expertos trotamundos sin mayor esfuerzo. La idea es que sólo con mover el mouse y teclear un destino, los usuarios conozcan el mundo sin moverse de su escritorio. Esto, gracias al estreno de “Vista de la calle”, una herramienta de la versión 4.3 del software que ofrece impresionantes fotografías de las ciudades y sus calles en 360°. Ingrid Olavarría M.
Hay que activar la función desde el panel “Capas” (costado izquierdo inferior de la pantalla). Desde una vista cenital de una ciudad aparecen unas cámaras amarillas que se convierten en fotografías esféricas. Es una suerte de servicio de “city tour”, pero más económico.
Lo entretenido de estas imágenes es que además de calles y autos aparecen las personas, que hacen que el paisaje sea más real.
Partimos el periplo en Nueva York, donde todo turista primerizo se confunde con tanta calle y rascacielos.
Desde la altura divisamos un gran cuadrado vacío, bajamos, y aparece la llamada Zona Cero, más gris y desolada que en la realidad. Las máquinas, rejas y contenedores recuerdan la tragedia del 9/11. Desde ahí “caminamos” por la West Street hasta la isla Libertad, que revela su célebre estatua.
Luego entramos al puente de Brooklyn, con fotos nocturnas que transitan por sus pistas, para llegar al farandulero Empire State, pero es tan alto, que apenas se ven unos pisos. Y cuando nos vamos, divisamos el Central Park.
En estricto rigor, con Google Earth se puede conocer y planificar de antemano un viaje “de verdad” a la ciudad que nunca duerme, para evitar perderse y elaborar nuestro propio recorrido.
A París los boletos
Volamos a un nuevo destino: París. La Ciudad Luz se despliega, y la primera parada es la Torre Eiffel. El monumento tiene a su alrededor decenas de cámaras que permiten ver desde distintos ángulos las vigas de metal. Y ya que andamos por el sector, en seis segundos llegamos al Arco del Triunfo, y las maravillosas fotografías despliegan todas sus intimidades. Bajando por los Campos Elíseos, llegamos a la Plaza de la Concordia y al museo de El Louvre, con todas sus alas construidas en 3D.
A medida que suceden los acontecimientos, se crean nuevas ofertas turísticas. El Túnel del Alma, donde Lady Di protagonizó su fatal accidente, tiene una completa ruta fotográfica en 360°, a diferencia de la catedral de Notre Dame, que sólo ofrece la reproducción hecha por un modelador que usó el programa SketchUp, también de Google.
Un poco agotados de pasear por los recovecos franceses, vendría bien un descanso. Así que viajamos al Medio Oriente, al hotel de 7 estrellas Burj Al Arab, pero su edificio aún carece de volumen. ¡Fomes! Nos vamos al hotel de al lado, el Madinat, otro paraíso.
Poco de Chile
Antes de abandonar Europa, vamos “de carrerita” a Inglaterra para mirar el London Eye, esa rueda de Chicago junto al río Támesis. Al otro lado del río está el Parlamento, el Big Ben y la Abadía de Westminster. Y como andamos por acá, pasamos a Stonehenge, que revela sus misterios, pero su modelo es básico y sin fotos.
Ya es tiempo de regresar a Chile y ver qué tiene Google Earth de esta larga y angosta faja de tierra. Con pena vemos que es bien poco lo que hay. Encontramos una que otra construcción en 3D en la capital: el Palacio de la Moneda destaca, igual que la Torre Entel, el edificio de la Telefónica, el del Banco Santander. Más arriba, en el cerro San Cristóbal, la imagen alba de la Virgen María vigila la ciudad.
Ahora tomamos rumbo a la V Región. Primero vamos a Algarrobo, donde el complejo turístico San Alfonso del Mar acapara la atención, especialmente por su gigantesca piscina color turquesa. Y en Viña del Mar vemos las playas Caleta Abarca, Acapulco y Salinas; se nota que no está actualizado, porque todavía aparecen los cañones que sacaron hace dos meses para arreglos.
Con pena vemos en Concón que las dunas disminuyen a pasos agigantados a causa de la proliferación de proyectos inmobiliarios. Esto nos despierta la curiosidad, y raudamente vamos a Iquique a ver cómo está el cerro Dragón, el imponente monte de dunas, pero parece que acá no hay tanto daño.
