Al fin recibí la película Monte
Grande
sobre el biólogo chileno Francisco Varela. Es una experiencia intensa de
discurso científico denso, una muestra de máximo desarrollo espiritual y la lucha
y entrega de una persona buena ante un destino final inevitable. Es imprescindible
en los tiempos que corren de avance científico acelerado, casi en descontrol, conocer
el sentido que otorga Varela a la investigación en ciencia finalmente como una
búsqueda de amor, y que distinga el conocimiento y los conocimientos de la
sabiduría, siendo la sabiduría lo que realmente nos hace humanos, porque nos da
sentido, nos hace éticos y nos muestra realmente la realidad de las cosas. Los
descubrimientos científicos que comenzaron con la autopoiesis, pero que ya iban
en el estudio de la mente y la comprensión de la conciencia, todavía en el
campo empírico de la ciencia, lo retratan como el genio imaginativo, riguroso e
innovador que fue como científico y pensador. El relato de su mujer, en que
Varela rechazaba la propiedad de las ideas ya se evidenció en la generosidad
con que escribió la introducción para los veinticinco años de Sobre Máquinas y
Seres Vivos. Finalmente, acercarse a su vida personal y familiar, los afectos
que hizo durante toda su vida, grandes pensadores del mundo que lo recuerdan con
un cariño genuino, el Dalai Lama emocionado recordando la última conversación y
esperanzado en reencontralo en una próxima vida, su lucha hasta el final y su
entrega a lo inevitable, no hace más que engrandecer la imagen humana de uno de
los pensadores más grandes que tuvo la comunidad científica mundial, dicho por
sus pares, y sin duda el más destacado en Chile. Por la humanidad de su
historia, por las consecuencias éticas de sus desarrollos y por los efectos
para la relación entre las personas y con la naturaleza, no hay que perderse
esta experiencia.

Lecturas Recomendables: Conocer, El Cuerpo Presente, Un puente entre dos miradas, Emociones destructivas, El árbol del conocimiento

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