Aprovechando el calor de esta ciudad nortina, nos vamos a mirar de cerca la playa de Cavancha, tan linda y turística. Y no hay que perderse una visita a la Boya de la Esmeralda.
El Servicio Nacional de Turismo, Sernatur, afirma que no ha entregado ningún soporte para apoyar a Google Earth; sin embargo, esperan participar y cooperar con esta iniciativa. Señalan que están trabajando en recopilar la información.
Apoyo de usuarios
Por el momento, todos los edificios que se han erguido en esta plataforma son aportes de usuarios de SketchUp que valoran la infraestructura criolla. Lo mismo sucede con las fotos (no las de 360°), que se suben creando un vínculo con el sitio Panoramio y que se despliegan activando la opción “Web Geográficas”, en el menú “Capas”. Acá podemos subir imágenes de nuestra casa o de algún lugar que deseamos que los demás vean.
¡Se lucirían tanto nuestros moais en este lugar!
DESAPROVECHADO
ES TRISTE que en Chile las autoridades no usen esta tecnología para potenciar el turismo.
¡Felicidades amigos de Bligoo!
quepasa. Bligoo.com, la plataforma web que reúne a diversas comunidades, y que fue creada por Alvaro Portugal y Paolo Colonnello -y que también tiene a Ingrid Antonijevic como propietaria y presidenta-, fue la única empresa chilena nominada para los AlwaysOn250. Este premio depende de la Universidad de Stanford, la cual selecciona a las 250 empresas de tecnología con mayor potencial en el planeta. AlwaysOn se caracteriza por organizar los AlwaysOn Summit, seminarios que reúnen a la elite del mundo tecnológico, entre los que participan los fundadores de Facebook, Google y Yahoo, entre otros.
La compañía nacional tiene 10 mil sitios montados en su plataforma y cuenta con 90 mil usuarios inscritos desde que se lanzó en noviembre pasado. En diciembre, Colonnello y Portugal viajaron a Silicon Valley donde postularon a Bligoo para los AlwaysOn250. Tras sostener dos entrevistas telefónicas y una presentación de la empresa -realizada en California-, los chilenos fueron seleccionados por ser la única empresa latinoamericana que logró integrar una tecnología de Google -Adsense API-. Con este impulso, Bligoo pretender ahora instalar su primera oficina en el extranjero, siendo justamente Palo Alto, en Silicon Valley, el lugar escogido.
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Es curioso que La Sociedad de la Decepción, el libro con la entrevista larga a Gilles Lipovetsky, concluya en ánimo bastante optimista. Hiperconsumo, hiperindividualismo, la esperanza es que esta época se agotará y que vendrán nuevos valores, más austeros y más comunitarios. El diagnóstico inmediato es tenebroso, crisis económica y ambiental, cotidianos y crecientes choques entre nativos e inmigrantes, sin sentido, desánimo, soledad, incertidumbre, desamparo. Lo único asegurado, y que no es poco, es la imposibilidad de cuestionar la democracia, la libertad y los derechos humanos.
A pesar que no aseguren la felicidad y el igualitarismo, nadie está dispuesto a perderla. Buscando sin encontrar la felicidad en el consumo, desde bisutería a experiencias místicas, los hipermodernos comienzan dudar de la pertinencia de buscarla. Destacable el llamado de superponer nuevas pasiones a las actuales pasiones. Ni una posibilidad de prohibir y controlar, el remedio seguro sería peor que la enfermedad. Se trata de encantar, aunque sea en clave de consumismo e individualismo, con causas que aún conmueven a las personas. Integrarse antes que excluirse. Dos ambigüedades quedan abiertas: la reflexión es global pero todos los ejemplos aluden a Francia, la verdad Paris; por otra parte, la esperanza, el plazo y la vertiente amable de este tiempo de libertad, no incluye los pesares y amenazas del mundo no desarrollado. No sólo porque un ánimo de descripción global de la cultura deja fuera una buena parte del globo, sino que la esperanza de mejores tiempos materiales y de espíritu para el primero mundo pueden ser truncados por los cataclismos evidentes que esperan a las sociedades excluidas de la modernidad, el bienestar y la democracia. Sin embargo, la palabra de Lipovetsky atrapa y, salvo los ejemplos concretos y locales, todo el diagnóstico aplica perfecto en el entorno de la cultura chilena y latinoamericana, por lo menos, en los grupos integrados a la modernidad y el bienestar. Así como en economía y medio ambiente, sufrimos de los mismos pesares espirituales a nivel global.
David Cuen BBC. Me despierto en la mañana. Enciendo la computadora y reviso mi correo en Gmail. Consulto las noticias en la sección respectiva de Google y leo entradas de blogs en Google Reader. Hago algunas anotaciones para ¿Un mundo feliz? en Google Docs y reviso mi agenda en Google Calendar. Después atiendo mi blog personal en Blogger (de Google) y veo algún video en YouTube (también de Google). Así es un día en nuestro vida con Google… ¿acaso estamos en peligro?
Ver: Lively el nuevo mundo virtual de Google
Antes de responder esa pregunta revisemos tres hechos que ocurrieron esta semana y que pusieron a la empresa, cuyo nombre cada quien pronuncia de distinta manera, en los titulares. La que más atención generó fue la orden de un juez que obliga a Google a entregar datos de algunos usuarios de YouTube a la empresa Viacom, pero sobre eso ya se ha escrito bastante.
Son las otras dos, que pasan más inadvertidas, las que ayudan a entender mejor que el tren llamado Google camina sin frenos. Una es el acuerdo de la empresa con Adobe que permitirá a las arañas de Google explorar e indexar contenido en flash en su motor de búsqueda.
La última es la aparición de Lively, la apuesta de Google en los mundos virtuales, una zona de la que hablamos en este espacio hace unos días. No es como Second Life en el sentido de crear un territorio contínuo, sino más bien se trata de la posibilidad de interactuar con otros usuarios en distintas habitaciones, donde además se podrán compartir videos.
Es tal la pasión por Google que hasta el más mínimo de sus movimientos genera curiosidad en la red. En el blog ALT1040 notaron, por ejemplo, que en Gmail es posible observar un pequeño triángulo en la esquina superior izquierda, como si se tratara de una vuelta de página y la pregunta fue inevitable: ¿qué se trae Google entre manos?
Pero ¿de dónde viene el éxito de Google? En primer lugar del hecho de que es “cool”. La empresa estadounidense es como de leyenda. Sus empleados tienen piscina y espacios deportivos en sus instalaciones y deben dedicar un porcentaje de su jornada laboral a crear nuevas ideas y proyectos. Es decir, deben parar de trabajar, y ponerse a pensar.
Y por otro lado están los hechos. Google domina más del 60% del mercado de buscadores y cuenta con una importante tajada del mercado publicitario en línea gracias a AdSense. Tan sólo en 2006, la empresa reportó una ganancia publictaria de más de US$10.000 millones
La clave de su éxito, me parece, es la simpleza. Todos sus productos, desde los más conocidos hasta los que se encuentran en sus “laboratorios” son sencillos y fáciles de usar. Y los que no eran suyos y compraron (como Blogger y YouTube) se están volviendo más intuitivos.
La colaboración es otra de sus armas. Muchos de sus desarrollos permiten que los usuarios puedan modificarlos para elaborar versiones más personalizadas de sus productos.
Y a mí me gusta Google, y uso muchas de las cosas que ofrecen. Pero eso no me impide regresar a la pregunta inicial: ¿es peligroso? De entrada a mí me preocupa el avance sin frenos de cualquier empresa que abarque casi todos los rincones de la web bajo el estandarte de que sus herramientas son prácticas y útiles.
Al final del día muchos de nuestros datos y mucha de nuestra confianza en la red están en sus manos, por lo que no es claro que sucederá si un día deciden cambiar su política de privacidad y exponer más la información de sus usuarios.
Por lo pronto les dejo esa reflexión. Yo seguiré usando Google, pero mantendré un ojo alerta porque eso de darme cuenta de que una empresa pueda acaparar tanto de la red, me asusta un poco, ¿y a ustedes?